martes, 31 de mayo de 2022

ES TIEMPO DE ABRAZAR

Una vez nacemos y llegamos a este mundo una de las primeras cosas que vivimos es el abrazo de nuestros seres queridos, el cual se nos regala para sentir su amor hacia nosotros, para darnos una calurosa bienvenida, a partir de ese momento abrazamos y nos abrazan todo el rato.

Es de los gestos más sencillos pero, ¿cuántos significados puede tener un abrazo?

Abrazamos para dar las gracias, para dar la enhorabuena, abrazamos para consolar a quien está triste, para hacerle sentir a alguien que no está solo, abrazamos para apoyarnos ante una dificultad o fracaso, abrazamos para demostrar amor, cercanía y empatía, abrazamos para saludar o despedir a alguien, abrazamos para hacer sentir en casa o para transmitir que todo va bien, en definitiva abrazamos continuamente, tanto que a veces pierde su significado y se convierte en un gesto rutinario y mecánico cuando lo hacemos de forma rápida y vacía.

La pandemia nos ha demostrado que necesitamos afecto, necesitamos sentirnos queridos, entrar en contacto con aquellos a los que queremos, recordando así que en los abrazos silenciosos pueden estar contenidas todas las palabras y todas las expresiones del alma que no hemos sido capaces de expresar de otra manera. Es en ese momento cuando deseamos que el abrazo nunca termine, que dure para siempre, porque son una conexión entre almas, una fusión que deja una huella imborrable tanto en el corazón que los recibe como el que los da.

Abracemos cuando no sepamos qué decir, los abrazos mejoran nuestra autoestima, nos animan, reducen el estrés, nos hacen sentir queridos, son beneficiosos tanto a nivel emocional como a nivel fisiológico.

El libro de Eclesiastés nos dice: “Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; un tiempo para matar y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse (…).”

Hay un tiempo para todo, ¿por qué perderlo pensando en aquello que pudimos hacer y no hicimos? Abracemos con sentimiento, no nos privemos de esa conexión sanadora y reparadora que siempre aparece en el momento que más lo necesitamos, abracemos con sentido, abracemos con corazón.

¿Y tú como quieres abrazar?
Irene Guillén

martes, 24 de mayo de 2022

JUSTICIA Y COMPASIÓN

La solidaridad que conlleva la fe cristiana, y en ella la espiritualidad franciscana, nos hace mirar el mundo con mayor profundidad. Francisco de Asís vivió en propia persona la gran misericordia que Dios tuvo con él. Así lo dice en sus escritos. Esta experiencia le empujó a ser misericordioso en su relación con los demás, sobre todo con los más pobres y necesitados. También nosotros, si vamos descubriendo la misericordia que Dios nos tiene, iremos mirando a los demás con mayor hondura en una doble dirección.

Por una parte esa mirada será más compasiva. Es decir, nos haremos cargo de la fragilidad de tantas y tantas personas. Nos dejaremos conmocionar por el sufrimiento de los demás. Esta capacidad de dejarse tocar por el sufrimiento ajeno se va adquiriendo poco a poco. Lo normal es escapar de estas realidades, no mirar, no querer ver nada de esto para que no me moleste ni me incomode. Nuestra sociedad tiende a alejarse de los sufrientes. La mirada compasiva, en cambio, nos hace más receptivos, más capaces de empatía.

Por otra parte también se aguza el sentido de justicia frente a tantas injusticias vistas como naturales en nuestra sociedad, y que son generadoras de sufrimiento y modos de vida insanos para muchas personas. La misericordia de Dios hacia cada uno de nosotros nos abre los ojos para ver que el mundo no está bien, que hay mucho que cambiar y que mejorar. Nos empuja a denunciar injusticias y males que muchas veces se maquillan en nuestro mundo.

Ahondar en esas dos dimensiones es imprescindible para avanzar y dejarse llevar por la espiritualidad franciscana. De esta profundización en la mirada sobre el mundo y las personas en ella podremos dar pasos de misericordia y de justicia. Sin misericordia la justicia se vuelve fría y la misericordia sin justicia queda en solo sentimiento sin efectos saludables para los sufrientes.

Carta de Asís, mayo 2022

domingo, 22 de mayo de 2022

GUARDAD SU PALABRA

Próximos ya a la fiesta de la Ascensión del Señor, seguimos comentando las palabras de despedida de Jesús en la tarde del Jueves Santo. Con ellas no sólo quiso abrir confidencialmente su corazón a los discípulos, sino que también quiso abrirles los ojos, clarificándoles algunos criterios para que, en su ausencia, y “antes de que suceda”, supieran interpretar correctamente las situaciones, sabiendo a qué atenerse. Pues los conflictos y los problemas no tardarían mucho en presentarse (1ª lectura).

Así, el pasado domingo considerábamos la señal del cristiano: el amor al prójimo “como Yo os he amado”, con una advertencia: “permaneced en mi amor”.

Hoy nos dice: “El que me ama, guardará mi palabra”. Y es que amar a Jesús – y al prójimo – es una cuestión práctica. No se trata de manifestaciones rotundas de fidelidad, como S. Pedro; ni de meros sentimientos (“No el que diga: Señor, Señor…” Mt 7,21); ni de escuchas incomprometidas (“Has predicado en nuestras plazas...” Lc 13,26).

“El que me ama, guardará mi palabra; el que no me ama, no guardará mi palabra”. Con ello Jesús nos quiere decir dos cosas: que solo desde el amor es posible guardar su palabra, y que solo el que guarda su palabra “permanece en su amor”, le ama de verdad.

Queda, pues, al descubierto la contradicción del que se confiesa “creyente, pero no practicante”. El que no adopta, el que no asume la praxis de Jesús, su palabra, no cree en Él ni le ama de verdad. El amor, como la fe, sin obras está muerto.

Hay que guardar su palabra. ¿Y eso qué implica? En primer lugar, conocerla -¿y ya la conocemos?- ; y, además, interiorizarla y vivirla en el día a día, impregnando con su sentido y su luz los comportamientos y actitudes personales - “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo?” (Lc 6, 46) -. En otra ocasión manifestó su desacuerdo con estas palabras “Anuláis la palabra de Dios con vuestras tradiciones” (Mt 15, 6).

Abrir el evangelio en todas las situaciones de la vida, y abrirnos al evangelio. En un mundo saturado de palabras, vacías, artificiales, contradictorias, dichas para no ser guardadas, infectadas por el virus de la caducidad; hay una palabra plena, veraz, fiel, dicha para ser guardada, con una garantía de origen, la de Jesús.

En la carta de Santiago se nos hace una advertencia muy pertinente: “Recibid con docilidad la palabra sembrada en vosotros y que es capaz de salvaros. Poned por obra la palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos” (1,21-22).

Pero, hay que reconocerlo, esto no es fácil, ni obra del sólo esfuerzo humano; se requiere la presencia y la fuerza del Espíritu Santo, como en María. Nadie como ella guardó la Palabra con tanta verdad y profundidad. Aquí reside la inigualable grandeza de María, en su entrega inigualablemente audaz a la Palabra de Dios, haciéndose total disponibilidad: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38. Y actuando así convirtió a la palabra de Dios en su hijo, quedando ella convertida en Madre de la Palabra y en Morada de Dios. Y en nadie como en María fue tan fuerte y tan íntima la acción del Espíritu Santo.

Abrámonos a las Palabra de Jesús, porque son más que palabras, son “espíritu y vida” (Jn 6,63); son la llave para hacer de nuestra vida una morada de Dios: “pues al que guarda mi palabra mi Padre le amará y vendremos a el y moraremos en él”. ¡Siendo así las cosas, bien vale la pena el empeño!

REFLEXIÓN PERSONAL
  • Ante la realidad eclesial, ¿soy abierto, crítico o indiferente?
  • ¿Con qué responsabilidad asumo la misión de ser luz, en ese proyecto nuevo de Dios?
  • ¿Cuál es mi actitud ante la palabra de Dios?

viernes, 20 de mayo de 2022

¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE EL DISFRUTE?

Las épocas antiguas fueron más duras que la nuestra. Por eso, hablar de una espiritualidad del disfrute a nivel popular quizá sea excesivo (Abderramán III dijo aquello de los 14 días de felicidad). Sin embargo, la historia humana siempre ha ido tras la dicha y en la Biblia queda reflejado claramente (Qoh9,7-10).

Los evangelios no ponderan directamente el disfrute. Pero no hay que olvidar algo que hemos dicho en otras ocasiones: el programa de Jesús es, ante todo, un programa de dicha. Por ella está interesado, más que por el pecado. Si se quiere construir la adhesión a Jesús, adhesión de amor, habrá que contar con el disfrute porque ¿qué es un amor sin disfrute?

  • En los evangelios hay, a veces, como dos niveles: Jesús habla a la gente de una manera, pero luego “en casa” se expresa con más detalle y amplitud (Mc 7,17). Posiblemente que tales encuentros estaban enmarcados en el gozo de la amistad profunda.
  • Dice en la escena de Zaqueo (Lc 19,1-10) que Jesús fue acusado de ir a “alojarse” en casa de un pecador. El verbo tiene unos trasfondos curiosos: alude al hecho de que, cuando un visitante se hospeda en una casa, avía primero los animales en la cuadra y luego sube para comer y “se suelta el cinturón”, se pone cómo dispuesto a la cena y a la larga charla. Algo de eso indica el verbo “alojarse”: ha hablado tranquila y disfrutantemente con un pecador. Un Jesús que habla con disfrute con nosotros. Una maravilla.
  • A veces se ha interpretado el texto de la vuelta de la misión (Mc 6,31) como ir a un sitio tranquilo a descansar, a rezar, a disfrutar. Quizá tenga más que ver con un lugar de reorientación porque no han hecho la misión correctamente (han enseñado al modo judío). Pero posiblemente el marco de la naturaleza fue gozoso para Jesús y los suyos.

Texto: Mt 11,16-19: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado.” Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios».

  • Este texto insólito muestra la causa del rechazo de Jesús: es que Israel es un pueblo que, por definición, rechaza a cualquier profeta que se le envía, coma o ayune. Esto es la excusa, pero en el fondo hay una actitud que impide acoger la presencia de Dios en la mediación histórica.
  • De cualquier manera es interesante que Jesús quede caracterizado como uno “que come y bebe”, como uno que disfruta con lo más básico de la existencia humana. No es un profeta en el monte, no es un asceta ayunante, no es un rechazador de los caminos de la vida. Es uno como todos que disfruta comiendo y relacionándose.
  • Los “títulos” de comilón y borracho son extraños aplicados a Jesús pero definen muy bien su sintonía con el camino humano, aunque sea por vía del insulto. Un Mesías mezclado a lo nuestro, a nuestros gozos y sinsabores.
  • Las obras de Jesús a favor de la persona hacen ver “la sabiduría de Dios”, la certeza de que Dios ha elegido el camino humano para manifestarse y que apartarse de ese camino, no disfrutarlo, no es la opción adecuada.

Aplicación: La sociedad moderna parece que cuida el cuerpo, incluso en exceso, aunque sea solamente la parte de la corporalidad. Habría que ir construyendo una espiritualidad sobre y desde el cuerpo, por paradójico que parezca. El abandono del cuerpo lleva al abandono de la espiritualidad, no lo olvidemos. Podemos llegar a preguntarnos, y sólo en apariencia es paradójico, si la causa de que en Occidente hayamos dejado de lado muchas veces al Espíritu Santo no será precisamente haber desacreditado y marginado el cuerpo humano. ¿Por qué, pues, no comenzar por una espiritualidad corporal a través del aprecio sensato y valorativo de los sentidos? ¿Por qué no elaborar una saludable espiritualidad corporal desde el disfrute del cuerpo? Disfrutar de la comida saludable, compartida; porque comer no es solamente nutrirse sino, la evidencia de que estamos llamados al banquete grande de la vida. Disfrutar con la naturaleza porque es madre que cobija y hermana que acompaña. Disfrutar con la lectura porque es lugar donde se recrea el alma. Disfrutar con el silencio porque ahí nos resituamos y nos rehacemos. Disfrutar con los abrazos, las caricias y el contacto físico porque con él hablamos el lenguaje del amor en modos eximios. Disfrutar con el canto porque es una ventana del alma a la vida. El disfrute, tan denostado por viejas espiritualidades, es un modo de reconciliación óptimo con nuestro cuerpo, un bálsamo y un paliativo de las incomprensiones y heridas que le inferimos. Sin la recuperación de la corporeidad es imposible avivar el espíritu humano.

Fidel Aizpurúa, capuchino

miércoles, 18 de mayo de 2022

LA ARMONÍA DE LA FRATERNIDAD

La espiritualidad gozosa de la Pascua se vierte en un modo de pensar sentir y actuar, en una cultura que lo es de vida. La vida que se asienta en la sencillez, en el cuidado y la ternura, en el nosotros universal, y en el reconocimiento de nuestro ser criaturas que nos conduce al deseo de vivir conectados y enlazados con toda la naturaleza y con toda la humanidad. Criaturas entre todas las criaturas, por razón de origen y de horizonte esperanzado, estamos llamados a vivir en la armonía de la fraternidad. La oración de Francisco de Asís llamando hermanos a todos los seres no es sino la expresión gozosa del hombre que se ha encontrado con el Cristo glorioso y sabe mirar todo lo que le rodea como parte de sí mismo, llamado a la misma salvación.
Caritas Cuaresma-Pascua 2022

domingo, 15 de mayo de 2022

EL MANDAMIENTO DEL AMOR

Todos gustamos de identificarnos, y hoy abundan los signos y emblemas identificativos. Como cristianos no deberíamos renunciar a esta voluntad de identificarnos, el problema está en los signos y manifestaciones en que hacemos recaer esa identificación. Algunos son, es cierto, demasiado ambiguos y superficiales. Jesús, sin embargo, nos lo ha dicho claramente: la señal es el amor.

Ése es el mandamiento nuevo. Pero, ¿no se prescribía ya en el AT el mandamiento del amor al prójimo? ¿Por qué entonces se le llama nuevo? ¿En qué consiste esa novedad? “Amarás al prójimo como a ti mismo” decía el AT; Jesús introduce un cambio: “como yo os he amado” (Jn 13,34), y ahí está la novedad. ¿Y cómo nos ha amado Jesús? Hasta el fin; no se reservó nada: “se vació” (Flp 2,7). Con un amor radical, porque “nadie ama más que el que da la vida” (Jn 15,13). Con un amor sin prefijos ni presupuestos: no espera a que seamos buenos para amarnos, nos hará buenos su amor. Con un amor preferencial por lo perdido... Así nos ama Cristo.

Pero este amor gratuito y radical nos urge a permanecer en él. Permanencia que tiene olor, calor y color humanos, de hombres y mujeres con los que tenemos que convivir según el nuevo esquema de Jesús: amándoles y sirviéndoles allí donde están y así como son.

Nuestra inmadurez afectiva nos lleva a ser sectarios frente a los que no son como nosotros; a despreciar a los que tienen puntos de vista distintos a los nuestros; a separar definitivamente o a no querer recibir a alguien por el hecho de tener un planteamiento o un enfoque social, política o religioso que no compartimos. Actuando así quizá no caemos en la cuenta de que nos estamos oponiendo al designio de Dios respecto de cada hombre, que fue crearlo a su imagen y semejanza - la de Dios -. Nosotros, en cambio, pretenderíamos conformar a todos a nuestra imagen y semejanza, amando en los otros sólo lo que amamos de nosotros en ellos, lo que nos satisface y coincide con nosotros. Pero eso no es amor al prójimo sino “amor propio”, eso no es amor sino egoísmo.

“Permaneced en mi amor” (Jn 15,9), “amad como yo os he amado”; ésta es la novedad. Entendiendo bien que eso no es una invitación sentimental ni al sentimentalismo, sino a recrear los sentimientos de Cristo Jesús. Ni es, tampoco, una propuesta indiscriminada a permanecer en cualquier amor, sino en el que hemos sido amados por Cristo.

Ésta es la señal (cf. Jn 13,35). “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (I Jn 4,16). Y desde entonces creer no es pensar, sino amar como Cristo nos ama. Y este amor será el principio de esa renovación de que nos habla la segunda lectura. Los cielos nuevos y la tierra nueva comienzan en un corazón nuevo, renovado por el amor.

REFLEXION PERSONAL
  • ¿Soy consciente de que “hay que pasar mucho para entrar en el Reino”?
  • ¿Con qué energía e ilusión colaboro a ese proyecto de cielo nuevo y tierra nueva?
  • ¿Es el amor de Cristo mi plataforma vital? ¿Siento su urgencia?
Domingo Montero, capuchino

jueves, 12 de mayo de 2022

RESUCITÓ EL SEÑOR

Señor eres el aire fresco de la bondad que alivia el calor del fuego que no me deja vivir en paz, quiero descubrir en mi vida que vivo estás.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… en mi acontecer diario y en las preocupaciones cotidianas que me alejan de ti.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… y resuciten así cada uno de mis sentidos para que sepan ver, escuchar, sentir al necesitado que se cruza en mi vida pidiéndome que abra mi corazón a él.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… y que de esta forma pueda construir tu reino y sentirme de verdad dentro del plan de salvación que tú has construido.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… y pueda escuchar una vez más tú Palabra que quiere ser resucitadora para mi corazón y en mi día a día.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… para poder también yo resucitar y dar siempre testimonio de Ti y consiga despertar aquellos que duermen en la indiferencia y en la increencia.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… para que toda mi vida, todo mi ser, se convierta templo vivo de tu Espíritu y sea yo también aire fresco y refugio, que sea capaz de ser misericordia y aceptar al otro.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… y así descubrirte y que mi vida tenga el sabor y el perfume de tú Resurrección.

SEÑOR, que descubra que vivo estás… Amén.

Paco Jaldo
 

domingo, 8 de mayo de 2022

EL BUEN PASTOR

La imagen de Dios como pastor se remonta a los profetas (Jer 23,1-2; Ez 34). También los salmos conocen este perfil divino (Sal 23,1; 80,2). Con ella se quería descalificar a los falsos pastores, que no guiaron al pueblo según el designio de Dios, y sobre todo ratificar que Dios en persona asumirá ese quehacer. “Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré...; buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada...Y suscitaré un pastor que las apaciente” (Ezq 34,11-23). ¿Cómo no ver en la parábola de la oveja perdida (Mt 18,12-14; Lc 15,4-7) y sobre todo en la imagen de Jesús, el Buen Pastor (Jn 10), el cumplimiento de esa profecía? La carta a los Hebreos hablará de Jesús como “el gran Pastor de las ovejas en virtud de la sangre de una Alianza eterna” (13,20)

Es cierto que esta imagen -Pastor y ovejas- hay que despojarla de toda connotación gregaria, pues por ser oveja -discípulo de Jesús- no es un hecho gregario sino personal.

Jesús es el Buen Pastor, que conoce personalmente y da vida personal -su vida y “en abundancia” (Jn 10,10)- por y a sus ovejas. Ovejas que son un don del Padre -“mi Padre me las ha dado”-; ovejas que son su propiedad -“nadie puede arrebatármelas”- ¡Qué serenidad y confianza para nuestra vida sabernos conocidos y amados así por Cristo!

Pero ese conocimiento del Buen Pastor implica el reconocimiento-seguimiento de las ovejas -“escuchan mi voz y me siguen”-. ¡Qué responsabilidad para nuestra vida! Porque esto tiene consecuencias muy importantes. Ese seguimiento es, en primer lugar, acogida: supone reconocer el paso de Dios por mi vida. “Mira que estoy a la puerta llamando” (Apo 3,20); es conocimiento y personalización de los núcleos fundamentales de la persona de Jesús: sus sentimientos (Flp 2,5ss), su mentalidad (I Cor 2,16), su estilo (I Jn 2,6), hasta convertirle en protagonista de la propia existencia (Gal 2,20); es, finalmente, testimonio que, como nos recuerda la 2ª lectura, ha de ser veraz, es decir, sincero, profundo y hasta sangrante.

¿Tenemos conciencia, experiencia de esta vida y de esta presencia del Buen Pastor? ¿Sentimos su pertenencia a Él como algo fundamental? ¿Languidecemos por inanición o nos alimentamos con su pasto vivificante?

¿Escuchamos y seguimos la voz del Señor o andamos descarriados y perdidos por caminos sin futuro tras la voz de mercenarios?

Pero, no lo olvidemos, también Jesús, es presentado como el Cordero, degollado.

REFLEXIÓN PERSONAL

  • ¿Qué resonancias personales evoca en mí la imagen del buen Pastor? 
  • ¿Reconozco y escucho su voz? 
  • ¿Cómo ejercito yo mi responsabilidad “pastoral” (todos la tenemos)?
Domingo Montero, capuchino
 

jueves, 5 de mayo de 2022

EL CAMINO DE LOS CAPUCHINOS

La propuesta de peregrinación/recorrido a las raíces de la Orden de los Hermanos Capuchinos nace de la conciencia de un gran patrimonio que nuestros hermanos nos han entregado, que puede ser compartido con muchos, paso a paso.

El Camino de los Capuchinos es un recorrido de casi 400 km. a recorrerse a pie (y a partir del año que viene también en bicicleta), que atraviesa los lugares que marcaron los inicios de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos: entre los cuales el eremitorio de Acquarella en Albacina, el convento de Renacavata en Camerino y oros antiguos conventos capuchinos y lugares que la presencia de los primeros hermanos dejaron profundas y duraderas marcas, en particular por medio de sus santos. El camino ofrece la oportunidad de recorrer la historia de los capuchinos y de apreciar de modo tangible su espiritualidad, también a través del encuentro con los religiosos de hoy. La novela histórica Lo spirito dei cappuccini, escrita a propósito de la peregrinación y en diálogo con ella, ayudará al caminante a conocer y gustar el audaz nacimiento de la Orden Capuchina; además, para enriquecer más la experiencia del camino, en poco tiempo estarán disponibles posdcast espirituales que acompañarán al peregrino etapa tras etapa. El Camino de los Capuchinos es una experiencia integral y una oportunidad pastoral de encuentro con los peregrinos, que podrán se acompañados, acogidos y alojados en nuestros conventos.

El recorrido se desarrolla en 17 etapas. Parte del Colle dei Santi di Fossombrone, tiene su centro en el convento de Renacavata en Camerino, y termina en la tumba de San Serafín de Montegranaro en Ascoli Piceno. El camino es un continuo de subidas y bajadas con una distancia media entre etapas de 21,5 km. (la más corta de 17 km., la más larga de 27 km.) y los desniveles a veces son considerables, por lo que no es aconsejable comenzar el camino sin una buna dosis de entrenamiento previo. El camino puede ser realizado de una vez o dividido en dos o tres partes, según la disponibilidad de tiempo de cada uno. En cada etapa es posible permanecer en distintos tipos de alojamiento que están indicados en la página web del camino: conventos u otras estructuras religiosas, bed & breakfast, agroturismo u hoteles, con los cuales se realizó un convenio para ofrecer precios favorables a los peregrinos, como también muchos restaurantes se pusieron a disposición para ofrecer un “menú peregrino” a 15 € para considerar las necesidades de todos.

Como en todo camino respetable, al peregrino se le entrega una Credencial en la cual se le pondrá un sello en cada etapa, y al fin del recorrido se le entregará un Testimonium que certifica el camino realizado y que quedará como un bello recuerdo de la experiencia vivida. Una verdadera y propia guía impresa del camino está disponible sólo a partir del año que viene; mientras tanto, el camino ya se puede recorrer con total seguridad con la ayuda de la señalización puesta a lo largo de las rutas y descargando gratuitamente de la página web las pistas GPX y las descripciones PDF de cada etapa.

Finalmente, acerca de cada etapa e informaciones más detalladas se puede encontrar en la página https://www.camminodeicappuccini.it/es/, que está traducida en siete idiomas para ser accesible a todos los capuchinos del mundo y a aquellos que quisieran acompañar, así mismo ya están activas la página de Facebook https://www.facebook.com/ilcamminodeicappuccini y la de Instagram https://www.instagram.com/ilcamminodeicappuccini/ en las que es posible seguir todas las actualizaciones. A este punto no queda más que encontrar algunos días libres, entrenarse un poco, preparar la mochila y partir, recordando lo que escribe san Francisco en la Regla: que los hermanos no se apropien de nada y vayan como peregrinos y extranjeros por este mundo. ¡Buena peregrinación!

martes, 3 de mayo de 2022

PASTORA CELESTIAL

La figura de la Virgen tiene en la fe y en la espiritualidad cristiana un lugar importante. Esta importancia no viene tanto de una gran reflexión teológica que haya hecho la Iglesia a lo largo de la historia, sino que nos viene más por cauces más sencillos y populares como son una tradición heredada y la devoción vinculada a una advocación mariana concreta.

El pueblo cristiano con la figura de María ha llenado el vacío de una religiosidad, de una espiritualidad y de una teología, donde el protagonismo era del varón. Por eso en muchos momentos la devoción a María ha servido para entender y relacionarnos con Dios, que tiene entrañas de madre, desde otras claves más cercanas y caseras: desde la cercanía que proporciona una madre en la relación con sus hijos. De María sabemos poco, pero sabemos lo suficiente.

En la tradición y espiritualidad franciscanas se ha hablado del amor que tenía San Francisco a María. Quienes escribieron sobre él, nos dicen que era un gran devoto de la Virgen. “Rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad”, escribe su biógrafo Tomas de Celano (2Ce 198). La devoción a la Virgen no la aprendió de los libros, sino a través de la oración y de la meditación. Tal vez por eso la mayor parte de las afirmaciones de San Francisco sobre la Virgen se encuentran en sus oraciones y en sus cánticos espirituales.

María recibió todo de Dios, y por eso para Francisco la alabanza a María siempre es al mismo tiempo alabanza a Dios, que la escogió y la llenó de gracia. Las alabanzas a la Virgen son al mismo tiempo alabanzas a Aquel que hizo en ella obras grandes. En uno de sus escritos, en la antífona del Oficio de la Pasión, escribe: “Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del Altísimo Rey sumo y Padre celestial, madre de nuestro Santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo”. (OfP Ant)

San Francisco también tenía especial predilección por los lugares marianos, por las iglesias y capillas puestas bajo la protección de la Virgen María. Seguramente que también nosotros en este mes de mayo encontraremos un hueco para rezar en alguna de estas iglesias o altares ante alguna imagen de la Virgen. Tal vez participemos en distintos rezos que se organizan en nuestras iglesias: el rosario, el ejercicio del mes de mayo, las flores, etc.

Los Capuchinos la recordaremos de una manera especial bajo la figura de la Madre del Buen Pastor. Así expresamos la convicción de que, junto a su Hijo, El Buen Pastor, nos cuida, protege y pastorea y está siempre con nosotros. Ante ella diremos: “Pastora celestial, miradnos con amor, que ovejas vuestras son los que hoy claman a Vos…”

Benjamín Echeverría, capuchino

domingo, 1 de mayo de 2022

UN AMOR DE VERDAD

Afirmar que Jesús vive y convive, que está presente en la vida de sus discípulos, es la finalidad de los relatos evangélicos de las apariciones. Por la resurrección Jesús no ha roto con los suyos. Sigue llamándoles “mis hermanos” (Jn 20,17), acompañándoles (Lc 24,13-35), inspirándoles (Lc 24,36-49) y compartiendo sus tareas. Así, hoy le vemos siguiendo atentamente, desde la orilla, una noche de trabajo de un grupo de discípulos, capitaneado por Pedro, en el lago de Galilea.

El relato, a primera vista sencillo, está, sin embargo, cargado de simbolismo. Su intención no se reduce a la información sobre un hecho puntual y aislado, el de una pesca milagrosa; eso, con ser importante, no es trascendente. El evangelista quiere manifestarnos algo más profundo.

Porque ese “ir a pescar” de Pedro y los apóstoles es un ir a la misión evangelizadora; ese “lago” simboliza el mundo, y la “barca”, la iglesia; esa pesca nocturna simboliza la misión “autónoma” sin la compañía del Señor. Los “ciento cincuenta peces grandes” hablan de la plenitud y fecundidad de la misión; la “red que no se rompe” a pesar de la cantidad y magnitud de la pesca, significa la capacidad de acogida de la Iglesia; la “orilla” desde la que Jesús ordena y espera, es su puesto de vigía como Señor de la Iglesia y de la historia; la comida preparada por Jesús, la eucaristía, alimento y fortaleza de todo evangelizador… Pero, sobre todo, en esa pesca hay un antes y un después, un vacío y una plenitud, un trabajo estéril y un trabajo fecundo: la diferencia la marca la orden de Jesús -“Echad la red”- y su presencia.

Éste es el núcleo del relato: la Iglesia, en su misión, solo es fecunda en la obediencia y en la comunión con el Señor; no cuando toma iniciativas o adopta estrategias autónomas, por muy programadas y técnicas que parezcan. “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5). Y esta obediencia al Señor, como nos recuerda la 1ª lectura, exige ciertas “desobediencias”. “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Sin buscar la confrontación, la Iglesia, sin embargo, no debe adoptar posturas tibias ni ambiguas. Ni debe extrañarse de ser criticada y hasta perseguida; a la Iglesia solo debe preocuparle la fidelidad al Señor: ahí está su cruz, pero también su resurrección. Y esto tiene su aplicación a la vida personal.

Cada uno hemos de convencernos de que sin la vinculación personal y entrañable con Cristo, nuestra red estará siempre vacía, o llena de otras cosas. Y que esta conexión vital con el Señor no es un mero sentimiento, sino que está exigiendo una obediencia fundamental a Dios antes que a los hombres. Lo que no es una excusa o pretexto para no obedecer a nadie, sino un criterio para clarificar y dignificar nuestra obediencia. Hay dos modos de vivir, pero sólo uno es fecundo: vivir en el nombre del Señor, a su estilo. No se nos ha dado otro Nombre. Jesús es el único por el que se pueden morir y vivir (2ª lectura).

El relato evangélico se cierra con un cara a cara entre Jesús y Pedro. Un cara a cara que no culmina en una profesión de fe sino de amor. Jesús no le pregunta a Pedro: ¿Crees en mí?, sino ¿me amas? Y es que creer es, en definitiva, una cuestión de amor. Pedro recuerda en ese momento sus infidelidades, pero esas infidelidades no le bloquean. Y se confía a la misericordia de Jesús: “Tú lo sabes todo; sabes que te amo”.

Retengamos estos dos mensajes: vivir en el nombre y al estilo de Jesús y entender la fe como una cuestión de amor. Porque creer no es cuestión de muchas “verdades” sino de una Verdad, la verdad del Amor que se traduce en un amor de verdad.

REFLEXIÓN PERSONAL

  • ¿Qué implica obedecer a Dios antes que a los hombres?
  • De los dos modos de vivir, ¿cuál es el mío?
  • ¿Siento como propia la misión evangelizadora de la Iglesia?
Domingo Montero, capuchino