martes, 27 de febrero de 2018

DAR Y RECIBIR EN CONFIANZA

La fraternidad se va haciendo en la medida que somos más capaces de dar y recibir en un clima de mayor confianza. A veces pensamos que amamos al hermano, hermana, marido, mujer... cuanto más damos. Y nos olvidamos que amar supone también la capacidad de recibir. Y todo en confianza. La confianza es el ambiente en el cual, sin necesidad de explicitarlo continuamente, uno se relaciona dando y recibiendo.

La fraternidad es el lugar humano donde, pudiendo mostrar nuestras pobrezas -todos somos pobres en algo- sin miedo a ser rechazados, recibimos de los demás aquello que nos falta y damos lo que los demás necesitan. Cada cual nombrará esas realidades que echa en falta y que recibe de los demás. No es cuestión de medir mercantilmente lo que damos y recibimos, sino que siempre estamos dando y recibiendo en un clima de confianza. Ese clima de confianza en dar y recibir es lo que muestra el nivel fraterno que vivimos.

Hay peligros que amenazan este dar y recibir en confianza. Está el paternalismo que se alimenta del solo dar y que en el fondo responde a una necesidad de reconocimiento, de autovaloración, etc. Y está también la dependencia que solo sabe recibir que también responde a etapas infantiles de la persona. Nadie está exento de estos riesgos que enferman la fraternidad.

Nunca terminaremos de lograr un equilibrio en esto de dar y recibir porque las relaciones entre las personas, siendo tan cambiantes, son una continua creación de fraternidad, una continua maduración, una continua vuelta a empezar. Nos necesitamos los uno a los otros y, a su vez, la fraternidad es un don gratuito.

Dicen los teólogos que nuestro Dios es relación que siempre está dando y recibiendo, es comunión de amor, es ser en relación. Estamos llamados a este darse y recibir al hermano, a la hermana. Así seremos algo más parecidos a Dios.

Carta de Asís, febrero 2018

jueves, 22 de febrero de 2018

TIEMPOS OSCUROS/TIEMPOS SIN NOMBRE

Dicen que habitamos tiempos oscuros,
tiempos sin Dios.

Hoy siento un deseo irrefrenable,
de arrodillarme,
de adorar algo que sea más que yo.
Que esté antes y más allá de mí.

Algo que no entienda.
Algo que no se pueda demostrar,
que está en mi secreto, en mi sagrado.

Me quito la máscara, sé que existe.
Intuyo qué es
con más fuerza que lo que está.

María Antonia García de León

 

martes, 20 de febrero de 2018

ESTO NO ES UN LIBRO

Se llamaba Pablo, pero todos lo conocían como el pobre de la manta. Cubierto por una, vieja y sucia, se arrastraba por las calles de Salamanca. Lo que sacaba de la mendicidad lo invertía en droga. Una noche lo encontré arrodillado frente a una alcantarilla. Lloraba tirándose del pelo. Me quedé observando. Percibí que, mezcladas con lágrimas, balbucía palabras. Presté atención y comprendí qué es lo que sucedía: por aquella alcantarilla se había caído el billete con que pensaba adquirir su próxima dosis de heroína. Pablo, lamentándose, hablaba con Dios: blasfemando, preguntaba repetidamente por qué, por qué, por qué le sucedía a él eso.

Años después, frente a esta pantalla, recuerdo aquella escena con una nitidez que aún duele: Pablo, con su manta rota por la vida, hablando a Dios desde la cubierta de una alcantarilla, es para mí el rostro de Job, esa voz que grita a lo alto desde los abismos de la Biblia Hebrea. En la historia de Job, leída en el cuerpo de Pablo, se verifican las palabras que Whitman situó en el inicio de sus poemas: Esto no es un libro: quien toca esto, toca a un hombre.
Victor Herrero, capuchino

jueves, 15 de febrero de 2018

¡EL BIEN, QUÉ FASCINANTE!

La cuaresma entendida como conversión al bien.

Por muchas que sean las noticias que nos hablan del mal, de desastres, de fuertes heridas, de daños irreparables, de caminos extraviados, de sufrimientos injustos, el bien sigue siendo fascinante.

Por mucha que sea nuestra desgana, nuestro abandono de los caminos de la fraternidad, nuestros imperdonables olvidos, nuestros desplantes innecesarios y gratuitos, el bien sigue siendo fascinante.

Por mucho que comprobemos cómo las comunidades cristianas, en sus responsables y en sus miembros, no saltan del asiento cuando se hace el mal, por mucho que los cristianos mismos colaboremos a caminos de dudosa bondad cuando no de maldad explícita, el bien sigue siendo fascinante.

Por muchos que sean los miedos que nos atenazan y bloquean nuestro comportamiento bondadoso, por muchas que sean las ocasiones que no aprovechamos para hacer ese pequeño bien que hace más llevadera la carga que la vida nos impone, el bien sigue siendo fascinante.

Por eso nos preguntamos si no será la Cuaresma un tiempo bueno para “convertirse al bien”, para “volver al camino de la bondad”, para no desistir (como dicen sus biógrafos que vivía san Francisco) de aquella “bondad original” que no está en un paraíso perdido, sino en uno por encontrar.

La Cuaresma llega cada año puntualmente. Tiene de bueno el que se nos sirve una posibilidad más de avanzar en nuestro proceso cristiano. Tiene de “peligroso” la amenaza de la rutina y de vacío. Esto es lo habrá que trabajar, en la reflexión, en la oración, en la celebración y en los caminos de la vida. Si esta reflexión colabora a ello, la daremos por bien empleada.

Quizá este anhelo cuaresmal no sea sino la búsqueda de siempre de aquel Jesús que “pasó haciendo el bien” (Hech 10,38) y el anhelo de ir pasando nuestros días, simplemente, queriendo seguir aquella orientación explícita del Evangelio: “Sed buenos del todo como vuestro padre celestial es bueno del todo” (Mt 5,48).

Fidel Aizpurúa, capuchino

miércoles, 14 de febrero de 2018

PREGÓN DE CUARESMA

Empezar la Cuaresma bien lavado y aseado;
despierto, como la creación que gime y canta;
limpio, como el firmamento allá arriba;
luminoso y fresco, como son las alboradas;
y perfumado, como el aire de mi tierra.

Empezar la Cuaresma sin barreras ni murallas;
con las puertas y ventanas abiertas;
con las antenas altas y bien orientadas;
sin miedos, con esperanza y muchas ganas,
y con la casa barrida y bien oreada.

Empezar la Cuaresma sin hacer trampas;
caminando, sin fijar la vista en las renuncias,
ni retener el carnaval que susurra otras cosas;
dejándonos llevar por el Espíritu
y exponiéndonos, desnudos, a su brisa y fuego.

Empezar la Cuaresma desmarcándose con firmeza
de políticas partidarias y corruptas,
de compromisos con plebendas,
de privilegios huecos y egoístas
y de dobles contabilidades con cajas oscuras.

Empezar la Cuaresma ayunando sin complejos,
orando en lo secreto al Padre que nos ama
pidiendo por su proyecto y lo que necesitamos,
y haciendo de la limosna, tan denostada,
causa alegre, generosa y muy humana.

Empezar la Cuaresma con un saludo de bienvenida;
dejando las tinieblas en sus cuevas;
dando gracias por la vida; recibida
con ganas infinitas de recorrer sus sendas
y con la mochila preparada y ligera.

Empezar la Cuaresma en tu compañía, Señor,
...¡y a la aventura, cada día!

Florentino Ulibarri

martes, 13 de febrero de 2018

LA BONDAD INVISIBLE

Aquella tarde, víspera de Reyes, era muy desagradable. El frío, la lluvia, la oscuridad empapaban la ciudad. De camino a comprar me encontré con todas las familias que volvían de la cabalgata. Daba gusto ver cómo los padres superaban todos estos inconvenientes atmosféricos y hablaban a los niños sobre los reyes, los regalos o los caramelos. Con los paraguas y los abrigos, los mayores sostenían en sus hombros a los pequeños mientras alimentaban su ilusión y alegría, creando una complicidad maravillosa.

Me admiraba ver tanta generosidad: ¿no hubiera sido más cómodo para todos quedarse en casa, verlo por la televisión y no terminar mojados y ateridos? Pero cientos de padres y madres habían elegido la lluvia y la incomodidad. Me asombraba ver que la bondad se derramaba por todos los lados y llenaba la ciudad; no por el tópico de la Navidad, sino porque los padres, una vez más, anteponían el bien de sus hijos a su propio bienestar.

Cuando hacemos una valoración del ser humano, la mayoría de las veces nos viene a la cabeza su egoísmo, su capacidad de destruir la naturaleza y la injusticia, la violencia y la desigualdad que existen en el planeta. ¿Y por qué se instalan en nuestro cerebro estas imágenes cuando hay tanta generosidad en las personas? Habrá diferentes motivos, pero uno de ellos es que en las noticias de todos los días nos llenan el salón de bombas, guerras, terrorismo, etc. Un asesinato atroz, aunque haya sido el único en todo el país, entra a formar parte de nuestra vida. La televisión tiene la capacidad de hacernos creer que es habitual y cotidiano lo que ocurre a una persona entre 46 millones, en un metro cuadrado entre los 506.000 millones de Km2 del país.

Y por eso me sorprendo cuando la bondad se manifiesta. No me doy cuenta que hay infinidad de padres que lo dan todo por sus hijos; existen millones de voluntarios que dedican su tiempo a los demás; incontables religiosos que han optado en su vida por los otros; maestros que trabajan más allá de su horario para que sus alumnos aprendan; sanitarios que dedican horas y horas a sanar a los enfermos; personas anónimas cuya vida tiene más sentido porque la dedican a los demás. Es la bondad invisible que sostiene el mundo, es el Reino de Dios que está cerca. Muchas gracias a todos por hacerlo presente.
Javi Morala, capuchino.

jueves, 8 de febrero de 2018

CUANDO MIRAS DESPACIO

"Si te quedas mirando largamente
cualquier cosa del mundo
—un gorrión, una mujer, un árbol,
un río, un desengaño, tal poema
por el que pasa un río
y una mujer desengañada y sola
y en el que se alza un árbol al que acuden
los gorriones mientras cae la tarde—,
si miras cualquier cosa un largo rato
y dejas que entre en ti,
que te vacíe de tu oscuridad
y que en tu ser halle cobijo y sea,
verás y sentirás que cuando miras
tú eres mundo también,
que en ti la vida se entrecruza y canta,
y que todo es sagrado."

Eloy Sánchez Rosillo

martes, 6 de febrero de 2018

SEÑOR, ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA?

El día 2 de febrero, fiesta de la Presentación y de la Candelaria, celebramos el día de la Vida Consagrada, de la vida Religiosa. Cuando echamos una mirada hacia nuestra forma de vida nos solemos fijar en la crisis por la que atravesamos. Por lo menos en esta parte del mundo vemos que las Órdenes religiosas y Congregaciones nos encontramos en un proceso de envejecimiento y de disminución. No así en otros lugares del mundo en los que hay un crecimiento.

Solemos decir que a los jóvenes de hoy les cuesta cada vez más tomar decisiones, elegir. Les cuesta sobre todo tomar decisiones que afectan o abarcan toda la vida. En la cultura en la que nos movemos se va creando la idea de que no se puede comprometer uno para siempre, ni con una persona ni con una determinada opción de vida. Parece que lo que importa es vivir al día y, si hay que optar, que sea por un tiempo determinado. Hay quien afirma que la actual crisis vocacional está muy unida a la alergia a tomar decisiones, a hacer una elección, pues vivimos en la cultura de la indecisión.

Tal vez sea exagerado decir que en la cultura en la que nos movemos hoy no hay ideales. Yo creo que sí los hay, aunque determinados valores van cambiando o han sido desplazados en nuestra sociedad. Lo que está claro es que, si no hay algo que me atraiga o me guste, difícilmente lo podré elegir. Anterior a cualquier decisión está el deseo. El deseo y la capacidad de desear forman parte de la sensibilidad de una persona. Es algo que hace que orientes tu vida de una u otra manera.

Desear es concentrar las energías en la búsqueda de algo que uno siente cada vez más que es central en su vida. Cada uno somos responsables de nuestra propia sensibilidad y, desde las experiencias que vamos teniendo, la vamos construyendo a lo largo de nuestra vida.

Hubo un día en la vida de San Francisco de Asís, como lo ha habido en las personas que han orientado su vida desde Dios, que se planteó la siguiente cuestión: Señor, ¿Qué quieres que haga? Deseó encontrar su propio lugar en la vida y se puso a la escucha de todo lo que le ayudaba en esa búsqueda para tratar de decidir en libertad y con responsabilidad. Quiso comprender el plan que Dios tenía sobre su propia vida y emprendió todo un camino de búsqueda de Dios. Su propia experiencia nos ayuda a otras muchas personas a plantearnos la vida desde lo que él mismo descubrió.

Benjamín Echeverría, capuchino

jueves, 1 de febrero de 2018

EL VIDEO DEL PAPA, ENERO 2018

ENCUENTRO DE FORMACIÓN DE ANIMADORES DE PASTORAL JUVENIL, ENERO 2018

El fin de semana del 20 y 21 de enero, los jóvenes de la parroquia San Antonio de Cuatro Caminos acudimos a la Casa de capuchinos de El Pardo, también en Madrid. Allí pudimos disfrutar de una jornada de formación con jóvenes pertenecientes a otras parroquias de los capuchinos en España, como lo son las parroquias de Usera (Madrid), Totana (Murcia) y Zaragoza.

La razón de este encuentro era la jornada de formación para actuales o futuros agentes pastoral juvenil. Este encuentro estaba destinado a que los monitores y catequistas podamos llegar más a nuestros chavales y poder dar respuestas a sus preguntas, además de contestar cuestiones que nosotros mismos nos planteamos. El tema a tratar era “Ciencia y Biblia. Qué es y qué no es la Biblia”. Este tema es realmente de gran interés teniendo en cuenta que la ciencia siempre es aceptada como única verdad absoluta con la que debemos interpretar la realidad. También aprendimos un poquito más sobre la Biblia, cómo usarla y qué significa.

Como ponente repetía Alfredo Delgado, un sacerdote de parroquia que con su cercanía y entrega nos ayudó a entender de una manera mucho más completa el tema tratado y nos dio claves esenciales a la hora de tratar y contestar las preguntas de nuestros chavales.

La jornada del sábado trascurrió realizando distintos talleres, referentes a la ciencia por la mañana y a la fe por la tarde. Trabajamos en grupo distintas actividades referentes a Biblia y ciencia. Por la noche disfrutamos de una agradable y divertida velada con un juego que nos permitió conocernos mejor. El domingo trabajamos el amor y las relaciones afectivas realizando un taller consistente en una divertida dinámica para conocer nuestras emociones. Después tuvo lugar la Eucaristía, un momento muy emotivo que todos compartimos, incluidos los más pequeños que quisieron participar haciendo una preciosa ofrenda que presentaron en el ofertorio.

Después de la comida cada uno puso rumbo a su lugar de origen guardando en el corazón todo lo aprendido durante el fin de semana y dispuesto a poner todo ello en práctica con nuestros chicos.
Almudena Muñoz Soberón