En el evangelio de hoy escuchamos algo que sabemos de memoria: el mandamiento único de Jesús, el del amor, nos insta a amar “como yo os he amado”, con el peculiar modo con que él nos ha amado. ¿Cómo es ese modo?
El ideal máximo de amor entre los humanos es el que podríamos llamar “amor simétrico”: yo te amo y, en justa correspondencia, pido que tú me ames. Por eso, el amor no puede funcionar si una de las partes ama y la otra no. Pero resulta que Jesús nos ha amado con un “amor asimétrico”. Lo dice muy bien san Pablo: “Cuando estábamos si fuerzas, él murió por nosotros”. Jesús ama cuando no podemos devolverle amor, cuando no respondemos a su amor.
Por eso, hay que preguntarse no solamente si amamos a quienes nos aman, sino también si amamos a quien no nos devuelve amor. Hay que ver cómo funcionamos en esas situaciones de asimetría porque ese es el tipo de amor que pide el evangelio.
Puede parecer que, a veces, los trabajos de quien ama asimétricamente no sirven para nada. Pero son amores cargados de futuro. Así lo vemos en el manifiesto contra el rearme en Europa que se titula “No nos resignamos al rearme y a la guerra en Europa”. No olvidemos que el amor asimétrico es siempre algo contra corriente. Leamos ese manifiesto. Meditémoslo y tomemos partido. Eso es amor asimétrico.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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