viernes, 30 de enero de 2015

SALMO PARA EL CAMINO

Indícame tus camino, Señor; enséñame tus sendas.
Que en mi vida se abran caminos de paz y bien, caminos de justicia y libertad.
Que en mi vida se abran sendas de esperanza, sendas de igualdad y de servicio.
Encamíname fielmente, Señor.
Enséñame tú que eres mi Dios y Salvador.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad nunca se acaban;
no te acuerdes de mis pecados.
Acuérdate de mí con tu lealtad, por tu bondad, Señor.
Tú eres bueno y recto, y enseñas el camino a los desorientados.
Encamina a los humildes por la rectitud, enseña a los humildes su camino.
Tus sendas son la lealtad y la fidelidad,
para los que guardan tu alianza y tus mandatos.
Porque eres bueno, perdona mi culpa.
Cuando te soy fiel, Señor, tú me enseñas un camino cierto.
Puesto mis ojos puestos en ti, que me libras de mis amarras y ataduras.
Vuélvete hacia mí y ten piedad, pues estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón encogido y sácame de mis angustias.
Mira mis trabajos y mis penas, y perdona todos mis pecados.
Señor, guarda mi vida y líbrame de mí mismo.
Señor, que salga de mi concha y vaya hacia ti,
y que no quede defraudado de haberme confiado a ti.
Indícame tus caminos, Señor, tú que eres el Camino.
Hazme andar por el sendero de la verdad, tú que eres la Verdad del hombre.
Despierta en mí el manantial de la vida, tú que eres la Vida de cuanto existe.
(Salmo 24)

miércoles, 28 de enero de 2015

CONVOCADOS POR CRISTO EN EL AMOR

Profesar la fe cristiana es, en definitiva, hacer una profesión de amor, creer que lo que va a quedar es el amor y pensar que orientar toda la vida en la dirección del amor es haber acertado. Por eso mismo, la calidad de la fe no se mide por la fuerza de las creencias, sino por la densidad del amor. En la medida en que se ama, se cree en Jesús, si el amor es difuso, débil, poco apreciado, aunque se tengan bien arraigadas las creencias, la fe es débil. Es útil y necesario que la profesión de la fe nos recuerde cada domingo la primariedad del amor, su centralidad, su ser fuente de la vida cristiana. Así se frena, modera y reconduce esa tendencia del hecho religioso a poner el acento donde no está lo importante.
   El amor que profesa la fe cristiana es un amor que proviene de la convocación de Jesús: Él nos convoca al amor. Al decir que él es quien nos convoca estamos afirmando que no somos nosotros quienes estamos en el fondo del hecho de creer. Quien convoca es quien está al frente y da sentido a una reunión, a una asamblea. Jesús nos convoca. El sentido es él, la razón viene de él, la orientación la pone él a través del Evangelio. Apropiarse de su convocación deja sin sentido a la comunidad cristiana. No estamos en la fe, no celebramos, no venimos a la parroquia para dar gusto al cura, para que él esté contento, para que la parroquia tenga brillo y notoriedad. Venimos por Jesús, él nos llama y por él venimos. No tendríamos que alejarnos de la comunidad cristiana por sus debilidades. Mientras Jesús nos llame (y él siempre nos llamará) hay razón para acudir a la llamada.
   Y nos convoca al amor, no a las ideas, no a la organización, no a la militancia, no a los planes religiosos. Nos llama al amor, porque el Padre ha sembrado en las personas (en las criaturas incluso) la vocación al amor. Una fe que no ayuda acrecer en amor, no sirve desde el punto de vista cristiano. Porque al final de todo, la medida real de nuestra fe será el amor. Y si la vivencia cristiana, del modo que sea, no nos ha llevado a crecer en el amor, hay que decir que es una fe que ha fracasado. Y tengamos por cierto que el peligro de fracasar en esta orientación decisiva y elemental es real, nos amenaza en nuestro caminar humano. Por todo ello, hay que decir que es verdadero creyente quien llega a amar de verdad, con desinterés, sin esperar siempre que se nos pague y agradezca. El amor gratuito, generoso, solidario, es la marca, la señal por la que se reconoce a quien ha entendido no de Jesús: "En esto sabrán que sois discípulos míos, si os amáis unos a otros...".
Fidel Aizpurúa, capuchino

lunes, 26 de enero de 2015

VENID Y OS HARÉ PESCADORES

Continuando con la experiencia del Evangelio de la semana pasada, hay una nueva invitación por parte de Jesús, ahora, a concretar la vida. Porque Jesús no llama para luego dejarnos a nuestra suerte, sino para ayudarnos a darle un sentido. Pero desde la experiencia, de dentro hacia fuera.
   El otro día comentaba con una persona cómo bajaría notablemente el número de personas que se equivocan en su vida al elegir un cierto estado o forma en la que vivir ésta. Si la edad en la que hay que elegir lo que queremos ser o desde dónde queremos vivir pudiera elegirse después, nuestra vida sería más estable. Pero es que por desgracia, la sociedad o el ritmo biológico, nos exigen una decisión prematura que luego se vuelve equivocada en muchos casos.
   No sé bien dónde radica el problema, pero después de caminar durante unos años ya en la etapa de la vida en la que voy siendo más madura que joven, percibo cómo las decisiones que ahora voy tomando son mucho más acordes a lo que desea mi Espíritu, no una simple apetencia, ni son fruto de lo que los requerimientos sociales me imponen.
   Jesus, que siempre se dejó guiar por el Espíritu y que vivía desde las entrañas intuyendo en cada momento lo que ocurría, es el ejemplo claro de lo que hoy tratamos. Por eso, hasta que entregó su vida, vivió al borde del precipicio, haciendo equilibrios en una cuerda floja que es la consecuencia de vivir liberado de juicios y expectativas, desde la libertad que brota de las entrañas sin más requerimientos en lo profundo que lo que mana del Espíritu.
   Y a ¿qué nos invita esta semana? A ser pescadores de hombres, no a reclutar un ejército. A tender una red abierta, liberadora, que en todo momento anuncie la presencia de Dios. De un Dios que no hay que buscar fuera, sino en lo más profundo y que es el mismo para todos los hombres y que lo único que quiere de nosotros es que tengamos un experiencia personal con Él. De ahí surgirán otras mucha actitudes y decisiones, que si no son prematuras o forzadas, posiblemente nos acompañen durante toda nuestra vida. Lo especial de la red que tiende Jesús, es que en ella no caben ni el juicio ni la condena, y se caracteriza por ser una invitación a vivir como somos y no como nos gustaría ser. Cuando se interioriza ese estilo de vida y nos reconciliamos con nosotros mismos no intentando vivir lo que no somos, surge espontáneamente la ubicación en el Reino. El Reino de Dios está tan cerca, que está dentro de nosotros.
   Gran ejemplo también a tener en cuenta, Francisco. Liberado de juicios y expectativas sobre todo al final de su vida, después de un gran proceso de desinstalación personal, desplegó él también la “red” abierta de Jesús y no permitió jamás que nadie la cerrará para capturar, sino que constantemente fuera una referencia de vida en libertad y desde la experiencia personal en lo profundo.
CLARA LÓPEZ RUBIO

viernes, 23 de enero de 2015

DAME SEÑOR

Dame, Señor, un poco de sol,
algo de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla,
una buena digestión y algo para digerir.
Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento,
los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado
por esta cosa embarazosa que soy yo.
Dame, Señor, la dosis de humor suficiente
como para encontrar la felicidad en esta vida
y ser provechoso para los demás.
Que siempre haya en mis labios una canción,
una poesía o una historia para distraerme.
Enséñame a comprender los sufrimientos
y a no ver en ellos una maldición.
Concédeme tener buen sentido,
pues tengo mucha necesidad de él.
Señor, concédeme la gracia,
en este momento supremo de miedo y angustia,
de recurrir al gran miedo
y a la asombrosa angustia
que tú experimentaste en el Monte de los Olivos
antes de tu pasión.
Haz que a fuerza de meditar tu agonía,
reciba el consuelo espiritual necesario
para provecho de mi alma.
Concédeme, Señor, un espíritu abandonado,
sosegado, apacible, caritativo, benévolo, dulce y compasivo.
Que en todas mis acciones, palabras y pensamientos
experimente el gusto de tu Espíritu santo y bendito.
Dame, Señor, una fe plena,
una esperanza firme y una ardiente caridad.
Que yo no ame a nadie contra tu voluntad,
sino a todas las cosas en función de tu querer.
Rodéame de tu amor y de tu favor.
SANTO TOMAS MORO

martes, 20 de enero de 2015

UNA CARIDAD VIVA

   Una caridad viva es ante todo algo que parte de la convicción de que el dolor del otro no me puede ser ajeno; algo que brota de la base ética de la dignidad que se otorga a toda persona; algo que busca, ante todo, humanizar, no cristianizar; algo que tiene por absoluto a la persona y su necesidad, no tanto a la idea religiosa de Dios. Una caridad con esos ingredientes no sería humillante, sino llena de vida, de posibilidades.
   Caridad y misericordia son realidades muy próximas. Cuando Jesús quiere hacer ver lo que es el ser humano cabal cuenta la parábola del buen samaritano... Pues bien, ese ser humano cabal es aquel que vio a un herido en el camino, reaccionó y le ayudó en todo lo que pudo. No nos dice la parábola qué fue lo que discurrió el samaritano ni con qué finalidad última actuó. Lo único que se nos dice es lo que hizo "movido a misericordia". El ser humano cabal es, pues, el que interioriza en sus entrañas el sufrimiento ajeno -en el caso de la parábola, el sufrimiento injustamente infligido- de tal modo que ese sufrimiento interiorizado se hace parte de él y se convierte en principio interno, primero y último de su actuación. La misericordia -como reacción- se torna la acción fundamental del hombre cabal.
   Quizá esta espiritualidad pueda ser base para entender que la colaboración a una obra de acción social es una exigencia de la fe, del mismo Evangelio. Una lectura espiritual (espiritualista, a veces) del Evangelio nos ha llevado a creer que éste era un libro religioso, pero no hay tal. El Evangelio, el proyecto, el sueño de Jesús, es, más bien, de componente social, relacional. Lo que él llamaba "reinado de Dios" tiene que ver con cambios de estructuras sociales, la nueva fraternidad, la sociedad de hermanos, el mundo de relaciones nuevas. Esto no puede dejarse a la libre voluntad. No, según el conocido texto de Jn 13,34-35 el amor define a la comunidad de seguidores. Si no tiene este cimiento, carece de sentido. La recuperación del lugar social es decisiva para entender la fe en maneras renovadas. Únicamente desde esta clase de planteamientos, o similares, podremos hablar de una caridad "viva".
Fidel Aizpurúa, capuchino 


domingo, 18 de enero de 2015

¿DÓNDE VIVES?

    Parece un absurdo tener que recordar que para encontrar algo que se busca hay que ir y verlo en persona. Pero en los tiempos que estamos viviendo donde a miles de kilómetros podemos conocer incluso sitios a los que jamás iremos, no está mal recordar que una experiencia real no se puede tener si no vas y te mojas en ella. Evidentemente no puede ser ni es deseable tener una experiencia de todo. El ser humano elige lo que quiere vivir, lo que quiere conocer y se acerca a esa vivencia. O no, con lo que ahí creo que es donde radica el problema. Pretender conocer sin tener una experiencia.
   Los primeros apóstoles de Jesús lo tuvieron muy claro y el mismo Maestro, más todavía. Ambas partes fueron directos, unos interesándose por el lugar donde aquel hombre que tanta admiración les provocaba, vivía y Jesús, sin dar rodeos, invitándoles a que esa curiosidad se convirtiera en vivencia: “Venid”.
   A mis alumnos les comento muchas veces y para distintos campos, la necesidad de “mojarse” en cualquier cosa que vivan. Desde estudiar, hacer un trabajo, una investigación… hasta pasárselo bien y disfrutar de sus amigos. Un “no” a las medias tintas, a vivir la vida como si tuvieran “horchata” en las venas. Para aprender a discernir, como tanto proponía San Ignacio, hay que aprender a vivir desde la experiencia. Y el que pretenda tener una experiencia profunda de Dios no puede apuntar en un papel la dirección de Jesús sino calzarse sus sandalias y seguirle, y no puede quedarse en la puerta del sepulcro sino entrar y comprobar que está vivo y no quedarse en la ribera del río sino entrar y bautizarse con Él. Para tener una experiencia desde las entrañas hay que tener una atención profunda a todo lo que se vive sin juzgarla. Desde aquí, hasta un día nos daremos cuenta que recordamos a pesar del tiempo que ha pasado, la hora en la que nos encontramos de forma especial con el Dios que nos habita, como Juan recordó el momento en el que se encontró con Jesús. Os deseo feliz y profunda búsqueda.

CLARA LÓPEZ RUBIO

viernes, 16 de enero de 2015

BIENAVENTURANZAS DEL PEREGRINO

  1. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre los ojos a lo que no se ve.
  2. Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros.
  3. Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
  4. Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el auténtico camino comienza cuando se acaba.
  5. Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe dónde colgar tantas emociones.
  6. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale más que cien hacia delante sin mirar a tu lado.
  7. Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
  8. Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida y de tu vida un camino, en busca de quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
  9. Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar la imagen de tu corazón.
  10. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho de silencio; y el silencio, de oración; y la oración, de encuentro con el Padre que te espera. 
 

lunes, 12 de enero de 2015

SOY PREDILECTO

   Como cada domingo abre una nueva semana, no es tarde para escribir mi reflexión sobre el evangelio de ayer domingo, último de Navidad y puerta para la vida pública de Jesús.
   Cuando lo leí el viernes en la clase para mis alumnos, su principal reacción fue: “ah, entonces eso de la paloma ¿no fue verdad? Y lo de que el cielo se abrió ¿tampoco?”. Es genial ver sus caras de sorpresa cuando les acompañas en la profundidad del evangelio y descubren que fuera de esas manifestaciones simbólicas ellos también pueden ser sujetos de una experiencia profunda de Dios.
   Es tan especial sentirse elegido, predilecto para Dios… sólo por el hecho de ser hijo. Pero eso se puede experimentar cuando tú has sido capaz de hacer un viaje dentro de ti mismo y sentirte ya especial para ti. Los juicios, expectativas, vueltas al pasado o viajes al futuro que distraen, no serán camino para hacer realidad esta experiencia.
   Que Jesús forme parte de la cantidad de judíos que se ponen en fila para ser bautizados por Juan es una clara muestra de la identidad del Maestro. Se siente hombre, se siente enraizado a un pueblo y como tal se manifiesta. No salta por encima de todos ellos, porque además necesita descubrir por sí mismo quién es. Va a ser la propia vida, las piedras del camino y otros elementos, los que a través del tiempo le revelen cuál es la razón de sus existencia. Y entonces, poco a poco, su “cielo se le abre” y se descubre y escucha como lo más profundo de sí mismo le clarifica su naturaleza de Hijo. Dejarse bañar por Juan es dejarse impregnar de toda la humanidad, sentirse completamente hombre y desde ahí conectar con su cielo y salir por tanto renovado, bautizado.
   Esa también puede ser mi historia, mi experiencia. Soy criatura de Dios, y desde ahí conecto con lo más profundo de mí dejándome bañar por todo lo que acontezca. Y en ese caminar de cada día es donde descubro la voz de Dios que me dice que me puedo sentir predilecta porque… me ama.

CLARA LÓPEZ RUBIO


viernes, 9 de enero de 2015

¿EL PREGÓN NOS SIRVIÓ DE SEÑAL?

   El madrugón y el frío mañanero del 21 de diciembre no apagaron nuestras ganas de juntarnos y pasar un día distinto celebrando la navidad de forma alternativa. Nos hicieron sentir estrellas en la acogida y luego el cafetito, los preñados y las palmeritas nos pusieron a tono para que nos contaran de qué iba a ir este año el Pregón. Hasta nos echaron las cartas adivinatorias en un programa de gran audiencia.
   ¿Y luego qué te llegó a ti de los talleres? Pudo ser el superar la vergüenza que supone acercarte a extraños en la calle para decirles qué es lo que mueve tu vida y aguantar el tirón, a pesar de que algunos huían porque creían que les íbamos a vender algo. O la cara de satisfacción que ponía un inmigrante y su niña al preguntarles por los sentidos de su vida y regalarles nuestra estrella. Pudo ser que lo que te llegara de los talleres fuera la energía que vivimos con el baile y que nos llenó de tanta vitalidad. O el ver en el vídeo que “cada persona que te encuentras en el camino está librando una batalla”, y cómo cambia tu mirada cuando te das cuenta de ello. O poder pararnos un poco, hacer silencio y disfrutar de toda la riqueza que llevamos dentro, su magia y lo que nos dice de Dios. ¿O pudo ser el compartir la mañana con otros jóvenes, en medio de risas, descubrimientos y pequeños retos?
   Y todo esto culminado con la eucaristía, con esa acogida y sus mensajes. Con el Pregón, ¡¡precioso!! en el que nos decían dónde nace hoy Jesús. O la palabra de los evangelios y esa representación “tan precisa”. O las frases tan “cañeras” sobre el sentido de la vida de grandes personas de la historia. Y las peticiones del taller de calle o las ofrendas del videoforum. ¿Y cómo no? Ese abrazo de paz, reconfortante. Y después de la comunión, terminar con el “subidón” del baile en penumbra y con las pulseras iluminando…
    Con todo esto que viviste a tu manera, ¿qué te sirvió a ti de señal?..
Javi Morala, capuchino







martes, 6 de enero de 2015

LA ÚNICA PALABRA

   En el cénit de estas fiestas de Navidad surge con fuerza este primer capítulo del libro de Juan como queriendo llamar nuestra atención para volver a llevarnos a nuestra esencia. Vivamos lo que vivamos, sólo una cosa hay importante, la Palabra. Y la Palabra, desde el principio de los tiempos por parte de Dios fue: “sí”.
   Y ante una afirmación así, ya no cabe marcha atrás ni medias tintas. Dios se comprometió con el hombre y lo hizo sin condiciones ni préstamos a bajo o alto interés, tal y como los bancos ahora a principio de año nos revisan. Dios nunca revisa su elección por el hombre, por eso, una y otra vez a través de la vida nos recordará que su estar, su ser, aunque no tiene existencia en función del hombre, sí alcanza su pleno sentido junto él.
   Al comienzo del año nuevo, donde es casi irremediable que salgan a la luz los nuevos propósitos o se revisen los propósitos de otros años, para mí no hay otro que renovar que la constante atención a lo que vivo. Y como en esa atención se me revelará lo que urge para cada momento, iré poniendo lo necesario para vivirlo con intensidad.
   “A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.” Por eso día a día elijo desde mi madurez la opción por Jesús de Nazaret. Hay otras opciones, hay otras formas de llegar a Dios, y todas ellas, en cada una de las personas que las acogen son válidas. En lo único en lo que en verdad tenemos que empeñarnos es en el tener una experiencia personal de Dios. Pero aquí, en este tiempo y espacio, el que a mí me ha tocado vivir, celebro la vida y contacto con lo más profundo de mis entrañas a través de un Niño y un Hombre que progresivamente se abrieron a la Promesa de un Dios cuya única palabra fue “sí”.
CLARA LÓPEZ RUBIO
 
 

viernes, 2 de enero de 2015

CREDO DE LA VIDA

Creo en mis caminos.
Creo en el sendero no siempre fácil de la verdad.
Creo en mis palabras, en mis frases, en mis abrazos, mis silencios y mis miradas.
Creo en quien soy, a pesar de mis derrotas.
Creo en mis sueños, en mis magníficos sueños que seguiré construyendo hasta que no me queden más fuerzas para creer.
Creo en el destino, en mi historia, en mis pasos, mi pasado y mi experiencia.
Creo en mis ganas de dar, y creo en un mundo maravilloso que espera recibir mi gota de cariño.
Creo en la amistad, en los besos, en las sonrisas y en los secretos.
Creo en la vida, y en la magia con la que toca todas las cosas.
Creo en el destino, y en su recompensa para quienes afrontan el desafío de ser fieles a sí mismos.
Creo en mí; sobre todo creo en mí cuando caigo, cuando no tengo fuerzas, sigo creyendo en aguantar y en volver con todas mis fuerzas para seguir creyendo, y seguir andando.
Creo en los sentimientos que pueden hacer de cada día un sol distinto.
Y por supuesto:
Creo en el amor y en ese modo indescriptible de estar parado ante la vida, en esa forma tan peligrosa y a la vez tan excitante de tener el corazón abierto.
Pese a los dolores, creo en mí.