Estoy pendiente, Señor, de tus labios,
de tu Palabra, de tu Buena Noticia,
para escuchar tu voz en medio de tanto ruido,
para escucharle en mis hermanos más necesitados.
Estoy pendiente, Señor, de tus ojos,
de tu mirada cómplice, de tus guiños amorosos,
para ver tu rostro allí donde mis ojos se dirigen,
para verte en mis hermanos más pequeños.
Estoy pendiente, Señor, de tus manos,
manos que sirven, que abrazan, que aman,
para tocar y juntar mis manos con las tuyas,
para tocarte y juntarme con mis hermanos más débiles.
Estoy pendiente, Señor, de tus pies,
pisada firme que deja huella imborrable,
para seguir el camino que Tú me trazas cada día,
para seguirte en mis hermanos más pobres.
Estoy pendiente, Señor, de tu corazón,
corazón grande, cercano, abierto,
para sentir como te aproximas a mi vida,
para sentirte en mis hermanos, en los que Tú te haces presente.
Estoy pendiente, Señor, de tu venida,
para que este año, durante este camino de Adviento,
te descubra acercándote a mi corazón
y puede darte la mejor de las bienvenidas
J.M. de Palazuelo
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