martes, 24 de mayo de 2022

JUSTICIA Y COMPASIÓN

La solidaridad que conlleva la fe cristiana, y en ella la espiritualidad franciscana, nos hace mirar el mundo con mayor profundidad. Francisco de Asís vivió en propia persona la gran misericordia que Dios tuvo con él. Así lo dice en sus escritos. Esta experiencia le empujó a ser misericordioso en su relación con los demás, sobre todo con los más pobres y necesitados. También nosotros, si vamos descubriendo la misericordia que Dios nos tiene, iremos mirando a los demás con mayor hondura en una doble dirección.

Por una parte esa mirada será más compasiva. Es decir, nos haremos cargo de la fragilidad de tantas y tantas personas. Nos dejaremos conmocionar por el sufrimiento de los demás. Esta capacidad de dejarse tocar por el sufrimiento ajeno se va adquiriendo poco a poco. Lo normal es escapar de estas realidades, no mirar, no querer ver nada de esto para que no me moleste ni me incomode. Nuestra sociedad tiende a alejarse de los sufrientes. La mirada compasiva, en cambio, nos hace más receptivos, más capaces de empatía.

Por otra parte también se aguza el sentido de justicia frente a tantas injusticias vistas como naturales en nuestra sociedad, y que son generadoras de sufrimiento y modos de vida insanos para muchas personas. La misericordia de Dios hacia cada uno de nosotros nos abre los ojos para ver que el mundo no está bien, que hay mucho que cambiar y que mejorar. Nos empuja a denunciar injusticias y males que muchas veces se maquillan en nuestro mundo.

Ahondar en esas dos dimensiones es imprescindible para avanzar y dejarse llevar por la espiritualidad franciscana. De esta profundización en la mirada sobre el mundo y las personas en ella podremos dar pasos de misericordia y de justicia. Sin misericordia la justicia se vuelve fría y la misericordia sin justicia queda en solo sentimiento sin efectos saludables para los sufrientes.

Carta de Asís, mayo 2022

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