martes, 27 de septiembre de 2016

PERDONARNOS A NOSOTROS MISMOS

Casi siempre que hablamos de perdón pensamos en perdonar a los demás o que me perdonen a mí, pero... y ¿perdonarme a mí mismo?

Quizá sintamos que no hay nada de nosotros que necesite ser perdonado, o quizá que hay cosas, situaciones, que no sabemos cómo afrontarlas, ni qué hacer con ellas, decisiones que hemos podido tomar y no han sido las acertadas, reacciones que han podido hacer daño a terceros,... Podemos pensar que todas están superadas pero cada cierto tiempo aparecen de nuevo en nuestra vida.

Perdonarme supone que, al mirar atrás en mi historia, puedo permitirme no ser perfecto, puedo aceptar que no he cumplido con todos los ideales y metas que me había puesto en la vida, puedo permitirme cometer faltas y no tener que justificarme inmediatamente y que, a pesar de todo, he recorrido un camino de vida en el que asumo mi historia con todas sus luces y sombras para reconciliarme con ella y ver que ha sido para bien.

Perdonarme así me ayudará a perdonar a los demás con la libertad de ser capaz de dar la posibilidad de tener otra relación más libre y abierta. Reconocer que no soy perfecto y que, pese a ello, me quiero y me acepto como soy, me abre a relaciones donde seré capaz de aceptar los fallos de los demás de un modo fácil y comprensivo.

También podemos intentar perdonarnos desde Dios. Él perdona todas nuestras dificultades, todo nuestro pecado, incluso aquello que no podemos perdonar por nosotros mismos.

Dios misericordioso, que nos ama y nos perdona siempre, espera que nos acerquemos a Él día a día para enseñarnos el perdón a cada uno de nosotros y la mirada solidaria que haga un mundo más humano y misericordioso a nuestro alrededor.

Carta de Asís, septiembre 2016


No hay comentarios:

Publicar un comentario