jueves, 29 de septiembre de 2016

CONTIGO

Vídeo con imágenes de todos los Colegios Capuchinos de España, presentando el lema de este curso escolar 2016-17. La letra, música, interpretación y grabación de la canción es obra original de los alumnos de ESO del Colegio san Buenaventura de Murcia. ¡Feliz curso escolar!

martes, 27 de septiembre de 2016

PERDONARNOS A NOSOTROS MISMOS

Casi siempre que hablamos de perdón pensamos en perdonar a los demás o que me perdonen a mí, pero... y ¿perdonarme a mí mismo?

Quizá sintamos que no hay nada de nosotros que necesite ser perdonado, o quizá que hay cosas, situaciones, que no sabemos cómo afrontarlas, ni qué hacer con ellas, decisiones que hemos podido tomar y no han sido las acertadas, reacciones que han podido hacer daño a terceros,... Podemos pensar que todas están superadas pero cada cierto tiempo aparecen de nuevo en nuestra vida.

Perdonarme supone que, al mirar atrás en mi historia, puedo permitirme no ser perfecto, puedo aceptar que no he cumplido con todos los ideales y metas que me había puesto en la vida, puedo permitirme cometer faltas y no tener que justificarme inmediatamente y que, a pesar de todo, he recorrido un camino de vida en el que asumo mi historia con todas sus luces y sombras para reconciliarme con ella y ver que ha sido para bien.

Perdonarme así me ayudará a perdonar a los demás con la libertad de ser capaz de dar la posibilidad de tener otra relación más libre y abierta. Reconocer que no soy perfecto y que, pese a ello, me quiero y me acepto como soy, me abre a relaciones donde seré capaz de aceptar los fallos de los demás de un modo fácil y comprensivo.

También podemos intentar perdonarnos desde Dios. Él perdona todas nuestras dificultades, todo nuestro pecado, incluso aquello que no podemos perdonar por nosotros mismos.

Dios misericordioso, que nos ama y nos perdona siempre, espera que nos acerquemos a Él día a día para enseñarnos el perdón a cada uno de nosotros y la mirada solidaria que haga un mundo más humano y misericordioso a nuestro alrededor.

Carta de Asís, septiembre 2016


jueves, 22 de septiembre de 2016

martes, 20 de septiembre de 2016

LA DIFERENCIA ENTRE IGUALDAD Y JUSTICIA

Mucha gente piensa que la igualdad entre personas conlleva la justicia entre ellos. Ser tratados igualmente y ser tratados justamente puede parecer que es exactamente lo mismo, pero nada más allá de la realidad.

Ya lo dijo Aristóteles en uno de sus mucho postulados. La justicia pasa por tratar de igual forma a personas que son iguales, y tratar de forma desigual a personas que son desiguales. Cuando estos preceptos no se cumplen es cuando aparecen las injusticias.

Esto quiere decir, ni más ni menos, que cada persona debe ser tratada teniendo en cuenta sus particularidades para que, a demás de ser igualitarios, seamos también justos.

La prueba más grande de esto la tenemos en las diferentes leyes que parecen “favorecer” a determinados colectivos. Mucha gente piensa que es injusto que, a determinadas personas, el Estado les subvencione el alquiler, que paguen menos impuestos, que reciban becas de estudio o que haya puestos de trabajo reservados para gente con sus condiciones.

La situación de estos colectivos, por diversas circunstancias, parte de un desventaja económica, social o física que les hace imposible competir en igualdad de condiciones. Es aquí donde se hace patente que para que haya justicia en muchos casos, no podemos, ni debemos, ser tratados de la misma forma.

Una imagen vale más que mil palabras y en este caso no podía ser más cierto. La siguiente ilustración refleja perfectamente la diferencia entre igualdad y justicia y por qué una está supeditada a la otra.
Visto en lavozdelmuro.net

jueves, 15 de septiembre de 2016

jueves, 8 de septiembre de 2016

martes, 6 de septiembre de 2016

CAMPO DE TRABAJO, GIJÓN 2016

Creo que ahora no nos queda duda alguna de aquello que dicen de que cuando das, siempre recibes mucho más a cambio.
   Porque está claro que en este campo de trabajo nos hemos dado por completo, y hemos recibido intensamente. Una semana en el maravilloso Albergue Covadonga para personas sin hogar, que ha dado para mucho.
   Nuestra rutina comenzaba muy temprano en la mañana, yendo al albergue para servir el desayuno a los usuarios o residentes del refugio. Dinámicas y charlas durante la mañana que nos ayudaban a conocer un poquito más la realidad de lo que estábamos viviendo en detalle. Servíamos la comida y por la tarde aprovechábamos para visitar Gijón. Después de servir la cena, mi momento preferido del día. La maravilla de salir al patio y poder compartir juegos y charlas con los usuarios. Pequeños ratos y conversaciones que son los que realmente han hecho mella en nosotros, y que luego estábamos ansiosos por compartir con el resto, en la furgoneta donde regresábamos a la casa de Gubbio. Y aún exhaustos tras todo el día, no nos podíamos ir a dormir sin antes contarnos nuestras vivencias del día.
   Es difícil transmitir esto tan grande que hemos vivido. Nos hemos adentrado en esa “vida paralela” que siempre está ahí presente, aunque ni la veamos, ni la queramos ver, ni nos dejen verla. Esa realidad que es tan grande y tan cercana que las cifran asustan. El día a día de esas personas, que por cientos de causas distintas han acabado en la calle, sin un lugar al que llamar hogar. Antes de adentrarnos en esta aventura algunos pensábamos que “algo habrán hecho para llegar a esa situación”. Pero la verdad nos ha dado en las narices.
   La vida de cada uno de ellos es tan distinta. Y tan compleja. Durante la semana que pasamos con ellos se empeñaron en enseñarnos de su experiencia de vida. Y por ello les doy las gracias.
   Se han abierto y se han mostrado por completo, y creo que ni he recibido ni recibiré consejos tan sabios como los suyos. Me vienen a la cabeza miles de momentos que he vivido con ellos.
   Como los que habían seguido una vida de vicios insistían en decirnos que nunca nos metiéramos en eso; cómo nos narraban, orgullosos, sus vidas pasadas; cómo se les llenaba la boca de dulzura cuando hablaban de sus hijos; cómo nos agradecían a cada momento nuestra escucha y servicio; cómo nos decían que nos iban a echar de menos porque les habíamos devuelto la alegría.
   Quizá lo que más me marcó fue cuando uno de ellos me regaló una de sus camisetas, y cuando le dije que no era necesario, me contestó: “no te preocupes, si tengo dos más”. Me golpeó muy fuerte en el corazón el que alguien que no tiene prácticamente nada, da. Da y se da. Y espero que así como eso me dio una lección tan grande, una esperanza y una ilusión, nosotros consiguiéramos también lo mismo con ellos. Que alguno de los usuarios guarde aunque sea un pequeño detalle de un momento con nosotros para que sea el empujón que necesitan. Porque yo, les deseo todo lo mejor.
   Y que no se me olvide dar las gracias a cada uno de los compañeros que hemos convivido en esta mágica semana; a las hermanas terciarias capuchinas, y en especial a Trini por la tremenda labor que hacen a diario y por habernos tratado con tanto cariño; al Albergue Covadonga, por convertirse en ese “hogar” que tanta gente necesita; y a los usuarios, por darnos tanto.
   “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”.
   Aprovechemos estos nuevos ojos para VER.
Irene Ortiz

jueves, 1 de septiembre de 2016