jueves, 30 de diciembre de 2021

REGALOS DE NAVIDAD

A pesar de la dureza y crueldad de su historia él también es un regalo todavía lleno de vida

La sensación que se tiene al observar a un recién nacido es prácticamente inexplicable, estoy seguro de que todos en nuestro interior tenemos sentimientos muy complicados de expresar en esta situación; admiración, sorpresa, ternura, protección…

Pero pocas veces cuando observamos a un recién nacido nos hacemos conscientes de que estamos ante el regalo más importante que recibirá nunca, el gran regalo de VIVIR, el regalo de la VIDA.

En esta sociedad de consumo desenfrenado que hoy nos toca vivir estamos acostumbrados al “tiquet regalo”, nos obsequian con algo que no nos agrada o que no podemos utilizar y lo devolvemos o cambiamos sin problema alguno.

A Rafa, como a todos, también lo premiaron con el regalo de la VIDA. Pero al llegar, su regalo no venía envuelto en papel bonito, ni en una caja entre algodones para protegerlo y cuidarlo. Su regalo vino en una caja fea y desgastada llena de dificultades y sin “tiquet regalo” para poder descambiar o devolver.

Sus primeros pasos fueron en un barrio humilde, cerca del Mar pudiendo escuchar al despertarse cada mañana el canto de las gaviotas desde una pequeña chabola familiar ocupada por seis miembros de la familia.

Desenvolviendo parte del regalo jugaba y corría entre chabolas, pescaba en las rocas del Mar y jugaba con la arena de la playa como cualquier otro niño, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor en el mundo adulto.

Con el paso del tiempo su familia adquirió un pequeño piso donde vivir mejor, pues tendría un aseo, una cama y agua corriente entre otras cosas.

Él tenía 8 años cuando se mudaron al nuevo hogar, todo era ilusión y alegría por este acontecimiento.

Poco duró esta alegría porque esa buena vida que se prometía, se transformó en tristeza y fracaso tras fracaso al llegar y descubrir a “La Señora”. Ésta se apropió del regalo de Rafa y todavía hoy después de más de 54 años sigue adueñándose de su energía.

Conoció a “La Señora” cuando era un chiquillo con tan solo 9 años, cuando veía a los vecinos del barrio inhalando botes de pegamentos de las basuras. Él como cualquier otro niño imitaba a sus mayores y así sin ser consciente de lo que hacía comenzó a transitar el camino de la Droga.

“La Señora”, como él expresa se apropió de su regalo, que sin darse cuenta lo rompió y lo maltrató hasta el extremo. Se apropió de todo hasta convertirse en su única compañera y guía cada día, hasta el punto de ser la única e imprescindible. Tanto es así que sería capaz de cualquier cosa por ella.

Acciones que en una situación personal estable no podría llevar a cabo nadie pero que bajo los efectos del mono todo es posible. Desde asaltar una casa de campo, a robar un coche; múltiples acciones y situaciones que bajo los efectos de la necesidad de consumo le daban la valentía para ejecutarlas.

La consecuencia de todas estas acciones fue que desde los 14 años sería un asiduo de Centros de menores y posteriormente de Centros Penitenciarios llegando a pasar entre sus muros más de 20 años de su vida.

El gran regalo lo perdió, se fue, huyo, vivir para el ya no era un regalo. Todo había cambiado, el olor a sal de la playa de su niñez se había transformado en olor a polvo de ladrillo de prisión. El regalo de jugar en la calle de niño, se había trasformado en desidia y aburrimiento en el chabolo.

Hablando con Rafa cuenta que su regalo ahora es una tortura que muchas veces quisiera descambiar, como se hace ahora con cualquier obsequio con el tiquet regalo.

Cuando relata parte de su historia se muestra avergonzado.

Pero de lo que no es consciente es que a pesar de la dureza y crueldad de su historia él también es un regalo todavía lleno de vida, pues debajo de esa gran fachada de un tipo duro que presenta hay un gran corazón con ganas de poder ayudar, de vivir y de poder volver a disfrutar de cosas pequeñas como el canto de las gaviotas, el olor a sal del mar o el ladrido de su perro.

Que afortunados nos sentimos al tener tan cerca estos regalos en forma de vida.

Óscar Matés

martes, 28 de diciembre de 2021

DE CARNE Y HUESO

Hablar de “lo carnal” todavía evoca en nosotros el pecado, lo ilícito, lo rechazable, algo que hay que alejar del alma. Es verdad que va quedando lejos. Pero las reminiscencias permanecen. Es el viejo litigio, no resuelto del todo, entre cuerpo y alma, teniendo por mejor el alma y por negativo todo lo relacionado con el cuerpo.

Pero resulta que hablar de la encarnación de Jesús, de la Navidad, es hablar de lo carnal, de la carne del mismo Jesús, carne como la nuestra en todas sus dimensiones. Bien canta el himno de Navidad: “Misterio de carne nuestra, misterio”. Porque la carne no es solo lo que vemos y tocamos, eso que, a veces, hemos considerado secundario y “pecador”. La carne es la puerta del misterio: abrirla, tocarla, amarla es llamar a la puerta adecuada para encontrarse con el misterio del Dios-con-nosotros. Toquemos, pues, la carne, la de Jesús y la nuestra.

Para entrar en el misterio de la carne, la de Jesús y la nuestra, es preciso ahondar, sosegarse, quedarse contemplando. No es fácil porque la carne no es mera exterioridad, es también el rostro de nuestra verdad, lo que se ve de lo que realmente somos. Trascender lo que vemos hasta tocar lo que somos es todo un trabajo.

Hacerlo en comunidad puede ayudar. De cualquier manera, decimos lo de siempre: que no pase el tiempo hermoso de la Navidad en la mera superficialidad de una celebración social que se queda en la puerta sin decidirse a entrar. Ojalá.

Fidel Aizpurúa

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sábado, 25 de diciembre de 2021

NAVIDAD 2021

La Palabra se hizo carne,
para hablar en gestos
y profetizar amores.

Se hizo frágil,
para romper certidumbres
y derribar fortalezas.

Se hizo niño
para crecer aprendiendo
y enseñar viviendo.

Se hizo voz,
en el llanto de un crío
y en las promesas de un hombre

Se hizo brote
que en el suelo seco
apuntaba hacia la Vida.

Se hizo amigo
para anular soledades
y trenzar afectos.

Se hizo de los nuestros
para enseñarnos
a ser de Dios.

Se hizo mortal,
y atravesando el tiempo
nos volvió eternos.

LA PALABRA SE HACE HERMANO PARA MOSTRARNOS COMO VIVIR HERMANADOS CON TODOS Y CON TODO. ¡FELIZ NAVIDAD!

jueves, 23 de diciembre de 2021

LOS MIEDOS

Cuántos miedos llevamos con nosotros. Si somos jóvenes y con grandes energías vivimos la ilusión de que controlamos la vida. Es verdad que no todo está bajo nuestro control, pero, en los terrenos que alcanzamos, somos nosotros mismos quienes llevamos las riendas. Importante haber llegado a vivir esta sensación en algún momento de nuestra vida; es señal de que hemos sido capaces de desarrollar nuestras capacidades innatas y haber aprendido a manejarnos en la existencia.

Sin embargo, cuando aminoran las energías por la edad, por alguna enfermedad o porque nos ha tocado vivir situaciones en las cuales nos asomamos a nuestros límites, aparecen los miedos. Algunos son nuevos, nunca antes experimentados como son la impotencia ante una amenaza, la invalidez, la muerte… Otros son ya conocidos y que creíamos superados como son aquel complejo de infancia, alguna experiencia de depresión, esa tendencia inconfesable… Además, pueden aparecer en cualquier ámbito de la vida: personal, social, relaciones, familiar, de fe… Los miedos siempre han estado, están y estarán con nosotros; son parte de nuestra historia y constitución.

Vivir los miedos, mientras no nos dominen la conciencia para decidir, pueden ayudarnos a calibrar mejor la vida y sus cosas. Nos hacen más humildes porque nos pueden ayudar a distinguir entre aquello que nos produce miedo y nosotros mismos. Es decir, somos más que nuestros miedos. Los miedos, siendo siempre molestos y doloroso a veces, nos obligan más a vivir confiando que a vivir dominando.

Los miedos, si no nos bloquean, pueden ser un acicate para que busquemos fundamentos donde apoyar nuestras confianzas básicas. No es lo mismo confiar en que la vida tiene sentido que en la suerte ciega. Quizá también puede ser el camino para apoyarme en la relación con Dios y trabajarla. Siento miedo, pero mi corazón no tiembla porque sé de quién me he fiado.

Carta de Asís, diciembre 2021

martes, 21 de diciembre de 2021

¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE LA PAZ?

La paz es, sin duda, un anhelo en las paginas bíblicas. Pero como Israel ha sido, y lo sigue siendo, un pueblo belicoso, en realidad la paz ha brillado por su ausencia. No deja de tener su ironía que el ayuntamiento de Jerusalén pida a la ciudadanía que rece por la paz mientras desmantelan casas en los territorios ocupados o acorralan a los palestinos en la franja de Gaza.

Oficialmente, el tiempo de Jesús fue un tiempo de paz: la pax romana y no hubo, al parecer, brotes de violencia por más que los romanos en general y Pilato en particular fueran piedras de tropiezo. Algunos han querido ver en Jesús a un zelotes, un revolucionario político, pero es, a todas luces, excesivo. En lo básico de su mensaje está presente la paz.
  • Ya hemos dicho que la oferta de paz es el núcleo del anuncio del reino, más allá de cualquier dificultad (Mt 10,12). La paz es algo que “se merece” con lo que se conecta o no. No es un mero anuncio, no se impone, se acoge o no se acoge. Es una paz que afecta al fondo de la persona.
  • Puede encontrarse una dificultad en Mt 10,34 donde se dice que Jesús ha venido a traer no paz, sino espadas. Es un texto post-misional: refleja las dificultades encontradas en la misión cuando se ha ofrecido el reino a los clanes familiares. No todo ha sido fácil. Pero el mensaje como tal no pretende una confrontación, sino una relación humanizadora.
  • En Jn 14,27 dice Jesús que él no se despide como todo el mundo. Él no da el saludo de paz para irse, sino para volver y quedarse. Con ello se está diciendo que la paz de Jesús acompaña el caminar humano. Vivir en litigios es desautorizar al Jesús de paz que nos acompaña.
Texto: Mt 5,9: «Dichosos los artesanos de la paz, porque a esos los va a llamar Dios hijos suyos».
  • Se refiere a quien construye la paz en modos “artesanales”, delicadamente, cuidadosamente, paulatinamente. No se trata de la paz que se logra por vía de un decreto político, sino la que se consigue por “seducción”, por haber desvelado la hermosura de una vida en paz y haber ampliado el número de quienes la aman.
  • Es un trabajo, algo que se hace con esfuerzo y se logra con tenacidad. Es algo en el marco de la relación humana. La oración por la paz es una ayuda, pero la paz se logra en la arena de la vida corriente.
  • Esa actividad hace a la persona semejante a Dios, porque esa es justamente la obra que Dios hace en la historia (así es imagen y semejanza de Dios).
  • Por esa obra la persona es hijo, se pone al nivel mismo de Dios. Hacer obra de paz es el modo de que la persona se “divinice”, viva en el nivel mismo de Dios.
  • Cree el evangelio que la felicidad individual y social tiene que ver con el logro de esa paz.

Aplicación: La realidad de paz es cosa que oscila. En el panorama internacional no gozamos ahora de los mejores momentos. Se achaca esta debilidad al mal hacer de los grandes políticos olvidando que están donde está porque el ciudadano de a pie ha querido ponerlos ahí. Nuestra responsabilidad en la situación de paz o de conflicto resulta evidente. Resulta sencillo denostar a un político pero hay que mirar y mirarse en derredor porque una parte notable del asunto está en el escenario de la cotidianeidad de la que hacemos parte.

A veces encontramos noticias curiosas que pasan desapercibidas: en el pasado abril el papa Francisco recibió en santa Marta a los jefes militares del grave conflicto de Sudán. Dicen las notas de prensa que el papa les beso los pies. El gesto, de ser cierto, resulta insólito. Quizá se quiera decir: estoy dispuesto a rebajarme con tal de que reconsideréis vuestras posturas de las que, por desgracia, dependen la vida de miles de pobres. Cualquier cosa por el logro de la paz. Se achaca a este papa que solamente haga gestos. Es, tal vez, lo único que puede hacer. A esa pobreza de acción ha llegado la iglesia.

De cualquier modo, y mirándonos a nosotros mismos, pretender que la oferta de paz del reino arraigue en la sociedad pasa por que lo haga en el corazón de cada uno nosotros. Bien lo decía Francisco de Asís a sus hermanos: la paz que predicáis habite primero en vuestro propio interior. De lo contrario estamos construyendo sobre falso.

Fidel Aizpurúa, capuchino

domingo, 19 de diciembre de 2021

PONERSE EN CAMINO

El domingo IV de Adviento tiene todos los elementos para ser considerado el umbral de la Navidad. En los textos bíblicos que iluminan la celebración eucarística ya aparecen los paisajes y personajes que enmarcan y protagonizan el misterio.

En este preludio navideño es bueno centrar nuestra atención en MARIA, pues nadie como ella vivió y dio vida al misterio que nos disponemos a celebrar.

Fijémonos. Apenas recibe la buena y sorprendente noticia de su maternidad, conociendo la situación de su prima Isabel, ya en el sexto mes de su embarazo, se pone inmediatamente en camino -" a prisa" dice el evangelio-, para servirla.

Antes de alumbrar físicamente al Señor, María lo hace presente con su caridad, traducida en servicio. Entrando en casa de Isabel, lo irradia. E Isabel lo percibe en lo más íntimo de su ser. "Apenas te he oído, saltó de gozo el niño en mi seno". Y desvela el misterio. "Dichosa tú que has creído". Este es el núcleo y el secreto de María: su fe. Una fe que integra en sí el misterio -"¿Cómo puede ser esto?"-, y una fe que la integra a ella en el misterio -"Hágase en mí según tu palabra"-, sabiendo de quien se ha fiado. En esto consiste su inigualable grandeza, en su entrega inigualablemente audaz y creadora al plan de Dios.

Acogió con tanta profundidad y verdad a la Palabra de Dios que la hizo su Hijo, y fue profundizada con tanta verdad por ésta que la hizo su Madre.

La fe es el eje en torno al cual gira la comprensión y vivencia auténtica de la Navidad. Sin la fe todo se distorsiona, se tergiversa y banaliza. Esa fe es el origen, la causa más profunda, la razón última de la alegría con que el cristiano vive estos días. En este sentido, la Virgen es correctamente invocada como "causa de nuestra alegría", porque ella es la madre de la alegría cristiana: Cristo -Él es nuestra alegría-.

María es un ser transparente, mejor, una transparencia de Cristo. No tiene luz propia; en ella brilla radiante la luz de Dios. Ella es alumbradora de esa luz. Antes del parto, en la visitación, ya lo irradia; en Belén, lo da a luz; y en Caná de Galilea, remite a Él: "Haced lo que Él os diga".

Sí, María es un proyector de luz; la imagen de María Virgen proyecta una luz particular para vivir estos días navideños, para iluminar y motivar nuestra alegría, y sobre todo nuestro modo de ser y estar con los demás: en actitud de servicio, irradiando y transparentando la presencia del Señor.

REFLEXIÓN PERSONAL

  • ¿Qué luz proyecto en mi vida y con mi vida?
  • ¿Cuál es mi disponibilidad para el servicio?
  • ¿Interpreto mi vida como “ofrenda agradable a Dios”?

Domingo Montero, capuchino

sábado, 18 de diciembre de 2021

DÍA INTERNACIONAL DEL MIGRANTE

Ante el aumento de los flujos migratorios en el mundo, en el año 2000 la Asamblea General de la ONU proclamó el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante, con la finalidad de impulsar el intercambio de experiencias y oportunidades de colaboración por parte de los países y regiones, ante las dificultades de la migración internacional.

Con la creación de esta efeméride se pretende visibilizar los retos, dificultades y adversidades que deben afrontar los migrantes en el mundo, así como efectuar un llamamiento a las naciones del mundo para contribuir a que la migración sea un proceso seguro, regular y digno.

Lema 2021: Reimaginar la movilidad humana

Los migrantes contribuyen con el desarrollo de comunidades más fuertes y resilientes, especialmente en la lucha contra la pandemia por COVID-19.

Ellos han sido los principales afectados por esta situación sanitaria a nivel mundial, siendo desalojados, discriminados y con riesgos de ser víctimas de trata y explotación.

Unido a ello, han perdido sus puestos de trabajo, sin posibilidad de generar ingresos para su subsistencia.

Miles de migrantes se encuentran sin un lugar donde vivir y sin posibilidades de regresar a sus hogares, debido a las restricciones impuestas por la pandemia. Otros han sido forzados a regresar a sus países de origen, anulando la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida.

Es de vital importancia que los países y regiones continúen asumiendo los compromisos en la promoción y la protección de los derechos de los migrantes, independientemente de su condición legal. De esta manera se contribuirá con un futuro más prometedor para los migrantes de todo el mundo.

jueves, 16 de diciembre de 2021

CARTA DE DIOS AL HOMBRE

Querido hombre: Esto del correo electrónico es un invento buenísimo que hasta lo hemos instalado en el cielo. El sistema es especial y no dependemos de vuestras multinacionales. ¡Eternidad de planes económicos! ¡Una gran ventaja!

Gracias por el panorama que me presentas. Es un tanto pesimista pero dices verdades. Yo sí que sé dónde están los que esperan de verdad. Suele ser siempre gente sencilla que no ha perdido la cabeza ni se le han embotado los ojos por el resplandor de la ambición. No te preocupes: conozco dónde están los que me esperan. Iré a los sencillos.

Otra cosilla: no es que haya decidido “visitar” la Tierra. Lo que he decidido es hacerme hombre y vivir con vosotros para hablaros al corazón. Un pequeño matiz: no voy de visita, voy para estar con vosotros y para que escuchéis las palabras que no se os ocurren a vosotros. Llevo en el corazón las palabras de mi Padre y os la anunciaré.

Tenéis que tener en cuenta que no voy a la tierra porque seáis buenas personas, sino para que seáis buenas personas…, claro, el que quiera.

El clamor de los que sufren, las heridas de los heridos, los gemidos de los explotados, las lágrimas de los niños llegan hasta el cielo. Tú no lo sabes, pero muchos que se las dan de felices son unos pobres infelices. Ya te digo que desde aquí se ven las cosas de otra manera. ¡Si supieras lo que hablan los corazones cuando calla el ruido y llega el silencio! Es cierto que el corazón de los humanos, de no usarlo o usarlo mal, se hace corazón de piedra. Pero yo confío: no está todo perdido. El amor despedaza las piedras. Merece la pena cualquier cosa por ablandar el corazón de los hombres y mujeres del planeta Tierra. Yo me propongo dejar todo y abajarme, con tal de que una de las cien ovejas perdidas vuelva a la majada…

Sé muy bien querido hombre, que no voy a recoger frutos. Voy a sembrar palabras de vida, de amor, de contradicción… Germinarán sólo si caen en buena tierra… Lo importante es que tengáis semilla de vida y de novedad para hacer una tierra nueva y un cielo en la tierra… Te preocupa no reconocerme.

Te aseguro que nos toparemos: la señal es que voy revestido de persona. Donde veas una persona, escucha y trátala como me tratarías… Te aseguro que nos encontraremos. Te sorprenderé y te hablaré en silencio al corazón.

Hasta pronto: en cualquier lugar o persona, te esperaré…

EL DIOS VERDADERO

martes, 14 de diciembre de 2021

CARTA DE UN HOMBRE A DIOS

Querido Dios: Te escribo desde el planeta Tierra. Estoy oyendo que vas a venir, que es Adviento, y se me ha ocurrido ponerte unas líneas para informarte sobre el lío en que te vas a meter. Tú verás lo que haces. Me perdonarás si acentúo un poco las tintas negras…

Lo primero de todo es preguntarte por qué vienes, quién te ha pedido que vengas…. No creo que haya salido de los humanos esta idea. Si es cosa tuya, te admiro. Debes estar muy admirado de nosotros. Oye, saber que alguien se acuerda de nosotros tanto es como para sorprenderse… De paso, se te agradece la idea… Ya sé que para el amor no hay razones, para el amor la única razón es el amor.

Yo no digo que no haya gente que te espera y suspira por ti, pero son los menos. No te creas que te vas a encontrar con muchos esperadores. Aquí, Dios, tú interesas poco. Has pasado a segundo lugar, mejor, estás pasado de moda. Se puede vivir sin ti y no pasa nada. ¿Para qué tener un compromiso con Dios si se puede vivir sin Dios tan ricamente? Dicen que creer en ti es ser un poco trasnochado.

La gente de la Tierra no te necesita, lo que necesita es trabajo, dinero, salud, pasarlo lo mejor posible, subir un poco más, tener un poco más. Con este panorama, ¿qué vas a hacer entre nosotros? ¿Qué musiquilla celestial nos vas a tocar? Estamos en otra onda. Imagino que te vas a llevar un chasco si vienes.

Bueno, y no te cuento los líos que tenemos montados de conflictos, de guerras, de olvidos de la gente pobre… Es cierto que hay personas que están muy sensibilizadas y trabajan lo que pueden y dan todo lo que tienen por ayudar a los más desfavorecidos. Hay más millones que lo pasan mal que bien.

Como opinión particular, no logro comprender cómo unos humanos juegan y explotan tanto a otros. El bolsillo y el placer de unos hace a otros esclavos, pobres y juguetes. No entiendo, por eso muchas veces decimos ¡Pero dónde vamos a llegar!

He exagerado un poco, pero que conste que es verdad todo lo que te digo. Y, en el fondo, el corazón de los humanos sigue vacío, buscando, insaciable…

Tenemos tanto que hacer, que lo esencial, ser personas y querernos, no lo hacemos. Vamos muy acelerados y no nos damos tiempo para aprender a amar, ni para saber esperar y perdonar.

Bueno, supongo que en algún sitio encontrarás gente maja que te acogerán bien, junto a la mula y el buey. Donde hay riqueza tendrás menos sitio porque allí no te necesitan. Donde no hay, te harán un hueco en seguida… ¡Cosas de este planeta!

Nada más, que conste que me alegro de que vengas. Tendremos que mirar menos al cielo si tú estás en la tierra, aunque no sé si te reconoceré. ¿Cómo sé yo dónde vas a estar, si vas a dar conferencias y a qué hora? Si no nos dices con claridad estas cosas, no vas a tener mucho público.

No sabes la cantidad de cosas que se anuncian, nos sobran y pasamos de ellas.

Espero que enciendas alguna estrellita para seguirla y poder encontrarte, pues en el fondo tengo ganas de ti y de encontrarte, aunque lo disimule… ¡Anda, guíñame el ojo, que te necesito, aunque no lo grite muy alto! Un abrazo para ti y toda la familia celestial,

Un hombre

domingo, 12 de diciembre de 2021

ESTAD ALEGRES

“Regocíjate..., grita de júbilo..., estad siempre alegres en el Señor”. Es el mensaje del tercer domingo de Adviento. ¿Pero es un mensaje posible? ¿Existe en nuestra sociedad un espacio y un motivo para la alegría?

A pesar de la euforia progresista; pese a los reclamos de la propaganda; no obstante las ansias de goce, de vivir bien, de placer..., nuestro mundo se siente agarrotado por el pesimismo, porque en este mundo, superficialmente feliz, hay soledad y abandono, hambre y guerras, injusticia y explotación, odio y egoísmo...

La palabra de Dios que se proclama este domingo nos invita no solo a la alegría, nos ofrece el auténtico motivo de la misma: el Señor está cerca. La venida del Señor es, debe ser, el fundamento, la causa de nuestra alegría.

¿Queremos, creemos en la venida del Señor? ¿Nos damos cuenta de que sin esa esperanza nuestra presencia en la celebración eucarística carece de sentido, si nos reunimos mientras esperamos su gloriosa venida y no sentimos esa necesidad ni ese deseo?

La venida, cierta pero sorpresiva, del Señor es el motivo de nuestra alegría, porque nos libera, porque nos da su presencia, -y “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rom 8,31)-, porque nos responsabiliza -esperar al Señor no es quedarse boquiabiertos mirando al cielo, o de brazos cruzados mirando al suelo-.

El pasado domingo, el Bautista nos marcaba el estilo de la esperanza cristiana: hacer camino, preparar el camino del Señor, introduciendo rectificaciones personales y estructurales allí donde fueren necesarias. Acondicionando el propio camino: valles de desesperanza y vacío, que hay que rellenar; monte y colinas de presunción, que hay que abajar; caminos sinuosos de ambigüedades y contradicciones, que hay que rectificar...; hacer habitables y transitables los desiertos de nuestra vida personal y comunitaria, creando oasis de autenticidad y esperanza desde una profunda y sincera conversión al Señor y a los hermanos.

Hoy Juan continúa precisando su mensaje: preparar el camino del Señor, esperar su venida, supone una opción por el amor concreto y solidario: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene, y el que tenga comida, que haga lo mismo”; una opción por la justicia: “No exijáis más de lo debido”, dice a los que detentan el control del dinero; una opción por la no violencia: “No hagáis extorsión a nadie”, dice a los que ejercen el poder de las armas. ¿No son el egoísmo, la injusticia y la violencia causas de las tristezas del mundo?

No es verdadera alegría la que brota del vicio, de la situación privilegiada, del dominio, sino la que nace del servicio humilde, del amor no falsificado, de la justicia que se realiza en la conversión constante...

Si hay conversión hacia Dios y hacia los hermanos, habrá alegría verdadera. Pidamos al Señor, por medio de María, madre de la esperanza y causa de nuestra alegría, Cristo, que en nosotros los que nos rodean encuentren un motivo para vivir la vida con alegría y esperanza, y que ese motivo sea nuestra fe y nuestra caridad.

REFLEXIÓN PERSONAL
  • ¿Qué implicaciones trae a mi vida la espera del Señor?
  • ¿Mi alegría en qué se funda y cómo se manifiesta?
  • ¿Valoro la opción de Dios por los pobres y me identifico con ella? 
Domingo Montero, capuchino
 

sábado, 11 de diciembre de 2021

FRATELLI TUTTI EN IMÁGENES DE ANTONIO OTEIZA

MÁS CERCANOS, PERO MENOS HERMANOS: "Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único. Esta cultura unifica al mundo pero divide a las personas y a las naciones, porque «la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos" (FT 12).

miércoles, 8 de diciembre de 2021

FIESTA DE LA INMACULADA

El saludo a la bienaventurada virgen María es una oración compuesta por san Francisco de Asís, Francisco veía en María, por su condición de madre, la prolongación de la misericordia, del amor y de la omnipotencia de Jesús, su hijo y redentor nuestro.

Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.

Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios.

San Francisco de Asís

martes, 7 de diciembre de 2021

¿NO ES DEMASIADO?

Hay expresiones referidas a Dios, que pueden parecer excesivas, demasiado radicales: “La preferí [la sabiduría de Dios] a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza” (Sab 7,7); “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mc 12, 30); “vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres” (Mt 12, 20). ¿No es demasiado exagerado plantearse las cosas así?

Alguna vez, en una noche en lugar despoblado, cuando la luna aparece majestuosa en la altura, no puedo dejar de mirarla y me da la impresión de que está flotando, como si alguien invisible la estuviera sosteniendo…

Cuando subo a un monte de una gran cordillera, como los Pirineos, si el día está despejado y se pueden ver todas las cumbres de alrededor me quedo boquiabierto contemplando esas moles de piedra, gigantes, inaccesibles, salvajes, desmedidas y abismales que me sobrecogen. ¿Cómo pueden existir semejantes formaciones inconmensurables? Me pregunto…

Cuando algún médico o biólogo me explica el funcionamiento de un órgano, como el pulmón, el hígado, el riñón u otros, y me habla de la complejidad de su funcionamiento, de la cantidad de detalles y variables que son necesarias para que no colapse, del milagro que supone que segundo a segundo continúe su actividad, no puedo más que cuestionarme: ¿cómo es posible? Y a continuación me acuerdo de la anatomía de cualquier ser vivo, como por ejemplo un árbol: cómo transforma la energía solar en orgánica, de la respiración de las hojas, de la savia que sube y baja por el tronco, de las raíces. Y me quedo asombrado de la maravilla que supone. Y vienen a mi cabeza otros vivientes… El interrogante por la vida me deja en silencio.

Si miro al mar con un poquito de calma, me siento desbordado ante los millones de metros cúbicos que alberga, con la inmensa cantidad de seres que contiene: algas, corales, plancton, mamíferos marinos y cientos de especies de peces… Esa profusión, variedad y multiplicidad de vivientes ¿de qué mente infinita han podido surgir?

Cuando, al atardecer, voy en el coche en dirección oeste y puedo ver el sol descender, se me regalan unos cielos anaranjados que nadie hubiera podido imaginar si no los hubiera visto. ¿A quién se le ha ocurrido semejante espectáculo?

Al mirar a un bebé, uno se queda embelesado sin saber por qué, a veces hasta el estremecimiento. ¿Cómo puede existir una cosa tan linda?

Cuando en medio del dolor o la injusticia, puedo hacer un poco de silencio, hay ocasiones que la indignación deja paso a la serenidad y puedo descansar en ese “venid a mí los que estáis cansados y agobiados” (Mt 11, 28). Me llega un sosiego más allá de lo razonable…

Todos estos sucesos que he descrito me remiten a Alguien más, a Algo que es origen de lo que existe. Pero si, además, me hago consciente de todas estas realidades a la vez, no puedo más que darme cuenta que el Misterio divino que me envuelve es alucinante, infinito, maravilloso, desbordante, inabarcable. Y ante Él me surge la admiración, la gratitud, el aplauso, incluso la adoración. Ahora sí entiendo expresiones de nuestra relación con lo Sagrado que alcanzan la totalidad de la persona y de manera absoluta. Al que es todo, ¿cómo no vivirlo con todo?

Javi Morala, capuchino

jueves, 2 de diciembre de 2021

ESTOY PENDIENTE

Estoy pendiente, Señor, de tus labios,
de tu Palabra, de tu Buena Noticia,
para escuchar tu voz en medio de tanto ruido,
para escucharle en mis hermanos más necesitados.

Estoy pendiente, Señor, de tus ojos,
de tu mirada cómplice, de tus guiños amorosos,
para ver tu rostro allí donde mis ojos se dirigen,
para verte en mis hermanos más pequeños.

Estoy pendiente, Señor, de tus manos,
manos que sirven, que abrazan, que aman,
para tocar y juntar mis manos con las tuyas,
para tocarte y juntarme con mis hermanos más débiles.

Estoy pendiente, Señor, de tus pies,
pisada firme que deja huella imborrable,
para seguir el camino que Tú me trazas cada día,
para seguirte en mis hermanos más pobres.

Estoy pendiente, Señor, de tu corazón,
corazón grande, cercano, abierto,
para sentir como te aproximas a mi vida,
para sentirte en mis hermanos, en los que Tú te haces presente.

Estoy pendiente, Señor, de tu venida,
para que este año, durante este camino de Adviento,
te descubra acercándote a mi corazón
y puede darte la mejor de las bienvenidas

J.M. de Palazuelo

martes, 30 de noviembre de 2021

PROHIBIDO QUEJARSE: RETIRO DE ADVIENTO

Hay una anécdota simpática en la vida del Papa Francisco que se hizo viral: un psicólogo, Salvo Noé, le regaló un cartel con el lema “Prohibido quejarse” (Vietato lamentarsi) y el Papa lo colocó en la puerta de su habitación de la residencia de santa Marta.

El coro de las lamentaciones es amplio en la sociedad y en la comunidad cristiana. Procede de un negativismo que ve todo negro. Todo va mal, la familia, la política, la juventud, la economía, la moral. Y un lento desgranar de quejas deja un regusto amargo en la boca e impide una vida medianamente disfrutante.

¿Puede uno irse alejando de ese coro? ¿Puede alguien que lo desee zafarse de esos tentáculos que terminan por envolverlo todo? ¿Se puede escapar de esa melodía pegajosa y gris que quita el color a las cosas y a la vida? ¿Puede uno no sucumbir al peso atosigante de la ceniza gris, peor que la del volcán de La Palma, con la que cubren los lamentos los caminos de la vida?

El Adviento, siempre lo decimos, es tiempo de esperanza. Ésta se bloquea con el continuo lamentarse. Por eso, este tiempo puede ser bueno para percatarse de lo invasivos que son los lamentos y de que tenemos posibilidad de abandonarlos. Estos caminos sencillos de espiritualidad, pero bien concretos, pueden ser una ayuda para nosotros este año.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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domingo, 28 de noviembre de 2021

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO: YA VIENE

Estrenamos calendario. Hay que poner los relojes en hora. Comenzamos el año litúrgico con el tiempo de Adviento. La Iglesia, a través de los diversos tiempos -Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario- quiere concienciarnos a los cristianos para que vivamos e interioricemos el misterio de la salvación, meditando y celebrando sus contenidos más importantes.

No solemos valorar correctamente el tiempo de Adviento; nos parece un tiempo sin identidad, breve, de trámite, de tránsito para la Navidad. Es verdad que es un tiempo intermedio, no definitivo, pero ineludible y decisivo. Es el tiempo de la vida, de la creación entera.

En tiempo litúrgica y existencialmente “fuerte”. Es el tiempo bíblico por excelencia. Un tiempo crístico, por cuanto todo él está orientado a Cristo y por Cristo...; un tiempo crítico, en cuanto que ayuda a desenmascarar impaciencias y utopías, y a purificar y consolidar la esperanza... Y un tiempo eclesial: el tiempo de la Iglesia que celebra su fe “mientras espera la gloriosa venida del Señor Jesucristo”.

Los textos bíblicos de este primer domingo pretenden suscitar en nosotros una reacción para que rompamos con ritmos de vida cansinos y rutinarios y elevemos los ojos a lo alto para descubrir esa figura que viene cargada de ilusión y salvación para la vida.

Este tiempo de Adviento no es, pues, solo, la evocación de Belén, no es un tiempo de añoranzas sino de esperanzas; no es un tiempo retrospectivo, sino la espera de la gran Navidad futura, cuando Dios nazca definitivamente en todo hombre y todo hombre renazca para Dios.

El Señor vino, vendrá y VIENE en cada instante y circunstancia, en cada urgencia del prójimo y en cada gracia. ¡No vivamos distraídos! ¡Y hay muchas formas de distraerse! ¡Y muchas distracciones!

REFLEXIÓN PERSONAL
  • ¿Con qué actitud me sitúo ante el Adviento?
  • ¿Mantengo esperanzas en la vida? ¿De qué tipo?
  • ¿Con qué alimento la esperanza?
Domingo Montero, capuchino

jueves, 25 de noviembre de 2021

RECORDAR Y CONFIAR

En las horas bajas de la vida, cuando toca sufrir, qué diferente es saber o no saber por qué, para qué, para quién se sufre. En el primer caso tiene sentido este tiempo de dolor; sin embargo, cuando no se ve el origen, el destino o para quién y por quién uno está padeciendo, la angustia oscurece el horizonte porque no se ve el motivo de este padecimiento.

Cuando se está en este segundo caso, ayuda el recuerdo de otras épocas donde se vivieron parecidas experiencias y se salió de ellas. Aquello vivido anteriormente nos hace pensar que también saldremos de esta, aunque ahora no veamos cómo. Todos tenemos recuerdos que refrendan aquella frase según la cual después de la tormenta vuelve a lucir el sol. Pero más de una vez nos toca vivir épocas duras en las cuales todo lo experimentado con anterioridad pierde valor y queda en entredicho la verdad de lo vivido en otras épocas. Surge la pregunta de si no fue todo una ilusión.

El creyente, si está abierto a la presencia de Dios en la historia, echará mano del recuerdo de la vida de otros creyentes, de la salvación de Dios. La Biblia es la recopilación de los recuerdos de estas historias. Este recuerdo me hace salir de “mi experiencia” y me abre a la confianza más allá de lo que siento ahora por lo que estoy viviendo. Es el ejercicio de confianza al que me agarro en medio de la noche. Esta confianza me guarda el corazón del poder tinieblas. Esta confianza se apoya en la fidelidad de Dios, no en mi experiencia.

Y misteriosamente, este recuerdo y esta confianza me transforman y me hacen fuerte en la debilidad. Como dice una pasaje de la Biblia: “El Señor es bueno para los que en Él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor”.

Carta de Asís, noviembre 2021

martes, 23 de noviembre de 2021

LA TENTACIÓN DE SER PROTAGONISTAS

Una de las grandes tentaciones que vivimos actualmente los jóvenes en la Iglesia, y también en otros ambientes, es el avasallador deseo de ser protagonistas. Penosamente, me ha tocado ser testigo de grupos juveniles que quedan heridos y desintegrados porque algunos de sus miembros pelean por el pedestal principal, ese ansiado lugar en donde todos los vean, les obedezcan y les rindan algún tipo de pleitesía. Me parece que esa misma tentación acecha también a las comunidades de religiosas, religiosos y a cualquier grupo humano. Todos estamos expuestos a la tentación de sentirnos indispensables, insustituibles y únicos; y es verdad, cada uno de nosotros es absoluto en sí mismo, imagen del buen Dios y también sujetos de su amor que sobrepasa todas las cosas, pero ninguno de nosotros somos los protagonistas ni de nuestra propia vida.

A muchos jóvenes nos parece que el mundo ha nacido con nosotros y parece que ignoramos que antes de nosotros ha habido muchas personas que han labrado, con su esfuerzo y su sudor, esta bendita tierra que ahora habitamos. La historia no nació con nosotros y el mundo no terminará después de nosotros. ¡Qué liberador resalta ser el darse cuenta de que no somos el centro del mundo y que el universo no gira alrededor nuestro! ¡Qué liberador es percatarse de que las cosas se hacen conmigo, sin mí y, a veces, a pesar de mí! ¡Qué liberador, también, es ser consciente de que soy uno más en la fila de la vida…Uno más y nada más!

El mejor ejemplo siempre lo encontramos en Jesús de Nazaret, que «no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mt 20, 28). Ese mismo Jesús, que sabiamente aconsejaba a sus discípulos, también nos aconseja a nosotros «el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor» (Mt 20, 26). No somos más que servidores en la viña del Señor y nuestro aporte, por más valioso y necesario que sea, no es indispensable. El complejo mesiánico hace mucho daño a nuestras comunidades. Si el Señor nos ha regalado un don o un carisma particular, no es para sentirnos especiales, sino para ponerlo al servicio gratuito y desinteresado de los demás.

Cuidemos nuestro corazón de los vanos deseos de ser protagonistas, pues esos deseos nos pierden y nos convierten en los antagónicos de la historia de nuestras comunidades. Cuidemos nuestro corazón de la hambrienta búsqueda de los reflectores y de los aplausos que tan fugazmente se desvanecen y nos dejan en la nada. Contemplemos cómo la fecundidad de una semilla siempre brota en lo profundo y secreto de las entrañas de la tierra, sin aspavientos, sin escándalos y muy lejos de toda ambición de grandeza.

Del deseo de ser aplaudidos y del temor de ser olvidados: ¡líbranos, Señor!
 
Genaro Ávila-Valencia sj
 

domingo, 21 de noviembre de 2021

VENGA A NOSOTROS TU REINO

La fiesta de Cristo Rey da culmen al año litúrgico. En unos tiempos en que la Iglesia reivindica la imagen de un Jesús humilde y servidor de los pobres, y ella misma reivindica para sí ese rostro, esta fiesta puede sonar a imperialismo triunfalista o a temporalismo trasnochado. Es el riesgo del lenguaje; por eso hay que ir más allá, superando las resonancias espontáneas e inmediatas de ciertas expresiones, para captar la originalidad de cada caso.

La afirmación del señorío de Cristo se encuentra abundantemente testimoniada en el NT.: El es Rey (Jn 18,37); es el primogénito de la creación: todo fue creado por él y para él (Col 1,15-16); es digno de recibir el honor, el poder y la gloria (Ap 5,12); “el príncipe de los reyes de la tierra (Ap 1,5)...

Pero no es este el único tipo de afirmaciones; existen otras, también de Cristo Rey: “Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy; pues si yo os he lavado los pies… (Jn 13,13), porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10, 45), reconciliando consigo todos los seres, haciendo la paz por la sangre de su cruz (Col 1,20).

Hablar de Cristo Rey exige ahondar en el designio salvador de Dios, abandonando esquemas que no sirven. El que nace en un establo y es acunado en un pesebre, al margen de la oficialidad política, social y religiosa; el que trabaja con sus manos; el que recorre a pie los caminos infectados por la miseria y el dolor; el que no tiene dónde reclinar la cabeza; el que no sabe si va a comer mañana; el que acaba proscrito en una cruz…, ese tiene poco que ver con los reyes al uso, los de ayer y los de hoy.

Sí, Cristo es rey. El habló ciertamente de un reino; más aún este fue el tema central de su vida, y vivió consagrado a la instauración de ese Reino; pero nunca aceptó que le nombraran rey (Jn 6,15). Sólo en la Cruz…

Celebrar la fiesta de Cristo Rey supone para nosotros una oración intensa y responsable para que “Venga a nosotros tu Reino”; habilitando el corazón para que eche ahí sus raíces. Pues a Cristo no hay ponerle muy alto sino muy dentro. El reino de Dios empieza en la intimidad del hombre, donde brotan los deseos, las inquietudes y los proyectos; donde se alimentan los afectos y los odios, la generosidad y la cobardía… Y desde un corazón así, pedirle como el buen ladrón desde la cruz: “Señor, acuérdate de mí (de nosotros) cuando llegues a tu Reino” (Lc 23,42).

Un reino por el que hemos de trabajar ahora. Un reino con unas características bien definidas. Como se dice en el prefacio de la misa de esta fiesta, el reino de Cristo es el reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, del amor y la paz.

O sea, la lucha contra todo tipo de mentira (personal o institucional), contra todo atentado a la vida (antes y después del nacimiento), contra todo tipo de pecado (individual o estructural), contra cualquier injusticia, contra la manipulación de la paz y contra la locura suicida y fratricida del odio. ¡No es de este mundo…, pero es para este mundo!

Un reino que necesita militantes que sitúen a Cristo en el vértice y la base de la existencia; abriéndole de par en par las puertas de la vida, porque él no viene a hipotecarla sino a darla posibilidades. “Abrid las puertas a Cristo. Abridle todos los espacios de la vida. No tengáis miedo. El no viene a incautarse de nada, sino a dar posibilidades a la existencia, viene a llenar del sentido de Dios, de la esperanza que no defrauda, del amor que vivifica” (Juan Pablo II).

REFLEXIÓN PERSONAL
  • ¿Qué resonancias trae a mi vida la fiesta de Cristo Rey?
  • ¿Trabajo porque venga a nosotros su Reino?
  • ¿Abro a Cristo las puertas de mi vida?
Domingo Montero, capuchino

jueves, 18 de noviembre de 2021

LA VIDA ESTÁ AL OTRO LADO DEL MIEDO

Por Ángel Tobías y Gennet Corcuera. Impresionante video, introducido por nuestros miedos y con el testimonio de ésta sordomuda ciega de nacimiento. A través de una voz en off que representa su yo interior, y del proceso de escritura en su ordenador, Gennet cuenta su propia historia y nos permite entrar en su mundo para entender cómo vive su soledad, la amistad, el amor, y el recuerdo de una vida de silencio y oscuridad que, sin embargo, ha conseguido transformar en algo luminoso y positivo.

 

Tomado de feadulta.com

martes, 16 de noviembre de 2021

DÍA INTERNACIONAL PARA LA TOLERANCIA

El 16 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Tolerancia, una efeméride instaurada por la ONU en 1995, para conmemorar la Declaración de Principios sobre la Tolerancia.

En este documento se dice que, la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, sino el respeto a las creencias, cultura y opiniones de los otros, así como también es un Derecho Humano, por lo cual es inalienable y lo que demuestra es que las personas son naturalmente diversas y solo en el marco de la tolerancia podrán convivir.

¿Por qué celebrar un día para la tolerancia?

El mundo actualmente se encuentra en conflicto. Palabras como xenofobia, discriminación, homofobia, aparecen en los titulares de los periódicos a diario.

La humanidad parece haberse vuelto más intolerante, rechazando al que es diferente, sin darse cuenta de que cada individuo en el mundo, es por definición, diferente.

Hermanos de una misma familia pueden desarrollar cualidades muy distintas los unos de los otros. Los hobbies que practica una persona no son los que gustan o practican la gran mayoría.

Nuestros cuerpos tienen unas características que los pueden volver especialmente hábiles para alguna actividad y torpes para otras. Es más, cada ser humano aprende de forma diferente, porque su proceso cognitivo es muy distinto al otro.

Ser diferente no es malo, lo que es realmente malo, son los prejuicios que se crean alrededor de aquellas personas que realizan acciones que no conocemos o entendemos. Bien sea por creencias religiosas, culturales o de género.

El Día Internacional para la Tolerancia, es una fecha que busca desembarazarnos de esos prejuicios e intentar entender al otro.

¿Cómo celebrar el Día Internacional para la Tolerancia?

En principio, lo mejor es que a partir de ese día seas más tolerante con aquellos que se encuentran a tu alrededor. También puedes asistir a un evento donde se celebre el acto de ser tolerantes con otras culturas y conocerlas.

Por último, comparte mensajes de tolerancia por medio de las redes sociales, destruyendo conceptos como discriminación, bullying, xenofobia, homofobia y demás palabras que no deberían existir en el idioma, porque no tendrían razón de ser en el mundo. Aprovecha el hashtag #DíaInternacionalparalaTolerancia, para etiquetar todo lo que subas a Internet. 

sábado, 13 de noviembre de 2021

FRATELLI TUTTI EN IMÁGENES DE ANTONIO OTEIZA

NACIONALISMOS: "Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales". (FT 11)

jueves, 11 de noviembre de 2021

¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE LA ENTREGA?

No podemos decir que la entrega sea un valor en alza. Se ven más los contra (dominio, utilización, sumisión) que los pros. Las entregas tienen un valor en sí mismas, no se pierden y no dependen del aplauso, del premio o del pago. Pertenecen al lenguaje del amor.

En la teología del AT la cosa es muy fuerte: la entrega se da cuando Dios se vuelve de espaldas y deja desconcertado al creyente quien, por su alejamiento de la alianza, ya no puede ver su rostro de Dios (Sal 29) Este es su mayor sufrimiento.
  • Jesús se define a sí mismo como un “entregado” (Mc 9,31) algo que desconcierta mucho a los discípulos que esperan prebendas de un Mesías poderoso. Pero él es un entregado con todo el peso teológico de la expresión.
  • En Jn 13,21ss se desvela la realidad de quien le va a entregar (Judas) dándole un trozo de pan untado. Quizá pueda significar que aunque Judas le entrega, Jesús sigue amándole (el pan untado como gesto de cariño).
  • En Lc 22,48 se dice que Judas entrega a Jesús con un beso, una manera insólita de señalar. Quizá tras ella esté la realidad de una entrega sin premio que tiene dentro, al límite, el componente del amor. El amor que envuelve la entrega.
Texto: Jn 15,12-13: «Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande por los amigos que uno que entrega la vida por ellos».
  • El amor de Jesús es asimétrico: ama aunque no se le ame, devuelve amor aunque no reciba amor, sigue amando por encima de todo desamor. Es el mandamiento (resume todos los mandamientos) que ha de distinguir al cristiano (Jn 13,34-35).
  • El amor por los amigos es el “más grande” (más, incluso, que el amor a Dios). Esa es la manera con que Dios quiere que se le ame: amando a quien se dice amar, e incluso amando a quien no te ama (Jn 15,13-14).
  • Ese amor se concreta en la entrega de la vida que puede ser entrega de una tacada, raras veces, o en la entrega cotidiana, poco a poco. Medir la adhesión a Jesús por la entrega, no tanto por mantener y suscribir una ideología.

Aplicación: Otra mirada al mundo de los “entregados”. Además de inspirada, la Palabra es inspiradora: puede arrojar luz sobre situaciones de la vida que se hallan envueltas en tinieblas personales o sociales. En ese sentido, la Palabra es terapéutica, capaz de curar y aliviar.

La comprensión de Jesús como un “entregado” puede echar luz sobre los entregados a su pesar, sobre los dejados del lado por los sistemas, sobre los “descartados” de antemano y por ello entregados desde el nacimiento. Son los 14 millones de personas que malviven campos de refugiados, los varados en Centroeuropa por el cierre de fronteras, los separados por muros y situados en tierra de nadie, los apátridas, los sin papeles y sin posibilidad de tenerlos algún día. Una legión de entregados sociales que no es que sean pobres sino, algo peor, que no cuentan en absoluto para el devenir del mundo. Son los que andan caminos de exilio que no llevan a ninguna parte, errantes que solamente llevan consigo “la cosa más importante” que, a veces, es una nadería, una olla, una red de pesca, un muñeco las niñas.

¿Cómo valorar de otro modo la entrega de quienes son entregados? Sigue siendo imprescindible, aunque no suficiente, la conmoción, el impacto, y con ella la capacidad de indignación, sentir la blasfemia contra lo humano. Algo que se rompa por dentro y nos rompa por dentro. Pero no es suficiente con conmoverse: es preciso también moverse, quebrar la inercia social que nos tiene paralizados, creer en la decisividad de los pequeños signos, mirar hacia delante y a los lados y unirse a quienes han logrado esbozar algún tipo de respuesta. Y luego, habrá que intentar moverse organizadamente para presionar con más eficacia a los gobiernos sistémicos y su criminal política de exclusión y para poder ser más eficaces en la ayuda coordinada que en la ayuda desconectada. Todo un proceso, todo un itinerario de reencuentro.

Esta espiritualidad podría llevarnos al logro de modificar el imaginario social y descubrir en el duro mundo de los entregados el brillo oscuro de uno valores primordiales. La revalorización de la persona por el extraño lenguaje de su desprecio: cada mirada, cada paso, cada muerte, son un grito que subraya el enorme valor de lo que se menosprecia. Por eso, los entregados son el lenguaje más profundo del valor de lo humano, por más que el sistema haga oídos sordos o, incluso, quiera sofocar esa voz.

Además, son los descartados los adalides de la utopía de la justicia. En la enorme injusticia que sufren se vierte el anhelo inagotable de la justicia que se debe a los excluidos. Eso, por supuesto, no justifica su condición de entregados. Pero sin su grito, la débil voz de la justicia se extinguiría y no nos daríamos cuenta. Queda cuestionado desde ahí el sistema profundamente injusto en el que mundo occidental, cristiano, ha asentado su sociedad. Lo cuestiona y lo desmiente por mucho que se apele a raíces culturales cristianas.

Así mismo, en las ruinas de su enorme desgracia, brota, con frecuencia, la hermosa planta de la fraternidad. Dicen, en el lenguaje de los entregados, que no hay fuerza capaz de agostar tal planta, que siempre brotará imparable la tendencia de un corazón hacia otro corazón. Esa es la gran denuncia, por vía de humanidad, que hacen a un mundo encastillado en posiciones de vida, de economía y de política que no está dispuesto al compartir humano.

Fidel Aizpurúa, capuchino

martes, 9 de noviembre de 2021

DESCANSA

Creo que a muchos nos han tocado situaciones en las que nos sentimos injustamente tratados, en las que sufrimos mucho o sentimos el dolor de familiares, amigos o personas cercanas. Son momentos muy difíciles, llenos de angustia e indignación, en los que nos parece que ya no podemos más, y creemos que hemos “tocado fondo”. Parece que ya no hay consuelo posible y no nos quedan razones o perspectivas de futuro que alienten nuestra esperanza. Creemos que ya no hay otra solución que resignarse en el sufrimiento, sin un atisbo de aliento o descanso. 

En una situación así me encontraba hace unos meses y me vino una palabra de Jesús: “Venid a mí, los que andáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y os sentiréis aliviados” (Mt 11, 28-29). Parecía que había un espacio en donde, a pesar de todo lo que estaba viviendo, era posible y real el descanso. Era factible el consuelo más allá de mis fuerzas o incluso de mi voluntad, más allá de mis éxitos o fracasos. Era como si se me dijera que había un fundamento en donde sostenerme aunque todo pareciera que se derrumbaba, que había un sostén aunque no entendiera nada de lo que estaba ocurriendo. Un apoyo que no dependía de que las cosas me fueran bien o mal. En un lugar, en la intimidad más íntima, emergía una posibilidad de serenarse sucediera lo que sucediera. 

Y entonces me vino a la mente la escultura del capuchino Antonio Oteiza en la que el resucitado se apoya en la cruz para ascender. Como si necesitara de todo el fracaso, el dolor, la incomprensión que sufrió en la cruz para resurgir. Todo ese sinsentido parecía volverse posibilidad de Vida. El sufrimiento y el absurdo eran un camino hacia la luz. Con lo que digo, no quiero dar una explicación para el dolor, ni acallar el aguijón de la injusticia, pero sí bucear en el corazón para despejar ese espacio de descanso y encontrarme con el que puedo soltar la amargura sabiéndome seguro. Encontrarme con el que puedo reposar, simplemente acercándome a Él. “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo: tú vas conmigo” (Salmo 23).

Javi Morala, capuchino

domingo, 7 de noviembre de 2021

UNA OFRENDA HUMILDE Y SILENCIOSA

El evangelio de este domingo presenta dos escenas diametralmente opuestas: la de la ostentación de los escribas y fariseos, y la de la ofrenda humilde y silenciosa de la pobre viuda. La de la extorsión en nombre de la religión, y la de la humildad y sinceridad de corazón. A la primera, Jesús la denuncia severamente; a la segunda la eleva a la categoría de la ejemplaridad. Vamos a detenernos en la segunda escena.

En el templo de Jerusalén había una gran arca donde la gente depositaba sus ofrendas. Y Jesús, un día, tuvo la feliz ocurrencia de sentarse frente a él. ¡Buen puesto para observar no tanto el bolsillo cuanto el corazón! “Pues donde está tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mt 6,21). Y “muchos ricos echaban mucho; se acercó una pobre viuda y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante. Llamando a los discípulos les dijo: En verdad os digo que esta pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de los que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

Las conclusiones a extraer pueden ser variadas. Sugiero una: Jesús no criticó a los que dieron mucho por lo que dieron, sino porque no se dieron; ni alabó a la viuda por lo poco que dio, sino porque se dio. Jesús advirtió, sencilla y claramente, de la insuficiencia de las donaciones superfluas.

La primera lectura, por su parte, abunda en la misma idea, destacando cómo la ofrenda de la viuda a favor de Elías no la empobreció a ella ni a su familia, sino que les enriqueció: “Ni la orza de harina se vació, ni alcuza de aceite se agotó”. Y es que, como dice un proverbio chino: “El que espera a tener lo superfluo para darlo a los otros, nunca les dará nada”. Cuando no se es desprendido y generoso, resulta imposible distinguir entre lo necesario y lo superfluo, porque todo nos parece necesario…, incluso lo de los otros.

Pero hay algo más; junto a esta lección práctica, la segunda lectura, tomada de la Carta a los Hebreos, nos hace una revelación: nuestra salvación, no se ha producido con “excedentes”, con sobras, con superfluidades, sino con la entrega más radical de Dios, la de su Hijo, convertido en mediador e intercesor ante el Padre.

Cristo es la ofrenda de Dios en favor nuestro; una ofrenda nada extrínseca ni superflua, sino íntima, en la que Dios entregó a su Hijo y se entregó en su Hijo, quien “se ha manifestado al final de los tiempos para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo…, y para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros”. Nada extraño que san Pablo nos invite a presentarnos “como sacrificio agradable a Dios, porque este es vuestro culto espiritual” (Rom 12,1).

Hoy se pretende, pretendemos, arreglar los problemas y carencias del mundo distribuyendo “excedentes”… Olvidando que el pan que realmente sacia el hambre no es el que se reparte sino el que se comparte. Mientras solo demos de lo que nos sobra, aunque sea mucho, los problemas no se arreglarán. Una construcción levantada con materiales de derribo, de desecho, no será más que una mala chabola.

Aprendamos de la generosidad de Dios a ser generosos; apropiémonos los sentimientos de Jesús que se entregó y se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8,9). Y aprendamos, también, de estas dos viudas pobres, la de Sarepta y la de Jerusalén, no escribieron libros ni predicaron, pero con su gesto silencioso y humilde nos dan una lección con la que entrarían en vías de solución tantos problemas que los más sesudos economistas parecen no saber solucionar, porque la cuestión no está en dar sino en darse; el problema no es solo de cartera sino de corazón.

REFLEXIÓN PERSONAL
  • ¿Dónde está mi corazón?
  • ¿Me doy de mí mismo o solo doy de mis excedentes?
  • ¿Hasta dónde me inquieta el dolor del prójimo?
Domingo Montero, capuchino
 

sábado, 6 de noviembre de 2021

NO ELIJAS LA EXTINCIÓN

El mundo gasta la asombrosa cifra de 423.000 millones de dólares de los Estados Unidos por año en subsidios a los combustibles fósiles para los consumidores: petróleo, electricidad generada por la quema de otros combustibles fósiles, gas y carbón. Esta cantidad es cuatro veces superior a la que se necesita para ayudar a los países pobres a hacer frente a la crisis climática, uno de los puntos a tratar en la conferencia mundial sobre el clima (COP26) que se celebrará la semana que viene, según una nueva investigación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicada hoy.

La cantidad que se gasta directamente en estos subsidios podría sufragar las vacunas contra la COVID-19 de todas las personas del planeta o financiar tres veces la cantidad anual necesaria para erradicar la pobreza extrema en el mundo. Si se tienen en cuenta los costos indirectos, incluidos los costos para el medio ambiente, la cifra se eleva a casi 6 billones de dólares, según datos publicados recientemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En cambio, el análisis del PNUD destaca que estos fondos, aportados por los contribuyentes, acaban profundizando la desigualdad e impidiendo la acción para combatir el cambio climático.

"La pandemia de COVID-19 ha dejado al descubierto aspectos obsoletos de la economía mundial. Entre ellos, el hecho de que el mundo siga gastando miles de millones de dólares en subsidios a los combustibles fósiles, mientras cientos de millones de personas viven en la pobreza y la crisis climática se acelera. Ante este contexto, debemos preguntarnos si subsidiar los combustibles fósiles es un uso racional del dinero público", dijo el Administrador del PNUD, Achim Steiner.

Para destacar los efectos enormemente negativos que tienen los subsidios a los combustibles fósiles en las personas y el planeta, el PNUD ha producido un interesante cortometraje como parte de una nueva campaña en la que uno de los animales extintos más conocidos del mundo, una dinosaurio, pronuncia un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que insta a los líderes mundiales a eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y a no elegir la extinción.

La campaña "No elijas la extinción" cuenta con una plataforma de inteligencia colectiva, Global Mindpool, para ayudar a abordar los problemas más importantes de nuestro tiempo. Vinculando ideas de todo el mundo (sobre la emergencia climática, la crisis de la naturaleza y la desigualdad) Global Mindpool apoyará al PNUD a fin de informar y preparar mejor a los responsables de las políticas en los Gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.

Para más información sobre la campaña, consulta www.dontchooseextinction.com.

jueves, 4 de noviembre de 2021

POR LOS VIVOS Y POR LOS DIFUNTOS

Hay días que los tenemos bien marcados en el calendario personal y laboral. Los primeros días de noviembre lo están. El uno, día de Todos los Santos y el día dos, día de todos los Fieles Difuntos. La tradición cristiana nos lleva a tener muy presentes a los santos desconocidos y también a rezar por los vivos y difuntos. Así lo aprendimos hace muchos años como una de las obras de misericordia espirituales.

Estos años de pandemia se nos han vuelto especialmente complicados pues hemos tenido que decir adiós, de manera inesperada, a muchas personas cercanas. Hace tiempo leía un escrito en el que su autor decía que “ante la muerte podemos hacer dos cosas: rezar y llorar”. Es lo que hacemos como creyentes ante el zarpazo de la hermana muerte. Nuestras lágrimas muestran la desesperación, la rebeldía, la pena, la compasión, el cariño… Dicen que llorar nos purifica, nos limpia por dentro, nos ayuda a mirar con transparencia la realidad. Pero esa mirada a la realidad no es fácil. El dolor y el sufrimiento están presentes en la vida de una persona de distintas maneras. Cada uno tenemos el nuestro y lo afrontamos como podemos. Es bueno hablar sobre la pérdida y dejar que salgan nuestros sentimientos. Dolor y sufrimiento nos ayudan a descubrir nuestras necesidades más hondas, nuestros deseos y carencias. Forman parte de la otra cara del amor.

Podemos hacer de estos días cortos de luz, en los que la naturaleza se va transformando para pasar el invierno, un tiempo de agradecimiento. No sólo es cuestión de recordar los últimos momentos de la vida de una persona cercana, sino de ser consientes de lo que nos han aportado en nuestra vida todos esos familiares, amigos, conocidos que echamos en falta. Podemos pensar en qué les gustaría que recordáramos, que es lo que les caracterizó, qué es lo que movió su vida… Dicen también que la memoria está muy vinculada al agradecimiento. El agradecimiento es la respuesta ante lo bueno que nos ha sucedido gracias a otras personas. Agradecer nos hace más humanos y aumenta nuestra confianza.

El Papa Francisco nos dice en su Exhortación sobre la Santidad en el mundo actual, que “En la Carta a los Hebreos se mencionan distintos testimonios que nos animan a que corramos, con constancia, en la carrera que nos toca (12,1)… y sobre todo se nos invita a reconocer que tenemos una nube tan ingente de testigos que nos alientan a no detenernos en el camino, nos estimulan a seguir caminando hacia la meta. Y entre ellos puede estar nuestra propia madre, una abuela u otras personas cercanas. Quizás su vida no fue siempre perfecta, pero aun en medio de imperfecciones y caídas siguieron adelante y agradaron al Señor“(GE 3).

Estos días pueden ser días de agradecimiento en los que sentir su presencia.

Benjamín Echeverría, capuchino

martes, 2 de noviembre de 2021

DEL AMOR, LA MUERTE Y EL MIEDO A LA VIDA

«Cuando era niño, o simplemente adolescente, nunca me dormía por la noche sin pensar: Un día, hay que morirse.

Durante mucho tiempo me pregunté, imagino que como todo el mundo, de qué manera moriría.

Empezaba haciendo la lista de las enfermedades que no tenía, era lo más fácil. Y rápidamente la cosa se me empezó a escapar de las manos. Como pueden imaginarse, abandoné rápidamente mi enumeración. La verdad, había otras cosas que vivir.

Y luego, un día, vi muertos. Y me hicieron comprender que la muerte es un reto para la imaginación.

Muertos, como ustedes y como yo, los he visto de todos los colores.

Todos esos muertos me han enseñado una cosa paradójica, una cosa insoportable, y sin embargo irremediable: es que es menos doloroso pensar en la propia muerte que amar. Porque si viven nuestros cuerpos, es gracias al cuerpo del otro, del ser querido.

Amar es ser impotente contra el tiempo, y ser consciente de ello.

Amar es saber que el amor no tendrá más que un tiempo, el tiempo que dure la vida quizás, pero nada más que ese.

Amar es saber que si uno no muere el primero, verá morir al otro.

Que uno verá morir la vida y el amor en el otro, incluso antes de que el otro se muera. Y que al ver morir al otro, uno se morirá vivo.

¿Qué será de mi cuerpo cuando el otro ya no esté? ¿Qué será de mi vida? ¿Qué será de tu cuerpo cuando yo haya desaparecido?

No lo sé, eso mis pacientes no me lo han enseñado.

Me han enseñado que existen todas las razones del mundo para tenerle miedo a la vida, ninguna para tenerle miedo a la muerte».

Martin Winckler (Las confesiones del doctor Sachs) 

domingo, 31 de octubre de 2021

AMAR A DIOS Y AL PROJIMO

En el Evangelio de san Lucas, a continuación de la respuesta de Jesús a la pregunta sobre “el primer mandamiento de todos” sigue la parábola del buen samaritano (Lc 10,30-37), con la que se nos aclara quién es nuestro prójimo. Todo hombre. Pero Jesús ha proclamado otro mandamiento, el primero: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser” (Mc 12,30) Y ¿ya sabemos quién es nuestro Dios?

¿Quién es Dios? Una pregunta desigualmente respondida, pero una pregunta ineludible, porque Dios no deja nunca indiferente al hombre. Como creyentes, ¿quién es Dios para nosotros?, ¿para mí?

Dios no es algo, es alguien; no es una idea, es una realidad personal; no es límite del hombre, sino la posibilidad del hombre.

Es Alguien próximo, íntimo a nosotros -“más íntimo a mí que yo mismo” decía san Agustín-; a quien no hay que buscar solo, ni principalmente, en los callejones sin salida de la vida, en las limitaciones del hombre: el dolor y la muerte…, sino, también y sobre todo, en los horizontes abiertos, en la sonrisa, en el color… Y, sobre todo, Dios es nuestro Padre: “Cuando oréis decid: Padre…” (Lc 11,2).

Pero este Dios no debe ser solo teóricamente afirmado - concediéndole una especie de certificado de existencia-; ha de ser vivencialmente sentido y profundamente amado, sin espacios vacíos, “con todo el ser”. Su presencia en nuestra vida ha de trasformarla. Y es necesaria esta practicidad, si no queremos escuchar la recriminación de Jesús: “Este pueblo me honra con los labios…” (Mc 7,6), o aquella otra de san Pablo: “por vuestra causa es blasfemado el nombre de Dios” (Rom 2,24).

“Te conocía solo de oídas…” (Jb 42,5), podía ser la respuesta de muchos creyentes. Y un conocimiento de Dios solo “de oídas”, como un hablar de Dios solo “de oídas”, resulta empobrecedor y carente de credibilidad. Dios no es un tema del que hay que oír hablar o del que hay que hablar; es Alguien con quien hay que hablar y Alguien a quien hay que oír. Ser creyente es ser testigo, y es imposible dar testimonio de lo desconocido.

Nuestra vida no debe participar de ambigüedad referencial, sino que ha de orientarse linealmente hacia Dios, el Dios revelado en Cristo. Cualquier otra referencia, además de una desorientación, es una frustración.

No basta con decir que creemos, hay que mostrar en quién y qué creemos, explicitando los contenidos de nuestra fe. No basta con decir que somos creyentes, hay que mostrar qué creyentes somos.

“Yo soy el Señor, y no hay otro” (Is 45,18; cfr. 43,11; 45,22). Y ese Dios se nos ha revelado con un rostro humano, en una opción humana, con un nombre humano, Jesucristo. Y “no ha salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos” (Hch 4,12). Si somos capaces de interiorizar y exteriorizar esta verdad, habremos dado un golpe de timón salvador para nuestra existencia.

Si el sentido de Dios se atenúa -no digo que desaparezca-, si se homologa -no digo que se supedite- a otros sentidos, hay que reconocer, y no es un juego de palabras, el sinsentido de nuestra vida; ya que este depende del sentido que Dios tenga en ella.

¿Quién es Dios? No evitemos la pregunta, si no queremos privar a nuestra vida de contenidos sólidos. “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Jn 4,16). ¡Ahí descansa nuestra fe! No en una verdad fría y aislada de la vida, sino en un AMOR infinito, que nos ama infinitamente.

Pero ni Dios ni su amor pueden ser evasivos. El horizonte donde concretar el amor a Dios es el prójimo; pero el amor al prójimo solo será posible desde el amor de Dios.

REFLEXIÓN PERSONAL
  • ¿Hay dioses “alternativos en mi vida?
  • ¿Es la palabra de Dios luz e mis senderos?
  • ¿Mantengo viva en mi vida la pregunta por Dios?
Domingo Montero, capuchino

martes, 26 de octubre de 2021

SILENCIOS

Cuando en la fraternidad, en la pareja, en la familia se dan los silencios, entra la sospecha de que algo no va bien. Esas comidas donde no hay conversación, donde no hay nada que decirse, que comunicarse, dejan una impresión de vacío, de frialdad. Aunque haya alguien que intenta generar un ambiente algo más distendido comentando alguna cosa de la actualidad o recordando algo del pasado y nadie le sigue la conversación y vuelve a imponerse el silencio queda más patente el ambiente enrarecido o enfermo. Esa es la sensación, al menos. Estos silencios pueden señalar miedo, lejanía, rechazo…

También se dan situaciones donde la conversación es ágil y animada. Pero los temas siempre son de un nivel muy superficial o se habla siempre de terceras persona o de cuestiones que no implican en nada a los presentes. Si esto se da siempre y nunca asoman asuntos de tipo más personal, se van notando las dificultades de comunicación y de trato entre los miembros del grupo, de la pareja. Aunque el ambiente sea distendido queda muy a la vista que la relación es insustancial y no hay verdadera comunión. Se parece más a una palabrería hueca y deja patentes más las carencias de relación que sus riquezas.

También se dan silencios que denotan una profunda comunión. Son esas relaciones sostenidas, con historia vivida, donde hay conocimiento mutuo y no se siente la urgencia de que las palabras. En una relación continua en el tiempo seguro que habrá habido épocas dificultosas, pero estos silencios de ahora son tranquilos, sosegados, profundos; muestran comunión. Esos silencios son preciosos porque aportan mayor densidad a las palabras, aunque estas sean pocas. Esos silencios dan verdad a la relación porque denotan respeto, profundidad, intimidad. Es una riqueza.

La fraternidad, la familia, la pareja, necesita palabras, y también silencios.

Carta de Asís, octubre 2021 

domingo, 24 de octubre de 2021

MAESTRO... ¡QUE VEA!

A poco que hayamos prestado atención a este evangelio habremos percibido su capacidad de impresionar y sugerir. No es una anécdota pasada. Jesús aparece dando sentido a los sentidos -o a la falta de sentido- del hombre. Hace andar a los cojos, ver a los ciegos, oír a los sordos, hablar a los mudos. Jesús dador de sentido, liberador de los impedimentos del hombre...

Hoy se nos habla de un pobre ciego -doble desgracia, y es que la desgracia nunca viene sola-, sentado al borde del camino y pidiendo limosna. Pero tuvo suerte, porque ese camino -el de su pobreza y marginación- lo recorría también Jesús. Y es que el camino, la andadura del Señor, discurrió precisamente por esas zonas que los hombres oficialmente buenos consideran "peligrosas".

"Escoge a los pecadores y come con ellos…”. (Lc 15,2); si este fuera profeta sabría quién y qué clase de mujeres la que lo está tocando, pues es una pecadora”. (Lc 7,39). Así pensaban y se expresaban los "buenos". Pero Jesús no rehuyó lo que ellos llamaban "malas compañías". Porque había venido a buscar precisamente a lo que estaba perdido. No se preocupó de evitar las "malas compañías", sino que se esforzó por ser él un buen compañero, una "buena compañía".

No recorrió las rutas "oficiales" sino los caminos reales de los hombres. Por eso sabía de sus necesidades; por eso su camino de la cruz empezó antes del viernes santo, porque hizo suya la cruz de cada hombre.

Por eso cuando los prudentes, los preocupados por ocultar al Maestro la fealdad y la pobreza humanas que hay a lo largo del camino, quisieron acallar los gritos del ciego, Jesús, para quien no servían esos cordones de seguridad, no permite que se pierda ningún grito de dolor y esperanza y manda traer al ciego.

"¿Qué quieres que te haga?". Jesús, como el que sirve, se ofrece pero no impone el servicio. Quiere que el hombre tenga la iniciativa en su propia salvación. Porque sin libertad no hay salvación. Sería una imposición más. Antes de curar, Jesús quiere saber qué era para aquel hombre su enfermedad, su carencia y su dolencia radical: "¿Qué quieres que te haga?" "¡Maestro, que recobre la vista!".

Más de una vez he pensado que aquel hombre no era tan ciego: había reconocido y confesado a Jesús como “Hijo de David”, y se dirige a él como “¡Maestro!”. ¿No estarían más ciegos los que le mandaban callar?

En todo caso, este breve diálogo deberíamos revivirlo todos y cada uno de nosotros. Porque Jesús no ha cambiado de actitud. Sigue recorriendo los caminos de la vida real con su pregunta "¿Qué quieres que te haga?". ¿Qué le responderíamos nosotros? ¿“Auméntanos la fe” (Lc 17,5)?; ¿“Creo, pero ayuda mi falta de fe!” (Mc 9,24)?; ¿“Maestro, que recobre la vista” (Mc 10,51)?

¿Somos conscientes de nuestras carencias y dolencias más radicales? ¿Tendríamos una necesidad tan profunda como la del ciego, la de ver, o nos limitaríamos con una petición por el bienestar? ¿Nos contentaríamos, como los dos hermanos del pasado domingo, con un puesto de privilegio, uno a su derecha y otro a su izquierda (Mc 10,37)?

“Tú que diste vista al ciego, filtra en mis secas pupilas dos gotas frescas de fe”, unas gotas que lleguen hasta el corazón, porque solo se ve bien cuando se mira con el corazón y con un corazón limpio. “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8). Y un detalle importante: el ciego no creyó al recuperar la vista; recuperó la vista porque creyó. ¡La fe nos abre los ojos!

REFLEXIÓN PERSONAL:
  • ¿Qué expectativas suscita en mí Jesús?
  • ¿Siento necesidad de “ver”?
  • ¿Mis encuentros con Jesús son sanadores?
Domingo Montero, capuchino
 

jueves, 21 de octubre de 2021

ORACIÓN PARA PEDIR POR LOS SUEÑOS DE DIOS EN TU VIDA

Jesús, amigo.
Quiero decirte que todo está bien pero ¿sabes?
el desánimo me invade a diario y cada vez veo ese sueño
por el que trabajo tanto, más lejos de hacerse realidad

Sé que las circunstancias no son las mejores
pero escucho tu voz a diario diciéndome
«No te rindas, no dejes de soñar, sigue.»

Sé que estás aquí, quiero creer que estás ahí.
me esfuerzo por creer que estás aquí.
empujándome a cumplir mis más grandes sueños.

Sé que quieres ayudarme y que muchas veces no te dejo.
Confío más en mis fuerzas y me lleno de miedos, te dejo de lado,
pero al final eres tú quien me ayuda a sobrellevar cada obstáculo, cada desánimo.

Jesús, has puesto anhelos en mi corazón
me has dado dones y talentos para hacerlos brillar
y compartirlos con los demás,
para no esconderlos ni malgastarlos
pero una y otra vez abandono todo
porque creo que merezco poco, creo que no puedo.

Hazme entender que tengo una responsabilidad,
que soy único e irrepetible
y no debo compararme con los demás
Hazme entender que contigo estoy hecho para grandes cosas
y para nunca dejar de soñar.

Sé que muchas veces lo que quiero no es lo que necesito,
fortalece mi confianza, Jesús,
porque es en esos momentos cuando más me vuelvo ciego.

Ayúdame a amar tu voluntad,
Ayúdame a amar tus sueños en mi corazón
Toma los míos, los pongo a tus pies, Jesús.

Con los talentos y dones que me has dado me esforzaré,
pero te necesito a mi lado. Enséñame a escucharte.
Muéstrame el camino. Jesús,

No sé muy bien como llegaré a donde quieres llevarme,
pero sé que de tu mano doy pasos seguros
Quiero trabajar contigo, Jesús.

No tengo idea de cómo alcanzaremos cada sueño.
Quiero soñar contigo, Jesús Dame el valor de soñar a tu lado.

Flavia Carpio
 

martes, 19 de octubre de 2021

SUICIDIO SOCIAL

En varias ocasiones he hablado con amigos que tenían hijos adolescentes y estaban muy preocupados por su adicción a los móviles, porque tonteaban con alguna droga o por tener su principal horizonte vital en el dinero. Yo les intento transmitir que los jóvenes solo reflejan los valores que los adultos potenciamos; que los chavales lo tienen muy difícil a la hora de vivir actitudes diferentes a las de los anuncios o a las de los ‘influencers’.

A esto se añaden algunos mensajes de los políticos que los asumimos acríticamente como positivos. Por ejemplo, cuando defienden que hay que potenciar el consumo o el crecimiento ilimitado. Soy consciente que el consumo nos asegura trabajo, absolutamente necesario para que las personas vivan con un poco de dignidad. Pero sin darnos cuenta todos estamos aceptando un imperativo de comprar bienes o servicios que luego nos llevan a lugares que no queremos: superficialidad, cosificación de las relaciones, competitividad, frustración existencial, placer (también con drogas) como único modo de felicidad, etc. A esto se añade la brutal publicidad de las empresas que nos hipnotizan con sus productos. ¿Quién puede abstraerse de los millones de impactos seductores que recibimos? ¿Quién puede ser más fuerte que las campañas de marketing que nos invaden y que invierten millones de euros?

Es decir, cada uno de nosotros, las autoridades y las empresas estamos promocionando una forma de vida y de consumo; y cuando nuestros adolescentes se lo toman en serio nos quejamos. Les empujamos a un lugar y luego nos arrepentimos. Es una especie de suicidio social. Promocionar –con inversiones millonarias y con discursos muy razonables- lo que comprobamos que nos hace muchísimo daño.

Todos los días nos dicen en los medios de comunicación que hay que promocionar la educación de ciertos valores en la escuela y en las familias. Y nadie dice nada de cómo están educándonos los mensajes publicitarios, más allá de ser políticamente correctos en algunos valores. Quizá esta sea una de las razones de la decadencia de nuestra cultura occidental.

¿Qué hacer? Primero saber cuáles son nuestras prioridades. Jesús lo decía: “Buscad ante todo el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6, 33). Y no lo decía como una mera reflexión piadosa. En su relato, justo antes, las preguntas que están en el aire son: “¿qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿con qué nos vestiremos?” (Mt 6, 32). Es decir, como sociedad tendríamos que tener claro lo que es irrenunciable: el tipo de relaciones que queremos potenciar, los valores que necesitamos que estén presentes, la educación que buscamos, etc. Y desde allí ver qué modelos de consumo, qué estilos de vida son coherentes con ellos.

¿Eso significaría dejar de consumir o que aumentara el paro? No, que haya más desempleo no es el camino. Por eso, como sociedad podríamos potenciar el “consumo” de los servicios que realmente son más congruentes con los valores que buscamos potenciar: por ejemplo la educación, la sanidad, las energías renovables, la ciencia, el cuidado de las personas, la justicia, la cultura. Si llegásemos a un acuerdo de que estos u otros valores y servicios son los que queremos que estén presentes en la sociedad, el estado podría generar políticas de apoyo e inversión en estos sectores de modo que nosotros potenciemos lo que realmente nos interesa desarrollar. Y las empresas también podrían publicitarlas porque serían las más rentables. Si no, caemos en una esquizofrenia social.

Javi Morala, capuchino