miércoles, 28 de junio de 2023
viernes, 23 de junio de 2023
LA IGUALDAD
La fraternidad, según Francisco de Asís, es de hermanos; y es de iguales. Cuidó mucho que no se hicieran distinciones entre los hermanos; no quiso que unos fueran considerados más y otros menos. Este principio de igualdad es inherente al carisma de Francisco desde el origen.
Sin embargo, se dan multitud de condicionamientos que hacen difícil conseguir la pretendida igualdad: están los hábitos grupales adquiridos, los modelos sociales que influyen, los diversos caracteres personales, cuestiones de género, dinámicas de trabajo y de organización, etc. De modo que el principio de igualdad entre los miembros de la comunidad, de la familia, de la fraternidad está bajo amenaza. Es más, siempre será algo a conseguir más que algo ya dado.
Por todo ello, siempre tendremos que estar atentos a dos cosas. La primera es la vigilancia de que la igualdad entre los hermanos/as sea efectiva, que no sea mera palabra para quedar bien. Deberemos poner los medios que ayudan a cuidar la igualdad entre los miembros: la autoridad limitada en el tiempo, denuncia de abusos de poder, cambio de personas en los distintos servicios, espacios donde la igualdad se hace visible y palpable, promoción de quienes siempre les toca ser menos…
Además, se dan dinamismos grupales y organizativos que hacen que algunos de sus miembros detenten mayor autoridad que los demás, ya que tienen la responsabilidad de decisión y de dirección de la colectividad. Sin embargo, todo deberá ser para el mejor funcionamiento del grupo de iguales.
Pero junto a los medios, también será necesario tener conciencia de que todos somos iguales ante Dios; no solo en derechos, sino en nuestra condición básica. Es Él quien nos ha precedido en la vida y en el amor, a todos por igual y a cada uno de modo personal.
Sin embargo, se dan multitud de condicionamientos que hacen difícil conseguir la pretendida igualdad: están los hábitos grupales adquiridos, los modelos sociales que influyen, los diversos caracteres personales, cuestiones de género, dinámicas de trabajo y de organización, etc. De modo que el principio de igualdad entre los miembros de la comunidad, de la familia, de la fraternidad está bajo amenaza. Es más, siempre será algo a conseguir más que algo ya dado.
Por todo ello, siempre tendremos que estar atentos a dos cosas. La primera es la vigilancia de que la igualdad entre los hermanos/as sea efectiva, que no sea mera palabra para quedar bien. Deberemos poner los medios que ayudan a cuidar la igualdad entre los miembros: la autoridad limitada en el tiempo, denuncia de abusos de poder, cambio de personas en los distintos servicios, espacios donde la igualdad se hace visible y palpable, promoción de quienes siempre les toca ser menos…
Además, se dan dinamismos grupales y organizativos que hacen que algunos de sus miembros detenten mayor autoridad que los demás, ya que tienen la responsabilidad de decisión y de dirección de la colectividad. Sin embargo, todo deberá ser para el mejor funcionamiento del grupo de iguales.
Pero junto a los medios, también será necesario tener conciencia de que todos somos iguales ante Dios; no solo en derechos, sino en nuestra condición básica. Es Él quien nos ha precedido en la vida y en el amor, a todos por igual y a cada uno de modo personal.
Carta de Asís, junio 2023
lunes, 19 de junio de 2023
FRATELLI TUTTI EN IMÁGENES DE ANTONIO OTEIZA
AMABILIDAD: La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices. Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir “permiso”, “perdón”, “gracias”. Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia. Este esfuerzo, vivido cada día, es capaz de crear esa convivencia sana que vence las incomprensiones y previene los conflictos. El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa. Puesto que supone valoración y respeto, cuando se hace cultura en una sociedad transfigura profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas. Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes. (FT 224).
miércoles, 14 de junio de 2023
miércoles, 7 de junio de 2023
RATIO FORMATIONIS: LA BELLEZA
El ser humano muestra una atracción natural hacia todo lo hermoso, porque el encuentro con la belleza ayuda a superar la experiencia de la fragmentación (Gen 1, 24-31). La belleza del mundo nos abre a una relación de interdependencia que nos convierte en hermanos. No se trata, por eso, de algo superficial: el contacto con la verdadera belleza nos permite conocer quiénes somos y qué hacemos en la vida (Itin 2,8).
Si miramos bien, vemos cómo el Evangelio también nos habla de la relación de Jesús con las criaturas: en ellas, encuentra un lugar para contemplar a Dios. El descubrimiento que Jesús hace de la belleza del mundo ––la armonía de los seres, su dependencia absoluta de Dios–– le ayuda a construir un mundo fraterno, a estar junto a todo lo que existe. La forma de vida de Jesús es la belleza más plena: su autenticidad, su libertad interior, sus manos siempre abiertas, sus ojos llenos de misericordia y de ternura. La suya es la vida más bella.
Francisco, lector del Evangelio, (1Cel 22; TC 25; AP 11; TC 29) es también lector de la Creación, libro de la Vida (1Cel 80-82; 2Cel 165; LM 8,6; Brev 1,2), donde descubre el deseo que Dios tiene de entrar en relación con todas las criaturas. En cada una de ellas contempla los diversos modos en los que Dios se hace presente y, junto a ellas, se convierte en testigo fascinado del Dios Creador, a quien se dirige exclamando: Tú eres belleza (AlD 4. 5).
Si miramos bien, vemos cómo el Evangelio también nos habla de la relación de Jesús con las criaturas: en ellas, encuentra un lugar para contemplar a Dios. El descubrimiento que Jesús hace de la belleza del mundo ––la armonía de los seres, su dependencia absoluta de Dios–– le ayuda a construir un mundo fraterno, a estar junto a todo lo que existe. La forma de vida de Jesús es la belleza más plena: su autenticidad, su libertad interior, sus manos siempre abiertas, sus ojos llenos de misericordia y de ternura. La suya es la vida más bella.
Francisco, lector del Evangelio, (1Cel 22; TC 25; AP 11; TC 29) es también lector de la Creación, libro de la Vida (1Cel 80-82; 2Cel 165; LM 8,6; Brev 1,2), donde descubre el deseo que Dios tiene de entrar en relación con todas las criaturas. En cada una de ellas contempla los diversos modos en los que Dios se hace presente y, junto a ellas, se convierte en testigo fascinado del Dios Creador, a quien se dirige exclamando: Tú eres belleza (AlD 4. 5).
domingo, 4 de junio de 2023
CORPUS CHRISTI
El día 11 de junio, domingo, este año celebramos la fiesta del Corpus Christi. La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es una fiesta móvil, que el calendario establece el jueves o el domingo de la segunda semana después de Pentecostés o el jueves o domingo después de la Santísima Trinidad.
En España dejó de ser festivo en 1989 y se trasladó al domingo. Todavía hay algunos lugares en nuestra tierra que se sigue celebrando el jueves, por aquello de que “tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”.
Es día de procesiones y de ornamentar las calles. De manera pública, en este día los católicos damos testimonio de la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía por las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades. De esta manera, desde el siglo XIII, tiempo en el que comenzó a celebrarse el Corpus, la comunidad cristiana ha expresado la convicción de que Jesús no puede quedar encerrado en las paredes de una iglesia, sino que pasa en medio del pueblo santificando las calles con su presencia.
El día del Corpus está muy relacionado con el día de Jueves Santo, día en que recordamos el momento en el que Jesús quiso que lo suyos continuaran celebrando la cena a través del tiempo, haciendo realidad y vida sus palabras: “haced esto en memoria mía”. El evangelista Juan, en ese gran discurso que conocemos como el del pan de vida, pone en boca de Jesús estas palabras: “y el pan que yo daré es mi carne para la salvación del mundo”. Cuando en la Última Cena, en el Jueves Santo, Cristo lavó los pies a sus discípulos nos dejó el mandamiento nuevo del amor: “que os améis uno a otros; como yo os he amado, amaos también los unos a los otros” (Jn 13,34). Pero, dado que esto sólo es posible si permanecemos unidos a Él, como los sarmientos a la vida (cf. Lc 15, 18), decidió quedarse con nosotros en la Eucaristía para que pudiéramos nosotros permanecer en Él. El encuentro con el Señor en la Eucaristía nos recuerda que el amar a Dios y al prójimo son inseparables.
Quienes participamos de la espiritualidad franciscana sabemos de la devoción que tenía San Francisco de Asís a la Eucaristía. Los tiempos en los que vivió fueron complicados, en el sentido de que la celebración de la Eucaristía sufría numerosos abusos y prácticas supersticiosas. San Buenaventura nos trasmite la devoción de Francisco con estas palabras: “Su amor al sacramento del cuerpo del Señor era un fuego que abrasaba todo su ser, sumergiéndose en sumo estupor al contemplar tal condescendencia amorosa y un amor tan condescendiente. Comulgaba frecuentemente y con tal devoción, que contagiaba su fervor a los demás, y al degustar la suavidad del Cordero inmaculado, era muchas veces, como ebrio de espíritu, arrebatado en éxtasis”. (LM 9,2)
En España dejó de ser festivo en 1989 y se trasladó al domingo. Todavía hay algunos lugares en nuestra tierra que se sigue celebrando el jueves, por aquello de que “tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”.
Es día de procesiones y de ornamentar las calles. De manera pública, en este día los católicos damos testimonio de la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía por las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades. De esta manera, desde el siglo XIII, tiempo en el que comenzó a celebrarse el Corpus, la comunidad cristiana ha expresado la convicción de que Jesús no puede quedar encerrado en las paredes de una iglesia, sino que pasa en medio del pueblo santificando las calles con su presencia.
El día del Corpus está muy relacionado con el día de Jueves Santo, día en que recordamos el momento en el que Jesús quiso que lo suyos continuaran celebrando la cena a través del tiempo, haciendo realidad y vida sus palabras: “haced esto en memoria mía”. El evangelista Juan, en ese gran discurso que conocemos como el del pan de vida, pone en boca de Jesús estas palabras: “y el pan que yo daré es mi carne para la salvación del mundo”. Cuando en la Última Cena, en el Jueves Santo, Cristo lavó los pies a sus discípulos nos dejó el mandamiento nuevo del amor: “que os améis uno a otros; como yo os he amado, amaos también los unos a los otros” (Jn 13,34). Pero, dado que esto sólo es posible si permanecemos unidos a Él, como los sarmientos a la vida (cf. Lc 15, 18), decidió quedarse con nosotros en la Eucaristía para que pudiéramos nosotros permanecer en Él. El encuentro con el Señor en la Eucaristía nos recuerda que el amar a Dios y al prójimo son inseparables.
Quienes participamos de la espiritualidad franciscana sabemos de la devoción que tenía San Francisco de Asís a la Eucaristía. Los tiempos en los que vivió fueron complicados, en el sentido de que la celebración de la Eucaristía sufría numerosos abusos y prácticas supersticiosas. San Buenaventura nos trasmite la devoción de Francisco con estas palabras: “Su amor al sacramento del cuerpo del Señor era un fuego que abrasaba todo su ser, sumergiéndose en sumo estupor al contemplar tal condescendencia amorosa y un amor tan condescendiente. Comulgaba frecuentemente y con tal devoción, que contagiaba su fervor a los demás, y al degustar la suavidad del Cordero inmaculado, era muchas veces, como ebrio de espíritu, arrebatado en éxtasis”. (LM 9,2)
Benjamín Echeverría, capuchino
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