martes, 28 de febrero de 2017

CUANDO EL OTRO O LA OTRA SE VUELVE UNA CARGA

La convivencia cotidiana se come el brillo de muchas cosas que vivimos. El amor que nos ha unido parece que palidece, las energías primeras de la fraternidad declinan, la amistad que nos llenaba en su estreno ahora se nos hace cuesta arriba... El otro/a se vuelve una carga. No se han dado quizá grandes desencuentros o frustraciones, pero cosas que en la primera hora no costaban, se justificaban en la otra persona y se asumían con generosidad, ahora se vuelven pesadas.

¿Qué hacemos? ¿Volvemos una vez más a intentarlo activando una buena dosis de voluntarismo, o nos resignamos a una convivencia mediocre donde, en el fondo, nos hemos rendido y culpabilizamos al otro de la falta de entusiasmo y gusto en la relación? La queja tiene elementos objetivos: las limitaciones morales y psicológicas tanto mías y de la otra persona, los caracteres diversos, costumbres fijadas...

Habrá que dar pasos verbalizando nuestras pequeñas y grandes frustraciones –la queja no es insana si se hace sin moralizar--, poniendo medios que faciliten la convivencia, reajustando las responsabilidades compartidas... Habrá que hacer todo eso y más. No somos ángeles y hay que trabajar en una convivencia justa y equilibrada. Pero junto a todo ello, siempre tendré que ir asumiendo la carga de los demás en el día a día, en la vida corriente.

Este cargar con los demás será una de las señales de que mi amor no es una idealización adolescente que busca la mera satisfacción emocional, sino fruto de una vida que va madurando, olvidándose de sí, en fidelidad a ella misma y haciéndola fecunda. Los frutos serán de más vida para uno mismo y para los demás.

El mandato de Jesús de amaos los unos a los otros no será ya una obligación moral externa, sino un descubrimiento de más profundo de la fraternidad y de que así Dios va haciendo verdad en nosotros su Reino; Reino de amor y justicia para el bien del mundo.

Carta de Asís, febrero 2017

Si todos nos sintiéramos hermanos.
(Pues la sangre de un hombre, ¿no es igual a otra sangre?
Si nuestra alma se abriera. (¿No es igual a otras almas?)
Si fuéramos humildes. (El peso de las cosas, ¿no iguala la estatura?)
Si el amor nos hiciera poner hombro con hombro,
fatiga con fatiga
y lágrima con lágrima.
Si nos hiciéramos unos.
Unos con otros.
Unos junto a otros.
Por encima del fuego y de la nieve,
aún más allá del oro y de la espada.
Si hiciéramos un bloque sin fisura
con los siete mil millones
de rojos corazones que nos laten.
Si hincáramos los pies en nuestra tierra,
y abriéramos los ojos, serenando la frente,
y empujáramos recio con el puño y la espalda
y empujáramos recio, solamente hacia arriba,
Qué hermosa arquitectura se alzaría del lodo.

Ángela Figuera Aymerich

miércoles, 22 de febrero de 2017

ENCUENTRO DE FORMACIÓN PARA AGENTES DE PASTORAL JUVENIL

El pasado fin de semana del 4 y 5 de Febrero tuvo lugar en El Pardo un encuentro de los agentes de la Pastoral Juvenil de la provincia de España pertenecientes a las siguientes presencias: Totana de Murcia, Cuatro Caminos de Madrid, Logroño y Zaragoza.

El objetivo de la reunión fue la búsqueda de nuevas vías y métodos de acercamiento a los jóvenes, centrándose especialmente en la Biblia como base de conocimiento de Dios y de Jesús y de cómo adaptar su mensaje al contexto social actual.

Como eje de la formación, el ponente Alfredo Delgado, sacerdote perteneciente al movimiento ADSIS, impartió una ponencia sobre La Biblia y los Jóvenes en la que acercó la manera de vivir, sentir y expresarse de los adolescentes gracias a su experiencia como profesor de instituto y explicó cómo trenzar esta realidad con la que existía en el tiempo de Jesús y con nuestras experiencias personales, considerando esto como método necesario para conseguir actualizar el mensaje de la Biblia y lograr que se interesen por él.

La ponencia tuvo espacios para compartir, trabajo por equipos e intercambios de pareceres entre los participantes y el ponente, finalizando con la obtención de varias conclusiones como la importancia del conocimiento en profundidad de la Biblia por parte de los formadores, la conveniencia de formación en ciencia o la gran ayuda que supone enfocar a los hijos a través de los padres.

Además de la ponencia y los momentos de trabajo, también hubo tiempo para un momento lúdico en el que se representó la obra teatral de denuncia social El Puerto.

El domingo, tras la evaluación y diálogo con la Comisión de Pastoral Juvenil, se compartió la eucaristía con la comunidad parroquial. El encuentro concluyó después de la comida con la vuelta de los agentes a los lugares de origen.
Jorge Pascual

viernes, 17 de febrero de 2017

SER PUENTE EN LA COMPETICIÓN

Meghan Vogel de la escuela secundaria West Liberty-Salem de Ohio, despojada de todo ánimo de victoria por una prueba de atletismo, decidió dar marcha atrás y ayudar a una de sus competidoras que se desvanecía a pocos metros de llegar a la meta.

Vogel —que en el mismo día había ganado la prueba de 1.500 metros— al ver que una de las participantes, Arden McMath, no podía seguir porque las fuerzas parecieron abandonarla en el último tramo de la carrera, no dudó en dar la vuelta y ayudarla hasta llegar a la meta, ante el aplauso y la ovación de las demás atletas y el público en general.

Este gesto, que pudo costarle a las dos atletas la descalificación de la prueba, no fue castigado por los jueces de la carrera toda vez que tanto McMath como Vogel terminaron sin sumar ningún punto en las posiciones decimocuarta y decimoquinta (penúltima y última), lo cual no afectaba a la clasificación general de la carrera de medio fondo, de 3.000 metros lisos.

“Es un honor. Solo pensé que estaba haciendo lo correcto y creo que otros hubieran hecho lo mismo. Ayudarla a llegar a la meta fue mucho más gratificante que ganar el campeonato estatal”, declaró al Daily News la joven atleta protagonista de este acto de altruismo.
lavanguardia.com

miércoles, 15 de febrero de 2017

¡ES ALUCINANTE QUE YO EXISTA!

He pasado una temporada donde la tristeza se ha instalado dentro de mí. No es porque haya vivido una frustración puntual sino porque varias situaciones me han inundado de desesperanza: encontrarme con tanto sufrimiento a mi alrededor; ver que algunas personas de mi entorno experimentan una injusticia remediable que les hace padecer constantemente; creer que, desde la fraternidad, no habíamos sabido dar a unas personas sin hogar, lo que necesitaban para salir de su situación; volverme a encontrar otro día más, como tantos otros, la vergüenza y la inhumanidad de la guerra de Siria, de los refugiados a los que les cerramos una posibilidad de una vida digna y los dejamos abandonados como si no fueran seres humanos. Todo esto había conseguido borrar la sonrisa espontánea de mi gesto. Mi convicción de que Dios sostenía la vida y que la iba empujando hacia algo mejor aparentaba no ser real.

A la vez, y aunque parezca que no tiene nada que ver, llevo un tiempo interesado por la física cuántica, por conocer un poco más las partículas elementales y el origen del universo. Es alucinante que en el inicio del Big-Bang toda la masa y energía del cosmos estuvieran concentradas en un espacio más pequeño que el núcleo de un átomo. Y que en el primer segundo después de la gran explosión, sólo hubiera un caldo primordial formado por unas partículas elementales llamadas quarks, que no podían unirse para formar átomos por la enorme temperatura que existía. A los cien segundos ya se formaron núcleos de helio, cuando la temperatura había bajado lo suficiente como para que, primero se formaran los protones y los electrones, y luego se unieran entre sí. Pero si las condiciones físicas hubieran sido mínimamente diferentes el universo no hubiera sido viable. El mismo Stephen Hawking escribe: "Si la velocidad de expansión un segundo después del Big-Bang hubiese sido menor, incluso en una parte en cien mil billones, el Universo se habría colapsado de nuevo antes de que hubiese alcanzado el tamaño actual". Y si la velocidad de expansión hubiera sido un poco mayor la vida no habría sido factible en nuestro cosmos.

Es decir, podríamos perfectamente no haber sucedido. Es una maravilla que yo exista, que yo forme parte de este universo, que exista una humanidad. Es alucinante que de esas partículas elementales se haya formado mi cuerpo después de 13.700 millones de años. Es increíble que en el planeta donde nacimos haya una atmósfera capaz de amparar la vida. Es asombrosa la vida, es asombrosa mi existencia, y me siento agradecido. Y mi tristeza se difumina porque hay algo más grande, hay una alegría en otro nivel que diluye mi desesperanza: es la conciencia de existir, el gozo de ser pudiendo no haber sido. Es muy semejante a lo que proponía Soren Kierkegaard para aplacar la pena del afligido: contemplar los lirios del campo y los pájaros del cielo como pide el Evangelio, para meditar "qué glorioso es ser hombre".
Javi Morala, capuchino

domingo, 12 de febrero de 2017

NECESITAMOS GENTE MÁS COMPROMETIDA


Un tercio de nuestros alimentos acaba en la basura. Mientras, 800 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo.

Manos Unidas nació como Campaña contra el Hambre para dar respuesta a una llamada de la Comunidad Internacional a unir esfuerzos y acabar con esa lacra en el mundo. Sesenta años después asistimos a lo que San Juan Pablo II denominó "la paradoja de la abundancia": a pesar de que se produce lo suficiente para alimentar a casi el doble de la población mundial actual, sigue habiendo 800 millones de personas a las que se niega el derecho fundamental a alimentarse.

SI NO VALE PARA LA VIDA...

miércoles, 8 de febrero de 2017

LA SENCILLEZ

Hace poco tiempo que hemos celebrado la Navidad y el Año Nuevo. Corren los días y nada más comenzar el mes de febrero nos encontramos con la fiesta de la Presentación del Señor. En ella tienen un protagonismo especial dos personas mayores, Simeón y Ana, dos grandes creyentes.

Su vida se desarrolla en torno al Templo y allí descubren al Mesías que tanto esperaban. Esta pareja simboliza a todas las personas sencillas que aciertan a descubrir a Dios en medio de los acontecimientos normales de la vida.

Cuanto más consciente soy de lo complicada que es la vida, más me acuerdo, valoro, creo y más me gustan las personas sencillas. Son todas esas personas con las que nos encontramos y descubrimos que viven sin darse importancia. Personas que trasmiten toda una experiencia de vida sin presumir de sus éxitos y logros, sin hacer alardes de nada. Cada vez más aprecio a esas personas de corazón sencillo y mirada noble, incapaces de aparentar lo que no son. Saben hacer de la vida una fiesta, del fracaso un camino, de la soledad y el dolor un motivo de esperanza. Personas que ríen o sonríen con las bromas sencillas. Personas que lloran si hay que llorar y callan si no hay que hablar.

La sencillez es un valor para quienes tratamos de vivir nuestra vida y nuestra fe desde la espiritualidad franciscana. A veces le damos otros nombres como minoridad o simplicidad… Quienes se han preocupado de estudiar la persona y la espiritualidad de San Francisco de Asís nos dicen que estuvo imbuido entrañablemente del valor evangélico de la sencillez como disponibilidad para la vida de fraternidad. La miraba como fruto de la pobreza de espíritu y de la rectitud de corazón. La definía como la virtud que, «contenta con solo Dios, desprecia las demás cosas». Esa «santa sencillez, hija de la gracia, hermana de la sabiduría y madre de la justicia» la quería ver en cada hermano. La sencillez ha sido una de las características permanentes de los hijos de san Francisco y la razón principal de su popularidad. «Es distintivo vuestro -dijo Pío XII a los Capuchinos- la sencillez, la bondad candorosa y la alegría santa». En este mes de febrero, el día 9, recordamos especialmente a Fr. Leopoldo, el beato de Alpandeire, claro ejemplo de persona sencilla.

Yo sé que los sencillos son aquellos que todo lo comprenden y nos dan auténticas lecciones de vida. Son personas que saben vivir. En el fondo, es lo que importa al final de la vida.
Benjamín Echeverría, capuchino

miércoles, 1 de febrero de 2017

VOLVER AL EVANGELIO

¿Volver al Evangelio? Pero, cómo ¿no estamos en él desde hace mucho tiempo? Hacemos esta pregunta porque pensamos que ser católico y ser seguidor de Jesús es lo mismo, que cumplir con la religión y creer en el Evangelio es lo mismo. Y, aunque tienen relación, no son cosas exactamente iguales.

Si no, ¿por qué la liturgia nos demanda en el miércoles de ceniza a “convertirnos y creer en el Evangelio”? ¿Por qué, entonces, dice el Papa en EG 172 que hay que “dejarse conmover por la Palabra y a hacerla carne en su existencia concreta.”? Porque existe el riesgo de que la Palabra no nos conmueva, de que vivamos un Evangelio “sin carne”.

Muchos otros en la historia de la Iglesia han propugnado la vuelta al Evangelio. Y, a veces, de manera brusca cuando no en franca ruptura cuando se creía que la institución eclesial estaba lejos del mismo. En nosotros eso está a millas. Pero sí que recogemos algo del fondo: cada época tiene que virar hacia el Evangelio porque la realidad indiscutible es que nos hemos ido muy lejos, que quizá estamos muy lejos, y ello con buena voluntad, no solo por la flaqueza de nuestra fe sino por la evolución de la institución. Hoy, a nivel eclesial, la comunidad cristiana se asienta más sobre el Derecho que sobre el Evangelio. Esto nos parece indiscutible.

¿Hacia dónde virar? Hacia una lectura más social del Evangelio. Las lecturas espirituales y morales de la Palabra siguen siendo válidas, en cierta medida. Pero hoy se nos pide mezclar más el Evangelio y el acontecer social. La sociedad es el campo al que está destinada la semilla del Evangelio.

Por eso, esta vuelta al Evangelio, a lo más elemental de la experiencia de Jesús, la consideramos muy necesaria para ir construyendo un tipo de experiencia creyente que se adecue mejor al tiempo en el que vivimos. Volvamos al Evangelio con la certeza de que puede ser una fuerte instancia de humanización en la sociedad y en el tiempo que nos ha tocado vivir.
Fidel Aizpurúa, capuchino