martes, 27 de abril de 2021

RESISTENCIAS

Cuántas veces nos habremos propuesto dar pasos para avanzar en la vida y descubrimos en nosotros resistencias al cambio. Estos propósitos de novedad pueden ser en cualquiera de los ámbitos de la existencia: desde una vida más saludable hasta la conversión a Dios, pasando por actos de solidaridad, de acogida al diferente, de asumir mis limitaciones, cambio de hábitos de trabajo, etc.

Ante la constatación de que nos estamos volviendo comodones y perezosos en la vida, en las relaciones, en la fe, decidimos poner remedios para desinstalarnos y cambiar. Ponemos la mejor voluntad e invertimos tiempo y esfuerzo. Sin embargo, al tiempo, descubrimos que hay algo más adentro en nosotros que tira hacia las dinámicas anteriores a la decisión del cambio. No queremos rendirnos a la flojera, pero la tendencia a dejarlo todo como estaba es mayor que lo previsto. Decimos: “Ha sido un acto de puro voluntarismo”, “ya no estamos para grandes cosas”, “¿quién me habrá metido en esto?”... En el fondo, descubrimos que tenemos mayores resistencias que las esperadas y que éstas amenazan con frustrar cualquier avance.

A pesar de todo ello, es posible y deseable que demos los pasos pensados y nos descubramos cambiando nuestra vida. Esto nos señala que no estamos determinados por la pereza y la rendición. Ciertamente tenemos resistencias muy escondidas en lo más interior, que casi son parte de nosotros mismos; como si estuvieran más adentro que nuestra mejor voluntad. Y sin embargo, también percibimos que somos más que esas resistencias que nos condicionan, pero no nos determinan del todo.

Las mayores resistencias asoman en los terrenos de la relación de confianza en Dios. ¡Cuántas razones evidentes y prudentes para no dejar que sea Él el motor de mi vida! Nos justificamos: “No somos héroes”, “no soy un santo”, “esto es para otros”, “¿no será esto puro orgullo?”…. El mayor acto de humildad será exponerse a su voluntad. Quizá sólo cuando nuestras fuerzas mermen estaremos maduros para la humildad ante su presencia, sin mayores resistencias.

Carta de Asís, abril 2021

domingo, 25 de abril de 2021

ECOEVANGELIO: DIOS NOS CUIDA, Y HA INSCRITO EN NUESTRA ESENCIA EL CUIDADO

Al principio de de abril una noticia llamó la atención en las redes sociales. En Talcahuano, Chile, una decidida mujer octogenaria, Margarita Castro, defendió un árbol que, por la pavimentación del sector, pretendían talarlo. Su acción se hizo viral y, gracias a su intervención, una empresa especialista trasladó el árbol al vivero municipal. Después de un final feliz, Margarita fue entrevistada y recomendó: “Cuiden mucho a los árboles, no les hagan daño, porque ellos purifican el aire”.

La reacción de Margarita emociona y cuestiona. A ella no le fue indiferente perder un árbol más y nos deja entrever su esencia humana, el cuidado de la vida, expresándola en proteger un bien colectivo. «Ellos, - dijo- “purifican el aire”», y este servicio no está en función de una necesidad personal, sino de la misma comunidad humana. Detengámonos a considerar la actitud del cuidado, resaltada en el Evangelio de este IV Domingo de Pascua.

Jesús dice de sí mismo «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas» (Jn 10,11). Jesús se autodefine y expresa las características con que define su pastoreo, con los verbos: dar, importar, conocer, atraer. También expresa que un mal pastor se conoce por sus actitudes de asalariado, desinterés y abandono de las ovejas. Jesús resalta que el móvil del auténtico pastor es el amor sin medida, hasta el extremo de dar la vida por quien ama. En nuestro contexto actual, de gran aprecio por la libertad, poco nos motiva relacionar el amor con el trato que el pastor da a las ovejas; quizás por la idea de sumisión hacia a la autoridad. Aún así, podemos aludir a la necesidad de liderazgos de vida, de lumbreras humanitarias, de Margaritas, que sean reclamo y alternativas de cuidado; sus acciones pueden librarnos de no ser conducidos por pastores disfrazados de mass media, de voces políticas, de economías capitalistas, que toman el control de la humanidad en función de una economía mundial devoradora del planeta.

El Buen Pastor, que es Cristo, nos propone hacer una experiencia de liberación con Él. Pertenecer a su rebaño no es caer en la masificación, sino estar resguardados de lo que aniquila lentamente (cf. R. Cantalamessa).

La globalización de la indiferencia nos va aniquilando porque hemos dejado de asombrarnos por las inequidades, dice el Papa Francisco. Solo quien es libre puede optar conscientemente por cuidar del otro y de los otros, porque finalmente «lo que se opone al desinterés y a la indiferencia es el cuidado. El cuidado representa una actitud de ocupación, de preocupación, de responsabilización y de compromiso efectivo con el otro» (Leonardo Boff). Pensar en la categoría del cuidado nos abre no solo al que nos debemos unos a otros sino al cuidado de nuestra madre tierra. Carl Sagan, el gran cosmólogo, dijo: «Nuestro planeta es muy frágil, hay que tratarlo con cariño». Es la llamada de un científico para cuidar nuestra casa común. También Fano -dibujante cristiano- ha propuesto para este domingo, representar nuestro mundo en forma de oveja. Su excelente viñeta nos lleva a reflexionar en el cuidado que Dios tiene de toda su creación, incluido el ser humano. Dios nos cuida, y ha inscrito en nuestra esencia el cuidado; nosotros hemos de cuidar lo que nos ha sido dado como don.

Margarita Castro nos ha recordado en esta ocasión que hay que mirar con la sabiduría del corazón; eso le permitió ver en el «árbol de Alcornoque», no un estorbo para pavimentar, sino un bien, un servicio natural que debía proteger. No perdamos esta sensibilidad inscrita en nuestros corazones, «El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación» (LS 36). Este 22 de abril hemos celebrado el Día Mundial de la Tierra; pensando en su cuidado, podríamos detenernos un poco, y preguntarnos:

¿Cuál es mi árbol o cuál es el sitio que yo defendería?

Hna. Gladys de la Cruz Castañón HCJC

sábado, 24 de abril de 2021

FIESTA DE LA DIVINA PASTORA, MADRE DEL BUEN PASTOR

Si algo caracteriza esta advocación de la “Divina Pastora” es su sencillez, su cercanía, su estar al lado de la gente trabajadora y humilde. Y, por supuesto, estar en contacto con la naturaleza, con cualquier ser vivo, con nuestra madre Tierra.

A María la denominamos “Divina Pastora”, porque hay un Pastor de la que ella es Madre. Sin la presencia de Jesús su pastoreo carece de sentido, cristianamente hablando. “También tengo otras ovejas que no son de este aprisco”: es la más poderosa llamada de atención que nos muestra Jesús para nuestra acción pastoral. Nos lo dijo bien claro en distintos momentos de su Evangelio: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”, “no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”. Acogió a Mateo, recaudador de impuestos, a la mujer pecadora, habló con la samaritana y le abrió a una nueva perspectiva de salvación… Acoger, no condenar; ofrecer el camino de la conversión, no juzgar; gastar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestro dinero para -como el buen samaritano- dar nuevas oportunidades a quienes están apaleados al borde del camino.

El pasado jueves celebramos el día de la Tierra. Creo que todos somos conscientes de la necesidad que tenemos de cuidar nuestra casa común, de defenderla, denunciar los abusos que se cometen -cometemos- contra ella, de protegerla… Hay una importante tarea que tenemos a nuestro alcance: mentalizar a todos los habitantes de nuestro planeta de la necesidad que tenemos de cuidar nuestra tierra, nuestro planeta, cualquier ser vivo. Hay cosas muy sencillas y prácticas que podemos hacer todos, que están a nuestro alcance (la ONU marcó hace unos años 51 ideas prácticas que pueden marcar la diferencia, día a día, en el cuidado de la Tierra). Somos expertos en buscar en internet lo que nos interesa. Busca estas 51 ideas y… ponlas en práctica.

¡Feliz día de la “Divina Pastora!

Carlos Coca, capuchino

jueves, 22 de abril de 2021

DÍA DE LA TIERRA

Hoy, 22 de abril, es el Día de la Tierra, que celebramos, según la web de Naciones Unidas, "para recordar que el planeta y sus ecosistemas nos dan la vida y el sustento. Con este día, admitimos, además, la responsabilidad colectiva, como nos recordaba la Declaración de Río de 1992, de fomentar esta armonía con la naturaleza y la Madre Tierra".

Las Naciones Unidas reconocen que la Tierra y sus ecosistemas son el hogar de la humanidad. De igual manera, están convencidas que si queremos conseguir un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, es necesario promover la armonía con la naturaleza, con todo lo creado. Es por esto que decidieron designar el 22 de abril como “Día Internacional de la Madre Tierra”.

Dada la perfecta sintonía entre este reconocimiento y la ecología que nos propone el papa Francisco en su encíclica Laudato si’, y que comienza con la alusión a “nuestra hermana madre Tierra” del Cántico de las Criaturas, pensamos que tiene pleno sentido unirnos, como Iglesia y como franciscanos, a la celebración del Día de la Tierra.

Este día es para ayudar a que todo el mundo tome conciencia de que tenemos que celebrar y cuidar nuestro planeta. Es una fecha que nos recuerda que todos hemos de poner nuestra parte para que el planeta siga adelante. Y para decir a nuestro políticos que tienen que tomar decisiones valientes en la lucha contra el cambio climático.

Temática del Día de la Tierra 2021: El lema para este año no podría ser más acertado: Recuperemos la Tierra. Se trata de un llamamiento a reducir el impacto de nuestras acciones sobre el planeta al tiempo que nos recuperamos, como especie, de la crisis sanitaria de la COVID-19, y a que aceptamos nuestra responsabilidad como parte de la solución.

martes, 20 de abril de 2021

AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS

Y sí, Jesús resucitó. Esta es la parte buena de la historia, también la más importante y difícil de creer. Muchas veces nos quedamos solo en la muerte, porque resulta más inmediata, accesible y empática, pero si hubieran pensado lo mismo los primeros discípulos no estarías leyendo esto. Nuestra fe no separa la muerte y la resurrección, porque si lo hiciera, faltarían las patas de una mesa donde no podríamos apoyar absolutamente nada. 

Los discípulos también tuvieron dificultades para entenderlo. Por eso los relatos de las apariciones en tiempo de Pascua muestran dudas, perplejidad, miedo, inseguridad, dificultad para hacerse a la idea de que estaba vivo, ahora de otro modo... porque no basta una mirada superficial, se necesita mirar desde la fe, de otro modo es imposible. Y es este modo glorioso de resucitar Jesús que nos permite acceder y relacionarnos con él generación tras generación. De lo contrario hubiera sido algo pasajero, como lo es nuestro propio cuerpo que se empequeñece con el tiempo. Es difícil de entender, porque resucitar nos parece imposible, por eso es quizás la piedra angular de nuestra fe, porque con la resurrección de Jesús la puerta de la muerte queda abierta para todos nosotros. La resurrección hace que lo imposible se vuelva realidad, hace que la vida florezca donde todo era muerte y vacío. La resurrección es la confirmación, por parte de Dios, en Jesús, de que la muerte no es el final, de que la Vida vence, de que tras nuestro tiempo viene la eternidad, tras nuestra historia, la plenitud, tras el aquí y ahora el entonces y para siempre.

La promesa de nuestra resurrección es más importante de lo que nosotros creemos, y ni la política, ni la cultura, ni la filosofía, ni por supuesto todo el dinero del mundo nos puede prometer algo así. ¿Cómo sería nuestra vida si no creyéramos en la resurrección? ¿Piensas, acaso, que la vida es solo esto de aquí? ¿que no hay nada más? ¿que el único sentido de la vida es vivir hasta morir? 

Muchos nos negamos a que todo esto acabe con un game over. Y no es por miedo, sino por confianza en una promesa, un testimonio, y una historia de la que somos parte. 

Álvaro Lobo, sj

domingo, 18 de abril de 2021

LO COTIDIANO, EXTRAORDINARIO

A la presencia del Resucitado accedemos a través de la vida con fe. De esa forma estamos ya en su presencia y Él en la nuestra. Esa presencia nos permite vivir descubriendo la maravilla de lo ordinario, notando que lo cotidiano es distinto.

jueves, 15 de abril de 2021

¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE EL MATRIMONIO?

Más allá de matices que luego haremos, y más allá de no tener la certeza de que Jesús fuera célibe o casado (sociológicamente se tendería a lo segundo), los evangelios hablan poco del matrimonio como realidad social. Se acepta y punto. Probablemente Jesús acepta lo que dice la Torá: hay que mantener el matrimonio excepto en casos de promiscuidad manifiesta. Pero también se enfrenta a la banalización del divorcio, cosa que siempre puede darse. En cualquiera de ambos casos, el tema de la indisolubilidad queda lejos.

Todo este asunto habrá que enmarcarlo en el más amplio de la nueva relación que postula el reinado de Dios. La relación matrimonial habrá de vivirse como buena relación, como proceso humano de relación procurando que no solamente el amor no se acabe, sino que llegue al nivel de dicha humana que se propone a toda relación.

  • Sin magnificar el envoltorio histórico de la escena de las bodas de Caná (Jn 2,1ss), puede ser un indicio de algo básicamente humano en la vida de Jesús: ha participado en ceremonias nupciales como todo ciudadano, por humilde que fuera (los pobres siempre han celebrado sus bodas). Partícipe de los pros y contras de una relación conyugal.
  • El estrambótico planteamiento de la resurrección que hacen los saduceos con el episodio de la mujer que tuvo siete maridos (Mc 12,18-27) plantea con crudeza el secular dominio del hombre en la relación matrimonial: “¿De quién será?”. La mujer como propiedad del hombre, lo que rompe la simetría necesaria para toda relación. Jesús deshace ese equívoco para el más allá; no hubiera estado mal que lo hubiera desecho para el más acá (como creemos que lo hace en Mt 19,1-12).
  • En el episodio de Jn 8,1-11, la mujer es pillada en “flagrante adulterio”. Jesús no condena. Pero no habría estado de más aludir, aunque fuere sin condenar, al hombre, ya que el adulterio se hace entre dos. Esta visión era demasiado para un hombre de aquel contexto social.

Texto: Mt 19,1-12: «Cuando terminó estas palabras, pasó Jesús de Galilea al territorio de Judea del otro lado del Jordán. Lo siguieron grandes multitudes y él se puso a curarlos allí. Se le acercaron unos fariseos y le preguntaron para tentarlo: -¿Le está permitido a uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera? Él les respondió: -¿No habéis leído aquello? Ya al principio el creador los hizo varón y hembra (Gen 1,27) y dijo: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser” (Gen 2,24). De modo que ya no son dos, sino un solo ser; luego lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Ellos insistieron: -Y, entonces, ¿por qué prescribió Moisés darle acta de divorcio cuando se la repudia? (Dt 24,1). Él les contestó: -Por vuestra obstinación, por eso os consintió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno repudia a su mujer –no hablo de unión ilegal- y se casa con otra, comete adulterio. Los discípulos le replicaron: -Si tal es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse. Pero él les dijo: -No todos pueden con eso que habéis dicho, solo los que han recibido el don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de Dios. El que pueda entenderlo, que lo entienda».

  • El tema del relato es de casuística matrimonial, algo que gustaba mucho a los judíos. El v.12, sobre la “eunuquez” es, sin duda, un añadido que, al pegarlo a este pasaje hay que referirlo a algo distinto a la opción célibe (quizá en su origen fuera algo relativo a esa eunuquez, aunque eso contraviene la sociología de la época que no valora el celibato).
  • El tema de fondo no es el divorcio y sus condiciones, sino algo más del cimiento: por qué despide el hombre siempre, aunque sea el causante de la ruina de la convivencia (como ocurre en el film de Amós GitaiKadosh). Lo es porque se ha concebido la relación matrimonial en parámetros de desigualdad. El tema de fondo es cómo vivir la igualdad incluso en relaciones tan íntimas como las matrimoniales.
  • El evangelio da una pista: quien tiene la fuerza, el hombre, ha de abandonar sus posiciones, a su padre y a su madre, desplazándose al terreno de la parte más frágil, la mujer. Solamente un equilibrado de fuerzas en base a la dignidad es la que puede garantizar una relación saludable. De lo contrario, la relación se resquebrajará. Ese es el querer de Dios para la historia humana: una relación de total igualdad, por encima de géneros.
  • Los que siguen a Jesús han recibido el “don” de entender esto. Si no lo asimilan, quedan desconectados. Pretender seguir a Jesús viviendo en relaciones desiguales es una incoherencia inaceptable.

Aplicación: Una creciente y cuidadosa mentalidad de género. El tema del género, y sobre todo la ideología de género, es un gran fantasma para muchas personas y entidades: Creen ver en ello la disolución de la sociedad, la modificación inaceptable de los planes del Creador y la perversión de la juventud en todos sus niveles. Si se despoja el tema de cargas ideológicas previas, quizá la cosa no sea tan grave y derive hacia algo de corte fantasmal. Se trataría de crear un equilibrio social entre dos realidades que, desde el neolítico, parecen haber estado desequilibradas: los géneros. Volvemos a decirlo: no se trata de una lucha por la supremacía, sino por el equilibrio. El Evangelio, en textos como Mc 10,1ss, parece sumarse a tal movimiento.

El primer ámbito, el más básico, es lograr una igualdad mutua entre géneros desde el lado social: lo que es de todos, ha de ser participado igualmente por todos. La imposibilidad de ciertas culturas y de ciertas mentes para percibir los géneros en una igualdad esencial es proverbial y sigue verdeante. Mientras este paso renquee, hablar de otros es una fantasía. Esta no es la panacea de todos los males sociales, pero abre la puerta a la posibilidad de crecer en igualdad de géneros.

Pero es preciso dar un paso más: se necesita una actitud de cuidado también esencial ya que los dos géneros están amasados en fragilidad y no hay otra instancia de cuidado ajeno a ellos. Cuidar no es un mero acto puntual, es una actitud, una forma de comportamiento continuado, un camino que se va andando. Los géneros necesitan ser cuidados en sus elementos comunes y en su peculiaridad, con todas las variantes. El cuidado allana muchas dificultades que se han instalado en el caminar histórico de las personas.

Puede parecer algo previo que va de sí, pero la vivencia bien relacionada de géneros demanda una dosis continuada de respeto a la diversidad, tanto en orientación sexual, como en opciones de vida. Si hay leyes, normas o costumbres que no incluyen de modo efectivo tal respeto, quedan contradichas por este elemento esencial. El respeto, correctamente situado y discernido, sabe que su valor se mide por su índice de humanidad. Si este indicador no aparece, el respeto puede convertirse en una trampa de desigualdad y de inhumanidad. El respeto mira a la conjunción con el otro, no a su distanciamiento.

Por lo que hace a la comunidad cristiana, sigue vigente el trabajo por salir de “un pecado de injusticia continuada” en el tema de la relación de géneros que aún no se ha sabido asimilar. Esto tiene que llevar a que la mujer entre en la relación de géneros no solamente con la entrada del pensamiento o en órganos de gestión sino en el todo del entramado eclesial.

Fidel Aizpurúa, capuchino

martes, 13 de abril de 2021

SAN FRANCISCO Y LA ALEGRÍA DE PASCUA

Cuando san Francisco habla del gran misterio de la resurrección de Cristo, solo le sale un sinfín de palabras que expresan júbilo, alegría, alabanza, canto, conmoción, danza, ofrecimiento, etc. Es la profundidad de su experiencia de la resurrección del Señor lo que expresan todas estas palabras, tomadas en su mayoría de la Escritura y de la liturgia, hiladas por la fe y el amor en el corazón de un hombre profundamente creyente. De un hombre vaciado de sí. De un hombre que ha mirado mucho al Cristo pobre y humillado. De un hombre que, casi al final de su vida, podrá decir: “Me sé de memoria a Cristo crucificado”. De un hombre que ha abrazado y curado con ternura el cuerpo “crucificado” de los hermanos leprosos… 

Esta alegría, este júbilo, este canto de alabanza… son verdaderos porque han pasado por la experiencia de la cruz y son fruto de la resurrección. ¡Ni el mundo ni ningún revés de la vida se los podrán quitar! San Francisco fue aprendiendo que las alegrías que no nacen de la cruz, ¡con todo lo que esto significa!, son como fuegos artificiales, duran lo que duran, se van desvaneciendo poco a poco. De ahí que pida a sus hermanos con insistencia: “Decid entre las gentes que el Señor reinó desde el madero”.

En esta Pascua de resurrección “anclemos” nuestra esperanza y la fuente de nuestra alegría a la cruz de Cristo, árbol de vida. Dejemos que esta fuente riegue nuestras esperanzas y alegrías más pequeñas, las de cada día, para que las hagas más verdaderas, las ensanche y las purifique.

vocacionesfranciscanas.blogspot.com

domingo, 11 de abril de 2021

ECOEVANGELIO: VER LAS INJUSTICIAS SOCIOAMBIENTALES

Hace unas semanas fueron presentadas las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados climáticos. Importante aporte entregado al mundo por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. El documento aborda la problemática de millones de hermanos nuestros, obligados a abandonar sus tierras inhabitables como consecuencia de la crisis climática. Este no es un tema desconocido por la sociedad; con regularidad los medios de comunicación muestran el constante éxodo de personas damnificadas por desastres naturales. Pero en este, como en otros temas de justicia social, poco nos dejamos afectar por él y mucho menos nos sentimos internamente movidos a la acción. «El efecto que tienen estas historias en nosotros y cómo respondemos, si nos parece algo lejano o las tenemos muy presentes, depende de nosotros». Es cuestión de ‘Ver o no ver’, dice el Papa en el documento. 

El Evangelio de este segundo domingo de Pascua nos pone también delante de lo que vemos o no vemos, para creer o no creer, para dejarnos afectar por la presencia viva del Resucitado o seguir encerrados en nuestros miedos y egoísmos. El argumento es creer viendo, pero no superficialmente, sino ir al fondo de lo que observamos, hasta suscitar en nosotros una confesión o una transformación a partir de las llagas del Resucitado. En el texto centramos nuestra mirada en Tomás, el “discípulo incrédulo”, quien no estaba presente cuando el Señor Resucitado se apareció a los discípulos en el cenáculo. Ellos le contaron que habían visto al Señor (cf. Jn 20, 19-31), pero a Tomás no le fue suficiente el relato de los otros. Su respuesta fue valiente y desafiante, quiso ver las heridas en profundidad y más aun, tocarlas. El Señor le concedió ambas acciones, y en este ver y tocar reconoció al Maestro vivo experimentando su misericordia.

Tanto a la comunidad como a Tomás, el Señor les descubrió sus heridas; con estos signos manifestó su presencia resucitada. En nuestro tiempo, el Señor sigue revelándonos su presencia, tanto al partir el pan de la Eucaristía como en las llagas de sus manos y costado traspasado presente ahora en nuestros hermanos pobres y necesitados. A esto se refiere el Papa Francisco cuando dice a los jóvenes: «Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la eucaristía». Entrar en el misterio de las llagas del Resucitado descubiertas en los necesitados, es penetrar en el misterio de su amor misericordioso (cf. Francisco). Misericordia en el doble movimiento, tanto de recibirla como de practicarla, «Quien desee alcanzar misericordia en el cielo, debe practicarla en este mundo» (San Cesáreo de Arles).

En este día, en el que celebramos el Domingo de la Divina Misericordia, el EcoEvangelio nos invita a aprender de la incredulidad del discípulo para ir más allá del solo escuchar, y atrevernos a tocar las heridas de los otros, en este caso, la de los desplazados climáticos. Esto conlleva, entre otras cosas, mirar a fondo la crisis climática y asumir que «el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta» (LS 48); conlleva también “ecologizar” nuestros pensamientos y acciones, empezando por conocer el problema. El Movimiento Católico Mundial por el clima ofrece una amplia información y formación al respecto. Que a la luz del Resucitado podamos “confesar nuestra fe” y, tocando estas heridas, nos involucremos en la lucha para «resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo» (LS 13).

Hna. Gladys de la Cruz HCJC

 

jueves, 8 de abril de 2021

EL TRIUNFO DE LOS PEQUEÑOS

Hay un librito de Carlos Severri con este título. En él pretende motivar a los niños al juego del ajedrez, haciéndoles ver que también los pequeños pueden ganar partidas a los grandes. Y eso puede hacernos conectar con la espiritualidad de la Pascua: un triunfo de pequeños, de derrotados, de caídos que se levantan.

La fe ha envuelto la celebración de la Pascua de brillo, de luz, de épica, de triunfo. Consideramos que la Pascua no solamente es un triunfo grande de Jesús, sino que es el triunfo máximo de la vida. Y es cierto. Pero no hay que olvidar su origen: ¿cómo entenderían los primeros seguidores el triunfo de la resurrección? ¿Cómo algo para ser publicitado a bombo y platillo o como algo hermoso, pero pequeño, que se guarda en el corazón y que saca a la persona de sus derrotas?

Puede ser la Pascua un tiempo bueno para, uniéndose a Jesús, celebrar los pequeños triunfos de cada día como lenguaje de vida y de esperanza. Quizá en lo pequeño habite mayor verdad que en las celebraciones pomposas. Tal vez la resurrección de Jesús es el lenguaje de vida en lo pequeño, en lo pobre, en lo humilde. No se quiere quitar esplendor a la Pascua, sino situarla en otro marco, más entrañable, más vivo y, tal vez, más real.

De esta manera puede que la Pascua de este año pase de ser una verdad de fe a convertirse en un sencillo dinamismo de vida. Saber que hay triunfo en lo pequeño es lo que puede hacer que el seguidor de Jesús viva su resurrección como promesa del propio triunfo, más allá de cualquier limitación.

Fidel Aizpurúa, capuchino

martes, 6 de abril de 2021

RESURRECCIÓN

El año pasado, al atardecer del día 27 de marzo, el Papa Francisco se encontraba solo en medio de la lluvia y de la gran plaza del Vaticano. En una celebración austera, se acercaba a poner al pie de la Cruz los dolores de la humanidad en este tiempo de pandemia. Vivimos una Semana Santa especial pues se cancelaron las celebraciones y actos de piedad con los que el pueblo cristiano ha celebrado a lo largo de la historia los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Ha pasado un año y seguimos con restricciones, toques de queda, alarmas que nos intranquilizan y amenazan. Hemos pasado por distintas olas en las que la muerte ha estado presente en medio de nuestras familias y sociedad. Como un día dijeron los apóstoles, en este tiempo nos hemos dirigido a Dios con aquellas palabras u otras parecidas en las que hemos expresado nuestro desconcierto y nuestros miedos: “Señor, ¿No te importa que nos hundamos?”

Para muchos, como recordaba entonces el Papa, esta también será una Pascua de soledad, vivida en medio de los lutos y dificultades que genera esta pandemia con las muertes, sufrimientos y problemas de salud y económicos.

En medio de la muerte los cristianos seguimos hablando de vida, de vida plena, de vida eterna. No olvidamos que el Resucitado es el Crucificado, que lleva en su cuerpo las llagas y heridas de la pasión. A Él le miramos para que cure las heridas de esta humanidad tan “tocada” y desolada.

Cristo resucitado es la fuente profunda de nuestra esperanza. Su resurrección sigue aconteciendo este año, no es algo del pasado. En nuestro mundo, a pesar de las dificultades también aparecen nuevos brotes de resurrección. En medio de la oscuridad siempre surge algo nuevo. Me gusta recordar esa imagen que Leonard Cohen proponía en la letra de una de sus canciones: “Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz”.

Escribía el Papa Francisco unos años antes de la pandemia estas palabras en ese gran documento que marca y orienta su pontificado: “Ahí está, viene otra vez, lucha por florecer de nuevo. La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!” (EG 278)

Para todos vosotros, ¡Feliz Pascua de Resurrección!

Benjamín Echeverría, capuchino

domingo, 4 de abril de 2021

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Muchas veces uno duda de si este camino nuestro merece la pena. Jesús Resucitado nos dice: sí merece la pena, tú mereces la pena.

Y, aunque nos suene un poco lejana la cosa, habla también de que esta realidad será transfigurada, distinta, plena. No sabemos cómo será el asunto. Pero la Resurrección de Jesús es la potencia que tiene dentro lo creado y que se expande a velocidades increíbles.

O sea, que estamos metidos en un torbellino de vida y de amor. La Resurrección es algo más que una verdad de fe. Es una certeza: saber que tu vida puede ser hermosa si amas al otro, a las cosas y al mismo Dios. Vivir cambiados por el amor. Eso es la resurrección.

Si la gente con la que vives ve en tus ojos el brillo del amor, estás haciendo la mejor propaganda de la resurrección. ¡Feliz Pascua!

viernes, 2 de abril de 2021

VIERNES SANTO

Hoy hacemos memorial de la Pasión y la muerte de Jesús. Aunque sea una realidad que celebramos año tras año, esa periodicidad no resta ni un ápice al conmovedor e incluso indignado sentimiento que nos brotan del injusto juicio, la tortura y el asesinato cruel de un inocente, Jesús de Nazaret. En medio de ese dolor ponemos junto a la cruz, con un silencio sagrado, a tantas víctimas inocentes que sufren injustamente la violencia, el acoso, la pobreza o la huida de su propia tierra.

jueves, 1 de abril de 2021

JUEVES SANTO

«Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna», dice el papa Francisco en la encíclica Fratelli tutti, porque hoy más que nunca el amor manifestado por Jesús a los suyos nos enseña que amar en una invitación a recomenzar de nuevo. El amor no tiene límites, ni fronteras, no sabe de economía ni de política. Se hace entrega y servicio con el amigo, el hermano, el pobre y el refugiado. La entrega de Jesús de su propia vida es la exhortación constante para descubrir y sacar a la luz nuestra esencia fraterna.

El mayor don que podemos descubrir en este Jueves Santo es que Jesús con su muerte nos hace hijos y hermanos, nos capacita para mirar al otro con un amor que tiende manos a los que caen en el mar, que se enreda con los que viven en la calle o han perdido su trabajo. Un amor abierto a transformar un mundo de desesperanza e incertidumbre en un mundo lleno de luz y de vida.

Tiende tu mano y enrédate, Cáritas 2021