domingo, 31 de diciembre de 2017

PARA FINALIZAR EL AÑO

Por eso creo que, después del fin del mundo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Naturalmente, es preciso recordar lo que ha ocurrido y pensar en lo que ocurrirá, pero, así y todo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Dar largos paseos. Contemplar las puestas de sol. Creer en Dios. Leer poesías. Escribir poesías. Escuchar música. Ayudar al prójimo. Hacer la pascua a los tiranos. Alegrarse del amor y llorar la muerte. Como si no hubiera pasado nada.
Adam Zagajewski

viernes, 29 de diciembre de 2017

LIBERACIÓN DEL NARCISISMO

Cómo nos molestan las personas engreídas, orgullosas, que se creen por encima de las demás. Nos producen repulsa. No es fácil mantener el temple ante tales personas. Nosotros no queremos vernos así, sino que intentamos cultivar la humildad, no ser ni parecer más que los demás, no alardear de nuestras valías, etc.

Si nos adentramos un poco más en los movimientos de nuestro corazón, percibimos que en esa búsqueda de humildad asoman, casi sin darnos cuenta, otras capas de nuestro ser que quizá estén buscando un nivel alto de virtud. Es decir, que queriendo ser humildes, estamos alimentando una alta estima de nuestro virtuosismo. Es como ese prurito de sentirnos valiosos, merecedores de buena estima, al menos por parte de nosotros mismos, o de Dios... Y si se da el caso, por parte de los demás. Nuestro corazoncito es orgulloso incluso en la búsqueda de humildad. ¿Quién nos sacará de este bucle, de la pescadilla que se muerde la cola?

Hay dos caminos que no tienen salida. El primero es el de la persona perfeccionista que se autohumilla queriendo matar su narcisismo; sería como querer salvarse del ahogamiento en el agua tirándose de los pelos hacia arriba. Hay casos que llegan a formas insanas de vida. La otra salida falsa es la espiritualización: pensar que como Dios nos ama ya tenemos todo superado sin necesidad de atender nuestras contradicciones, como tapando la realidad.

Siempre tendremos que vérnoslas con ese narcisismo que nos habita, pero habrá algunos caminos que recorrer para ir liberándonos, o mejor, dejarnos liberar de esa trampa: volver una y otra vez a la relación con Dios que se muestra en Jesús que acoge al pecador que somos, aprender a aplicarnos un cierto humor en nuestras pequeñas miserias, distinguir entre hacer el mal y sentirnos heridos en nuestro amor propio, acoger con cierta paciencia las humillaciones que los demás nos puedan infringir...

Este camino es para toda la vida pero nos puede ir liberando de nosotros mismos. Es una gracia que Dios concede a los pequeños.
Carta de Asís, diciembre 2017

miércoles, 27 de diciembre de 2017

HIJO DE LA TIERRA

Siempre hemos dicho que la encarnación de Jesús es un “misterio”: Dios que se hace hombre. Y así es. Pero ese tipo de formulaciones ha conllevado tantos desajustes en el imaginario religioso (Dios “disfrazado” de hombre, Dios que baja del cielo, un Jesús que lo sabe todo porque es Dios, etc.) que uno se pregunta si no será mejor buscar por otro camino.

Podríamos pensar a Jesús como un hijo de la tierra. Y si se quiere, el mejor de sus hijos. Él, como nosotros, viene de la tierra y vuelve al fondo de la tierra. No viene de las nubes y vuelve a ellas (ese transcendentalismo es tosco). Al ser tierra, él nos abre al misterio de la tierra, a esa hondura de lo creado que se capta en la medida en que uno echa mística a la cosa.

Esta manera de entender la encarnación nos llevaría también a otra forma de vivir la Navidad, lejos de un historicismo superficial o de un consumo que no nos alegra; más cerca de una mística que nos habla de la suerte de ser tierra, de agradecer el don de la tierra en la que estamos encarnados, en la que se ha encarnado el mejor de los humanos, Jesús el de Nazaret.

Es un intento, en nuestra edad tan adulta, de dar cuerpo a un camino distinto al recibido, sin por ello desdecirnos de lo que nos dieron como bueno. Tal vez la Navidad de 2017 pueda tomar otros caminos de más adultez y de más gozo.

Fidel Aizpurúa, capuchino 

domingo, 24 de diciembre de 2017

BENDICIÓN DE LA CENA DE NOCHEBUENA

Bendice, Señor, nuestra mesa de Nochebuena.
Por una noche, al menos, deseamos que el mundo sea una gran familia,
sin guerra, sin miseria, sin drogas y sin hambre.
Sin refugiados de ningún color.
Con algo más de música y alegría y mucha más justicia y solidaridad.

Que nuestra fraternidad, Jesús recién nacido,
acoja tu palabra de amor y de perdón.
De misericordia y benignidad.

Que vaya siendo la casa de todos.
Consérvanos unidos.
Danos fuerza y ternura, para ser personas abiertas y justas,
que luchen sin cansancios ni desalientos por un mundo
donde haya buenos días y muchas noches-buenas,
como ésta en que quisiste poner tu tienda entre nosotros.

Tú serás bienvenido, Señor, siempre a esta fraternidad
hasta que nos reúnas en la tuya, al final, a todos los hombres y mujeres del mundo,
en la alegría inagotable de tu cielo en el gozo crecido de tu reino sin fin.
Así sea.

martes, 19 de diciembre de 2017

¡QUÉ SUERTE QUE TIENE DINERO, ES FAMOSA Y GUAPA!

La semana pasada escuchaba una conversación en el autobús en la que dos personas mayores decían: “¡Qué suerte ha tenido en la vida la Princesa Leonor! Sin haber hecho nada por su parte tiene mucho dinero, es famosa y guapa. ¡Vaya que lo tiene todo!”. Es verdad que la chica ha tenido fortuna en la vida, pero también creo que es verdad que el dinero, la fama o la belleza que pueda tener no son la clave de su vida, sino la actitud vital con la que afronte lo que le vaya sucediendo.

Lo digo porque tenemos muchos ejemplos de personas que han ganado millones de euros en la lotería y han terminado viviendo en la calle, u otras bellísimas y muy famosas que se han acabado suicidando.

Hay un texto de Pablo a los Filipenses que dice que Cristo siendo de condición divina, tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos. Y “por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre”. Es decir que Jesús haya alcanzado el culmen de la vida verdadera –sobre todo- no es tanto por lo que ha hecho, sino por cómo ha hecho las cosas –tomó la condición de esclavo-, por su actitud de vivir desde abajo, como uno de tantos, de acoger la vida tal y como viene.

Y esto coincide con lo que decíamos al principio, que la clave de la vida no está en lo que nos toca vivir sino desde dónde vivimos las cosas. Por eso no tiene tanto sentido estar suspirando por llegar a ser rico, o ser un buen médico como por aprender a vivir lo que me toca con alegría, agradecimiento y serenidad.

Dice también Pablo, esta vez a los Corintios: “¿Dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está muerte tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado”. Lo que realmente nos hace daño de la muerte no es ella misma, sino el pecado, nuestra incapacidad de aceptarla, o lo que es lo mismo nuestra actitud ante ella. Es decir, lo malo de lo que vivimos como aparentemente negativo no está en el contenido de lo que vivimos sino en el modo en que lo hacemos: sin aceptar la realidad, sin acoger la vida tal y como se presenta, rebelándonos contra ella.
Javi Morala, capuchino

jueves, 14 de diciembre de 2017

UN BAÑO DE REALIDAD

Por mucho que nos quieran vender los anuncios de Navidad que el mundo es maravilloso, lo cierto es que la vida real dista mucho de esa imaginaria y fantástica postal. Sin embargo, este año una marca alemana ha hecho un ejercicio de honestidad con esta atípica campaña que rompe todos esos estereotipos. El anuncio, muestra la vida real de muchas familias desde un plano oscuro y angustioso, muy poco navideño.

El anuncio, obra de la agencia de publicidad Serviceplan para Penny, una cadena de supermercados alemana, muestra a una mujer mayor pensativa enfadada con su hija. Envuelto todo en un ambiente melancólico y de cierta tristeza, la campaña te embarca en un viaje metafórico que te engulle a través de diferentes etapas emocionales de esa travesía hacia la reconciliación: la angustia, la tristeza, el dolor, la fuerza, el valor y el coraje…

El resultado es una pieza muy muy diferente a lo que estamos acostumbrados, y que supone un baño de realidad entre tanta fantasía que nos embriaga por Navidad.

Armando Hueso

martes, 12 de diciembre de 2017

INESPERADAMENTE

Lo esperado sucede inesperadamente.
A veces no hay campana, no hay trompeta, no hay canto
ni heraldo ni siquiera jilguero que declare
la entrada del milagro. Es la vida de un hombre
en su mundo de límites cada vez más pequeños.
Como el agua que fluye pasarán muchos meses
hechos de muchos días. Habrá que darlo todo
por perdido. Dormirse muy cerca de la nada.
Pero despertaremos. Un día de febrero
respiraremos aire que contendrá futuro.
Se acabará el desorden de nuestros corazones
y se ensanchará el pecho de los que se angustiaron.
Con el mismo silencio y la misma dulzura
con que llega la nieve, se cumplirá de pronto
el nombre del arcángel que significa Dios
ha curado.

Juan Antonio González Iglesias

 

sábado, 9 de diciembre de 2017

HAPPINESS


Último trabajo del artista Steve Cutts, un cortometraje que nos muestra el vacío de la sociedad actual, donde el protagonista busca incansablemente la felicidad en distintas realidades y nunca termina de conseguirla.

jueves, 7 de diciembre de 2017

MADRES DE JESUCRISTO

Durante este tiempo anterior a Navidad volvemos a recordar en la liturgia aquellos grandes sueños que ha tenido el ser humano a lo largo de la historia de poder vivir en un mundo en paz y en armonía con todo lo creado.

El profeta Isaías, animó a su pueblo para que no perdiera de vista ese deseo de Dios para el ser humano. Nos habló de un Dios que tiene entrañas de madre. De la misma manera que se preocupa una madre por su hijo, así se preocupa Dios Padre por nosotros (Is 66,13; 49,15).

La palabra “madre”, que tanto le gustaba a San Francisco, es mucho más que una simple imagen que invita a la dulzura y al servicio a los demás. Ser madre conlleva toda una tarea de alumbramiento, acompañamiento, alegría y preocupación por lo que sucede en la vida de los hijos. “Quiero, decía Francisco, que mis hermanos se muestren hijos de una misma madre… Que exponga confiadamente el uno al otro su necesidad, porque si la madre quiere y nutre a su hijo carnal, ¿cuánto más amorosamente debe cada uno querer y nutrir a su hermano espiritual?”. San Francisco fue una madre para sus hermanos después de haber descubierto en María y en la Iglesia una madre cariñosa, fecunda y misericordiosa. Él asoció a la Virgen María con la presencia de su hijo Jesús. Ella nos lo dio. Y el tiempo de Navidad es un tiempo especial para fijarnos y contemplar la maternidad de María.

En una de las cartas que escribió Francisco, en la Carta a todos los fieles, encontramos una frase llamativa. Nos dice que también nosotros podemos ser madres de nuestro Señor Jesucristo. “Y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (Mt 12,50)… Somos madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo (1Cor 6,20) por el amor y por una conciencia pura y sincera; lo damos a luz por las obras santas que deben ser luz para ejemplo de otros” (Mt 5,16) (2CtaF 53).

La celebración de la Navidad llenaba de alegría el corazón de San Francisco. Celebraba esta fiesta con más solemnidad que las demás, nos dice su biógrafo Celano (2Ce 199). Tratemos de celebrar este año la Navidad acercándonos al pesebre con la misma simplicidad que Francisco en aquella noche de Greccio. Recibamos la Palabra de Dios en nuestro corazón, hagámosla vida en nosotros por la oración y el amor a los demás, y demos a luz a Cristo por nuestras buenas obras. Así nos convertimos en Madres de nuestro Señor Jesucristo.

Que la Paz y el Bien que nos deseamos estos días, podamos hacerlos realidad ahora y en el nuevo año.
Benjamín Echeverría, capuchino

martes, 5 de diciembre de 2017

ITINERARIO DE ADVIENTO

Ya sabemos que es fácil vivir la Navidad, al son de lo comercial, en maneras muy superficiales. Podríamos, ya desde ahora, anhelar este año vivir la espiritualidad de la encarnación desde el extraño y hermoso valor de lo secreto. Quizá apuntando a las raíces de la encarnación vayamos descubriendo un mundo de muchas más posibilidades. Puede que esto nos sea útil para este año.

Proponemos un itinerario espiritual para las tres semanas de Adviento de este año bajo la perspectiva de una mirada que profundiza, que ahonda, que se sitúa en lo secreto:

1) Semana del 3 al 10: Mirar adentro: Intensificar la oración, la contemplación, la lectura sosegada, el silencio, escuchar música, pasear en el campo o en el jardín. Encontrarse con el propio interior de manera jugosa, cayendo en la cuenta de que hay vida dentro y de que puede ser una vida gozosa. Llevar a la sala de estar, al comedor, algo recogido en el campo que hable de la hermosura de lo creado y de la vida que late dentro de cualquier realidad.

2) Semana del 10 al 17: Mirar al lado: Intensificar la mirada en la dirección de aquellos con los que convivo, familia, comunidad, parroquia, barrio, país incluso. Tratar de ver al otro en eso que hay más allá de las apariencias. Llevar a la oración la realidad del otro. Poner nombres a las personas por las que rezo. Dejarlos a los pies del altar.

3) Semana del 17 al 24: Mirar adelante: Hacia la Navidad como lugar de verdad, de secreto gozoso, de posibilidad de una vivencia jugosa y entrañable del misterio de la encarnación. Regalarse algún texto poético hermoso creyendo que la verdad poética puede ayudarnos a sensibilizarnos por dentro. No creer que es mero adorno, sino cauce de espiritualidad.

domingo, 3 de diciembre de 2017

ADVIENTO 2017

Sin llamarle,
sin haber pensado siquiera en Él,
sin saber muy bien quién es,
sin tener oídos para escucharle,
sin comprender su palabra,
sin comprender su palabra.

Alguien viene
a sentarse a nuestro lado para estar con nosotros.

Alguien viene
y tiene tantas cosas
que cambiar dentro de nosotros...
No viene para que todo siga igual
ni para hacer silencio a nuestro lado.
Viene porque
ES POSIBLE SER DE OTRA MANERA
Y COMPARTIR EL PAN A MANOS LLENAS...

sábado, 2 de diciembre de 2017

LA VERDAD EN LO SECRETO

En una cultura de la publicidad globalizada, del bombo y platillo de los medios de comunicación, de las redes sociales que todo lo muestran, hablar ahí de “lo secreto” es algo casi incomprensible y, de salida, extraño. Lo que no se publicita, lo que no aparece en la tv, lo que no circula en las redes no existe. Bien lo saben los políticos, los “influencers”, y demás. Por eso, los jóvenes quieren ser “youtoubers”, personajes de las redes. Lo dicho: hablar aquí de lo secreto es hablar ruso.

Y, sin embargo, a nada que uno reflexione, más allá de cualquier parafernalia, lo secreto encierra una verdad. Y en esta época de la posverdad, cuando se confunden los hechos y las opiniones, el anhelo de intimidad es una constante. La demandan los famosos, las personas que enmarcan su vida en la farándula y lo demandan las personas corrientes cuando se trata de asuntos delicados. Respetar la intimidad, preservar el secreto es la manera humana de tratar lo que es delicado. Echarlo a la arena de la plaza pública es, con frecuencia, maltratarlo.

Por eso decimos que lo secreto, lo íntimo, lo que es delicado como para ser tratado de cualquier manera tiene un valor: el valor de la profundidad. En lo profundo hay una verdad que difícilmente anida en lo superficial. Ya decía Tillich que la profundidad era “la dimensión perdida” que la persona de hoy habría de recuperar si quiere vivir una vida verdadera y una fe verdadera. En la superficie todo se distorsiona; en la profundidad brota la verdad. Esta, la profundidad, tiene que ver con el corazón de la persona, con sus mejores valores. La superficialidad, nuestro gran enemigo, desfigura las cosas y hace de lo relativo algo importante y de lo importante algo relativo.

¿No podríamos vivir la espiritualidad del Adviento de este año en esa perspectiva del valor de lo secreto? ¿No sería una buena opción trabajar la espiritualidad de lo secreto para vivir este año una Navidad más ahondada, menos superficial, más centrada en la contemplación de un Dios que se entrega del todo a lo humano en Jesús? ¿No nos animaría a centrarnos en nuestros mejores valores este anhelo de lo vivido en la verdad de lo secreto? ¿No nos ayudaría a percibir en otros, sobre todo en los más pobres, valores que al superficial le pasan desapercibidos?

El peligro de rutina y empobrecimiento acecha a nuestro camino humano y cristiano. Merece la pena intentar poner dique a ese peligro. Y quizá una forma de hacerlo sea trabajar, en modos sencillos, la espiritualidad de lo secreto. Intentémoslo.

Fidel Aizpurúa, capuchino