martes, 30 de octubre de 2018

L@S HERMAN@S MAYORES

Los hermanos, las hermanas mayores nos van enseñando los secretos de la vida. No son maestros porque han estudiado más que nosotros, o porque han tenido más tiempo para aprender. Son aquellos hermanos y hermanas que les ha tocado, por lo que sea, buscar y discernir más, combinando saber y experiencia. Se nota en ellos una vida personal, fidelidad a sí mismos, libertad que no depende de ser aprobados o rechazados, autenticidad, humildad, búsqueda...

Estas personas nos ayudan a vivir desde más adentro y mirando la realidad nuestra y del entorno desde más allá. Notamos que son nuestros hermanos/as mayores en que algo de nosotros por dentro conecta con ellos, aunque no sepamos poner en palabras. Como si al verlos y escucharlos algo en nuestro interior despertara, se clarificara, vibrara al unísono. Percibimos una verdad de vida que nos da más vida, sentido, luz, ánimo... Es como si fueran por delante en la aventura de la vida.

Seguramente ellos/ellas no se den cuenta de todo esto porque ya tienen bastante con vivir atentos y vigilantes a lo que la vida les está deparando. Y si se les dice algo de lo anterior, hasta se extrañarían de lo que se dice de ellos. Tener un hermano, una hermana mayor es una gran suerte porque no nos sentimos huérfanos en nuestro caminar.

Y lo que es una bendición es tener un hermano, una hermana mayor en la fe. Percibir en ellos, con sus luces y sombras, que su vida, su fe no es fruto de su esfuerzo, sino que lo viven como regalo; tienen conciencia de pecadores, pero no quedan anulados por ello; la tienen enraizada en la vida y la alimentan desde dentro; su alimento es el amor discreto, personal, trabajado, sufrido y gozado. Son un don de Dios.

Carta de Asís, octubre 2018

martes, 23 de octubre de 2018

SOPORTAR AL HERMANO FRÁGIL

El mes de octubre nos acerca un año más a San Francisco de Asís pues celebramos su fiesta. Recordamos su vida, su espiritualidad, esa manera de entender la vida y el mundo que trata de animarnos a muchos de nosotros en nuestra manera de afrontar nuestra vida como personas creyentes.

En este tiempo ha venido a mi memoria uno de sus avisos espirituales, una de sus Admoniciones, que habla de la compasión del prójimo. Decía San Francisco: “Dichoso el hombre que soporta a su prójimo según su fragilidad en aquello que querría ser soportado por él, si estuviese en un caso semejante”. (Adm 18)

Vivimos tiempos complicados y de un gran desconcierto. Hay realidades que nos superan, vidas desgarradas, tensiones sociales que parecen no tener solución. Ante las necesidades de tantas personas tenemos el peligro de replegarnos, cerrarnos en nosotros mismos, intentar olvidarnos de los demás. Poco a poco se va generando una sensación de miedo. A nivel político y social se nos alerta de que el modo que tiene nuestra sociedad para afrontar tal desconcierto es a través de los populismos de tintes autoritarios, de políticas que tienden al proteccionismo económico y de remarcar las diferencias sobre los otros. La insistencia en la seguridad en nuestra tierra últimamente se ha convertido en una de las prioridades y preocupaciones para la mayoría de las personas.

San Francisco, en esta frase que os cito, vuelve de manera sencilla a lo que es el mensaje de Jesús expresado en el Evangelio: el amor mutuo y la ayuda que deben brindarse no solo a los cristianos, sino a todas las personas. Él habla de “soportar” y “ser soportado”. Francisco no da a esta palabra, a “soportar”, ninguna connotación negativa. Él nos habla de la gratuidad que ha de haber en las relaciones con las personas, del apoyo y sostenimiento de las mismas. Pues, si estuviéramos nosotros mismos en una situación semejante, también nos gustaría experimentar el apoyo y la ayuda por parte de los demás.

Este consejo de Francisco podemos decir que es de “sentido común”, pero también sabemos que este sentido suele fallar... Si queremos crecer en humanidad, en fraternidad, nuestro horizonte debe estar marcado por la construcción de una sociedad en la que tengamos presente la situación de los que están más abajo y peor lo pasan. Francisco de Asís nos invita a hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué es bueno para nuestra vida? Y, estoy convencido de que es bueno para mí aquello que también contribuye a mejorar la vida de la mayoría de las personas.

Benjamín Echeverría, capuchino

jueves, 18 de octubre de 2018

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO ES… correr el riesgo de que nos critiquen y nos persigan. Así pasó con Jesús y siglos después con San Francisco, quienes fueron juzgados, rechazados y no estuvieron exentos de la burla y el maltrato. Porque la persecución es parte del anuncio del Evangelio.

No ha existido ningún santo al cual las cosas le hayan salido perfectas, como en un guión de película. El heroísmo en Cristo, no se entiende como los son los héroes del mundo, que son atractivos, grandes y poderosos, sino desde el heroísmo de la cruz y nadie de nosotros es más que el maestro (Cf. Lc 6, 40).

Como personas, no podemos negar que se nos antoja ser los mejores en todo y que los que nos rodean sean como nuestro particular club de fans. Pero no. Observar el Evangelio, es la primera prerrogativa del alma franciscana, y es por tanto optar por el camino estrecho.

Vivir el carisma de Francisco es, entre otras cosas más, tomarse la fe en serio, muy en serio, aunque esto conlleve la burla, la crítica y las persecuciones… pero no desde el pesimismo y la tristeza, sino desde la alegría, la esperanza y la paz.

espirituyvidaofm.wordpress.com

martes, 16 de octubre de 2018

NOSTALGIA DE FRANCISCO

Hoy tengo nostalgia de Francisco.

Miro la Iglesia, tan llena de cosas esperanzadoras y, a la vez, tan desbordada de corrupción, de enfrentamientos fraternos, de trincheras… y añoro a Francisco.

Aquel hombre pequeño amó profundamente a la Iglesia y, aún en su rebeldía, fue fiel y nunca pronunció una palabra de reproche, aunque el celo lo consumiera por dentro.

Cada vez más a menudo me asalta la desesperanza. El silencio de Dios, su aparente ausencia de este mundo y, tantas veces, de su Iglesia me hacen ver todo oscuro. Y es entonces cuando Francisco enciende mi esperanza.

Francisco de Asís es, más allá de todo, el hombre que evidencia que es posible seguir a Cristo, pobre y crucificado. El hombre que nos muestra que se puede vivir sin tener y ser feliz. Que se puede renovar la Iglesia, que se puede reconstruir la Iglesia, sin necesidad de atrincherarse en tradiciones, ideologías, dogmas o ritos.

Francisco vivió el Evangelio, sin glosa, sin interpretarlo, al pie de la letra y con eso, simplemente, cambió la sociedad de su tiempo y la Iglesia que amenazaba ruina.

Cuando miro al mundo y la Iglesia de hoy, insisto, con sus grandes luces y sombras, tengo nostalgia de Francisco… o de uno que, como él, nos muestre el Camino, pobre, descalzo y junto a los marginados.
Gabriel López Santamaría

jueves, 11 de octubre de 2018

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO ES… encontrar inspiración en el hermano Francisco de Asís, para que como él, podamos responder al llamado cotidiano de vivir una relación profunda y radical con el Sumo Dios Vivo y Verdadero.

La oración debe ser nuestro alimento cotidiano. Y así junto a los hermanos frailes, clarisas y seglares, también podamos asumir rutinas piadosas y vida litúrgica para que se conviertan en hábitos y que nos vayan fortaleciendo en nuestra voluntad, haciéndonos cristianos cada vez más disciplinados y ordenados. Sin que nadie nos lo pida, porque no hay mayor libertad que la disciplina auto impuesta. Así, como con los atletas de algún deporte que se ejercitan, porque el Reino de los Cielos no es cosa de flojos. Y verdaderamente el premio del Cielo es más grande que cualquier premio o trofeo del mundo.

Vivir el carisma de Francisco es, entre otras cosas más, construir una relación de intimidad con Jesucristo. Romper la falsa barrera que nos hace pensar que Dios es pasivo, lejano y frío, sino dar el salto de fe que nos lleve a una experiencia de comunión con Él. La fidelidad en el amor con Dios es un aspecto fundamental de la espiritualidad franciscana. Es con nuestra vida, con todo lo bueno que tenemos y somos, aún y con todas nuestras fragilidades, igual con todos nuestros actos y trabajos, es como los franciscanos y franciscanas mostramos nuestra filiación de amor con Dios, uno y trino.

espirituyvidaofm.wordpress.com

martes, 9 de octubre de 2018

UNA DE BLABLACAR

Últimamente estoy utilizando para viajar empresas como Amovens o BlaBlaCar que facilitan compartir gastos y encontrar alternativas a las posibilidades que ofrece el transporte público. La última vez viajé con una chica encantadora: dispuesta a favorecer el viaje, cercana en el trato, con una conversación muy interesante sobre nutrición y otros temas, cuestionándose muchas de nuestras formas de vida. Se mostró como una persona inquieta, que reflexiona y que no se conforma con lo que la sociedad nos propone.

Me sorprendió la riqueza interior de esta chica porque no era una persona elegida, sino que era la que me había tocado por casualidad. Lo que me confirmaba algo que me había dicho muchas veces a mí mismo: que en toda persona se esconde una riqueza inmensa. Podamos captarlo o no, todo ser humano tiene una perla interior, una valía incalculable.

¿Y qué tienen este tipo de espacios que hacen que aparezca lo mejor de la persona y no esa otra parte más oscura que también todos tenemos? Creo que es la actitud de disponibilidad, de flexibilidad, de acogida a la otra persona: es una especie de predisposición a la cercanía, a la amabilidad, a la generosidad.

Sin querer coger esta situación por los pelos, creo que esta predisposición de generosidad genera Reino de Dios, y a la inversa: el Reino de Dios provoca estas actitudes de cercanía y bondad. Creo que el Reino suscita el cariño, el amor. Es que, este mundo es mucho más hermoso cuando se generan espacios, aunque sean mínimos, de cuidado mutuo, de preocupación por el otro, de amparo, de fraternidad. Por eso, aunque la chica de BlaBlaCar no lo supiera, estaba consiguiendo que, nada más y nada menos, el mismo Reino de Dios se hiciera presente en ese viaje. ¡Muchas gracias maja!

Javi Morala, capuchino

jueves, 4 de octubre de 2018

DÍA DE SAN FRANCISCO

Francisco supo descubrir el lado oculto de las cosas, supo escuchar la música sencilla que el ruido no deja oír, supo sentir los latidos del corazón del mundo que están debajo de la piel, en el fondo de las cosas. Supo dar la vuelta a las cosas, mirarlas con otros ojos, amarlas sin necesidad de poseerlas.

Él solía decir que no haríamos nada con cantar las glorias de los santos si nosotros, de alguna manera, no los imitábamos. Por eso, la fiesta de san Francisco nos ha de llevar a dar la vuelta a las cosas, a leerlas con otros ojos, a descubrir con compasión emocionada el valor de la persona que camina conmigo.

¡Feliz día!

martes, 2 de octubre de 2018

DALE LA VUELTA

En la película Francesco de Michele Soavi hay una escena simpática que se repite varias veces: Francisco y Clara, de niños, juegan en un prado de Asís. Y, de repente, el niño Francisco se pone boca abajo y le dice a la niña su gran descubrimiento: “Es el cielo el que aguanta la tierra”.

Es que Francisco fue uno que dio la vuelta a las cosas, que las miró con otros ojos, desde otra perspectiva. No se puso en el lugar en el que nos ponemos todos y desde donde valoramos y juzgamos todos. Él encontró otro lugar, otra manera de mirar a las personas y a la creación. Y eso le llevó a un descubrimiento genial: encontró que toda la realidad era hermana. Y desde esa “vuelta” construyó toda su vida. Y, aunque tuvo momentos malos, el conjunto fue fenomenal, disfrutante, humano, deslumbrante.

Quizá sea necesaria una cierta dosis de ingenuidad, un valor que se valora poco, pero que puede dar muy buenos resultados. Ser ingenuo no es ser tonto. Es tener controlada la malicia, no ir siempre con el colmillo retorcido ni creer que el otro siempre me va a dar una puñalada. Es no descreer de la bondad del corazón del otro. Se trata de mantener una cierta inocencia, una capacidad de admiración que guarda un ¡oh! en la recámara para sacarlo en los mejores momentos.

Resulta sorprendente que algunos físicos cuánticos hablen de que, para entender los intrincados postulados de tal física, hay que seguir manteniendo vivo el niño que llevamos dentro. Quizá eso sea lo que les hace pensar e imaginar el cosmos desde una perspectiva tan diversa a la de la física convencional. Ese dar la vuelta a la desconfianza recibida es la que les abre a mundos que nos maravillan.

No creamos que estemos descubriendo la pólvora. Hace ya muchos años, el viejo san Pablo decía a sus amigos de Roma: “Dejaos renovar por la transformación de la mente”. Una mente transformada es una mente que sabe dar vuelta a las cosas, que se asoma a ventanas nuevas desde las que se ven paisajes distintos.

Por eso mismo, no temas cambiar, porque cambiar es síntoma de vida, siempre que permanezca lo esencial, lo único: el amor. No temas a las novedades, siempre que lo nuevo sea un espolear el corazón para abrirse a los huertos cerrados del corazón del otro. No te conformes con lo que se te da, trabájalo por tu cuenta para descubrir esa senda de vida que te aproxima a la dicha.

Hace unos años en el palacio de los deportes de Madrid el cantante Álvaro Fraile cantaba aquella canción “Dale la vuelta al orden, dale la vuelta”, porque, decía, siempre está junto al poderoso el débil y el pobre que reclaman justicia. Puede parecer excesivo, pero es cuestión de ir haciéndolo, poco a poco.

Por eso, además de “Dale vuelta”, habría que decir “Date la vuelta” a ti mismo, a tu manera de pensar, de entender la vida, de entender la fe, de mirar el mundo. Míralo todo con esos ojos de dentro que descubren mundos nuevos en los pequeños y cansinos caminos de cada día.
Fidel Aizpurúa