martes, 28 de enero de 2014

LA NECESIDAD CREA EL ÓRGANO. CONFESIONES PERSONALES

   Me dicen mis amigos que tengo muy mala memoria, y tienen demasiada razón. Pero una de las pocas cosas que se me han quedado de la teoría de la evolución es una de sus sentencias: “la necesidad crea el órgano” que habla de la capacidad de los organismos para adaptarse a los sucesivos cambios que se han dado en el medio ambiente, a las sucesivas necesidades que se encontraban.
   ¿Y esto a qué viene? A que creo que en nuestros procesos personales funcionamos de manera semejante: vamos incorporando mecanismos psicológicos que intentan responder a una necesidad, que cumplen una función. Y para concretar voy a poner un ejemplo personal -sin muchos matices- que acabo de descubrir. ¡Perdonen el “destape”!
   En este intento que tenemos todos de intentar sobrevivir nos vamos dando mensajes a nosotros mismos de distintos signos. Y yo para darme un sentido en los días grises y monótonos de un mes cualquiera de curso escolar –cuando era joven-, me proponía a mí mismo una serie de tareas que me tocaba hacer ese día: “tengo que renovar el carnet de identidad; tengo que comprar dos clasificadores; y tengo que ponerme con el trabajo de tecnología”. Objetivos vitales un tanto insulsos, pero que cumplían la función de apagar en sinsentido y el vacío que rondaba y ronda en mi persona y en cada persona. Es decir la necesidad de sentido cotidiano creó en mí unos hábitos de hacer, una tras otra, una serie de tareas.
   Pero… con el correr del tiempo, lo que podía ser algo circunstancial fue ocupando más espacio en mi vida y entré en una dinámica de actividad y activismo que no sólo me hacía sentirme útil sino que además ocupaba el vacío que se cernía con la inactividad. Además había una insatisfacción por el sentido banal que me estaba dando en lo cotidiano, aunque a mi vida globalmente le estuviera dando un sentido más hondo.
   Cuando escucho lo de “dejemos las actividades de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz” (Rm 13, 12), intento remediar ese mecanismo pernicioso haciéndome propuestas de cortar esa cadena interminable de activismo y no puedo. Y me doy como contra un muro una y otra vez, en esas propuestas. ¿Qué ocurre? Que estoy intentando suprimir un mecanismo, “un órgano” que tiene una función, que se ha creado respondiendo a una necesidad. Por tanto para suprimir el órgano, el mecanismo, primero tengo que encontrar satisfacer la necesidad a la que estaba respondiendo: en mi caso, antes de quitar el activismo, necesito darme un sentido cotidiano al discurso mental de cada día. Y así, cuando consiga este nuevo órgano, este nuevo sentido podré sustituir el activismo. Y en esas estamos, buscando y renovando los mensajes internos que me doy cada día: ¡¡que no se me olvide!! ¡Buen camino y buena búsqueda!
Javi Morala, capuchino


sábado, 25 de enero de 2014

QUE TODOS SEAN UNO

   Cristo se acerca a unos hombres sencillos, en sus puestos de trabajo, para ofrecerles tarea. ¡Jesús nunca llama al paro! La respuesta, generosa y decidida, de aquellos hermanos se convierte en ejemplo de respuesta. A Jesús no se le puede seguir con reticencias y ambigüedades. Ellos dejaron “inmediatamente” las redes; y nosotros hemos de “desenredarnos” de todo lo que nos impida ese seguimiento. Y el subrayado “inmediatamente” es intencionado. El seguimiento ha de hacerse sin reticencias.
   Y será precisamente la experiencia de ese seguimiento, lo aprendido en la compañía de Jesucristo, lo que anunciarán después: “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos” (1 Jn 1,1-3).
   Aquellos hombres fueron los intermediarios entre Jesús y la Iglesia; y hoy la Iglesia, es decir nosotros, debemos ser los intermediarios entre Dios y el mundo. ¿Estamos en condiciones de asumir esa tarea, de ser ese canal de transmisión, ese punto de conexión, que no necesariamente de coincidencia? Quizá podríamos conseguirlo si en nosotros brillara de forma inequívoca la unidad de sentimiento y pensamiento.
   Acabamos de celebrar el Octavario de oración por la unidad de los cristianos. “Que todos sean uno…, para que el mundo crea”, oró Jesús (Jn 17,21). Pero esa unidad no significa la uniformidad empobrecedora y monótona, sino saber vivir en un sano pluralismo, sin descalificaciones partidistas, buscando todos, con la mejor voluntad y rectitud de intención, la verdad en el amor, “creciendo hasta Aquél que es la cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo toma cohesión” (Ef 4,15-16).

Domingo Montero, capuchino

lunes, 20 de enero de 2014

CAMPAÑA DE UNICEF

Simpática y original campaña navideña de Unicef para recaudar fondos.





sábado, 18 de enero de 2014

YO LO HE VISTO

   Es ésta una frase que he  escuchado durante años y que ahora me llama la atención o más bien me choca: “Yo lo he visto y… doy testimonio”. Por un lado como maestra: con mucha frecuencia los niños te expresan la necesidad de que los creas de ese modo ante algo que les sucede: “¡¡¡Yo lo he visto, yo lo he visto!!! Y por otro lado, por el lado contrario, por lo que siempre nos han dicho que es la fe: “creer sin ver”. Y es cierto, pero… hasta un punto ¿no?
   Porque Juan lo ve, y ve la manifestación de Dios en su hijo en el bautismo, aunque no del todo cierta, Juan atestigua que Jesús es quién es. Y nosotros, los hombres, necesitamos ver, necesitamos ser como Tomás, tocar, ver y si no en el sentido físico y explícito de la palabra, sí en su sentido más amplio: experimentar, sentir, comprobar, vivir… tener experiencia. Cada día compruebo como los niños en clase viven una cierta frustración por lo que los mayores les pedimos que vivan y crean y no tienen ni idea de qué estamos hablando. En nuestros conciertos, al acabar, también se nos acerca mucha gente y nos comparte la gran cantidad de cosas “de Dios” que se cuestionan a pesar de que la Iglesia a través de los años les ha repetido que crean.
   Profundizando en la vida de santos de tanto renombre como San Francisco, descubrimos que él mismo tuvo la necesidad de sentir, preguntar, chillar, experimentar y tocar al mismo Dios. Por eso marcha al monte Alverna y se deja romper. Al final de esa experiencia puede decir como el mismo Juan, “yo lo he visto y doy testimonio”.
   Yo también lo he visto y lo he tocado y he dudado y le he chillado. Me he creado una experiencia de Dios hasta encontrarlo dentro de mí. Y ahora nadie me lo puede arrebatar. Vive dentro de mí en todo momento, haga lo que haga y la única diferencia en unos momentos u otros es que estoy atenta o vivo distraída del Dios que me habita. Yo antes no lo conocía… pero el que vive dentro de mí me llevó por senderos cada vez más profundos para darse a conocer. Para ello ha tenido que podarme y despojarme de cosas, personas, acontecimientos… y gustar a veces sólo de su Presencia.
   Para esta semana, feliz experiencia de su Presencia.

CLARA LÓPEZ RUBIO

miércoles, 15 de enero de 2014

ORACIÓN AL COMENZAR UN NUEVO AÑO

Señor, al comenzar un nuevo año, te pido que me compliques la vida
-ya, ya sé que yo soy lo bastante complicado-
sin embargo..., bueno, yo te lo suelto, Señor, espero no arrepentirme."

Señor, complica mi vida mediocre,
cambia el butacón en el que he convertido mi vida
en un trampolín lleno de oportunidades y retos.

Señor, complica mi vida egoísta,
cambia "el yo, después yo y finalmente yo”...
por la aparición de ellos, de tus hijos, mis hermanos.

Señor, complica mi vida cumplimentera,
cambia el quedar bien, el cumplir y mentir...
por una vida auténtica, por cumplir de corazón.

Señor, complica mi vida de indecisiones y excusas,
cambia "el no lo sé, todavía es pronto, no me complico”...
por el convencimiento de que a tu lado nada es imposible.

Señor, complica mi vida de odios y rencores,
cambia "el que me la hace, me la paga”...
por la buena noticia de la otra mejilla.

Señor, al comenzar este nuevo año, te pido que compliques mi vida,
que deje atrás mis miedos, mediocridades y seguridades
y apueste, decidida y apasionadamente, por ti, por tu Reino.

J. M. de Palazuelo


miércoles, 8 de enero de 2014

EN EL PRINCIPIO...

   "En el principio ya existía la Palabra…y la Palabra era Dios". Es la Buena Noticia con la que se inicia el año en la liturgia. Al comienzo de todo ya está Dios y se presenta como la luz. Y sin esta luz nada se puede hacer, y sin embargo, nada tiene que hacer el hombre para merecerla.
   Y son muchos los “Juanes” que nos anuncian esta Presencia si es que estamos atentos y vivimos en el ahora. Esta Luz es para todos y nadie puede hacerse dueño de ella bajó ninguna norma, dogma o religión. Nos hace tan libres que a pesar de vivir en lo más profundo ni siquiera a veces lo reconocemos, pero sigue existiendo.
   Y como el hombre se presenta en multitud de culturas y formas de vida, esta presencia se manifiesta y es llamada con una gran variedad de formas distintas sin que ninguna de ellas sea superior a las demás.
   Yo he elegido un marco de referencia. Y no por tradición sino por convencimiento. Ese al que Juan anunció, da respuesta y concreta en mí la presencia que reconozco en lo más profundo. Jesús de Nazaret, es el que da forma en mí a la Luz, energía, presencia, que todos los hombres poseen. Y ese Jesús es el que me posibilita el camino, proceso personal o Tao, que llaman otros.
   Desde esta perspectiva todo se hace más Universal y posibilita una verdadera experiencia y acercamiento al Dios que habita en mis entrañas.

CLARA LÓPEZ RUBIO


miércoles, 1 de enero de 2014

FELIZ AÑO NUEVO

Mucho esperan de mí, y luego se desilusionan como lo han hecho con el 2013.
¿Verdad que tenían ganas de que terminase?
Lo mismo haréis conmigo dentro de 365 días.
Es mi suerte y la suerte de cada año.

Yo no soy un Mago que llego cargado de regalos.
Yo regalo lo que me regalan.
Yo doy lo que recibo.

Sois vosotros quienes decidís mi futuro.
Yo dependo de vosotros.
De vuestras ilusiones.
De vuestras esperanzas.
De lo que vosotros hagáis.

Si buscáis la paz, sed hombres pacíficos.
Si buscáis amor, tratad de amaros.
Si buscáis riqueza, a trabajar.
Si buscáis alegría, pues comiencen a reírse.

Ya veis, yo comienzo como pollito recién nacido.
No soy gran cosa.
Solo vivo de la esperanza de cada uno de vosotros.
Os recibo con cariño. Y os abrazo a todos con amor.
Vivamos juntos con ilusión cada uno de mis días.