martes, 21 de diciembre de 2021

¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE LA PAZ?

La paz es, sin duda, un anhelo en las paginas bíblicas. Pero como Israel ha sido, y lo sigue siendo, un pueblo belicoso, en realidad la paz ha brillado por su ausencia. No deja de tener su ironía que el ayuntamiento de Jerusalén pida a la ciudadanía que rece por la paz mientras desmantelan casas en los territorios ocupados o acorralan a los palestinos en la franja de Gaza.

Oficialmente, el tiempo de Jesús fue un tiempo de paz: la pax romana y no hubo, al parecer, brotes de violencia por más que los romanos en general y Pilato en particular fueran piedras de tropiezo. Algunos han querido ver en Jesús a un zelotes, un revolucionario político, pero es, a todas luces, excesivo. En lo básico de su mensaje está presente la paz.
  • Ya hemos dicho que la oferta de paz es el núcleo del anuncio del reino, más allá de cualquier dificultad (Mt 10,12). La paz es algo que “se merece” con lo que se conecta o no. No es un mero anuncio, no se impone, se acoge o no se acoge. Es una paz que afecta al fondo de la persona.
  • Puede encontrarse una dificultad en Mt 10,34 donde se dice que Jesús ha venido a traer no paz, sino espadas. Es un texto post-misional: refleja las dificultades encontradas en la misión cuando se ha ofrecido el reino a los clanes familiares. No todo ha sido fácil. Pero el mensaje como tal no pretende una confrontación, sino una relación humanizadora.
  • En Jn 14,27 dice Jesús que él no se despide como todo el mundo. Él no da el saludo de paz para irse, sino para volver y quedarse. Con ello se está diciendo que la paz de Jesús acompaña el caminar humano. Vivir en litigios es desautorizar al Jesús de paz que nos acompaña.
Texto: Mt 5,9: «Dichosos los artesanos de la paz, porque a esos los va a llamar Dios hijos suyos».
  • Se refiere a quien construye la paz en modos “artesanales”, delicadamente, cuidadosamente, paulatinamente. No se trata de la paz que se logra por vía de un decreto político, sino la que se consigue por “seducción”, por haber desvelado la hermosura de una vida en paz y haber ampliado el número de quienes la aman.
  • Es un trabajo, algo que se hace con esfuerzo y se logra con tenacidad. Es algo en el marco de la relación humana. La oración por la paz es una ayuda, pero la paz se logra en la arena de la vida corriente.
  • Esa actividad hace a la persona semejante a Dios, porque esa es justamente la obra que Dios hace en la historia (así es imagen y semejanza de Dios).
  • Por esa obra la persona es hijo, se pone al nivel mismo de Dios. Hacer obra de paz es el modo de que la persona se “divinice”, viva en el nivel mismo de Dios.
  • Cree el evangelio que la felicidad individual y social tiene que ver con el logro de esa paz.

Aplicación: La realidad de paz es cosa que oscila. En el panorama internacional no gozamos ahora de los mejores momentos. Se achaca esta debilidad al mal hacer de los grandes políticos olvidando que están donde está porque el ciudadano de a pie ha querido ponerlos ahí. Nuestra responsabilidad en la situación de paz o de conflicto resulta evidente. Resulta sencillo denostar a un político pero hay que mirar y mirarse en derredor porque una parte notable del asunto está en el escenario de la cotidianeidad de la que hacemos parte.

A veces encontramos noticias curiosas que pasan desapercibidas: en el pasado abril el papa Francisco recibió en santa Marta a los jefes militares del grave conflicto de Sudán. Dicen las notas de prensa que el papa les beso los pies. El gesto, de ser cierto, resulta insólito. Quizá se quiera decir: estoy dispuesto a rebajarme con tal de que reconsideréis vuestras posturas de las que, por desgracia, dependen la vida de miles de pobres. Cualquier cosa por el logro de la paz. Se achaca a este papa que solamente haga gestos. Es, tal vez, lo único que puede hacer. A esa pobreza de acción ha llegado la iglesia.

De cualquier modo, y mirándonos a nosotros mismos, pretender que la oferta de paz del reino arraigue en la sociedad pasa por que lo haga en el corazón de cada uno nosotros. Bien lo decía Francisco de Asís a sus hermanos: la paz que predicáis habite primero en vuestro propio interior. De lo contrario estamos construyendo sobre falso.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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