jueves, 30 de enero de 2020
martes, 28 de enero de 2020
CONSUMO RESPONSABLE
Nuestros hábitos de consumo han ido variando constantemente en pocos años. De comprar únicamente lo estrictamente necesario, hemos pasado a comprar para saciar nuestras necesidades creadas por la publicidad, o como terapia contra la depresión, o a entender como actividad puramente económica, etc. Y sin embargo, estamos entrando en una fase -hace tiempo que nos lo estaban diciendo algunos- donde el modo de consumo apela a nuestra responsabilidad con la Tierra, nuestro hogar. Lo que consumimos y cómo lo hacemos no es cuestión sólo del ámbito personal; es más bien cuestión de solidaridad con la humanidad toda. Nuestro tren de vida está cambiando -ya lo ha cambiado de hecho- el ciclo natural de nuestro planeta.
Esta responsabilidad en el consumo corresponde a toda la humanidad, pero sobre todo a nosotros, la parte de la humanidad que más recursos y energía gasta dado el tren de vida que llevamos. Tenemos que reconocer, aunque nos cueste aceptarlo, que es inviable un modo de vida como el nuestro para toda la humanidad. Dicen los entendidos que se necesitarían dos planetas Tierra para poder llevarlo a cabo.
Nuestro consumo habla de nuestra solidaridad o insolidaridad con los demás seres humanos. No sólo con los actuales, sino también con los que están por venir. Estamos llamados a seguir consumiendo para vivir, pero con responsabilidad. Ello supone controlar más nuestras necesidades -cuáles son verdaderas y cuáles no tanto-, pide informarse un poco más de lo que compramos -su origen, las condiciones de trabajo de las personas que lo elaboran, el desgaste real sobre la naturaleza- y conlleva mejorar el tratamiento que damos a lo que desechamos.
Más que comprar menos, es saber qué y para qué se compra porque ya no es solo de un acto individual que habla de mí, sino que es un acto que habla también de lo que quiero y hago por los demás; sobre todo por los que menos tienen y por los que vendrán en el futuro.
Esta responsabilidad en el consumo corresponde a toda la humanidad, pero sobre todo a nosotros, la parte de la humanidad que más recursos y energía gasta dado el tren de vida que llevamos. Tenemos que reconocer, aunque nos cueste aceptarlo, que es inviable un modo de vida como el nuestro para toda la humanidad. Dicen los entendidos que se necesitarían dos planetas Tierra para poder llevarlo a cabo.
Nuestro consumo habla de nuestra solidaridad o insolidaridad con los demás seres humanos. No sólo con los actuales, sino también con los que están por venir. Estamos llamados a seguir consumiendo para vivir, pero con responsabilidad. Ello supone controlar más nuestras necesidades -cuáles son verdaderas y cuáles no tanto-, pide informarse un poco más de lo que compramos -su origen, las condiciones de trabajo de las personas que lo elaboran, el desgaste real sobre la naturaleza- y conlleva mejorar el tratamiento que damos a lo que desechamos.
Más que comprar menos, es saber qué y para qué se compra porque ya no es solo de un acto individual que habla de mí, sino que es un acto que habla también de lo que quiero y hago por los demás; sobre todo por los que menos tienen y por los que vendrán en el futuro.
Carta de Asís, enero 2020
jueves, 23 de enero de 2020
HORIZONTE
Imagino el Paraíso como esta carretera
que se extiende a lo largo hacia el crepúsculo
mientras el horizonte iluminado, aún lleno de azul,
tiñe de rojo ráfagas de nubes.
A los lados, una hilera quebrada de pastos y olivares.
Y ningún deseo. Sólo la luz alimentando unos ojos abiertos
y un cuerpo que no espera tocar aquel crepúsculo,
siempre igual de lejano. Sólo el pan bendecido de la tarde
partiéndose en azules, en grises, en naranjas.
Y el tiempo, como un niño engalanado de blanco,
abriéndome sus brazos a lo lejos.
que se extiende a lo largo hacia el crepúsculo
mientras el horizonte iluminado, aún lleno de azul,
tiñe de rojo ráfagas de nubes.
A los lados, una hilera quebrada de pastos y olivares.
Y ningún deseo. Sólo la luz alimentando unos ojos abiertos
y un cuerpo que no espera tocar aquel crepúsculo,
siempre igual de lejano. Sólo el pan bendecido de la tarde
partiéndose en azules, en grises, en naranjas.
Y el tiempo, como un niño engalanado de blanco,
abriéndome sus brazos a lo lejos.
Alejandro Martín, de La fiesta de los vivos.
martes, 21 de enero de 2020
jueves, 16 de enero de 2020
¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE LA SEXUALIDAD?
El judaísmo, como muchas religiones antiguas, ha tenido a la sexualidad en el punto de mira y ha considerado, en general, todo lo relativo a ella como algo próximo al pecado. Pero lo que ha venido después, en el cristianismo islamismo ha ido más lejos.
Los evangelios no están muy interesados por el tema o, al menos, no están de manera sectariamente condenatoria. Quizá sea porque están más interesados en la dicha que en el pecado.
Texto: Mt 5,27-28: «Os han enseñado que se os mandó: No cometerás adulterio (Ex 24,14). Pues yo os digo: cualquiera que mira a una mujer con intención de codiciarla, ya ha cometido adulterio con ella en su interior».
Aplicación:
Los evangelios no están muy interesados por el tema o, al menos, no están de manera sectariamente condenatoria. Quizá sea porque están más interesados en la dicha que en el pecado.
- Atina bien el evangelio cuando dice que una negativización de la sexualidad y de otras prácticas humanas tiene su fuente en el corazón: Mt 15,19 dice que «del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias». Hay que apuntar a esa fuente, a esa “mirada”. ¿Cómo leer la sexualidad desde un lado benigno y hasta hermoso?
- Para el evangelio todo, también la relación más íntima, por ejemplo la matrimonial, ha de estar bajo el paraguas de la igualdad. Si no lo está, «el hombre debe abandonar a su padre y a su madre», es decir, el que tienen la sartén por el mango en una sociedad desigual ha de hacer renuncia de sus posiciones de poder. Lo que corrompe la relación no es la sexualidad, sino el ejercicio del poder que desiguala.
- Se podría decir que en los evangelios hay atisbos que hacen pensar que cuando la sexualidad falla todos, hombres y mujeres, tienen parte en ello, tratando de corregir la práctica secular de que solamente las mujeres son las malas (desde aquello de Eva). En Jn 8,10 Jesús pregunta a la adúltera por los que la condenan, por los hombres que la condenan… Y al no haber hombre alguno que condena, él, hombre, tampoco condena. Si condenaran la condena se volvería sobre ellos mismos porque el adulterio, como casi toda disfunción sexual es cosa de dos. Jesús no condena porque es bueno, sino porque es hombre y sabe muy bien que la culpa se reparte entre los dos géneros. Quizá podría haber ido más lejos: el lugar de dejarles marchar, haberles interpelado, haber dirigido las piedras hacia ellos. Culpabilizar al otro es la forma de encubrir a una parte del problema, quizá la más concernida.
Texto: Mt 5,27-28: «Os han enseñado que se os mandó: No cometerás adulterio (Ex 24,14). Pues yo os digo: cualquiera que mira a una mujer con intención de codiciarla, ya ha cometido adulterio con ella en su interior».
- La moral tradicional hizo en su día un auténtico campo de batalla con el tema de los malos pensamientos. Cualquier pequeño pensamiento de corte sexual entraba en ello. Hoy parece que hemos comprendido que hay que distinguir las cosas y que hay pensamientos absolutamente intranscendentes, festivos, valorativos y otros que tienen otros contenidos. El componente de humanidad y de dignidad es el que dirime la cuestión.
- La antítesis de san Mateo habla de la verdad del adulterio: ésta no es solamente acostarse con la mujer de otro hombre (o con el hombre de otra mujer, porque el adulterio va en ambas direcciones aunque el judaísmo lo aplique solo a la mujer). El asunto está en “la intención de codiciarla”, en la decisión de comenzar a poner los mecanismos necesarios para apropiarse de ella. El primero de los mecanismos es el propio corazón que habrá que desenmascarar. Luego, pueden venir otros.
- Si la mirada es sin intención de codiciarla, de modo meramente valorativo o festivo con humanidad, la cosa es harina de un costal menos severo. Necesitamos en todo esto una higiene mental que no se logra solamente por el cuidado con el que hay que tratar siempre a la persona, sino también por ir logrando otra manera de mirar las cosas y apreciarlas desde valores de dignidad y de disfrute.
Aplicación:
- La prensa dice que, en La Rioja, por ejemplo (es de suponer que en las demás autonomías por el estilo) el 60% de los adolescentes ven en sus móviles películas porno. Parece que eso no tiene importancia y ni profesores ni padres parecen hincarle el diente al asunto. Pero si el dato es cierto, estamos hablando de que la fuente, la mirada, de la sexualidad está siendo afectada. ¿Cómo dar otra visión más positiva del asunto, más gozosa, más disfrutante, con menos carga de negatividad?
- En este asunto, seguimos como en tiempos del judaísmo, es la mujer la que sale perdiendo porque es la parte social más débil aún de la relación humana. Luego nos quejamos, y con razón, de que salgan por todas las esquinas “manadas” que avasallan a las personas en situación de inferioridad.La valoración de la corporalidad de la mujer habría de pasar a otro terreno. Quizá comenzando por defenderla de los depredadores; quizá entendiéndola como un agente de disfrute social (lo mismo que el hombre), no como una presa sexual a cobrarse.
- Todo esto tiene mucho que ver con el logro de una relación respetuosa, tolerante y valorativa. Queremos “curar” la sexualidad inhumana sin trabajar la buena relación humana en ámbitos sociales que no tienen que ver con el sexo. Todo lo humano está interconectado: no se puede sanar una sección dejando las demás sin tocarlas, por ejemplo, todo el tema de la violencia que es un asunto que toca de lleno a los cuerpos (queremos que los adolescentes no vena porno y no importa que ven cientos de asesinatos en las películas de cada día).
martes, 14 de enero de 2020
EL TRABAJO SE COME SU ALEGRÍA
Ahora que estamos inmersos en el estrés posvacacional, quizás nos venga bien reflexionar sobre el trabajo. Un jefe de la isla de Samoa relacionaba, ya a comienzos del siglo pasado, la tristeza de los europeos con su incapacidad de disfrutar del trabajo: “Hay más gente en Europa con el rostro gris ceniza que árboles hay en nuestras islas. Porque no obtienen ningún placer de su trabajo, porque su trabajo se come toda su alegría y porque nunca hacen nada por su propio gusto, ni siquiera una hoja, no importa cuánto tiempo trabajen”. En la cultura actual se entiende el trabajo y al trabajador como un mero instrumento de producción, y se le asocian estos significados:
Hay un disfrute del propio trabajo que en muchas ocasiones hemos olvidado y que necesitamos recuperar retomando su sentido central: con el trabajo ¡¡colaboramos en el cuidado y la transformación del mundo!! Con nuestra labor cotidiana ¡¡somos cocreadores con el Padre, a imagen y semejanza del Dios creador!! Todo trabajo se realiza para otras personas, por tanto, toda ocupación puede tener sentido. El problema es hacer que ese sentido sea significativo, sea patente para mí.
Después de que uno ha conquistado su autonomía personal, cuando es capaz de descentrarse de sí mismo y unificarse en el trabajo para los demás, entonces encuentra un motivo para vivir. Ver el quehacer como misión es ir más allá del esfuerzo hasta su sentido final. Trabajar es un servicio en el que se es capaz de desprenderse de sí mismo y de las aficiones preferidas. Desde aquí, una labor aunque no sea la ideal para uno, puede ser vivida con pleno sentido y por tanto con alegría: es la “gracia del trabajo” de la que habla Francisco de Asís (Regla bulada V, 1).
- El sentido del trabajo se reduce a conseguir cubrir de forma precaria las necesidades básicas del trabajador: “trabajo para pagar mis facturas”.
- Otros hablan del valor del trabajo en cuanto que te posibilita un placer posterior en el consumo y satisface tus deseos: “trabajo para tener un coche y una gran casa, etc.”
- Hay quien encuentra que el trabajo puede ayudar a vivir más y mejor, por el sentimiento de orgullo o de ambición que genera: “trabajo para ser alguien en la vida”.
- Algunas teorías justifican que el trabajo alienante que arrebata las capacidades del trabajador, se compensan en cuanto que se pueden recuperar en su tiempo libre: “estoy ‘fastidiado’ pero compenso con la vida que me doy después”.
Hay un disfrute del propio trabajo que en muchas ocasiones hemos olvidado y que necesitamos recuperar retomando su sentido central: con el trabajo ¡¡colaboramos en el cuidado y la transformación del mundo!! Con nuestra labor cotidiana ¡¡somos cocreadores con el Padre, a imagen y semejanza del Dios creador!! Todo trabajo se realiza para otras personas, por tanto, toda ocupación puede tener sentido. El problema es hacer que ese sentido sea significativo, sea patente para mí.
Después de que uno ha conquistado su autonomía personal, cuando es capaz de descentrarse de sí mismo y unificarse en el trabajo para los demás, entonces encuentra un motivo para vivir. Ver el quehacer como misión es ir más allá del esfuerzo hasta su sentido final. Trabajar es un servicio en el que se es capaz de desprenderse de sí mismo y de las aficiones preferidas. Desde aquí, una labor aunque no sea la ideal para uno, puede ser vivida con pleno sentido y por tanto con alegría: es la “gracia del trabajo” de la que habla Francisco de Asís (Regla bulada V, 1).
Javi Morala, capuchino
viernes, 10 de enero de 2020
PREGÓN DE NAVIDAD. “EL AMOR NACE PEQUEÑO”
No pudimos comenzar la navidad mejor. Como viene a ser ya una costumbre, el domingo 22 de diciembre nos juntamos los grupos de Logroño, Tudela y Zaragoza en esta última ciudad, para celebrar el pregón de navidad y dar inicio a estas fechas tan especiales para nosotros todos juntos. Nuestro lema de este año: “El amor nace pequeño”.
Después de recibir a los grupos de Logroño y Tudela y de disfrutar todos juntos de un almuerzo calentito, el grupo de animadores de Zaragoza realizó una particular y divertida presentación de los talleres que disfrutaríamos a lo largo de la mañana. Nada más y nada menos que cuatro actividades que nos permitieron: averiguar cuáles son los pequeños detalles que hacen grandes las navidades de nuestros vecinos; descubrir que la grandeza o la pequeñez de las cosas muchas veces depende de la perspectiva desde la que las observamos; disfrutar de un ratito para estar tranquilos, mirarnos y descubrirnos por dentro; y por ultimo contactar con otras realidades que nos rodean gracias a la visita a una residencia de mayores en la que tuvimos la suerte de colaborar, animar y escuchar a las hermanas que allí viven.
Después de una mañana tan intensa, pudimos compartir una alegre y distendida comida, que terminó con todos cantando villancicos , que después haríamos sonar en la eucaristía. Ya más tranquilos. De nuevo por grupos realizamos un repaso del día, poniendo en común cómo habíamos vivido las diferentes actividades del día y preparamos la celebración con la que poníamos casi fin a nuestro día de convivencia.
Ya sólo quedaba decirnos adiós y desearnos una Feliz Navidad y volver a casa un poquito más preparados para vivir con consciencia, con alegría y con plenitud la venida del niño Jesús y sabiéndonos afortunados por tenernos los unos a los otros para celebrarlo.
Después de recibir a los grupos de Logroño y Tudela y de disfrutar todos juntos de un almuerzo calentito, el grupo de animadores de Zaragoza realizó una particular y divertida presentación de los talleres que disfrutaríamos a lo largo de la mañana. Nada más y nada menos que cuatro actividades que nos permitieron: averiguar cuáles son los pequeños detalles que hacen grandes las navidades de nuestros vecinos; descubrir que la grandeza o la pequeñez de las cosas muchas veces depende de la perspectiva desde la que las observamos; disfrutar de un ratito para estar tranquilos, mirarnos y descubrirnos por dentro; y por ultimo contactar con otras realidades que nos rodean gracias a la visita a una residencia de mayores en la que tuvimos la suerte de colaborar, animar y escuchar a las hermanas que allí viven.
Después de una mañana tan intensa, pudimos compartir una alegre y distendida comida, que terminó con todos cantando villancicos , que después haríamos sonar en la eucaristía. Ya más tranquilos. De nuevo por grupos realizamos un repaso del día, poniendo en común cómo habíamos vivido las diferentes actividades del día y preparamos la celebración con la que poníamos casi fin a nuestro día de convivencia.
Ya sólo quedaba decirnos adiós y desearnos una Feliz Navidad y volver a casa un poquito más preparados para vivir con consciencia, con alegría y con plenitud la venida del niño Jesús y sabiéndonos afortunados por tenernos los unos a los otros para celebrarlo.
Lorena Horna
miércoles, 8 de enero de 2020
BENDICIÓN PARA EL NUEVO AÑO
Que tu mirada gane en hondura y detalle para que puedas ver más claramente tu propio viaje con toda la humanidad como un viaje de paz, unidad y esperanza.
Que seas consciente de todos los lugares por los que caminas y vas a caminar en el nuevo año, y que conozcas, por experiencia, qué bellos son los pies del mensajero que anuncia la buena noticia.
Que des la bienvenida con una sonrisa a todos los que estrechan tu mano: las manos extendidas forman redes de solidaridad que alegran y enriquecen con su presencia protectora.
Que sea tuyo el regalo de todas las cosas creadas; que sepas disfrutarlas a todas las horas del día; y que te enfrentes, con valentía y entusiasmo, a la responsabilidad de cuidar la tierra entera.
Que el manantial de la ternura y la compasión mane sin parar dentro de ti, noche y día, hasta que puedas probar los gozos y las lágrimas de quienes caminan junto a ti, tus hermanos.
Que despiertes cada mañana sereno y con brío, con la acción de gracias en tu labios y en tu corazón, y que tus palabras y tus hechos, pequeños o grandes, proclamen que todo es gracia, que todo es don.
Que tu espíritu esté abierto y alerta para descubrir el querer de Dios en todo momento; y que tu oración sea encuentro de vida, de sabiduría y de entendimiento de los caminos de Dios para ti.
Que tu vida este año, cual levadura evangélica, se mezcle sin miedo con la masa y haga fermentar este mundo en que vivimos, para que sea realmente nuevo y tierno.
Y que la bendición de Dios que sale a tu encuentro, que es tu roca, tu refugio, tu fuerza, tu consuelo y tu apoyo en todo momento, lo invoques o no, descienda sobre ti y te guarde de todo mal.
Que seas consciente de todos los lugares por los que caminas y vas a caminar en el nuevo año, y que conozcas, por experiencia, qué bellos son los pies del mensajero que anuncia la buena noticia.
Que des la bienvenida con una sonrisa a todos los que estrechan tu mano: las manos extendidas forman redes de solidaridad que alegran y enriquecen con su presencia protectora.
Que sea tuyo el regalo de todas las cosas creadas; que sepas disfrutarlas a todas las horas del día; y que te enfrentes, con valentía y entusiasmo, a la responsabilidad de cuidar la tierra entera.
Que el manantial de la ternura y la compasión mane sin parar dentro de ti, noche y día, hasta que puedas probar los gozos y las lágrimas de quienes caminan junto a ti, tus hermanos.
Que despiertes cada mañana sereno y con brío, con la acción de gracias en tu labios y en tu corazón, y que tus palabras y tus hechos, pequeños o grandes, proclamen que todo es gracia, que todo es don.
Que tu espíritu esté abierto y alerta para descubrir el querer de Dios en todo momento; y que tu oración sea encuentro de vida, de sabiduría y de entendimiento de los caminos de Dios para ti.
Que tu vida este año, cual levadura evangélica, se mezcle sin miedo con la masa y haga fermentar este mundo en que vivimos, para que sea realmente nuevo y tierno.
Y que la bendición de Dios que sale a tu encuentro, que es tu roca, tu refugio, tu fuerza, tu consuelo y tu apoyo en todo momento, lo invoques o no, descienda sobre ti y te guarde de todo mal.
miércoles, 1 de enero de 2020
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