jueves, 14 de mayo de 2020

¿QUÉ DICE LOS EVANGELIOS SOBRE LAS TRADICIONES?

El judaísmo había elaborado una jungla de preceptos y, con ellos, un montón de tradiciones que, por mecánica religiosa, llegaban a imponerse a la misma Escritura. Las más pequeñas costumbres se convertían en leyes primordiales.
Jesús es crítico con ese planteamiento. Tuvo que tomar distancia, poner un componente de secularidad, de sentido común. Es posible que muchas de estas críticas le trajeran problemas. Ser crítico con las tradiciones es la mejor manera de ser impopular.
  • Para Jesús está claro que lo humano está por delante de cualquier tradición, por sagrada que se la quiera (Mc 2,23-28). Hace falta mucha lucidez, claridad y valentía para posicionarse de manera tan clara a favor de la persona.
  • Para Jesús está claro también que la justicia está antes que la tradición (Mc 7,9-13). Desenmascarar la injusticia que ocultan las tradiciones es una de las más duras tareas. Quien lo hace, se granjea la animadversión de muchos.
  • Para Jesús la libertad está antes que las normas que terminan por aprisionar a la persona y a toda una cultura (Mc 7,1-5). Quien no aprecia la libertad como valor grande se somete a las tradiciones y se hace esclavo de ellas. Y, lo que es peor, pretende que todos acepten ese planteamiento y si no, se les persigue.
¿Dónde aprendió Jesús esta libertad? No es fácil saberlo; quizá en sus noches de oración. Pero nunca ponderaremos suficiente su libertad estando, como estaba, en un marco social y religioso tan coactivo.

Texto: Lc 11,46: «¡Ay de vosotros también, juristas, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros ni las rozáis con un dedo!».
  • Estas frases duras han sido aumentadas, sin duda, por la tensión entre el judaísmo y el cristianismo naciente. Pero también es muy probable que tengan el sabor del pensamiento de un Jesús crítico con la opresiva normativa de las tradiciones del bajo judaísmo.
  • Los juristas, la gente del derecho, se ha apropiado de la ley y de la tradición. Quizá se hace más fuerte en esta segunda, porque son las tradiciones las que moldean el comportamiento social de un pueblo preindustrial como lo era el de Jesús.
  • No legislan ni proponen tradiciones que reconforten al pueblo, sino que “abruman”. Y en ese abrumamiento anida el veneno del poder. En el fondo, el control de las tradiciones es una cuestión de poder y, con frecuencia, de poder opresor.
  • Por eso, las tradiciones generan “cargas insoportables”, maneras de vivir que terminan volviéndose contra la persona débil, que es la que más soporta las tradiciones, y que tiene menos capacidad de crítica para enfrentarlas. Se pliegan y hasta las defienden. Defender al que te oprime.
  • Pero quien hace esta obra “no roza ni con un dedo” para intentar llevar la carga que, con frecuencia, supone una tradición. Cargan el peso en los demás y ellos se llaman andana. Gente que con frecuencia no cambia, no se enmienda, no ve que estén siendo unos opresores. Un peso enorme para la sociedad, para la misma religión.
Aplicación: Comenzamos con una conocida parábola que dibuja bien la insensatez que es la defensa a ultranza de la tradición: «El gato que vivía en el monasterio hacía tanto ruido que distrajo los monjes de su práctica, así que el maestro dio órdenes atar al gato durante toda la práctica de la tarde.Cuando el profesor murió años más tarde, el gato continuó siendo atado durante la sesión de meditación. Y cuando, a la larga, el gato murió, otro gato fue traído al monasterio y siendo atado durante las sesiones de práctica.Siglos más tarde, eruditos descendientes del maestro de zen escribieron tratados sobre la significación espiritual de atar un gato para la práctica de la meditación».
  • Con frecuencia no se sabe de dónde arrancan las tradiciones. No es obstáculo para mantenerlas, a pesar de que el origen las cuestionaría.
  • A veces no se trata de suprimir, sino de reorientar, de encontrarle un sentido más actualizado y profundo.
  • El cristiano no menosprecia las tradiciones, pero ha de intentar situarlas en su justo lugar.
  • Si las tradiciones entran en conflicto con la persona, el cristiano opta decididamente por el valor de la persona.
  • Consagrar las tradiciones como bienes culturales o como comportamientos religiosos es, a veces, no querer hincar el diente al problema.
  • Libertad, justicia, dignidad, humanidad han de ser valores que siempre estén por delante de cualquier tradición.
Fidel Aizpurúa, capuchino

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