El madrugón y el frío mañanero del 21 de diciembre no apagaron nuestras ganas de juntarnos y pasar un día distinto celebrando la navidad de forma alternativa. Nos hicieron sentir estrellas en la acogida y luego el cafetito, los preñados y las palmeritas nos pusieron a tono para que nos contaran de qué iba a ir este año el Pregón. Hasta nos echaron las cartas adivinatorias en un programa de gran audiencia.
¿Y luego qué te llegó a ti de los talleres? Pudo ser el superar la vergüenza que supone acercarte a extraños en la calle para decirles qué es lo que mueve tu vida y aguantar el tirón, a pesar de que algunos huían porque creían que les íbamos a vender algo. O la cara de satisfacción que ponía un inmigrante y su niña al preguntarles por los sentidos de su vida y regalarles nuestra estrella. Pudo ser que lo que te llegara de los talleres fuera la energía que vivimos con el baile y que nos llenó de tanta vitalidad. O el ver en el vídeo que “cada persona que te encuentras en el camino está librando una batalla”, y cómo cambia tu mirada cuando te das cuenta de ello. O poder pararnos un poco, hacer silencio y disfrutar de toda la riqueza que llevamos dentro, su magia y lo que nos dice de Dios. ¿O pudo ser el compartir la mañana con otros jóvenes, en medio de risas, descubrimientos y pequeños retos?
Y todo esto culminado con la eucaristía, con esa acogida y sus mensajes. Con el Pregón, ¡¡precioso!! en el que nos decían dónde nace hoy Jesús. O la palabra de los evangelios y esa representación “tan precisa”. O las frases tan “cañeras” sobre el sentido de la vida de grandes personas de la historia. Y las peticiones del taller de calle o las ofrendas del videoforum. ¿Y cómo no? Ese abrazo de paz, reconfortante. Y después de la comunión, terminar con el “subidón” del baile en penumbra y con las pulseras iluminando…
Con todo esto que viviste a tu manera, ¿qué te sirvió a ti de señal?..
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