miércoles, 30 de septiembre de 2015

SOBRE LA CONFIANZA

La confianza es un sentimiento básico que vamos aprendiendo desde que nacemos al escuchar la voz de nuestra madre, y ver su rostro, y el de todas las personas que nos quieren. Luego, en las distintas etapas de la vida, tendremos que aprender a confiar a pesar de que, en el recorrido vital que nos toque hacer no sea todo fácil.
   En muchos momentos de la vida, con sus dificultades y decepciones nos llenamos más de miedo y de desconfianza. Nos cerramos sobre nosotros mismos y se impone el “sálvese quien pueda” tan típico de esta sociedad egoísta e individualista en la que vivimos, frente a una actitud de confianza en nosotros mismos y en los demás.
   Porque, muchas veces también nos encontraremos personas o situaciones que hacen desaparecer nuestros recelos y nos llevan a la confianza en la posibilidad de una existencia plena y gratificante.
   La confianza se aprende confiando y se confía cuando, humildemente, se reconocen las dificultades en las relaciones, así como la necesidad de confiar en los otros para vivir.
   Aprendemos a confiar cuando vamos conociendo a las otras personas con las que nos relacionamos y que, a pesar que muchas veces no cumplen las expectativas, siguen estando cerca de nosotros en los momentos más necesarios.
   La confianza es ese modo de estar en la vida que nos lleva a vivir con la libertad necesaria para no querer controlar nuestra existencia, ni la de los demás. Confiar es vivir abierto a los demás siendo solidarios con los otros, compartiendo vida, medios, tiempo… para hacer un mundo más justo.
   Para aprender a confiar tenemos un maestro muy especial: Jesús. Él con su ejemplo y su acogida nos dice que podemos descansar en Él plenamente y, con Él, llevar a cabo la instauración de su Reino de justicia y solidaridad en este mundo.

Carta de Asís, septiembre 2015


domingo, 27 de septiembre de 2015

ARROJAR, CORTAR, SACAR

Es normal que a lo largo de la vida nos vayamos impregnando del polvo del camino y que nuestra materia original, “el barro con el que fuimos creados”, se vuelva con el tiempo una sustancia artificial que se ha visto modificada por la gran cantidad de apegos que poco a poco se van originando en nosotros. Solo una atención constante podría en mayor o menor medida librarnos de este proceso, aunque es muy difícil. Lo que sí está en nuestra mano es arrojar lo que ya no nos hace crecer, cortar lo que nos sobra y sacar lo que no es nuestro … Hacer del desapego nuestra forma de vida.
   Quiero con ello darle la vuelta al evangelio de hoy, es decir poner la primera parte como última. Jesús aconseja tal y como es su experiencia deshechar todo aquello que aleja de la esencia. Creo que eso Él lo traduce como “escandalizar”. Con ello está colocando los cimientos para alejar de Él todo juicio hacia otros tipos de pensamientos y personas, por lo que entonces está preparado para “abrazar” cualquier fenómeno o acción que no necesariamente tenga que venir de su entorno más próximo.
   Cuando se encuentra la verdadera esencia y dentro de unos puntos comunes en las distintas corriente de pensamiento o en las manifestaciones religiosas, no habrá diferencias sustanciales porque lo que une es interno. De ahí que Jesús no “entre al trapo” cuando le presentan a aquel que echa demonios en su nombre y no es de ellos: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.
   Y sería conveniente cuestionarnos en nuestra vida personal y de cara a nuestras relaciones externas qué parapetos ponemos, qué barreras, a los que no sentimos que son de nuestro entorno porque Dios no tiene grupos ni tendencias ideológicas. “Dios es y basta”, como decía Francisco.
CLARA LÓPEZ RUBIO


jueves, 17 de septiembre de 2015

A PESAR DE MI ESCASA MEMORIA, RECUERDO…

A pesar de mi escasa memoria, recuerdo que había una cosa que me llamaba mucho la atención de mis primeras oraciones de laudes con los capuchinos. Era cómo comenzaban: “Dios mío ven en mi auxilio”. Me parecía que tenía poco que ver conmigo y con mi relación con Dios. Me daba la impresión de que había demasiado dramatismo y que por supuesto, así poco atractivo vocacional iban a tener los frailes.
   Rememoro esto porque en otros laudes, veintidós años después rezaba con esta frase: “Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado” (Sal 85, 1). Y conectaba porque el desamparo parece que ayuda a estar abierto a Dios, frente a la autosuficiencia o el creer que lo tienes todo controlado; situaciones en las que no necesitas a nadie más que a ti mismo.
   No es que haya que poner “pose” de desgraciado o dárselas de humilde, sino que si miramos dentro de nosotros, descubrimos una carencia congénita, una vulnerabilidad profunda que casi siempre queremos esconder o compensar: es esa soledad de fondo con la que algunas veces nos encontramos si nos permitimos sentir interiormente. Es esa fragilidad propia que no somos capaces de aceptar, de asumir con paz, de convivir con ella sin taparla con mil intentos vanos de “ser alguien”.
   Por eso no entendemos lo que nos dice Jesús “Dichosos los pobres porque vuestro es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis porque reiréis” (Lc 6, 20). Si somos capaces de reconocernos en nuestra pobreza y convivir con ella sin huir; si somos capaces de dejarnos sentir nuestras hambres sin hacer oídos sordos con mil estímulos que nos entretienen y permanecemos en nuestra realidad frágil, entonces inclinaremos nuestra existencia al Dios de la Vida y le dejaremos entrar en nuestra casa. Entonces seremos habitantes del Reino de Dios y quedaremos saciados. Y descubriremos que la fragilidad esconde cierta belleza como recita Fermín Herrero en uno de sus poemas que me pasaron hace poco:

Todo lo bello es frágil: los trenes
cuando olían, la escarcha en los ribazos, la boca
de los niños aún sin término, el tacto
del silencio en los camposantos a la orilla
del mar, la redondez si es fruto, el ruiseñor,
su rama. Acaso la memoria. Todo lo verdadero
es frágil. Y es inútil.
Javi Morala, capuchino 


domingo, 13 de septiembre de 2015

Y VOSOTROS ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY?

Esta famosa pregunta del Evangelio creo que es la que más veces se plantea a lo largo de la vida de un creyente, sobre todo en etapas de formación y en contextos de retiros y convivencias. Me es curioso como a lo largo de toda mi trayectoria espiritual me recuerdo intentando contestar a ella con palabras bonitas que expresaran lo que podría ser la respuesta “correcta”o al menos la que me permitiera después compartir cuál había sido el fruto de mi reflexión. Con el paso de los años y cuando ha habido más hondura espiritual y por tanto un comienzo del abandono de lo racional me doy cuenta de que hoy en día yo ya no podría contestar ni a esa pregunta ni a tantas otras porque mi mente, desde el mundo de las ideas, que es el único que conoce, ya no tienen nada que decir a cuestiones de ese tipo. Ante planteamientos semejantes te puedo como mucho contar una experiencia o una emoción que vaya de la mano.
   Y esto, gracias a Dios, ¿para qué me ha servido? Lo primero para mi crecimiento y además para no hacerle ya a mis alumnos este tipo de preguntas y en todo caso para pedirles una y otra vez que no contesten ni en este campo ni en ninguno con la cabeza, o al menos con aquello que ellos creen que a mí me puede gustar o que han aprendido de otros y que para nada expresa lo que sienten o creen.
   El resultado es cuanto menos curioso cuando a un niño o a un joven le miras fijamente y le dices: “y eso que me has respondido ¿tú te lo crees?”
   Por ahí creo que iba la intención de Jesús cuando le hace a sus amigos esa pregunta. Porque como buen pedagogo, se ganó el título a pulso en la facultad de la vida, primero se dirige a sus mentes: “¿quién dice la gente que soy?” Y cuando les ha dado la oportunidad de divagar y contar las habladurías y “marujeos” les pide que bajen a su corazón y el que pueda a sus entrañas y le respondan desde lo que cada uno es. Ojalá el Evangelio nos diera más datos de este momento, tuvo que ser de oro.
   Y es curioso que ante el desmarque de Pedro con su inteligente respuesta les prohiba inmediatamente que “se copien” de lo que Pedro acaba de decir. Y es que la experiencia personal está por encima de la transmisión de lo que he oído que han dicho.
   Entramos así en un tema difícil de lidiar, la Evangelización. En muchas ocasiones ésta ha pasado de un compartir la experiencia personal de Dios, que creo que es la que deja de verdad huella en el otro y le impulsa entonces a querer también hacer vida eso, a una mera transmisión de ideas aprendidas que pretenden convencer. Santa Teresa llama mucho la atención sobre esto y pide un conocimiento profundo de Cristo y un caminar en la experiencia.
   De todos modos, tenemos tan relacionada la cabeza y por tanto todo el mundo de los juicios y expectativas con nuestra vida, que aunque en principio intuyo que la respuesta de Pedro surgió de los más profundo de sus entrañas, inmediatamente cortó la conexión y desde sus miedos intentó ponerle “puertas al campo” y limitar la vida del Maestro ante lo que era ya cercano que sucediera.
   Entrar en las claves de Dios, desde la dimensión espiritual, no racional ni religiosa, trae consigo quedarse sin parapetos ni apoyos. Ir subiendo una escalera cuyos escalones se van desintegrando sin dejar posibilidad de marcha atrás. Ahí está el reto y también la maravilla de ir adentrándose hasta el corazón de Dios que resulta estar dentro de nuestro ser más profundo.
   Una invitación por mi parte a los que tenemos personas a nuestro cargo en cualquier campo a permitirles que fluyan hacían dentro y a no cargar de ideas vacías de sentido lo que sólo puede proceder de la experiencia. Formación, sí, pero no adoctrinamiento. Atención profunda a esto.
CLARA LÓPEZ RUBIO

jueves, 10 de septiembre de 2015

LOS COLEGIOS CAPUCHINOS Y LAS OBRAS DE MISERICORDIA

Una vez acabado el curso, los profesores y los maestros repasamos las vivencias del año transcurrido. Sumido en estas reflexiones, por casualidad me encontré con las obras de misericordia y me he dado cuenta que nuestro trabajo (en ocasiones sufrido y poco valorado) las cumple de manera admirable:

OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES:
1.- Enseñar al que no sabe: Uno de los objetivos fundamentales de la escuela. Especialmente aquellos centros que somos sensibles con la diversidad, planteamos programas de apoyo o refuerzo para ayudar, precisamente al que más le cuesta.
2.- Dar buen consejo al que lo necesita: Todo buen docente es un tutor de los alumnos a tiempo completo. Aconsejar, explicar, repetir una y mil veces los consejos… eso es el día a día de un centro educativo.
3.- Corregir al que está en error: Ya sea en un tema académico o en cuestiones personales o humanas.
4.- Perdonar las injurias: Es curioso como en los colegios la gran mayoría de los conflictos “irreconciliables” entre los alumnos, finalizan con un profesor que logra un apretón de manos, un “perdón a regañadientes” y una feliz vuelta a la normalidad.
5.- Consolar al triste: ¿Cuántas veces no nos encontramos con un alumno con lágrimas en los ojos ante el que dedicamos un buen rato de nuestro “valioso” tiempo? Nunca es tiempo perdido aunque dejemos de atender programaciones didácticas, pospongamos llamadas telefónicas a padres o retrasemos el comienzo de una clase.
6.- Sufrir con paciencia los defectos de los demás: Porque esa es uno de los mayores esfuerzos que hace un profesor, la paciencia. Paciencia para enseñar, para corregir, para repetir, para orientar, en definitiva, para lograr que nuestros alumnos sean cada vez mejores y sepan enfrentarse a las cuestiones de la vida.
7.- Rogar a Dios por vivos y difuntos: ¿En cuantos funerales de padres, abuelos y otros parientes ves a un profesor? Seguramente no le tendrás en primera fila, tal vez el alumno sea el único en toda la iglesia que le conozca. Pero eso no es impedimento para que en esos momentos difíciles tengas ahí a aquellos que son parte de tu vida.

Decía un profesor de mi infancia que el colegio es “la segunda familia” y no le faltaba razón. Los Colegios Capuchinos de España somos una pequeñita familia dentro de la orden de los Capuchinos, pero sin duda manifestamos una completa implicación para llevar las obras de misericordia a toda esta comunidad que depende de nosotros.

Javier García Galán, Profesor del Colegio de Capuchinos de Santander

martes, 1 de septiembre de 2015

GUARDA ESTE TEXTO Y LÉELO CUANDO TE SIENTAS TRISTE

  • Para alguien, tú eres el todo
  • Tu sonrisa puede alegrar hasta a las personas que no gustan de tí
  • Cada noche alguien piensa en ti antes de ir a dormir
  • En muchas ocasiones la única razón por la que alguien puede odiarte es porque realmente esa persona quiere parecerse a ti, ser como tú.
  • En el mundo hay al menos dos personas por quienes estarías dispuesto a dar tu vida..
  • Al menos 13 personas te aman, aunque sea a su manera
  • La vida es demasiado corta como para levantarse cada mañana con tristeza y arruinar el resto del día, ¡alégrate!
  • Ama a las personas que te tratan adecuadamente, y olvídate de aquellas que no lo hacen, y ten presente que todo pasa por algo.
  • Incluso si cometieras el error más grande de tu vida, con esto vendrá también algo bueno.
  • Cuando crees que la vida te dio la espalda, cambia tu perspectiva hacia ella, mírala desde otro ángulo
  • Recuerda siempre que si la vida te da otra oportunidad, ¡significa que lo vas a lograr!
  • Si tienes una oportunidad ¡no la desperdicies! Si esa oportunidad puede cambiar tu vida, deja que eso suceda
  • Nadie dijo que fuese fácil, solo dijeron que el esfuerzo vale la pena
genial.guru