jueves, 27 de junio de 2013

LA FELICIDAD

Una tarde, hace muchísimo tiempo,
Dios convocó a una reunión.
Estaba invitado un ejemplar de cada especie.
Una vez reunidos, y después de
escuchar muchas quejas, Dios soltó
una sencilla pregunta: "¿Entonces, qué te gustaría ser?”
a la que cada uno respondió sin tapujos y a corazón abierto:
La jirafa dijo que le gustaría ser un oso panda.
El elefante pidió ser mosquito.
El águila, serpiente.
La liebre quiso ser tortuga, y la tortuga, golondrina.
El león rogó ser gato.
La nutria, carpincho
El caballo, orquídea.
Y la ballena solicitó permiso para ser zorzal...
Le llegó el turno al hombre,
quien casualmente venía de recorrer el camino de la verdad,
hizo una pausa, y esclarecido exclamó:
"Señor, yo quisiera ser... feliz."

sábado, 22 de junio de 2013

Y VOSOTROS ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO?

   Hay preguntas que nunca son respondidas definitivamente, sino que son un estímulo constante de la existencia. Entre esas preguntas se encuentra ésta formulada por Jesús: “¿Y vosotros, quién decís que soy yo?”. Porque lo peculiar del cristiano y del cristianismo no es su ética, ni su filosofía e, iba a decir, ni siquiera su teología; lo peculiar del cristiano y del cristianismo es su vinculación “a un tal Jesús, llamado Cristo”, que muerto, ha resucitado y vive entre nosotros. Pero tal vinculación sólo podrá ser auténtica cuando hayamos clarificado quien es ese Jesús.
   Cuando proliferan tantos retratos y tan dispares, esta pregunta es de palpitante actualidad. ¿Cuál es el verdadero rostro de Cristo? El nombre de Cristo ha servido a muchos y para muchas cosas... Tan peligroso es el olvido como el ruido; no sólo el polvo, también el oro pueden desfigurar u ocultar un rostro.
   “Jesucristo es el mismo hoy, ayer y siempre” (Hb 13,8). Pero esta afirmación no pone el punto y aparte, y menos aún el punto y final a la pregunta. Cristo está por ver y por decir. Cada época y cada pensamiento se ha visto confrontado con esta “bandera discutida” (Lc 2,35). También la nuestra, en la que recientemente el interés por Jesús cristalizó en dos manifestaciones populares: la del Cristo superstar y la del Cristo guerrillero. ¿Dos caricaturas? ¿Dos verdades a medias? En todo caso dos imágenes que hablan de la significatividad de Jesús: el rostro joven, alegre y rejuvenecedor -Cristo superestar- , y el del que encarna la pasión por la justicia y la causa de los oprimidos -Cristo guerrillero-.
   Pero en nuestra época -¿entre nosotros?- hay una tercera caricatura: la del Cristo aburrido de los aburridos; la de aquellos que a fuerza de decir que creen en él, se han habituado a él hasta olvidarlo prácticamente.
   "¿Quién decís que soy?" Es una pregunta con doble dirección. ¿Quién decís vosotros que soy yo para vosotros? ¿Qué significo yo en tu vida? Y ¿quién decís que soy yo a los otros?
   La primera nos llevará al campo de la oración, porque “nadie viene a mí si el Padre no lo atrae” (Jn 6,44). El auténtico conocimiento de Jesús como Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6) no es una conquista humana, sino una gracia del Padre Dios. “Bienaventurado tú, Simón Pedro, porque esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre” (Mt 16,7), contesta Jesús a la profesión de fe de san Pedro.
   La segunda nos conducirá al campo del testimonio: porque ese Jesús conocido ha de ser testimoniado. No puede ser guardado como un tesoro oculto, sino mostrado como una luz que brilla para iluminar a todos los de casa.
   “¿Quién decís que soy yo?” Es una buena pregunta, que espera respuesta de nuestra parte.
Domingo Montero


martes, 18 de junio de 2013

UNA VERDAD



La vida nos enseña muchas cosas
acerca del dolor.
Es un conocimiento imprescindible,
que requiere templanza, amor y tiempo.
Mil veces renegué de los designios
del sufrimiento y de los recónditos
motivos de su ser y de su estar
en la esencia del hombre. No entendía
por qué me atenazaba en ocasiones,
y muchas veces me desesperé
intentando zafarme de sus manos terribles.
Y así anduve sin rumbo, hasta intuir un día
que en la noche convulsa del sollozo,
contrapuesta a la plácida mañana de oro puro,
busca y encuentra el mundo su equilibrio precario.
Hay luz y oscuridad,
sombra en el centro mismo de una brasa,
fulgor en la tiniebla.
Agaché la cabeza. Y, cuando vino,
acaté la zozobra que me correspondió;
hasta el fondo del pecho asumí su amenaza.
Y pude entonces constatar del todo
que al final del dolor no existe ya dolor,
que allí nos abre siempre la compasión sus brazos
y la verdad más honda es la alegría.

Eloy Sánchez Rosillo,
Oír la luz, Tusquets, Barcelona 2008.

jueves, 13 de junio de 2013

CORTOMETRAJE "DOS + DOS"

Impactante cortometraje del director iraní Babak Anvari, que necesita menos de diez minutos para sacar a la palestra la despótica lucha del poder por someter a sus ciudadanos.

 

Visto en ideasypalomitas.blogspot.com

viernes, 7 de junio de 2013

EL PECADO DE LA HORMIGA

Perdónenme el sol y la tierra y los pájaros del aire
y todas las criaturas simples y libres y luminosas.
No fue el mío el pecado primaveral de la cigarra,
aquel que se comprende y hasta se ama.
Fue el pecado oscuro, silencioso, de la hormiga, fue el pecado de la provisión
y de la cueva y del miedo a la embriaguez y a la luz.
Fue olvidar que los lirios que no tejen tienen el más hermoso de los trajes,
y tejer ciegamente, sordamente, todo el tiempo que era para cantar y perfumar.

Dulce María Loynaz


sábado, 1 de junio de 2013

PANES Y PECES PARA TODOS

La verdadera pobreza no viene dada por lo que se tiene sino por la actitud a la hora de compartir porque el problema definitivo no está tanto en la producción cuanto en el reparto. En ese sentido, el Evangelio es un libro que apunta al reparto más equitativo porque el reparto afecta al corazón, a las intenciones, a la percepción que se tiene del otro. Eso es lo que el Evangelio quiere modificar y si no llega a ellos, si el Evangelio se instala en la pura religiosidad, deviene estéril. Esto no se puede entender si no alienta en el compartir la profecía de la libertad y de la dignidad.