martes, 18 de febrero de 2014

MUERTOS EN CEUTA: “ESOS SON LOS QUE HAN SALIDO DE LA GRAN PERSECUCIÓN” (AP 7, 14)

   Este viernes pasado me llegaba por el correo electrónico una información, que conforme iba conociendo, más me revolvía e indignaba. Primero eran 13, luego 14, ahora parece que ya son 15 los que han muerto al intentar pasar la frontera de España buscando una vida más digna. Además de las continuas contradicciones de las versiones oficiales, a mí lo que más me duele, es que 15 personas hayan muerto, y no sólo eso, sino que al obstaculizar su paso por la frontera, hemos podido propiciar esas muertes. No son excusa los casi cinco millones de parados de nuestro país, ni las muchas situaciones de sufrimiento que también estamos viviendo aquí, en España. Si hay personas que vivimos con más de lo que necesitamos, quiere decir que hay margen para que podamos compartir y para que más personas salgan de su pobreza.
   Cuando me dejo permanecer en la conciencia de situaciones como esta, y el dolor y el sentimiento de injusticia comienzan a aparecer, una sensación de sinsentido me inunda. Es como si acechara la amenaza de que la vida no tiene sentido.
   Esa misma noche, cuando orando en comunidad con Apocalipsis 7, 9-17, escuché “los que han salido de la gran persecución” los identifiqué inmediatamente con estas personas muertas en nuestra frontera. “Son ellos los que están siendo perseguidos” me dije. Y luego me vinieron todos los que sufren, los que parece que tienen todas las puertas cerradas, los que tienen que acudir a servicios sociales, a comedores, los que sufren muertes tempranas, los que padecen guerras e injusticias… Todas esas situaciones que hacen que el sinsentido de la vida vuelva a aparecer.
   Y entonces volví a escuchar: “esos son los que han salido de la gran persecución (…) no pasarán hambre ni sed, ni el sol del bochorno pesará sobre ellos, pues el Cordero (…) les conducirá a las fuentes de agua viva y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos”. Y sentí que esto también estaba dirigido a todas esas personas de sufrimiento inabarcable, y fue como que el puzzle irresoluble del sufrimiento encajaba un poco más. Como que el sinsentido, no se resolvía, pero tenía un poco más de luz y no era tan trágico. Y sobre todo, que por fin, se hacía un poco de justicia con las personas que cargan sobre sí el sufrimiento del mundo, la iniquidad de este planeta. Es como si este fuera el único final con sentido, con justicia que puede existir. Porque todo lo que no sea que estas personas enjuguen sus lágrimas en el manto de Dios, y que por fin beban de las fuentes de agua viva, no tendría sentido.
Javi Morala, capuchino


No hay comentarios:

Publicar un comentario