Mucha gente piensa que la igualdad entre personas conlleva la justicia entre ellos. Ser tratados igualmente y ser tratados justamente puede parecer que es exactamente lo mismo, pero nada más allá de la realidad.
Ya lo dijo Aristóteles en uno de sus mucho postulados. La justicia pasa por tratar de igual forma a personas que son iguales, y tratar de forma desigual a personas que son desiguales. Cuando estos preceptos no se cumplen es cuando aparecen las injusticias.
Esto quiere decir, ni más ni menos, que cada persona debe ser tratada teniendo en cuenta sus particularidades para que, a demás de ser igualitarios, seamos también justos.
La prueba más grande de esto la tenemos en las diferentes leyes que parecen “favorecer” a determinados colectivos. Mucha gente piensa que es injusto que, a determinadas personas, el Estado les subvencione el alquiler, que paguen menos impuestos, que reciban becas de estudio o que haya puestos de trabajo reservados para gente con sus condiciones.
La situación de estos colectivos, por diversas circunstancias, parte de un desventaja económica, social o física que les hace imposible competir en igualdad de condiciones. Es aquí donde se hace patente que para que haya justicia en muchos casos, no podemos, ni debemos, ser tratados de la misma forma.
Una imagen vale más que mil palabras y en este caso no podía ser más cierto. La siguiente ilustración refleja perfectamente la diferencia entre igualdad y justicia y por qué una está supeditada a la otra.
Visto en lavozdelmuro.net
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