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miércoles, 18 de junio de 2025

MIENTRAS HAYA PERSONAS, HAY ESPERANZA

Los conflictos armados, la polarización, el aumento de los discursos de odio pueden llevarnos fácilmente a la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia, pero la esperanza habita en cada ser humano y de forma especial en este año jubilar convocado por el Papa Francisco.

Con el deseo profundo de reavivar ese anhelo que anida en nuestro corazón, Cáritas presenta su campaña de Caridad, que este año lleva por lema “Mientras haya personas, hay esperanza”. Con esta campaña, la red de Cáritas se une a la fiesta del Corpus Christi -que se celebrará el domingo 22 de junio- y lanza una invitación a la sociedad y a todas las personas de buena voluntad a ser embajadores y portadores de esperanza.

Vivienda, empleo y personas migrantes, tres realidades preocupantes

El adelanto del informe FOESSA presentado en diciembre del año pasado -y cuyos datos definitivos serán publicados en el último trimestre de este año- dan cuenta de cómo la exclusión residencial, el empleo precario y la situación administrativa irregular en la que se hayan muchas personas migrantes son algunas de las causas de la cronificación de la pobreza y la exclusión que sufren más de 9,4 millones de personas en nuestro país.

El problema generalizado del acceso a la vivienda en muchos países de Europa y en concreto, en nuestro país, se ha convertido, para las personas más pobres, en un problema de emergencia social al hacerse prácticamente imposible que puedan acceder a una vivienda digna.

Las posibilidades que tienen los jóvenes de acceder a un empleo que dignifique el desarrollo personal y facilite la posibilidad de iniciar proyectos vitales están aún más mermadas entre las personas con menos recursos y más vulnerables.

Las personas migrantes que llegan a nuestro país también se ven expuestas a grandes dificultades. Enfrentan importantes dificultades económicas y sociales que les impiden integrarse en la sociedad. Muchas de las personas y familias al completo que llegan a Cáritas demandando apoyo y ayuda, viven situaciones verdaderamente dramáticas que son difíciles de resolver en el corto y medio plazo.

Todas estas realidades requieren con urgencia nuestro movimiento. Nos invitan a ser presencia real y cotidiana siempre en salida, siempre atentos a las necesidades de nuestro alrededor. El verdadero sentido de nuestra vida se juega en el espacio del nosotros compartido, y como cristianos, en la profesión de nuestra fe y el compromiso en el seguimiento de Jesús. Porque solo saliendo al encuentro de los que sufren es donde la esperanza del nosotros va tomando forma.

“Todas somos personas, y llevamos dentro semillas de fraternidad y solidaridad que brotan en forma de pequeños gestos y acciones cotidianas que contagian esperanza. Solo necesitamos recrearla y encontrar nuevas formas de hacerla tangible. A través de la resiliencia, la creatividad y el trabajo colectivo y solidario, podemos aportar luz en medio de las sombras de la realidad que nos toca vivir en este tiempo”, explica Eva San Martín, responsable de la campaña.

El papa Francisco recuerda en la Bula para convocar el Jubileo de la esperanza que “necesitamos que sobreabunde la esperanza para testimoniar de manera creíble y atrayente la fe y el amor que llevamos en el corazón; para que la fe sea gozosa y la caridad entusiasta; para que cada uno sea capaz de dar aunque sea una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quien lo recibe”.

El alto valor de cada persona

En su habitual mensaje con motivo del Día de la Caridad, los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social subrayan que “el Cuerpo de Cristo se nos ofrece como el único alimento capaz de traer paz ante tanta violencia y también se ofrece como alimento y ejemplo de nuestro compromiso activo”.

“Es necesario recordar que quien participa en la Eucaristía ha de empeñarse en construir la paz y denunciar las circunstancias que van contra la dignidad del hombre, por el cual Cristo ha derramado su sangre, afirmando así el valor tan alto de cada persona. Si no tomamos conciencia de esto, nuestras eucaristías se aproximan a la incoherencia”, señalan en la nota.

Por todo ello, recuerdan que “es hora de ser peregrinos de esperanza, para anunciar el amor de Cristo al mundo. El papa León XIV, en su homilía de comienzo del ministerio petrino, nos ha dejado un encargo ineludible: ‘¡Esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio’”.

domingo, 15 de junio de 2025

LA VERDAD PLENA

Dice san Juan en el evangelio de este domingo que el Espíritu os guiará hasta la verdad plena. ¿Qué quiere decir esto? Por muchas que sean las trampas, los engaños, las tergiversaciones, los bulos que nos inventemos, la verdad se abre paso en la vida. Porque la verdad, la coherencia, la limpieza de intenciones son cosas que siempre cautivan a los humanos, digamos lo que digamos. Aunque mintamos como bellacos, la verdad nos atrae.

Pero, a causa de nuestra debilidad, nuestro recorrido por la senda de la verdad es corto: nos cansamos, abandonamos, terminamos en la tiniebla de la mentira. Dice Jesús que el Espíritu hará en nosotros una obra increíble: nos llevará a la verdad plena. Ya aquí y desde ahora.

Esta es la gran obra del Espíritu, algo que se está cociendo en las entrañas de la vida porque, más allá de toda mediocridad, hay personas que van en esa dirección de la verdad honda, misericordiosa. Vivir en esa verdad es hacerlo en honda humanidad.

Fidel Aizpurúa, capuchino

jueves, 12 de junio de 2025

TODOS CANTAMOS

Todos cantamos en la vida. No siempre es música, a veces es un canto interior, profundo, silencioso... pero todos con nuestra forma de creer, de amar, de vivir, de esperar, cantamos.

Hay cantos de alabanza, de gratitud, de misericordia, de justicia. Hay también cantos de batalla, de dolor, de miedo...

Si tuvieras que definir cómo es tu canto en este momento de la vida ¿que dirías?

martes, 10 de junio de 2025

NO HAY NADA QUE HACER; ¿O SÍ?

Cuando las personas con las que convivimos no responden a lo que esperamos de ellas, cuando nuestra relación va de frustración en frustración, suele asomar la idea de abandonar toda esperanza de futuro en la relación. Ciertamente, se dan situaciones en las cuales no es posible la convivencia y habrá que tomar medidas para salvar las personas.

Sin embargo, sin llegar a tales límites, más de una vez se nos desliza en las relaciones fraternas, familiares, de amistad, la desesperanza, la tentación de rendirnos. La persona que he querido y quiero, no da la talla que yo esperaba de ella, o me frustra en mis ilusiones, o no me corresponde como me gustaría, etc. Esto se formula de muchos modos: “no hay nada que hacer”, “no somos lo que pensábamos”, “¿Quién nos va a apreciar si nos llevamos mal?”. Y así una larga retahíla de sentencias que reflejan nuestra derrota. Esta sensación puede ser a nivel personal, familiar o institucional: la Iglesia, la parroquia, la comunidad, el país, el matrimonio…

Quizá tenga que comenzar por revisar mis expectativas, mis objetivos con respecto a esas personas o colectivos. Pero tal vez, también tenga que cambiar mi posición en las relaciones con los demás. Porque además de los problemas que los demás crean en la relación, también estoy yo en juego, mi mirada, mi tipo de presencia, de juicio, de servicio… De modo que en medio de las dificultades de la convivencia, los demás tendrán que ir cambiando, y también yo. Así, el camino a realizar será de todos. Aunque cada cual deberá hacer lo que le corresponda. E irán apareciendo nuevas dimensiones nunca pensadas en la fraternidad, en el matrimonio, en la comunidad.

La esperanza en las relaciones no es debida a los sueños que pongamos de ella, sino del camino que hacemos todos juntos. Dios sueña con nosotros y hace su camino con nosotros, lleno de paciencia y dedicación.

Carta de Asís, junio 2025

domingo, 8 de junio de 2025

VER A JESÚS EN LA VIDA

Escuchamos en el evangelio de hoy que los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor en su resurrección. No es rentable quedarse en las formas (¿cómo ocurrió eso, qué eran las apariciones?). Mejor ir al contenido.

La fe es una variante del amor porque es una adhesión del corazón. De modo que una fe con escasos niveles de amor (aunque tenga alto el nivel ideológico) no deja de ser una fe fría y, en definitiva, una fe débil. Por eso la fe anhela “ver” al Señor. Ya lo decía poéticamente san Juan de la Cruz que «la dolencia de amor se cura solo con la presencia y la figura». Es difícil amar sin ver. Es lógico que los discípulos se alegren viendo a Jesús.

Nosotros vemos a Jesús en el ámbito de lo religioso: en la hostia consagrada, en la custodia, en los crucifijos, en las imágenes y cuadros, en las plegarias, etc. Pero los discípulos ven a Jesús en uno que se sienta a la mesa, en uno que les acompaña, en uno que les bendice. En definitiva, ven a Jesús en la vida.

Decía el poeta alemán Rilke que «la casa de los pobres es un sagrario». Ante el sagrario nos arrodillamos o nos inclinamos porque desvelamos en ese sacramento la presencia de Jesús. Y así es. Pero quizá esa presencia sea más clara en la casa de los pobres, en el sufrimiento de los enfermos, en la soledad de los ancianos, en el temor horrible de quien vive bajo las bombas. Esos son los “sagrarios” donde se ve a Jesús con más claridad. Gaza es hoy para nosotros el gran “sagrario” que tenemos delante. ¿Lo vemos nosotros así?

Fidel Aizpurúa, capuchino

martes, 3 de junio de 2025

HERMANO LEÓN

Este tiempo de Pascua ha sido especialmente intenso en la vida de la Iglesia. La celebración del Pascua es ya un tiempo especial en ritmo normal del año litúrgico, pero este año la comenzamos y vivimos con una gran novedad. La muerte del papa Francisco y la elección del nuevo papa han marcado el ritmo en la vida de la Iglesia y han causado gran expectación.

Las redes sociales y los medios de comunicación, desde distintas sensibilidades e intereses, nos han hecho partícipes a todo el mundo de lo que acontecía esos días en Roma: los funerales del papa Francisco, la llegada de los cardenales, la convocatoria del cónclave, las votaciones, las fumatas negra y blanca … La gran preocupación era quién sería el nuevo papa: si continuaría o no el legado de Francisco; si sería progresista o conservador, etc… Se barajaban distintos nombres como candidatos preferidos para ser el sucesor, no de Francisco, sino de Pedro, teniendo presente eso de que “quien entra papa al cónclave sale cardenal”.

Ya tenemos al frente de la Iglesia al nuevo papa, León XIV. Un nombre llamativo. En su elección del nombre parece que se fijó en León XIII (1878-1903), el papa de la doctrina social, del cual todos citamos su encíclica Rerum Novarum (Sobre las Cosas Nuevas). Un papa que intentó reconciliar a la Iglesia con el mundo moderno abordando las cuestiones laborales, defendiendo los derechos de los trabajadores y planteando el lugar de la Iglesia en el mundo contemporáneo.

Siguiendo la inspiración de su predecesor en el nombre, León XIV también quiere insistir e implicarse en la defensa de la justicia social, con toda la experiencia misionera que tiene a sus espaldas; ha de seguir afrontando “la modernización” de la Iglesia ante los retos que se enfrenta en este mundo nuestro, y, desde el primer momento la palabra paz está en su boca y en su corazón. La paz sigue siendo un deseo y una tarea eclesial y universal.

No es ningún secreto decir que, como familia franciscana, hemos apreciado y sintonizado con el estilo del papa Francisco. No sólo porque eligió el nombre del Poverello de Asís, sino porque ha puesto el espíritu franciscano en primera línea durante todo su pontificado y ha vivido con coherencia ese espíritu de minoridad, de fraternidad, de defensa de la creación, de la casa común y el compromiso con los más pobres. Unos días antes de la elección del papa León XIV, alguien escribió sobre el nombre del nuevo papa un pequeño artículo titulado “León XIV, te esperamos”. Me lo enviaron por whatsapp. En la tradición franciscana Fr. León fue el gran amigo y compañero de Francisco de Asís, testigo de sus bondades, fortalezas y debilidades del santo de Asís. El autor de este escrito escribe: “imaginemos a uno, compañero del papa argentino, que hubiera sido testigo de sus gozos y esperanzas, seguidor de Jesús al estilo del padre Jorge” y con ánimo para servir en Iglesia según el Evangelio. Se llamaría León, claro. Sería el catorce de la lista, un nombre poco original a primera vista, pero cargado de significado… ”Pues ya lo tenemos… Habemus Papam”. Recemos por él y démosle gracias por su servicio de animación y gobierno al frente de la Iglesia.

Benjamín Echeverría, capuchino

domingo, 1 de junio de 2025

QUEDAOS EN LA CIUDAD

En el evangelio de este domingo, se dice a los discípulos después de la resurrección de una forma tajante: quedaos en la ciudad. Alude a la ciudad de Jerusalén. Parece que, tras la muerte de Jesús, el discipulado quiera marcharse a su tierra, a Galilea. Volver a lo de siempre, olvidar el fracaso de Jesús, creer que lo de Jesús ha sido un mal sueño.

Por eso se les conmina a quedarse en la ciudad hasta que el Espíritu, las situaciones de la vida, marquen las pautas a seguir. Quedarse en la ciudad, ejercer la ciudadanía en la forma nueva de una vida creyente en Jesús. Fe y ciudadanía han de ir unidas. El Espíritu toma a la ciudadanía como mediación necesaria. No se puede ser creyente fuera de la ciudadanía.

Hace unos días decía el Papa León: "La falta de fe lleva a menudo consigo a dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad humana en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento en nuestra sociedad". Es posible que todo esto sea cierto. Pero la causa de estas negativas consecuencias también es la carencia de sentido ciudadano.

Tal vez hemos llegado a creer que una fe espiritual era la que no tocaba ni se manchaba con las realidades terrenas. Es una equivocación: justamente en lo terreno, en la historia humana, ha de cobrar rostro nuestra fe, singularmente en la historia de sus sufrimientos. El de Gaza es ahora prioritario: “Gritemos alto y claro contra el drama humanitario que ocurre en Gaza por la acción del Gobierno de Israel. No cabe el silencio usando el argumento de que el Gobierno de España lo utiliza como escudo para ocultar otros problemas” (Presidente de la Conferencia Episcopal Española). Cuestión de humanidad y de ciudadanía.

Fidel Aizpurúa, capuchino