sábado, 13 de agosto de 2011

OTRO AÑO MÁS, PERO NO UN URBASA MÁS


Otro año más en Urbasa. Para unos era "teóricamente" su último año, para otros el primero. Unos querían aprovecharlo intensamente para que no pase lo de otras veces. Otros iban a la expectativa, sin saber muy bien qué iban a vivir. Todos sabiendo que íbamos a experimentar muchas cosas.

En la primera tanda que suponía que lo había vivido ya todo en Urbasa, descubrimos que había muchos fósiles en la sierra y cada piedra que encontrábamos era una nueva oportunidad de seguir buscando figuras extrañas que sólo "el geólogo" era capaz de descifrar. Encontramos nuevas cuevas, menhires o cosas parecidas, nuevos postres para cocinar, nuevos talleres y hasta una nueva travesía. En la segunda tanda fuimos entrando progresivamente y también descubrimos que en las oraciones pueden aparecer muchos de los sentimientos que uno no expresa a menudo. También descubrimos -al final- que se puede vivir una oración intensa llena de alegría y no de lágrimas. Vivimos intensamente la Gynkana y ahí nos unimos más y más a nuestro grupo, aprendiendo una de las cosas más importantes de Urbasa: que más allá de la gente que conozco hay otra mucha que va a ser un regalo para mi. Los masajes nos dijeron sin palabras lo importante que es cuidar al otro, y la risoterapia lo bien que sienta reirse de los propios problemas.

El restaurante de los tres mundos -de los más veteranos- fue una de la vivencias más fuertes que hemos tenido nunca en Urbasa. Un cúmulo de sentimientos que nos asaltaban y que nos acercaron "de corazón" y no "de cabeza" a lo que otros pueden estar viviendo: ese sentimiento de injusticia, de decepción, de despilfarro, etc.

El tema "del chocolate" a algunos nos sirvió para darnos cuenta que Urbasa no es un campamento "al uso" donde todo está controlado, hay puertas, cerraduras y separaciones por todos los lados y los animadores son los "guardas jurados". Nos dimos cuenta que Urbasa quiere ser una pequeña familia, un campamento de unos pocos, donde el animador no es un controlador, ni el acampado el que intenta continuamente jugársela. Descubrimos que los paseos no son una tortura sino que además de encontrar verdaderos "paraísos", son uno de los mejores momentos para charlar con gente que todavía no conocías demasiado. "Maltratamos" las mesas en cada bendición, pero no se quejaron, y el entusiasmo se veía por todos los lados. La canasta recibió más "mates" que en una rueda de calentamiento de los Lakers. Descubrimos que teníamos una creatividad para las manualidades escondida: algunos la tenemos todavía escondida. Y los momentos pinza de las cenas fueron estelares, con "pases" en el último momento memorables que "algunas" sufrieron más que otras...

Bueno millones de cosas, cada uno recuerda las suyas... ¡completa si quieres en los comentarios lo que falta por escribir aquí!

¿Cómo conseguir que Urbasa sea el lugar donde cuidarnos y que cada uno disfrute a tope y goce de la gente, de la casa, del los paseos, de todo? ¿Cómo conseguir que Urbasa llegue a ser Urbasa de verdad? Algunos ya lo habéis vivido, contadlo y sobre todo transmitirlo a los que sólo lo han podido vivir a medias.

¡¡UN BESAZO ENORME!!