Me llamó mucho la atención el día que me contaron o que leí, que el grandioso Miguel Ángel, antes de esculpir, ya veía el resultado de su trabajo porque éste se encontraba en lo profundo del material. Lo único que él tenía que hacer era quitar “lo que sobraba”.
Más claro no lo puede decir este Evangelio de Pascua: Yo estoy en el Padre, vosotros en mí y todo dentro de vosotros. Lo único que hay que hacer es “rascar” y descubrir en lo más íntimo la verdad que nos habita y que está ahí desde siempre esperando a que la reconozcamos.
Y esa verdad está dentro de todos los hombres y desde todos los tiempos, la diferencia es que al margen de circunstancias culturales, unos han sabido y querido rascar y otros prefieren esperar a ver qué es lo que encuentran en la superficie, por si con eso les basta.
“La verdad interior” en el I Ching queda expresada de esta forma:”Por sobre el lago sopla el viento y se remueve la superficie del agua. Así se manifiestan efectos visibles de lo invisible”.
Pues cuando el Espíritu sople en la gran variedad de formas que lo hace aprovechando en la mayoría de las ocasiones los acontecimientos del día a día, observemos los comportamientos externos sabiendo que en realidad no son más que efectos de la verdadera “movida interior” donde todo se fragua y a la que estamos llamados a adentrarnos, porque no olvidemos que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana.
CLARA LÓPEZ RUBIO