domingo, 31 de mayo de 2020

PENTECOSTÉS

Hay un episodio en los Hechos de los Apóstoles en el que Pablo llega a Éfeso y allí se encuentra con que los que se dicen seguidores de Jesús han sido bautizados, pero no han recibido el Espíritu Santo y no han oído hablar nunca de él.

Sigue indagando y le responden que el bautismo que ellos han recibido es el de Juan. Pablo se ve entonces obligado a aclarar que una cosa es el bautismo de Juan y otra el bautismo de los seguidores de Jesús. Aquel era una preparación de este. Lo que les diferencia es algo fundamental: el Espíritu, que daba también un rostro y estilo de vida nuevos. Recibir el Espíritu Santo significa entre otras cosas:
  • Superar el legalismo y llenarse de la libertad de los hijos de Dios;
  • sustituir una religión triste por la alegría del resucitado;
  • creer más en la buena noticia del evangelio que en una visión negativa y sin esperanza de la persona y de la sociedad;
  • no levantar muros de separación y condena sino crear fraternidad;
  • aceptar las renuncias inherentes a la vida para crecer en el amor.

Según los contemporáneos de los primeros cristianos, lo que más molestaba de estos a los judíos era su alegría y su aparente falta de normas: no ayunaban, no se circuncidaban, no despreciaban la ley pero tampoco eran esclavos de ella. A esos judíos les costaba entender que el amor puede llevar a dar la vida por el hermano, y esto más allá del mero cumplimiento. Lo mismo que el perdonar incluso al enemigo. Pero eso es posible porque el Espíritu está constantemente en acción inspirando a las personas actitudes evangélicas, y por tanto profundamente humanas, en situaciones concretas.

A Carlo Carretto (1910-1988), activo militante cristiano laico primero y después dedicado a una vida monacal de oración y acogida, le preguntaban por qué no abandonaba una Iglesia tan imperfecta y con tantos defectos. Reconociendo que ya su primer Papa, Pedro, había mostrado una gran fragilidad, Carretto decía: “No, no abandonaré la Iglesia fundada sobre una piedra tan quebradiza. ¿Para simplemente fundar otra sobre una piedra todavía más frágil? Porque eso soy yo. Pero, además, ¿qué cuentan las piedras? Lo que verdaderamente cuenta es la promesa de Cristo, el cemento que une las piedras, es decir el Espíritu Santo. Solo el Espíritu Santo es capaz de edificar la Iglesia con unas piedras mal talladas como lo somos nosotros. Solo el Espíritu Santo puede mantenernos unidos, a pesar de la fuerza centrífuga y disgregadora de nuestro ilimitado orgullo”.

Iñaki Otano 


sábado, 30 de mayo de 2020

FINAL DE MAYO

Estamos terminando Mayo, el mes de María, y mañana terminamos también el tiempo de Pascua con la fiesta de Pentecostés. Vamos a ponernos en las manos de nuestra madre, Pequeña María, y rezarle con la oración que ha escrito el Papa Francisco para este tiempo.

Oh María,
tu resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza
Confiamos en ti, Salud de los enfermos,
que junto a la cruz
te asociaste al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe
Tú, salvación del pueblo
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que proveerás
para que, como en Caná de Galilea
pueda volver la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que nos diga Jesús
que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos
y se ha cargado con nuestros dolores
para llevarnos, a través de la cruz
a la alegría de la resurrección. Amén.

Papa Francisco

martes, 26 de mayo de 2020

CREAR FRATERNIDAD EN TIEMPO DE CORONAVIRUS

La epidemia del coronavirus nos está haciendo vivir circunstancias que jamás hubiéramos pensado. Estamos obligados/as a quedarnos en nuestras casas, tenemos prohibido el poder relacionarnos físicamente. No podemos visitar a los/as enfermos/as, ni despedirlos si se nos mueren seres queridos o cercanos.

No podemos ir a misa, ni siquiera tener una tertulia o fiesta familiar. Nos ha obligado a aislarnos, a distanciarnos, y, en muchos casos, a vivir con miedo y desconfianza.

En estas circunstancias ¿cómo podemos vivir la fraternidad? Nos damos cuenta de que necesitamos a los demás, sean estos familiares, amigos/as o creyentes con quienes vivir la fe. ¿Pero cómo podemos compartir, cómo podemos vivir la cercanía desde la distancia, o cómo podemos ayudarnos mutuamente?

Quizá es el momento de vivir y practicar la sencillez; es decir, echar mano a lo que tenemos a mano, porque es con lo que contamos.
  • Cuidar las relaciones en casa. Si estamos viviendo con algún o algunos familiares, hagamos por vivir este tiempo poniendo de nuestra parte lo que podamos por facilitar un buen ambiente, por ayudar, por estar activos/as.
  • El teléfono. Nos habíamos habituado cada vez más al whatsapp: mensajes cortos y muchos emoticonos. Fuera para felicitar o para agradecer, para recordar o para informar... Pero este es un tiempo en que no podemos conformarnos con mensajes escritos. Cojamos el teléfono, marquemos el número y hablemos con las personas que nos importan. Cuando queremos compartir cosas personales, que los mensajes escritos no sean una barrera. Hablemos.
  • Las video-llamadas. Sean a través del teléfono móvil o a través de otros medios como tablets u ordenadores, tenemos muchas posibilidades de ponernos en contacto con nuestros seres queridos o con aquellos que tienen un nombre en nuestro corazón. Aprovechemos este tiempo para estar de veras con las personas.
  • La solidaridad. Estamos en casa pero no estamos solos. Hay mucha gente que está trabajando por otros/as. Aplaudámosles, apoyémosles. Hay mucha gente que lo está pasando mal. Solidaricémonos con voluntariados, con aportaciones económicas, con cercanía humana.
  • Y con todo el mundo intentemos ser mensajeros/as de vida.
Carta de Asís, mayo 2020
 

domingo, 24 de mayo de 2020

ASCENSIÓN DEL SEÑOR: SUEÑO Y REALIDAD

El evangelio de hoy empieza diciendo que los once discípulos se fueron a Galilea. Jesús resucitado insistía en “volver a Galilea”. Es decir, recordar el primer amor, cuando me inundó el entusiasmo. El tiempo ha podido ir apagando esa llama y necesito reavivarla.

Probablemente en “Galilea”, en la memoria del amor primero, encontraré un nuevo impulso para vivir. Las cosas no serán lo mismo, pues el tiempo no ha pasado en balde. Ha cambiado el escenario y podría ser extemporáneo e inútil repetir exactamente aquellos momentos. Tengo que ir a Galilea no para quitarme años de encima sino para conseguir que aquella luz alumbre también hoy.

No es extraño que algunos vacilasen. Aquello de Galilea ¿sería solo un sueño? Es posible que tuviera mucho de sueño. Pero si no hay sueños no se camina. Solo que el camino produce cansancio y parece apagar los primeros ardores. Lo que tenía un hechizo ya no lo tiene porque ha sufrido un desgaste.

En 1993 el franciscano Javier Garrido escribió un libro con este título: “Ni santo ni mediocre”. Es deseable no ser “mediocre” porque este parece que ya se las sabe todas, que ya está instalado y se defiende en sus posiciones sin aspirar a más. Es diferente de esa persona que se sabe limitada e imperfecta pero que “busca la verdad por encima de todo”, “ama torpe pero sinceramente”, “lucha y confía”, “es un agradecido pero de esperanza corta”, “camina con humildad”.

Según Garrido, “amar el amor tal como uno se lo imagina desde el deseo ideal o las grandes causas… ayuda, sin duda, a despertar a la vida, al absoluto… Con los años, las grandes causas (individuales y colectivas) han de enraizarse en lo concreto: estas personas, esta tarea, estas mediaciones, estos condicionamientos”.

Se pueden truncar algunas de nuestras ilusionadas expectativas de futuro. Puede darse también la infidelidad al ideal soñado. Pero entonces “la misericordia de Dios nos espera ahí. Si sabemos acoger humildemente la revelación de nuestra infidelidad, la ternura de Dios nos abre otros horizontes más hermosos que nuestros sueños” (Réné.Voillaume)

Precisamente a aquel grupo de seguidores vacilantes, Jesús les encarga una tarea que les abra a otros horizontes: aunque os parezca que estáis lejos del ideal, no renunciéis a ser y formar discípulos; ofreced el bautismo, o sea, proponed la fe, el gozo de vivirla, con humildad y sin miedo; con vuestras palabras y acciones imperfectas, enseñad, aunque sea torpemente, lo que habáis aprendido de mí. No estáis ni estaréis nunca solos o abandonados: aunque me vaya, sabed que yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo.

Iñaki Otano

sábado, 23 de mayo de 2020

ORACIÓN SEMANA LAUDATO SI'

Dios de amor, Creador del cielo y la tierra y de todo lo que contienen, nos creaste a tu imagen y nos hiciste custodios de toda tu creación.

Nos has bendecido con el sol, el aguay la tierra fértil para que todos pudiéramos alimentarnos. Abre nuestras mentes y toca nuestros corazones, para que podamos responder al don de tu creación.

Ayúdanos a ser conscientes de que nuestra casa común no sólo nos pertenece a nosotros, sino también a todas las criaturas y a todas las generaciones futuras, y que es nuestra responsabilidad preservarla. Que ayudemos a garantizar que cada persona cuente con la alimentación y los demás recursos que necesita.

Hazte presente entre los necesitados en estos tiempos difíciles, especialmente los más pobres y los que corren más riesgo de ser abandonados. Transforma nuestro miedo y sentimientos de soledad en esperanza y fraternidad para que podamos experimentar una verdadera conversión del corazón.

Ayúdanos a expresar nuestra solidaridad de forma creativa para hacer frente a las consecuencias de esta pandemia mundial, haznos valientes para acometer los cambios que se necesitan en busca del bien común, que podamos sentir ahora más que nunca que todos estamos interconectados y que somos interdependientes, permítenos escuchar y responder al clamor de la tierra y al clamor de los pobres. Que todos estos sufrimientos sean los dolores del nacimiento de un mundo más fraterno y sostenible.

Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén

viernes, 22 de mayo de 2020

TODO ESTA CONECTADO

En el mundo todo está conectado. Esta afirmación es uno de los ejes importantes que atraviesa toda la encíclica Laudato sí’, según se nos dice en el n. 16 de la misma, y como podemos ver leyéndola. Hasta diez veces aparecen las frases todo está conectado o todo está relacionado. El mundo es un ecosistema y no se puede actuar sobre una parte sin que las otras no se sientan afectadas. Todos los seres que habitamos la Tierra somos una gran familia de hermanos y hermanas, que diría San Francisco de Asís.

Todo está relacionado. Afirmación científica y teológica
Que todo está relacionado es una afirmación científica y teológica a la vez. Desde un punto de vista teológico preferimos hablar de creación en vez de naturaleza, pues la “creación tiene que ver con un proyecto de amor de Dios”. Los relatos del libro del Génesis insisten en nuestro origen común. Haciendo descender a todos los seres humanos de Adán y Eva nos están indicando los lazos de fraternidad universal que nos unen. Pero no sólo a los seres humanos, sino también a todo lo que existe, pues todo tiene un origen común en Dios: “…siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (LS 89). “Todo está relacionado y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra” (LS 92, cf. LS 220)

Esta visión teológica se corresponde con la visión científica. Hoy día, los científicos están de acuerdo en que todo el universo tiene su origen en un único evento, el Bing Bang, y que en el planeta Tierra las especies fueron surgiendo por diferenciación progresiva a partir de troncos comunes. La ecología es una ciencia biológica que estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se desarrollan. Y esta ciencia nos dice que los distintos componentes del planeta –físicos, químicos y biológicos– están relacionados entre sí, que ni siquiera los átomos o las partículas subatómicas se pueden considerar por separado, y que “también las especies vivas conforman una red que nunca terminamos de reconocer y comprender. Buena parte de nuestra información genética se comparte con muchos seres vivos” (LS 138).

Consecuencias de esta visión para nuestra vida
Si todos los seres somos parte de una gran familia, quiere decir, en primer lugar, que “no podemos entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados” (LS 139). No estamos por encima de las demás criaturas sino junto a ellas, como hermanos. Dependemos de la naturaleza pero, al mismo tiempo, por nuestra capacidad de sentir, pensar, amar y adorar (Boff), somos responsables de ella.

Esta visión de todos los seres de la creación, interdependientes y emparentados, formando parte de una sola familia, nos lleva ineludiblemente a reconocer el valor de cada cosa, del ser humano en modo especial, y a tener con todas las criaturas, humanas o no, una relación de respeto y de cuidado. Porque todo está conectado “no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos. Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le desagrada (…). Por eso se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad” (LS 91). “Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza” (LS 117). Aunque “también es verdad que la indiferencia o la crueldad ante las demás criaturas de este mundo siempre terminan trasladándose de algún modo al trato que damos a otros seres humanos” (LS 92), porque el corazón humano es uno solo. “El auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás” (LS 70).

Dado que todo está íntimamente relacionado, el Papa propone tener una visión integral de la ecología que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales (LS 137). Y por eso, para afrontar la llamada crisis ecológica, que no es sólo una crisis medioambiental, sino que es también una crisis social, cultural, ética y espiritual, el Papa argumenta que no basta con las aportaciones de la ciencia y de la tecnología, sino que es necesario un diálogo entre las ciencias exactas, sociales y humanas, entre la economía y la política, entre las ciencias y las religiones y entre las religiones entre sí. Porque “los conocimientos fragmentarios y aislados, pueden convertirse en una forma de ignorancia si no se integran en una visión más amplia de la realidad” (LS 138). En ese sentido es necesario integrar la visión científica con la mirada contemplativa, capaz de captar la realidad como misterio que no se puede dominar. Y el Papa pone como modelo de esta mirada contemplativa a San Francisco de Asís.

Porque todo está relacionado existe un vínculo profundo entre las grandes cuestiones globales y las pequeñas acciones de nuestra vida cotidiana, como son el consumo, el uso de la energía, el tratamiento de los residuos, etc. Con nuestro estilo de vida podemos ser parte del problema o de la solución. Promover un desarrollo sostenible y solidario necesita de un estilo de vida, asentado sobre el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida. Y necesita también de unas instituciones sociales sanas porque “cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales» (LS 142).

Hno. Vicente Felipe, ofm

jueves, 21 de mayo de 2020

SEMANA LAUDATO SI'

Esta semana recordamos y celebramos el 5º aniversario de Laudato Si'.

El 24 de mayo de 2015 el Papa Francisco promulgó la encíclica Laudato Si' y cinco años después, las enseñanzas de esta encíclica son más actuales que nunca dados los tremendos desafíos que enfrentamos a la luz de COVID-19. El llamamiento a "escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres" es oportuno, puesto que queremos reforzar y reconstruir nuestra comunidad mundial, cuyo tejido social, ecológico y económico ha sido devastado.

El tema de la Semana Laudato Si' de este curso es "Todo está conectado" para subrayar nuestra interconexión como comunidad global y la necesidad de solidaridad más allá de las fronteras. Estos días son una invitación a reflexionar juntos sobre los dones y las enseñanzas de Laudato Si' en medio de nuestras crisis actuales, a orar como una familia mundial en el Día Mundial de Oración el 24 de mayo, y a prepararse para llevar Laudato Si' a la vida durante el Tiempo de la Creación y en el futuro.

martes, 19 de mayo de 2020

UNA ALEGRÍA SIN RAZONES

En todo este tiempo de confinamiento necesito andar todos los días para sudar un poco y despejar la mente y el cuerpo. No salgo a la calle, sino que camino en una cinta que nos regalaron, y últimamente haciéndolo coincidir con el tiempo del paseo de los niños. La cinta está al lado de una ventana y mientras me ejercito miro el trasiego de los papás con sus hijos. Me gusta verlos y me ha sorprendido varias veces que los pequeños saltan y corren contentos sin motivo aparente. Incluso cuando los padres les quitan el patinete y recortan su libertad tomándoles de la mano para cruzar el paso de cebra, ellos siguen saltando mostrando ese júbilo del corazón.

Me llama la atención que su alegría parece que no tiene motivos, que incluso cuando les quitan sus divertimentos siguen estando contentos. No hay que ser ingenuo. Sabemos que estos mismos niños llorarán a la primera frustración que reciban y esa dicha desaparecerá. Pero también es verdad que en lo cotidiano, cuando no hay razones para la alegría ni tampoco para la tristeza, en ellos surge un gozo instintivo. Da la impresión de que tuvieran una fuente de alegría en el fondo de sus personitas que hiciera surgir la alegría de forma espontánea y natural. Las circunstancias, los años, el dolor, van escondiendo esa fuente de alegría, pero no quiere decir que no la tengamos también los adultos.

Etty Hyllesum, judía holandesa, cuando está a punto de ser deportada a un campo de trabajos forzados nazi, nos sorprende con estos sentimientos: “soy tan feliz y estoy tan agradecida, y la vida me parece tan bonita y llena de sentido. Sí bonita y llena de sentido, mientras estoy aquí, al pie de la cama de mi amigo muerto, muerto demasiado joven, y a pesar de que pueda ser deportada a un lugar desconocido en cualquier momento. Dios mío te estoy agradecida por todo”. Alguien podría pensar que esta mujer vive desquiciada, pero su experiencia coincide con la de Francisco de Asís cuando escribe que la verdadera alegría no está en que todo te salga como deseas, sino en acoger con paciencia y calma que no te dejen entrar en tu propia casa en medio de la noche y el frío, y cuando insistas, no solo te despachen de allí sino que te insulten y maldigan. Ambos han encontrado el origen de la alegría más allá de las situaciones, muchas veces duras, que nos tocan vivir.

¿Cómo hacer brotar esa fuente de alegría? ¿Cómo caminar a su encuentro? ¿De dónde surge? ¿Cómo dejarse atraer por su frescura? ¿Cómo ir en su busca en medio de la propia tristeza y el sufrimiento de tantos seres humanos, de tantos hermanos? Me vienen a la cabeza estas palabras de Jesús: “Ahora vosotros estáis tristes; pero os volveré a visitar y os llenaréis de alegría y vuestra alegría nadie os la podrá quitar” (Jn 16, 22). Y así canta Rosalía con versos de San Juan de la Cruz: “Qué bien sé yo la fuente que mana y corre/ aunque es de noche/ (…) Sé que no puede haber cosa tan bella/ Y que cielos y tierra beben de ella”.

Javi Morala, capuchino

domingo, 17 de mayo de 2020

VIDA HUMANA DE VERDAD

Jesús parece establecer una relación directa entre el amor a Él y el cumplimiento de los mandamientos. Pero Jesús le pide al discípulo que cuanto Él nos manda no sea tomado como una imposición opresora a la que hay que responder penosamente, sino como una manifestación de amor que busca nuestro bien.

La actitud de Jesús es contraria a todo rigorismo. Como dice el moralista López Azpitarte, “toda forma de rigorismo, aunque se justifique con una serie de argumentos racionales, es la consecuencia lógica y una señal manifiesta de que o la persona no ha llegado a conocerse con una cierta profundidad o, sobre todo, de que busca condenar en el otro lo que no desea aceptar de ninguna manera para sí”. Es verdad: algunos que se muestran muy estrictos e inmisericordes con la fragilidad humana sorprenden a veces con debilidades que tenían celosamente escondidas bajo un caparazón de hierro.

La fe, cuando se trata de vivirla sinceramente, nos ayuda a ser honrados y honestos. Eso no significa que no se encuentren ejemplos admirables de coherencia y rectitud entre quienes no se reconocen creyentes. Pero “porque cree en Dios y se siente llamado a su amistad, porque busca la imitación y el seguimiento de Cristo, porque su persona constituye el amor más absoluto de la existencia, el cristiano posee una motivación extraordinaria que no la tendría a lo mejor si buscase solamente la honradez y honestidad de una conducta” Además “el amor impulsa y motiva un estilo de conducta, que resulta válido para todos los hombres y para el cristiano se convierte también en una respuesta agradecida al Señor”.

Por otra parte, la vida de Jesús y su mensaje nos ilumina y nos hace sensibles a valores éticos, que no siempre son fáciles de captar sin esa luz, pero que constituyen un gran bien para la persona y para la humanidad.

En resumen, “vivir cristianamente supone una vida auténticamente humana, y una vida auténticamente humana debe estar ya muy cercana a la fe. Si esta no cambia los valores éticos, sí produce un nuevo estilo de vivirlos en un clima de libertad y relaciones familiares con Dios. Este aire de familia crea una connaturalidad en el conocimiento del bien, que lleva incluso a la superación de la moral”.

Efectivamente, muchos hombres y mujeres han encontrado en la fe una palanca para su estima de todo lo humano y para su entrega generosa a cuanto signifique dignificación y humanización.

Iñaki Otano

jueves, 14 de mayo de 2020

¿QUÉ DICE LOS EVANGELIOS SOBRE LAS TRADICIONES?

El judaísmo había elaborado una jungla de preceptos y, con ellos, un montón de tradiciones que, por mecánica religiosa, llegaban a imponerse a la misma Escritura. Las más pequeñas costumbres se convertían en leyes primordiales.
Jesús es crítico con ese planteamiento. Tuvo que tomar distancia, poner un componente de secularidad, de sentido común. Es posible que muchas de estas críticas le trajeran problemas. Ser crítico con las tradiciones es la mejor manera de ser impopular.
  • Para Jesús está claro que lo humano está por delante de cualquier tradición, por sagrada que se la quiera (Mc 2,23-28). Hace falta mucha lucidez, claridad y valentía para posicionarse de manera tan clara a favor de la persona.
  • Para Jesús está claro también que la justicia está antes que la tradición (Mc 7,9-13). Desenmascarar la injusticia que ocultan las tradiciones es una de las más duras tareas. Quien lo hace, se granjea la animadversión de muchos.
  • Para Jesús la libertad está antes que las normas que terminan por aprisionar a la persona y a toda una cultura (Mc 7,1-5). Quien no aprecia la libertad como valor grande se somete a las tradiciones y se hace esclavo de ellas. Y, lo que es peor, pretende que todos acepten ese planteamiento y si no, se les persigue.
¿Dónde aprendió Jesús esta libertad? No es fácil saberlo; quizá en sus noches de oración. Pero nunca ponderaremos suficiente su libertad estando, como estaba, en un marco social y religioso tan coactivo.

Texto: Lc 11,46: «¡Ay de vosotros también, juristas, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros ni las rozáis con un dedo!».
  • Estas frases duras han sido aumentadas, sin duda, por la tensión entre el judaísmo y el cristianismo naciente. Pero también es muy probable que tengan el sabor del pensamiento de un Jesús crítico con la opresiva normativa de las tradiciones del bajo judaísmo.
  • Los juristas, la gente del derecho, se ha apropiado de la ley y de la tradición. Quizá se hace más fuerte en esta segunda, porque son las tradiciones las que moldean el comportamiento social de un pueblo preindustrial como lo era el de Jesús.
  • No legislan ni proponen tradiciones que reconforten al pueblo, sino que “abruman”. Y en ese abrumamiento anida el veneno del poder. En el fondo, el control de las tradiciones es una cuestión de poder y, con frecuencia, de poder opresor.
  • Por eso, las tradiciones generan “cargas insoportables”, maneras de vivir que terminan volviéndose contra la persona débil, que es la que más soporta las tradiciones, y que tiene menos capacidad de crítica para enfrentarlas. Se pliegan y hasta las defienden. Defender al que te oprime.
  • Pero quien hace esta obra “no roza ni con un dedo” para intentar llevar la carga que, con frecuencia, supone una tradición. Cargan el peso en los demás y ellos se llaman andana. Gente que con frecuencia no cambia, no se enmienda, no ve que estén siendo unos opresores. Un peso enorme para la sociedad, para la misma religión.
Aplicación: Comenzamos con una conocida parábola que dibuja bien la insensatez que es la defensa a ultranza de la tradición: «El gato que vivía en el monasterio hacía tanto ruido que distrajo los monjes de su práctica, así que el maestro dio órdenes atar al gato durante toda la práctica de la tarde.Cuando el profesor murió años más tarde, el gato continuó siendo atado durante la sesión de meditación. Y cuando, a la larga, el gato murió, otro gato fue traído al monasterio y siendo atado durante las sesiones de práctica.Siglos más tarde, eruditos descendientes del maestro de zen escribieron tratados sobre la significación espiritual de atar un gato para la práctica de la meditación».
  • Con frecuencia no se sabe de dónde arrancan las tradiciones. No es obstáculo para mantenerlas, a pesar de que el origen las cuestionaría.
  • A veces no se trata de suprimir, sino de reorientar, de encontrarle un sentido más actualizado y profundo.
  • El cristiano no menosprecia las tradiciones, pero ha de intentar situarlas en su justo lugar.
  • Si las tradiciones entran en conflicto con la persona, el cristiano opta decididamente por el valor de la persona.
  • Consagrar las tradiciones como bienes culturales o como comportamientos religiosos es, a veces, no querer hincar el diente al problema.
  • Libertad, justicia, dignidad, humanidad han de ser valores que siempre estén por delante de cualquier tradición.
Fidel Aizpurúa, capuchino

martes, 12 de mayo de 2020

PARAR

Cuando comenzamos este aislamiento forzoso muchos nos hacían ver las posibilidades escondidas en esta pandemia diciendo que era una oportunidad para parar y para realizar actividades que normalmente no practicamos. Después de todas estas semanas vividas, creo que acertaron más en lo segundo que en lo primero. Los WhatsApp arden, y nos hemos entregado al teletrabajo, las películas, la música, los juegos de mesa, la lectura, las llamadas de teléfono o las quedadas por videoconferencia, la gastronomía, el entretenimiento por internet, incluso el ejercicio físico en casa: ¡circulaban tablas para ejercitar una parte del cuerpo en cada día del mes! Todas esas actividades son maravillosas pero, aunque algunos nos lo propusimos, se nos está pasando la oportunidad de parar de verdad.

Mucho antes de que el confinamiento comenzara, en el primer día de un retiro en El Pardo (Madrid), después de la primera charla, llegué a la habitación y leí un poco. Antes de salir a darme un paseo por el río, aparté de mi mente el ordenador: la tentación continua de abrir los emails no leídos o de realizar los trabajos pendientes. Y tomé otra decisión: no llevarme el móvil al Manzanares y por tanto olvidarme de los WhatsApp que me llegaran.

Y entre la charla y la lectura espiritual, y esas dos decisiones, respiré hondo y todo mi corazón descansó. Es como si mi cuerpo, mi persona entera, hubiera entrado en otra dinámica, en otro “modo”, como cuando cambiamos a “modo avión” antes de despegar. Un modo que me relajaba, me esponjaba el corazón y, en el fondo, sentía que añoraba. ¿Y qué modo era ese?

Como hijo de esta cultura en la que vivo, participo de la obsesión social de la productividad, del rendimiento, como dice el filósofo Byun-Chul Han. Es por esto, por lo que creo que nos ha costado tanto parar en este tiempo de confinamiento. En el nuevo modo en el que entré en aquel retiro, no necesitaba hacer nada “productivo”, nada útil, nada con una finalidad: ni siquiera el paseo que me disponía a realizar iba destinado a hacer ejercicio. Pero es que incluso no necesitaba “hacer, parecer o tener” nada para llenar y alegrar el tiempo: me bastaba con dejarme “ser”, sin nada más. Había un aparente vacío en mi interior, pero que verdaderamente estaba lleno de algo real pero no identificable, como si fuera transparente, denso, y además imposible de gastar.

Durante el camino a lo largo del río, me di cuenta que normalmente abordo la vida como un cúmulo de tareas pendientes, que nunca son suficientes. En aquel momento me introducía en otra manera de ver la vida, en la que simplemente me dejaba empapar de ella, en la que sólo tenía que contemplarla, en la que mi misterio personal se fundía con el “misterio” de la vida y con el misterio de Dios. Un poco más adelante en el paseo me reconocía como un ser que lo había recibido todo, que todo lo que tenía eran puros regalos: nada lo sentía como fruto de mi esfuerzo. Y surgía la gratitud pero, sobre todo, aparecía la certeza de que lo más hondo de la vida es gratuidad, como si fuera el núcleo esencial de la existencia, lo que define la vida de la naturaleza y la vida humana. Y ese también era el “modo”, la dinámica en la que estaba entrando: modo “gratuidad”.

¡Qué diferente se vive la vida en modo “ser”, en modo “misterio” y en modo “gratuidad”! La realidad sigue siendo la misma pero la percibes con otra fuerza, con más color, con una intensidad y hondura inusuales.

En este tiempo de confinamiento nos resistimos a cambiar de “modo”. Cambiamos de actividades, pero el miedo al vacío nos aleja de pararnos de verdad: un miedo agravado, además, por la amenaza personal que supone el confinamiento. Y nos perdemos la vida que se nos regala cuando entramos en el modo “ser”, en el modo “misterio” y en el modo “gratuidad”. Haya acabado o no el aislamiento, todavía tenemos tiempo para cambiar de modo, para parar.

Javi Morala, capuchino

domingo, 10 de mayo de 2020

CAMINO A DIOS

Hay que reconocer que, para un gran número de nosotros, por muchas explicaciones que nos den, Dios sigue siendo un ser enigmático. Nos dicen que es Padre y seguimos con la sensación de huérfanos u olvidados, algunos acumulando desgracia tras desgracia. El mismo panorama del mundo hace que nos preguntemos por ese Dios Padre y la manera de acceder a Él en medio de tanto drama. Cierta desorientación nos invade.

Tomás y Felipe parecen también desorientados. El primero no sabe qué camino hay que seguir. El segundo quisiera despejar esa incógnita de Dios Padre.

Jesús no les da una lección de teología teórica sino que les viene a decir que tratar de asumir las actitudes de vida del mismo Jesús es el camino para conocer y llegar a Dios Padre. El teólogo José María Castillo dice que “Jesús vino a este mundo para vivir de tal manera, hacer tales cosas y decir tales palabras, que quedara bien claro, de una vez para siempre, que solo el que vive de esa manera y hace lo que hizo el propio Jesús, ese es el que acierta en el problema y el destino definitivo y último de la vida, que es lo que, en lenguaje religioso, llamamos Dios” Y el teólogo Ratzinger, que llegaría a ser el Papa Benedicto XVI, decía en 1972: “Lo que salva no es que uno conozca el nombre del Señor (Mt 7,21); lo que se le pide es que trate humanamente al Dios que se esconde en el hombre”.

Por tanto no se deben separar el Dios Padre y el Jesús humano. El obispo salvadoreño Oscar Romero (1917-1980), asesinado por su defensa de los derechos de los más desfavorecidos y beatificado en el año 2015, destacaba que el hombre es camino ineludible para llegar a Dios: “Hay un criterio para saber si Dios está cerca de nosotros o está lejos. Todo aquel que se preocupa del hambriento, del desnudo, del pobre, del desaparecido, del torturado, del prisionero, de toda carne que sufre, tiene cerca a Dios”. Para encontrar a Dios hay que tomar en serio al hombre, a toda persona humana.

Iñaki Otano

martes, 5 de mayo de 2020

PEQUEÑA MARÍA

María, hoy vengo a tu presencia
porque se me ha acabado el vino del amor y… ya se sabe:
uno no sabe lo que es el vino hasta que no se emborracha,
y uno no sabe lo que es el amor hasta que no se enamora.

María de los pequeños-grandes detalles,
en Caná sacaste del apuro a unos novios
mientras los otros estaban demasiado ocupados en pasarlo bien.
Sin ruido, sin llamar la atención, sin coger el micrófono…
Desde el silencio, desde el anonimato, desde el servicio desinteresado…
¡Cuánto, cuánto tengo que aprender de ti!

María de los pequeños-grandes detalles,
en mi hogar, en el colegio, en el barrio, en la parroquia…
préstame tus ojos para ver “aquello que falta”,
tus manos, para ponerme el mandil y seguir tu ejemplo,
tus pies, para darme a la fuga prescindiendo de la dichosa palmadita,
y tu corazón, sí, Madre, tu corazón, para sentir tu amor y compañía.

Una cama sin hacer, una bolsa de basura que tirar,
un SMS que mandar, un amigo que escuchar,
un anciano al que hablar, un libro que regalar,
una visita al hospital, unos apuntes que prestar,
una oración que compartir, una pelea que evitar…

(Un minuto de silencio vale más que mil horas de discusión dialéctica…
¡Te toca a ti, junto a María, seguir con el listado de los pequeños-grandes detalles…)

Virgen María, concédeme tu sabiduría,
la sabiduría de los pequeños-grandes detalles.

J.M. de Palazuelo

domingo, 3 de mayo de 2020

DEJARSE ACARICIAR

El oficio de pastor no era bien visto en tiempo de Jesús. Para la gente los pastores eran ladrones sin escrúpulos que se arrebataban las ovejas unos a otros y las abandonaban a la llegada del lobo. Así las ovejas andaban desorientadas, cambiando constantemente de pastor, que no se preocupaba de ellas más que por el provecho material que pudiera sacar.

Por eso, Jesús precisa que él es un pastor distinto, un pastor bueno, que sí se preocupa de que no le roben ni hagan desgraciada a ninguna. Para él cada una es un tesoro precioso e insustituible que no quiere perder. Así revive al Pastor bueno, que en el Antiguo Testamento era Dios mismo.

La oveja encontrará en su camino malos pastores, que intentarán robar, matar y hacer estragos según sus propios intereses. Tú déjate guiar por el pastor bueno.

En nuestras relaciones de todo tipo se introduce a veces la tentación de utilizar a la otra persona en beneficio propio. La cuido y la apoyo mientras me sirve, luego una cosa más que usar y tirar. Es una relación contaminada, a veces estrictamente formal.

La actitud de Jesús, el buen pastor, revelación del Dios Padre-Madre, es completamente distinta. Él me conoce a mí, tiene en cuenta a mi persona, mis cualidades y defectos, mi lado creyente y mi tendencia a la incredulidad, mis pasiones, lo que me preocupa y lo que escondo para salvar mi imagen. No me reprocha nada, me alienta. La verdadera felicidad consiste en acogerle y seguirle.

El Papa Francisco decía en una de sus homilías diarias que “el Señor conoce la bella ciencia de las caricias”. Pero añadía: "más difícil que amar a Dios es ¡dejarse amar por Él!” Y proponía “dejar que él se acerque a nosotros y sentirlo a nuestro lado. Dejar que él se haga tierno con nosotros, nos acaricie”.

Efectivamente, hay que dejarse querer por Dios, permitir que sea nuestro buen pastor, volcado y tierno con cada uno de nosotros. En consecuencia, Jesús no quiere que seamos intransigentes y agobiantes con los demás. Quiere que seamos comprensivos, más humanos que legalistas.

Iñaki Otano

sábado, 2 de mayo de 2020

ORAR ANTE EL CRISTO DE SAN DAMIÁN


Oración ante el Cristo de San Damián

¡Oh alto y glorioso Dios!,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.

S. Francisco de Asís