lunes, 30 de septiembre de 2019

SOLIDARIDAD E INFORMACIÓN

Vivimos en medio de tantas noticias, datos, comentarios, estudios de opinión, etc. que se nos hace difícil discernir entre lo que es cierto y lo que no lo es. Esto se acrecienta en el ámbito de la solidaridad, y más con los inmigrantes. Se nos desgarra el corazón al ver imágenes de personas en situaciones límites de vida y muerte: salto de vallas, familias enteras rescatadas en alta mar, columnas de hombres y mujeres huyendo de la guerra y el hambre... También nos llegan noticias de inmigrantes que roban, que actúan sin ningún civismo, de abusos en la recepción de ayudas institucionales, de conflictos interreligiosos, etc. Esto crea en más de uno miedo y sospecha hacia los diferentes, hacia los que han venido de fuera.

Sin embargo, no todo lo que se dice es cierto; nos movemos muchas veces entre medias verdades. Muchas de las informaciones son tendenciosas. Y hay que decirlo: hay mucho bulo en materia de inmigración. Qué nos dicen y cómo influye más de lo que creemos en nuestro pensamiento y comportamiento; en nuestra solidaridad.

Por ello, nuestra acción solidaria está pidiendo verificar, en la medida que podamos, qué y cuánto hay de cierto en todo lo que nos llega. Para ello hay unas pocas preguntas que hacerse ante cada noticia que nos llega. Estas podrían ser unas cuantas:
  • Quién dice la noticia, dónde ha aparecido (periódico, radio, televisión...). Cuantas más fuentes fiables sean, más probable que la noticia sea cierta.
  • Conocer lo más posible el contexto, la situación, el tiempo y el lugar del hecho. Un hecho sin contexto lleva a confusión.
  • Nunca es suficiente leer un titular. Los titulares no informan, llaman la atención.
  • Las citas (“ha dicho fulano”) no sirven si no se sabe dónde y cuándo.
Ya dijo Jesús: “Sed sencillos como palomas y astutos como serpientes”. En estos tiempos donde no controlamos lo que sabemos, un acto de solidaridad es ejercitarnos por buscar la verdad de las personas necesitadas.
Carta de Asís, septiembre 2019 

martes, 24 de septiembre de 2019

LA COMPASIÓN DEL GRILLO Y DE LA NOCHE

Estaba de travesía en mitad de los Pirineos. Descendíamos por en un sendero sencillo y suave desde el Refugio de I`lla. El aire refrescaba mis pulmones y sentía como si me alimentara cada célula. Mis pies pisaban amortiguados por la mullida tierra. La brisa me traía el aroma del pinar que me rodeaba. Oía el rumor del agua en un torrente cercano. Mis ojos se posaban en la hierba, los árboles, el agua, el cielo azul, las montañas pedregosas, y con todo eso, se veían totalmente recompensados.

Me sentía saciado, como que todo estaba preparado para darme satisfacción; era algo así como que los elementos habían quedado de acuerdo en regalarme sus dones, como que todo mi entorno quisiera cuidarme y me tratara con su mayor suavidad, con la máxima generosidad: el aire me refrescaba, el pinar me llenaba de sus aromas, la armonía del arroyo me acunaba, el verdor me reconfortaba. Sentía que la creación entera estaba hecha para mí, que por todos los lados me ofrecía sus encantos; como que cada elemento, con sus posibilidades, me abrazaba suavemente. Me sentía arropado por todo mi entorno.

Y entendí que no era un hecho aislado. No se trataba de una sensación sólo válida para ese momento, sino que me hablaba de la realidad del universo, de un mundo creado, no a mi servicio, pero sí para mi cuidado. Y entonces entendí mejor eso que decía Jesús: “hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados” (Mt 10, 30). Su atención por nosotros es máxima, aunque no nos demos cuenta la mayoría de las veces. Él tiene un cuidado por cada uno de nosotros muy especial, que se concreta en miles de regalos que nos brinda cada día, en cada instante, por el solo hecho de existir. Y a la vez, cada uno de nosotros, además de ser cuidados por toda la creación, somos regalo para los demás, somos posibilidad de misericordia para cada persona, para cada criatura.

Como dice Eloy Sánchez Rosillo, yo también era un mendigo antes de darme cuenta:

Muchas veces morí por no tener.
Yo era un mendigo y nadie me amparaba,
hasta que supe un día, no sé cómo,
la compasión del grillo y de la noche,
la caridad del alba.

Yo también creí que estaba muerto por “no tener”, pero, a veces, se me revela “la compasión” de la existencia, “la caridad” de lo que me rodea y me siento absolutamente amparado, totalmente saciado, aunque aparentemente tenga muy poco.

Javi Morala, capuchino

domingo, 22 de septiembre de 2019

PEQUEÑOS

Los Hermanos Menores Capuchinos de España, llevamos un tiempo pensando en cómo orientar nuestra vida en un futuro cercano. En esa reflexión creemos que la minoridad es un elemento clave de nuestra espiritualidad, por eso le hemos dedicado varios encuentros de profundización y sensibilización. Nos gustaría que todas las realidades pastorales de la provincia interiorizaran la riqueza de la minoridad y por eso proponemos este tema para el curso 2019-2020.

La minoridad es algo propio y esencial del franciscanismo. La orden capuchina reflexionó sobre ella en el 7º Consejo Plenario de la Orden, que en su documento final dice, entre otras cosas:
  • Francisco en las Alabanzas al Dios Altísimo proclama: “¡Tú eres humildad!” (AID 4). En efecto nuestro Dios Trinitario es por naturaleza relacional, esto es, es libre comunión de Personas sin dominación o subordinación. A causa de su semejanza con Dios, los hombres progresivamente realizan una libre comunión de personas sin dominación ni subordinación, llegando así a la verdadera humildad.
  • La minoridad nace en Francisco de Asís como asombro frente al amor de Dios, que, para librarnos del mal y para introducirnos en la vida divina, no dudó en entregar a su Hijo que se hizo hombre y se hizo obediente hasta la muerte de cruz (Fil 2,6-8; 2CtaF 1), haciéndose así menor y sometido a todos.
  • En su camino de conversión, Francisco encontró el fundamento de la minoridad en el Dios-hombre, en el Cristo crucificado de San Damián, pasando a través del leproso. El encuentro con este hombre abandonado y excluido de la sociedad y del sistema de su tiempo, hizo que ‘saliese’ del siglo y cambiase su condición social y su residencia, emigrando del centro a la periferia de Rivotorto y de Santa María de los Ángeles, esto es, se hizo menor.
Pero la minoridad no es un camino natural que se elige espontáneamente, si no que necesita de un trabajo y un empeño para adquirir y mantener un espíritu de servicio y de minoridad, que se nutre de la oración y de la contemplación. Además la pobreza vivida en fraternidad no tendría consistencia social sin la minoridad, le faltaría el espíritu.

Decía el Papa Francisco a los participantes en el Capítulo general de los capuchinos del año 2018: “La minoridad que caracteriza a los seguidores de Francisco es un don precioso y de gran necesidad para la Iglesia y para la humanidad de nuestro tiempo. Así actúa el Señor: hace las cosas simplemente. La humildad y la simplicidad son el estilo de Dios; y este es el estilo que todos los cristianos estamos llamados a asumir en nuestra vida y en nuestra misión. La verdadera grandeza es hacerse pequeños y servidores.”

La minoridad debe ser pues la brújula que oriente todo nuestro trabajo y reflexión. Desde esta perspectiva y fundamentos surge el lema de este año: “Pequeños”. En la sección de recursos encontrareis todo el material que hemos preparado. Esperamos que lo compartáis y utilicéis en vuestro trabajo pastoral.

jueves, 19 de septiembre de 2019

LETANÍA Y CREDO

Qué lejos queda siempre todo.
Qué lejos las estrellas, sí, pero qué lejos
también las multitudes que pasan sin mirarme.
Son los que llamo hermanos.
Qué lejanos los ojos como mármoles negros
a la luz de una vela, y qué lejanas
son las manos de Cristo.
¿Qué nos queda después de tanta lluvia?
Un charco de verdades donde mojar la lengua
para alejarnos luego en la sequía.
Qué lejano el instante de ahora mismo,
luz y ceniza al mismo tiempo.
Pero tú sonreíste y me abrazaste
en la orilla de abril del Lago Blanco,
y algo de aquel abrazo alcanza todo
aunque todo lo lejos siga quedando lejos.

Alejandro Martín (De Aquel lugar)

martes, 17 de septiembre de 2019

TIERRA SANTA DONDE LA PALABRA SE HACE VIDA

Cuando en mi trabajo descubrieron que era catequista y animadora de grupos jóvenes en su formación cristiana desde el carisma franciscano quedaron sorprendidos, a lo que yo les respondí: “¿y por qué no?”.
Nuestra opción por vivir el mensaje del evangelio en nuestro día a día, desde lo sencillo y el amor al prójimo, la tomamos desde nuestra adolescencia participando y formando parte de los grupos de jóvenes parroquiales. A través de ellos, la catequesis de confirmación se convierte no sólo en meros encuentros de formación o dinámicas sino también momentos de reflexiones, oraciones, pascuas, campamentos, etc., pero… ¿qué pasaría si todo ese conocimiento y todas esas vivencias se pudieran plasmar realmente en una experiencia personal caminando por los mismos lugares donde Jesús vivió, predicó y murió? Lugares donde la Palabra, tras más de dos mil años, aún continua viva y sigue enamorando a quienes, en un momento de nuestra vida, nos atrevimos a decir con letras mayúsculas “QUIERO SEGUIRTE MAESTRO” para continuar construyendo ese sueño que Dios tiene para nosotros.
Pues esa experiencia comenzó con una llamada allá por Octubre para ver si estaría interesada en ir a Tierra Santa este verano con la Pastoral Juvenil. Sin pensarlo, sin saber fechas ni precios, no dudé en decir que si y, a fecha de hoy, puedo decir que ha sido una experiencia personal fantástica donde lo esperado ha sido superado con creces.
La aventura empezó el 16 de Agosto. Convocados de toda España (Asturias, Valladolid, Logroño, Zaragoza, Madrid, Murcia, Totana y Santander) estábamos en el aeropuerto de Barajas (Madrid) a primera hora de la mañana. Listos con nuestras maletas, llenas no sólo de enseres personales sino también de ilusiones y ganas por visitar un lugar donde cada paso que das no se queda en algo meramente físico sino que habla de nuestra propia historia cristiana, nos dispusimos a comenzar un viaje que no sabíamos lo que nos iba a deparar.
Nos alojamos primeramente en la casa que los Hermanos Capuchinos tienen en Jerusalén y donde Kevin, guardián de la casa, y el resto de hermanos que formaban la fraternidad nos dieron la bienvenida haciendo auténtico su carisma franciscano de acogida y fraternidad ya que nos sentimos como en nuestra propia casa durante nuestra estancia.
Gracias a las importantes y valiosas explicaciones del hermano Víctor Herrero, fraile capuchino de la fraternidad de Valladolid que estuvo viviendo en esta ciudad, la peregrinación por Jerusalén nos dio la oportunidad de conocer y visitar muchos emplazamientos clave de nuestro origen cristiano, ayudándonos a comprender cómo se desarrolló el contexto histórico de la ciudad, así como el de Jesús y sus contemporáneos.
Describir todos y cada uno de los lugares que visitamos en el viaje conllevaría muchas páginas, estarían llenas de pensamientos, emociones, recuerdos y huellas que difícilmente serán borradas cuando hayan pasado unos años y me siga acordando de este viaje.
En Jerusalén, dentro de la ciudad vieja, pudimos descubrir una ciudad donde la diversidad política, social, cultural y religiosa es capaz de convivir dentro de un orden teniendo como pilar central a Dios. Una ciudad, donde los peregrinos que llegamos de cualquier lugar del mundo somos acogidos para dejarnos seducir y conquistar por todo lo que nos puede ofrecer no sólo desde un prisma didáctico sino también en lo que a lo espiritual y religioso se refiere.
Visitamos importantes localizaciones como el Huerto de los Olivos, la Iglesia del Pater Noster donde la paz y el silencio que allí emanaban favoreció el tener un momento de oración y encuentro con Dios; la Iglesia de Getsemaní la cual me impresionó los bellísimos mosaicos que allí se albergan y por lo que representó en la vida de Jesús; la Iglesia franciscana de la Flagelación, Bethesda, el Monte Sión donde pudimos ver la tumba del Rey David, el Cenáculo y la Iglesia de la Dormición. Cerca del monte del Monte Sión, bajamos hasta La Iglesia de San Pedro en Gallicantu, donde también queda representado con gran delicadeza artística la triple negación de Pedro a Jesús.
Tuvimos ocasión de visitar el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado para el judaísmo y que representa el último remanente del Templo donde el culto y la peregrinación dan vida a la actividad diaria de este enclave. También visitamos la explanada de las mezquitas, en la que preside el Domo de la Roca, lugar sacro y actualmente de culto islámico pero de gran importancia histórica también para judíos y cristianos.
Haciendo parada en la Iglesia del Santo Sepulcro pude vivir un desencuentro interior donde lo turístico y lo espiritual luchaban por igual en un lugar sacro. Nada más entrar me llegó a la mente el pasaje de Jesús echando a los mercaderes del templo. Dicha sensación de “puro turisteo” creo que arrebata el respeto que el lugar merecía. No obstante, la importancia histórica de tener allí localizado el Monte del Calvario y el Santo Sepulcro, hizo que el momento de la plegaria adquiriera un mayor sentimiento de comprensión del sacrificio que Jesús hizo por nosotros.
La visita al desierto era uno de los lugares que más me intrigaba antes de comenzar el viaje. La gran fortaleza de Herodes en Masada, desde la cual se podía ver una gran llanura hasta alcanzar el Mar Muerto y la frontera con Jordania, hace entender la grandeza de esta Tierra. Para finalizar aquel día, cerca del Monasterio de San Jorge de Koziba, realizamos una oración en el desierto; una oración donde el silencio, la Palabra del Evangelio y el visionado de ese trayecto que tantas veces había hecho el propio Jesús, removió en nosotros sentimientos que nos acercaron aún más al camino que estábamos recorriendo junto a Jesús.
Antes de irnos de Jerusalén pudimos contemplar la historia moderna del pueblo judío visitando el museo del Holocausto. Además, por su cercanía a la ciudad vieja, aprovechamos también para visitar la ciudad de Belén donde se alberga la Iglesia de la Natividad, y el pequeño pueblo de Ein Karem.
De camino a Nazaret llegamos a la ciudad de Galilea. Allí visitamos lugares que aparecen en los evangelios y de gran importancia en la vida de Jesús como fue Tabgha, Cafarnaún y el Monte Tabor. Antes de abandonar Galilea dimos un paseo en barco por el lago, donde un ambiente sereno y tranquilo mantenido por el propio sonido del mar, dio pie a que tuviéramos un momento de reflexión personal.
En Nazaret fuimos acogidos por las Hermanas del Rosario. Durante los dos últimos días del viaje pudimos visitar la Basílica de la Anunciación y la Iglesia de San José en Nazaret, así como las ruinas arqueológicas de las ciudades herodianas de Cesarea de Filipo y Cesarea del Mar.
Tras una semana de mi llegada de Tierra Santa y aterrizar en la cotidianidad de mi día a día, sé con certeza que tomé la decisión correcta. Hacer un viaje de éstas características con animadores de grupos juveniles, que convencidos como yo de hacer realidad el mensaje del Evangelio, hace que vuelva con ganas e ilusión de dejar huella de mi vivencia personal de estos días en mi comunidad parroquial. Huellas del compromiso que cada uno puso en esa última celebración de la Eucaristía en Nazaret. Huellas, que más allá de la pérdida de una maleta o de un móvil, de tener ampollas por todo lo andado por Jerusalén, de escuchar el himno nacional en medio del mar de Galilea o de estropearse la furgoneta de camino a casa… no hacen más que unir con mayor fuerza a quienes formamos la familia capuchina en España. Crecer con todo lo vivido durante estos días es parte de nuestro camino cristiano y franciscano.
Dar las gracias a todos y cada uno de los hicisteis de este viaje una experiencia única. Y haciendo mías las palabras de Felipe: “¿A qué hemos venido? ¡¡A jugar!!”…. estoy convencida que seguiremos jugando por mucho tiempo.

Sheila Merino, pastoral juvenil de Usera.

jueves, 12 de septiembre de 2019

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO ES… entender que es una propuesta universal, abierta a todo tipo de personas y, como el cristianismo, no es cuestión de gente selecta, perfecta o sobrehumana, sino para todo aquel que lo intenta y que quiere hacer la diferencia en este mundo que parece conformarse con replegarse en sí mismo y seguir su inercia hacia el sin sentido y la nada.

El franciscanismo no es una certificación, ni algo que requiera una adhesión formal, y aunque algunos reclamen exclusividad, todo aquel que quiera ser franciscano puede hacerlo desde su realidad y vocación. Unos pueden tener la gracia especialísima de hacerlo dentro de alguna de las tres órdenes como frailes menores, hermanas Clarisas o como hermanos y hermanas seglares; y otros, en congregaciones, movimientos y grupos, o como benefactores, servidores y devotos.

Así como ser cristiano de verdad no es nada facil, seguir un carisma como el franciscano tampoco lo es. Cuesta, cuesta mucho porque entramos todos los días en violencia con nuestros propios impulsos y manías y, además, en estar constantemente confrontados con un mundo empachado en secularismo. Mucha razón tiene San Pablo que nos recuerda que «llevamos este tesoro en recipientes de barro»; por tanto no debemos estar centrados en nuestras fuerzas sino en Dios: «una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros.» (2Cor 4, 7)

Vivir el carisma de Francisco es, entre otras cosas más, apostar por construir una mejor versión de nosotros mismos, paso a paso, como San Francisco, quien no llegó de golpe a la perfección, sino que tuvo que «pasar poco a poco de la carne al espíritu» (2 Cel 11). Abiertos a Dios y su gracia, como reza su “Saludo a la Bienaventurada Virgen María” en la que pide «la gracia e iluminación del Espíritu Santo… Para hacernos, de infieles, fieles a Dios» (SalVM 6).
espirituyvidaofm.wordpress.com

sábado, 7 de septiembre de 2019

LA ACADEMIA FRASH ALISTA SUPERHEROES EN LAS ALQUERÍAS

La semana del 2 al 10 de agosto se celebró una nueva edición del campamento de Juventudes Franciscanas de Totana, que tuvo lugar en las Aulas de Naturaleza de Las Alquerías, ubicadas en Sierra Espuña (Murcia). En esta ocasión, la temática del campamento fue "los Superhéroes", convirtiéndose el recinto en la Academia FRASH (Franciscan Super Hero), en la que los acampados serían preparados para descubrir su superpoder y aprender a usarlo en beneficio de la sociedad.

Cada día estaba enfocado a un superhéroe, y durante esa jornada se trabajaba el valor principal del mismo, presentado con un video en la oración de la mañana: Los Superheroes-Nuestros superpoderes, Superman-Disponibilidad, Wonder Woman-Fe, Ironman-Sensibilidad, Los Increibles-Equipo, Batman-Superación, Spiderman-Constancia, Hulk-Templanza, Los Vengadores-Familia JUFRA.

La gran novedad de este año fue que, durante los primeros cuatro días (del 2 al 6), pequeños y grandes coincidieron en el lugar, realizando algunas actividades separados y otros mezclados entre sí. Durante esos días, los pequeños realizaban por dinámicas grupales, la oración de la tarde y talleres para elaborar el regalo del amigo invisible. Del mismo modo, los mayores también realizaron talleres de vida, en los que se trataba de concienciar sobre un uso moderado de redes sociales, además de las mencionadas dinámicas y la oración de la tarde. Por otra parte, cada pequeño realizó un disfraz de superhéroe que luciría en la velada de la última noche.

Si que realizaban juntos la presentación del día, algunos de los juegos (otros por separado), e incluso se celebró una velada la última noche de los pequeños, en la que se integraron ambas edades, y mostraron sus habilidades de canto, baile, magia, etc.

Por otra parte, cabe destacar la celebración de la misa, oficiada el domingo por el párroco del convento de las Tres Avemarías, el Padre Pedro, en la que cada grupo de los pequeños se encargó de una parte de la celebración (Perdón, Peticiones, Ofrendas, etc.), mientras que los grandes se encargaron de la decoración y ambientación de la ceremonia.

Una vez se marcharon los pequeños con una despedida emotiva y el reparto del regalo del amigo invisible, los adolescentes afrontaban los últimos días de campamento. Al día siguiente, se realizaba la excursión al parque acuático de Vera (Almería) como punto de inflexión tras la partida de los niños.

En los días venideros, unido a las actividades que realizaban anteriormente (juegos, dinámicas, talleres de vida, etc.), los mayores también participaron de un taller para el regalo del amigo invisible -en el que también participaron los monitores-, escalada preparada por Javi (responsable de las instalaciones) o juegos de agua.

Finalmente, llegó el día de bajada, y tras recoger sus pertenencias y dejar las instalaciones limpias y ordenadas, era el momento de poner punto final a otra edición más del campamento de JUFRA, en la que tanto pequeños y adolescentes se unieron para generar un clima mágico en un lugar inigualable junto a monitores y cocineras.

Alberto Heredia