lunes, 5 de mayo de 2014

TRANSPARENCIA DE DIOS

   En este III domingo de Pascua, aparecemos en Emaús. Emaús no es sólo un lugar geográfico. Ya a estas “alturas de la película”, Emaús es el lugar del encuentro con la transparencia de Dios. Dos discípulos van hablando… van recordando, van instalados en el pasado. No conectan aún lo vivido con Jesús con lo sucedido en los días anteriores y se instalan en su juicio. Pero es necesario salir de ahí. Y es en esa fase donde la mayoría nos perdemos y damos vueltas y vueltas. Contamos una y otra vez lo que nos sucede o peor, lo que les sucede a los otros.
   Es cierto e incluso necesario que nuestra parte racional necesita alimentarse con la información adecuada e incluso compartirlo con los demás. Requerimos incluso que una tercera persona desde su criterio, nos exponga a veces razones y argumentos que sigan llenando nuestro intelecto y hagan que nuestro ego incluso se sienta cada vez más centro de todo. Y Jesús nos da nuevamente la clave: sin perderse en elucubraciones complicadas o argumentos de peso, después de tan sólo recordarles lo necesario, se sienta con ellos y hace lo que tantas veces hizo y lo que lo “hacia transparente”: partir el pan y compartirlo.
   Lección de vida: seamos sencillos. Mostrémonos llanos y “el que tenga oídos para oír…” De nada sirve poner más energía de la cuenta en nuestra propia defensa. La vida sigue fluyendo y la gente que en ese momento de la vida toque que esté a nuestro lado será la adecuada para acompañarnos. Por lo demás, “nada nos podrá separar del amor de Dios”.

CLARA LÓPEZ RUBIO 

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