martes, 28 de febrero de 2023

LA CUARESMA, TIEMPO PARA VIVIR UNA FE DESPIERTA

La Cuaresma, todos los sabemos, es tiempo en el que se apela a la conversión. Pero, al no concretar más, queda un poco todo en agua de borrajas. Si se intenta concretar, es otra cosa (como cuando el papa Francisco habla de una “conversión ecológica”). Pues bien, intentemos concretar para que la Cuaresma no pase sin pena ni gloria.

Hay una clara diferencia entre vivir una fe despierta y una fe dormida. Esta es la que se vive en el tran-tran de cada día, siempre lo mismo, en la rutina instalada, en la repetición de ritos que se perpetúan año tras año, siglo tras siglo. Si alguna vez se altera, es porque se la saca de esa rutina. Si no, sigue dando vueltas. Es la fe del bostezo, de la distracción, de lo ya sabido. La sorpresa, la novedad, están lejos.

Por el contrario, la fe despierta es la que anhela horizontes nuevos, la que se vive con las antenas levantadas, la que se sorprende, la que no ha perdido el brillo en los ojos, la que encuentra motivos nuevos de disfrute de la Palabra, la intenta nuevo caminos por sencillos que sean, la que aleja el cansancio y tiene a raya a la rutina.

Esta segunda es a la que se refiere el pasaje de Ezequiel 33,7 cuando dice Dios al profeta que le nombra “centinela” (atalaya, traducen otros), alguien que vigila, que está en tensión, con los ojos abiertos y los oídos atentos, dispuesto a dar la voz de alerta.

Ojalá esta Cuaresma sirva para vivir la fe de manera más despierta, atentos a la vida y al momento cristiano, como centinelas que esperan la aurora.

domingo, 26 de febrero de 2023

A DÓNDE NOS EMPUJA EL ESPÍRITU

Desde hace unos años me pasa que no soy capaz de dejar el evangelio en paz cuando lo leo. Y aunque estoy muy lejos de querer interpretarlo, no tengo de hecho la menor intención, sí es verdad que me gusta darle una vuelta de tuerca cuando tengo alguna intuición que me asalta y no precisamente procedente de la cabeza ni de una reflexión sesuda, simplemente conecta conmigo. Y eso es lo que me ha vuelto a pasar con el Evangelio de este domingo. Conste que no voy a destapar nada que no se sepa pero me apetece compartirlo.

¿A dónde llevó el Espíritu a Jesús cuando tras ser bautizado por Juan dice que lo dirigió al desierto? No sé, eso de imaginarme a Jesús en el desierto durante no sé cuánto tiempo, porque ya sabemos que lo de los cuarenta días es simbólico, me deja un poco indiferente.

El desierto es lo cotidiano, el lugar y el tiempo donde Dios nos habla, se nos revela, donde Dios es. Recuerdo que de joven andaba de retiro en retiro y de convivencia en convivencia y de algunos de esos encuentros volvía más llena y de otros volvía desinflada. La cuestión es que cada vez los necesitaba más y vivía menos en la vida y más fuera de ella hasta que por causas diversas comenzaron a faltarme. Entonces qué, me decía, dónde voy ahora a encontrarme con Dios… uff menos mal que eso ya pasó.

¡La vida! La vida, el día a día es el encuentro. Ahí es donde surgen todas las experiencias y se dan todas las tentaciones. Ahí es donde el Espíritu empujó a Jesús, a la vida, a sus calles y sus gentes, a sus idas y venidas con todas las tentaciones y ahí día a día Jesús le dijo a Satanás y a sus impulsos cotidianos: ¡no! No voy a ser más que estos, no voy a conseguir el pan fácilmente, no voy a permitir no vivir la vida hasta sus últimas consecuencias… y así me siento salvada y redimida.

Así que en los caminos de esta vida, durante los “cuarenta días” que sean necesarios para tener una experiencia personal de Dios seguiré dejándome hallar por el Dios que sale a mi encuentro.

Clara López

miércoles, 22 de febrero de 2023

40 DÍAS DE “APAGÓN” PARA PODER VIVIR LA FRATERNIDAD

Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo…” Queremos invitarte a que acompañes a Jesús en este desierto, y te desprendas ahí de todo lo que te impide vivir y poner en práctica el mandamiento del amor con tu prójimo.

Por esta razón te proponemos hacer esta experiencia, este compromiso personal de cuaresma: los 40 días de “APAGÓN”. Consiste sencillamente en que a lo largo de 40 días hagas estos ocho apagones que ahora te proponemos para que en este tiempo hagas posible a tu alrededor, y en ti mismo, un mundo más fraterno y comprometido.
  • APAGÓN del consumismo para practicar el consumo responsable. No comprar cosas superfluas o innecesarias. Comprar productos respetuosos con el medio ambiente. Comprar productos de la zona. Adquirir algún producto que provenga del comercio justo.
  • APAGÓN de las palabras frías, secas o distantes, para practicar palabras cálidas, acogedoras, fraternas, cordiales, amables con las personas con las que vas a convivir estas semanas.
  • APAGÓN del “Todoparamí” para practicar el compartir. Durante estos 40 días comparte algo tuyo con los que te rodean, o con quienes veas que puedan necesitarlo (tiempo, cualidades, capacidades, cosas, etc.). Regálate.
  • APAGÓN del ser manada, hacer lo que todos hacen, para practicar el ser yo mismo. Dedícate tiempo a ti mismo. Párate a pensar ¿hacia dónde camino en la vida? ¿hacia dónde me dejo arrastrar? ¿qué es lo que quiero hacer de mi vida?
  • APAGÓN de la indiferencia e insensibilidad para practicar el abrir los ojos y el corazón para detectar el sufrimiento que hay a mi alrededor, y hacer la parte que me corresponde para ayudar solidariamente.
  • APAGÓN del individualismo para practicar el abrirme a los que están a mi lado y crear convivencia, diálogo, fraternidad… para no vivir encerrado en mi mundo.
  • APAGÓN de las discordias para practicar palabras y actitudes que contribuyen a pacificar, reconciliarse y convivir.
  • APAGÓN del “ruido interior” y del “activismo” para encontrar cada día un tiempo para hacer silencio interior, para hacer oración, para meditar, para darte la oportunidad de sentir la Presencia y la Palabra del Dios que te habita en lo más hondo de tu ser, y desde ahí, te habla de mil maneras cada día… mientras estás ensordecido por mil ruidos...
Si pones en práctica esto… demostrarás que OTRO ESTILO DE VIVIR ES POSIBLE. Y, ojalá, lo que hagas realidad en estos 40 días, lo puedas prolongar y llevar a la práctica durante muchos más, para que el APAGÓN pueda dar lugar a una nueva era… donde todas las personas seamos y nos sintamos realmente HERMANOS/AS.

lunes, 20 de febrero de 2023

ILUSOS NO; SÍ CONFIADOS

No hay duda de que la convivencia, la amistad, las relaciones entre hermanos y hermanas es una labor constante. Siempre se ha dicho que la convivencia se construye. Hay que poner manos a la obra, desear vivir con otros, proyectar la comunidad donde todos podamos convivir con gusto y llenos de sentido. Siempre hemos vivido este sueño que se plasma de muy variados modos: familia, fraternidad, las viejas amistades que iluminan la historia personal…

Esa ansia de una fraternidad, de una convivencia gozosa, se sustenta en haber vivido la experiencia de ser acogido, protegido, amparado en la vida. Quien no ha sido amado no sabe lo que es amar. Cuando una criatura nace, la primera experiencia es de ser cuidada sin habérselo propuesto de antemano. Es una experiencia fundamental básica para poder adentrarse en la vida con esperanza. Esa vivencia nos impulsa a adentrarnos en las diversas etapas de la vida, nos abre a la relación grupal, a la relación personal, incluso a la relación con Dios. Si la vivencia básica fuera amenazante y frustrante nunca jamás nos abriríamos a lo nuevo.

Pero no seamos ilusos. La vida en comunidad, aunque esté llamada a la plenitud, está amenazada constantemente por el fracaso. Y este fracaso es debido a factores exteriores e interiores de los miembros de la fraternidad. Se da frecuentemente que el sueño de la convivencia a la que estamos llamados se frustra y se nos cuela en el corazón la sospecha de la imposibilidad de la fraternidad.

El sueño de la fraternidad solo se podrá sustentar en la experiencia del amor primero de Dios. Más allá de todo fracaso, el corazón del hermano, de la hermana, estará sostenido por la confianza probada de que, a pesar de todos los pesares, su amor, el de Dios, es previo y más fuerte de todos los pecados nuestros y de las hermanas y hermanos. Ilusos no, confiados sí.

Carta de Asís, febrero 2023

jueves, 16 de febrero de 2023

FRATELLI TUTTI EN IMÁGENES DE ANTONIO OTEIZA

EL SAMARITANO: Esta parábola recoge un trasfondo de siglos. Poco después de la narración de la creación del mundo y del ser humano, la Biblia plantea el desafío de las relaciones entre nosotros. Caín destruye a su hermano Abel, y resuena la pregunta de Dios: «¿Dónde está tu hermano Abel?» (Gn 4,9). La respuesta es la misma que frecuentemente damos nosotros: «¿Acaso yo soy guardián de mi hermano?» (ibíd.). Al preguntar, Dios cuestiona todo tipo de determinismo o fatalismo que pretenda justificar la indiferencia como única respuesta posible. Nos habilita, por el contrario, a crear una cultura diferente que nos oriente a superar las enemistades y a cuidarnos unos a otros. (FT 57).

jueves, 9 de febrero de 2023

CENTENARIO FRANCISCANO



San Francisco ha sabido encontrar en el símbolo del pesebre lo esencial del misterio de la encarnación que coincide con el misterio que Dios mismo es: pequeñez que nos colma, vulnerabilidad que nos sana, filiación de dónde nace la fraternidad. En el nacimiento de Jesús, comprendemos que lo más profundo de la naturaleza humana tiene que ver con la atención y el cuidado de todo lo que es frágil. Formarse para ser un verdadero hermano menor consiste en hacer nuestra la misión del Hijo, anunciando al mundo que en Jesús todos somos hermanos y compartimos un mismo futuro: ser y vivir como hijos de Dios.

martes, 7 de febrero de 2023

RATIO FORMATIONIS: EL SILENCIO

La Ratio formationis es el documento que inspira y acompaña la formación de los candidatos a la vida capuchina en toda la Orden. En el capítulo I presenta la figura de san Francisco desde el lenguaje poético para que, a través de su carácter universal y simbólico, pueda inspirar nuestra forma de vida en las diversas culturas. Os invitamos a conocer este documento con la publicación de estas entradas en nuestro blog.

EL SILENCIO

Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón, dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para cumplir tu santo y veraz mandamiento (OrSD 1-3)

Bienaventurados los que escuchan el silencio: sus ojos se llenan de luz y sus pasos se encaminan a lo profundo del corazón. Quien se deja tocar por el silencio se relaciona más hondamente con el mundo, se abre a la paz y vive de una forma más auténtica.

En el silencio se intuye la presencia del Misterio y se aprende que, para dejarse encontrar por él, es preciso convertirse y buscar la verdad de uno mismo, cuidando el espacio interior, que traspasa los límites de lo superficial y permite una relación fecunda con los otros: en ellos descubrimos también quiénes somos nosotros. El silencio es fuente de deseo, diálogo, belleza y, cuando se hace contemplación, es ocasión para acoger el susurro de la voz de Dios.

jueves, 2 de febrero de 2023

HACER PRESENTE A DIOS

El mes pasado dialogaba con un chico de diez y seis años, de primero de bachillerato, y me decía que él era el único creyente de su clase. Sus amigos le decían que eso de la fe es de personas mayores, de “viejos”, de gente de otros tiempos.

Él se sentía “descolocado” por el contraste entre su vivencia interior y la presión de su entorno. Esta es una realidad que vivimos en nuestra sociedad. A menudo se piensa, y las generaciones jóvenes especialmente, que la fe o la religión católica en este caso, ya no es tan necesaria en nuestro mundo como lo ha sido en otros tiempos.

Generalmente no se vive ni se entiende la fe como una fuerza para vivir. No se aprecia la capacidad innovadora que tiene porque no se la considera capaz de generar una nueva cultura para afrontar los problemas que surgen en nuestro mundo. Sin embargo, como creyentes tenemos la experiencia y la convicción que pone por escrito el Papa Francisco en su Encíclica Fratelli Tutti, Hermanos todos, con la siguiente afirmación: “los creyentes de distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades”. (n.274)

A menudo suelo recordar que la fe tiene siempre una dimensión personal. Nadie nos puede obligar a creer. Cada uno tenemos nuestra propia experiencia y recorrido. Junto a esa dimensión personal, la fe tiene también una dimensión social. Esta nos anima a mirar más allá de nosotros mismos y a seguir contribuyendo con la construcción de una sociedad más justa, fraterna, solidaria, respetuosa con la dignidad de toda persona. Por eso a nosotros también nos interesan los asuntos públicos, lo que es de todos, su gestión.

Queremos ser buenos cristianos y buenos ciudadanos, porque así es como entendemos que se construye el Reino de Dios en este mundo. Así es como esperamos y trabajamos por un cielo nuevo y una tierra nueva en la que habite la justicia. Desde la implicación, la responsabilidad y no el desentendimiento.

Ya hace bastantes años, el Papa Pablo VI, en otro gran documento suyo, al hablar del progreso de los pueblos, decía que “el mundo sufre de falta de pensamiento”. En una sociedad tan interconectada como es la nuestra, con los cambios tan fuertes y tan rápidos que se van produciendo, necesitamos pensar y ordenar nuestro pensamiento. “Pensar” es algo que ya se hace en nuestro mundo. Si no pensamos nosotros, ya hay quien lo hace por nosotros. Por eso necesitamos pensar y saber pensar para permanecer de manera libre y creativa dentro de la realidad en la que vivimos.

Aunque ahora se defina nuestra sociedad como “la sociedad del cansancio”, como creyentes pensamos que Dios no debe desaparecer de nuestro mundo. Lo sentimos como un bien, que pretende ayudarnos a los seres humanos en ese camino de la salvación.

Benjamín Echeverría, capuchino