lunes, 24 de febrero de 2014

ATENTOS A LA OCASIÓN

   A mis alumnos les llama mucho la atención, ya que no metidos aún en dinámica profundas de vivir desde el espíritu, se quedan en la letra y visualizan cómo tienen que poner su mejilla para que les den otra bofetada o dar la mano a un contrincante después de un partido de fútbol perdido. Y se resisten, y me preguntan por qué e incluso si Jesús hablaba en serio. Les miro y les suelo contestar: “Ni te imaginas lo en serio que siempre hablaba Jesús. Incluso Él “protagonizó” sus mismas palabras.
   Este domingo se nos hace una llamada al aprovechamiento de las grandes ocasiones. Es muy posible que ya no nos encontremos una bofetada, pero… qué común se va haciendo ya encontrar a nuestro paso gente necesitada de ayuda económica, de un trabajo, de afecto… y quizá son justamente los que hace un tiempo nos hicieron una faena, “nos dieron una bofetada” o simplemente no nos ayudaron cuando nosotros lo necesitamos. Ellos hoy, se convierten en ocasión para nosotros de madurez y crecimiento.
   Si hacemos oído a nuestro ego, se nos revelará, cogerá fuerza y con razones de peso nos hablará de que esa persona nada bueno nos traerá. Nos cuchicheará que eso supone rebajarnos. Pero desde la vivencia del presente y del no-juicio, el día es hoy y el momento el ahora y detrás de la superación de una antigua historia está el crecimiento personal.
   Pierde fuerza entonces el “no fiarnos”, porque ya nada nos puede hacer daño. Aprendí hace ya un tiempo que cuando tomo una decisión de acercamiento a alguien no tiene que ir seguida de un esperar lo mismo para mí. Desde mi libertad actúo y el otro responde en la medida de sus posibilidades y en la medida de no dejarse cazar por su ego. Eso ya no va conmigo. Muy al contrario, tras una experiencia de ese tiempo, yo soy la que con ocasión de lo que siento o dejo de sentir por esa persona actúo desde la voluntad que anida en lo más profundo de mí y me siento completamente al libre. Y al final del día el sueño se hace placentero y relajante, porque lo que tenía que hacer, lo he hecho.
   Y para terminar: “Ama y haz lo que quieras”, decía san Agustín. El amor no casa con la envidia ni el juicio, nada hay que temer entonces.

CLARA LÓPEZ RUBIO

martes, 18 de febrero de 2014

MUERTOS EN CEUTA: “ESOS SON LOS QUE HAN SALIDO DE LA GRAN PERSECUCIÓN” (AP 7, 14)

   Este viernes pasado me llegaba por el correo electrónico una información, que conforme iba conociendo, más me revolvía e indignaba. Primero eran 13, luego 14, ahora parece que ya son 15 los que han muerto al intentar pasar la frontera de España buscando una vida más digna. Además de las continuas contradicciones de las versiones oficiales, a mí lo que más me duele, es que 15 personas hayan muerto, y no sólo eso, sino que al obstaculizar su paso por la frontera, hemos podido propiciar esas muertes. No son excusa los casi cinco millones de parados de nuestro país, ni las muchas situaciones de sufrimiento que también estamos viviendo aquí, en España. Si hay personas que vivimos con más de lo que necesitamos, quiere decir que hay margen para que podamos compartir y para que más personas salgan de su pobreza.
   Cuando me dejo permanecer en la conciencia de situaciones como esta, y el dolor y el sentimiento de injusticia comienzan a aparecer, una sensación de sinsentido me inunda. Es como si acechara la amenaza de que la vida no tiene sentido.
   Esa misma noche, cuando orando en comunidad con Apocalipsis 7, 9-17, escuché “los que han salido de la gran persecución” los identifiqué inmediatamente con estas personas muertas en nuestra frontera. “Son ellos los que están siendo perseguidos” me dije. Y luego me vinieron todos los que sufren, los que parece que tienen todas las puertas cerradas, los que tienen que acudir a servicios sociales, a comedores, los que sufren muertes tempranas, los que padecen guerras e injusticias… Todas esas situaciones que hacen que el sinsentido de la vida vuelva a aparecer.
   Y entonces volví a escuchar: “esos son los que han salido de la gran persecución (…) no pasarán hambre ni sed, ni el sol del bochorno pesará sobre ellos, pues el Cordero (…) les conducirá a las fuentes de agua viva y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos”. Y sentí que esto también estaba dirigido a todas esas personas de sufrimiento inabarcable, y fue como que el puzzle irresoluble del sufrimiento encajaba un poco más. Como que el sinsentido, no se resolvía, pero tenía un poco más de luz y no era tan trágico. Y sobre todo, que por fin, se hacía un poco de justicia con las personas que cargan sobre sí el sufrimiento del mundo, la iniquidad de este planeta. Es como si este fuera el único final con sentido, con justicia que puede existir. Porque todo lo que no sea que estas personas enjuguen sus lágrimas en el manto de Dios, y que por fin beban de las fuentes de agua viva, no tendría sentido.
Javi Morala, capuchino


sábado, 15 de febrero de 2014

PERO YO OS DIGO

   Entre la algarabía de mensajes y opiniones que dominaban en el mundo religioso judío, Jesús irrumpe poniendo unos “pero…” que están, según sus palabras, en la línea de “la plenitud” que El ha venido a traer, y que invitan a la rectificación, a la clarificación y a la profundización.
   Mientras nosotros solemos quedarnos en la exterioridad de las cosas, en los cumplimientos rituales y rutinarios, en la apariencia, viviendo bajo mínimos… El quiere situarnos en la profundidad y autenticidad de los valores.
   Y los más importante -con serlo y mucho- no son los “pero…” concretos que nos transmite el texto evangélico, sino el talante que revelan. Invitan a dirigir la mirada y contemplar a Jesús como al auténtico Maestro, porque es quien tiene palabras de salvación.
   ¿Son sus criterios los nuestros, y nuestros caminos los suyos? ¿Tan distanciados estamos? El Evangelio es claro, pero no es cómodo ni simple. Requiere una gran dosis de audacia y creatividad. Jesús advirtió que solo los que se hacen violencia alcanzan el Reino.
Domingo Montero, capuchino


martes, 11 de febrero de 2014

PARA GANAR LA LUZ

Cuanta pureza en esta luz que hoy
baja del cielo, y cuánta libertad
para mi corazón, que con frecuencia
en lo oscuro se obstina.

No es fácil ver la luz,
mirarla simplemente y ser dichosos.
Muchas cosas impiden que ese don que nos salva
a nuestros ojos llegue.

Para ganar la luz es necesario
que todo sea mirada en nuestro espíritu,
que mientras la miramos olvidemos
afanes y dolores, hábitos que nos ciegan.

A pesar de negarla tantas veces,
hoy de verdad la veo, la respiro, la escucho.
Mis ojos quieren ver. Y la luz deja
que descienda a mi vida su piedad, su alegría.

Este poema de Eloy Sánchez Rosillo, escrito el 10 de abril de 1999, figura en la página 35 del libro La certeza, que en septiembre de 2005 se publicó en Barcelona.

Víctor Herrero, capuchino

sábado, 8 de febrero de 2014

ROMPERÁ TU LUZ COMO LA AURORA

No tengo más remedio para el comentario del Evangelio de este domingo que hacer referencia a una frase que nos ofrece hoy la 1ª Lectura que viene de la mano del profeta Isaías: “Entonces romperá tu luz como la aurora”, que unida al evangelio quedaría del siguiente modo: “Al ser sal para esta tierra, romperá tu Luz como la aurora”. Pido disculpas por el atrevimiento de esta libre interpretación y la formación de esta cita, pero es que tal y como yo lo vivo, son causa y consecuencia, van cogidas de la mano.
   Desde la vivencia en el presente, en la Luz, ambas expresiones son complementarias, sólo hace falta descubrirlas.
   No hay que pensar mucho para darse cuenta de qué poco es necesario cada día para ser feliz, al menos en circunstancias normales. Cuando nos encontramos en realidades de enfermedad, paro, muerte… ya hay que tratar el tema de otro modo. Pero no nos podemos engañar: para muchos de nosotros, la mayoría de nuestros días pasan en la más absoluta de las “tranquilidades” y sin embargo tenemos el peligro de que pasen desapercibidos. ¿Qué podemos hacer para que el día a día brille, para que la cotidianidad sea aquel marco donde lo divino y lo humano se unen? ¿Dónde lo común y lo propio se buscan?… la sal que ponemos a cada cosa que hacemos. Y sal, como en la comida hay que poner muy poca, pero a todo y a tiempo.
   Una pequeña sonrisa, un saludo de “buenos días”, un hacer bien las cosas, un mirarse al espejo y mimarse un rato y descubrir el brillo en los ojos propios y de los otros… para eso hay que mirarlos, claro. Son detalles que hacen vida y que como consecuencia dejan libre la Luz que hay en cada uno para que “rompa como la aurora”.
   Últimamente circula por una de las redes sociales frecuentemente una frase que dice así: “No sabía qué ponerme y… me puse feliz”. Porque “ponerse feliz”, es un acto de la voluntad (vuelvo a recordar que me refiero a circunstancias normales del día a día donde nada vital está en juego). Poner sal a las cosas es una decisión. Nos sigue diciendo el profeta Isaías que se trata de “… desterrar de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia…”. Como consecuencia, “brillará tu luz en las tinieblas”. ¿Por qué no probarlo? Comienza mañana mismo: al levantar, siente el milagro de ponerte en pie, aunque sea “crujiendo” y mírate al espejo. Contempla la presencia de Dios en ti y camina con paso firme echando sal en cada paso. Sonríete primero a ti mismo y dibuja luego una sonrisa en tu rostro. El efecto es mejor que el de la más valiosa de las cremas: la luz que siempre ha existido brillará en ti. Los demás, lo notarán y hasta tu salud lo agradecerá.

CLARA LÓPEZ RUBIO

martes, 4 de febrero de 2014

¿QUÉ ES EL PHUBBING?

   Desde hace aproximadamente cinco años, todos hemos sufrido al menos una vez “phubbing” durante una reunión de trabajo o una comida familiar. Esta práctica masiva carecía de nombre hasta hace poco pero sus consecuencias eran apreciables por cualquier comensal. Se inició hacia el año 2007 con el nacimiento del smartphone o teléfono inteligente, que sintetizaba en pocas pulgadas la potencia de un ordenador de sobremesa. Con la posibilidad de mantenerse conectado a Internet a cualquier hora y en cualquier lugar, se generalizó esta obsesiva práctica que muchos perpetúan sin ni siquiera saberlo.
   El “phubbing” (término formado a partir de las palabras inglesas phone y snubbing) consiste en el acto de menospreciar a quien nos acompaña al prestar más atención al móvil u otros aparatos electrónicos que a su persona. Ha sido recientemente bautizado en EE.UU. y son muchas las plataformas virtuales que combaten activamente este descortés hábito. Sus argumentos aluden al protocolo más básico a la hora de sentarse a la mesa, que reprocha empezar a comer antes de que todos hayan sido servidos o coger comida del plato de otros comensales, y que por ende reprueba el acto de ignorar a quien tenemos al lado.
   Los promotores de estas iniciativas “antiphubbing” aseguran que casi el 90 por ciento de los adolescentes prefieren el contacto vía texto que cara a cara y que los restaurantes experimentan 36 casos de “phubbing” en cada sesión de cena, y advierten de que este fenómeno puede acabar reduciendo las relaciones sociales al intercambio de mensajes virtuales.
www.muyinteresante.es

sábado, 1 de febrero de 2014

AHORA, SEÑOR...

Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel

   Esta oración de Simeón me ha acompañado durante muchos años en el rezo de Completas a la hora de irme a dormir. He de confesar que aunque ya no tengo la costumbre de hacerlo, aún hay noches que vuelve a mí con dulzura. Y que incluso me sorprendo con una suave sonrisa al repasar cada una de esas palabras. Y es que las situaciones que se viven con fuerza en la niñez y juventud se graban a fuego en el corazón.
   Desde este sentimiento, si me dejo llevar por la situación que cuenta el Evangelio, cuántas veces María recordaría este momento a lo largo de la vida de su Hijo. Ya habían pasado los cuarenta días preceptivos para la Madre y el Hijo, nuevamente el número cuarenta viene a marcarnos con todo su significado, y María, nerviosa se presenta como toda madre falta de práctica ante el templo. Ella es una mujer nueva, que se ha dejado quemar por la presencia de Dios en su vida y eso le trae un enorme gozo y le traerá un profundo dolor. Y le anuncia Simeón que será aquel por el muchos se levanten y otros caigan. Desde siempre me dijeron que la presencia de Jesús en la tierra hizo que ya unos se pusieran en contra y otros a favor y que igualmente seguía sucediendo al paso de los años. Esto es lo que nos viene de fuera. Pero… ¿y por dentro, que es donde de verdad se forja lo importante? Me da igual que ahora hablemos de Jesús, como si desde otra cultura hablásemos con otros criterios, lo que realmente me importa es que la presencia de Dios en el ahora y por supuesto la toma de conciencia de esto, es lo que realmente genera a veces incluso la división dentro de nosotros. Hay una parte de nosotros mismos, nuestro yo o ego, que lucha incansablemente por ser escuchado, por ser el primero en toda ocasión. La falta de atención y presencia le dará una y otra vez unos “vuelos” que harán de nuestra vida algo vacío.
   Todos tenemos dentro un Simeón. Esa parte madura, auténtica, que sabe esperar sus cuarenta días necesarios para “macerar” lo que procede de Dios, que es todo, y vivirlo desde las entrañas. Y seguro que todos lo hemos escuchado, hemos reconocido su presencia, pero, como en la parábola de la semilla, caemos a veces entre zarzas y los juicios, prisas, falta de atención… no permiten que lo más genuino de nosotros mismos se desarrolle.
   Después de los años pasados, ahora, mejor que entonces, puede salir de mí esa oración: “Ahora Señor… puedes dejar a tu sierva irse en paz”… porque te he visto.

CLARA LÓPEZ RUBIO