domingo, 16 de noviembre de 2025

CONSTANTES EN LA FE

Es una evidencia que somos inconstantes. Vislumbramos algo hermoso y optamos por ello. Pero pronto nos damos cuenta de que eso bello que nos atrae es un camino que hay que andar poco a poco. Y que ese camino está lleno de dificultades y de obstáculos. Y entonces abandonamos, lo dejamos de lado, lo olvidamos. Con ello, el nivel de frustración de nuestra vida sube constantemente. ¿Cómo vivir una vida cristiana perseverante?

- Sé fiel a las promesas del evangelio: porque no interesa tanto que seas fiel a lo que tú has prometido, sino que descubras las maravillas de lo que se te ha prometido y que esas maravillas te encandilen para siempre. La maravilla de una vida en paz, la maravilla de poder tener un corazón perdonador, la maravilla de vivir inmerso en la generosidad.

- Vive una fe lo más lúcida posible: no te eches en brazos de la rutina, de la costumbre, de los meros ritos externos porque eso no terminará por ahogarte. Busca renovar tu oración, vive la eucaristía como un auténtico lugar de encuentro con Jesús, no te canses de leer la Palabra todos los días si es posible.

- Cultiva tu pensamiento cristiano: no vivas con las ideas del catecismo que aprendiste de niño, piensa la posibilidad de hacer parte de alguno de los grupos parroquiales donde se cultiva la Palabra, el pensamiento cristiano. Los tiempos cambian. Hemos de vivir la fe en modos adaptados a nuestro hoy, no de manera rígida e inflexible. Ha pasado el tiempo de comulgar con ruedas de molino y de tener la fe del carbonero.

La mejor forma de ser perseverante es aquella que nos implica algo en la vida familiar, en la vida parroquial o en la vida social. Una vida sin implicación lleva a vivir descolgado, situado en el propio egoísmo, como una isla. Así es imposible mantenerse vivo en la fe. Si vives implicado incrementa tu compromiso; si tu implicación es débil, hoy mismo puedes dar un paso adelante. Ánimo.

Fidel Aizpurúa, capuchino

martes, 11 de noviembre de 2025

ORACIÓN COMUNITARIA, NOVIEMBRE 2025

Haz clic en la imagen para acceder a la oración comunitaria para este mes.

domingo, 9 de noviembre de 2025

HABLABA DEL TEMPLO DE SU CUERPO

El relato de la expulsión de los mercaderes del templo refleja un episodio decisivo en la vida de Jesús. Si no hubiera ocurrido, quizá su muerte no habría sido tan violenta. Tocar el mercado era tocar la fibra sensible del poder.

Pero en el evangelio de Juan, el tema deriva hacia la realidad del templo. Y allí, en la polémica sobre el templo, escuchamos esta frase: hablaba del templo de su cuerpo. El judío cree que si uno quiere encontrarse con Dios tiene que ir al templo porque allí habita la gloria de Dios. Allí se puede “tocar” a Dios. Pero el evangelio de Juan dice que si quieres encontrarte con Dios tienes que ir al templo del cuerpo de Jesús, a su vida con sus criterios y modos de comportamiento. Jesús es el templo vivo, sacramento del encuentro de la persona con Dios, decían los teólogos del Concilio.

De ahí se puede deducir que todos los cuerpos son lugar de encuentro con Dios porque son lugares, como decía san Pablo, donde vive El Espíritu. La espiritualidad cristiana heredada ha censurado e incluso menospreciado el cuerpo. Lo cierto es que la Iglesia nunca se alejó tanto del Espíritu como cuando abandonó el cuerpo.

La sociedad de hoy nos ha sensibilizado en el aprecio y en la libertad respecto al cuerpo (somos sensibles a las tropelías que se comenten contra él). Si el evangelio no nos ha llevado, por nuestra cerrazón, a valorar positivamente los cuerpos como el mejor don de Dios, escuchemos la voz de los signos de los tiempos que, en modos diversos y peculiares, nos habla del valor del cuerpo.

Fidel Aizpurúa, capuchino

jueves, 6 de noviembre de 2025

TIEMPO FAVORABLE

Nunca como antes tenemos tan medido el tiempo como ahora. Lo contamos en horas, minutos, segundos. Personas de generaciones atrás pensarían que nos hemos vuelto locos al ver la minuciosidad con la que cronometramos la vida: la puntualidad, la precisión de las citas, la exactitud de los servicios…

Pero hay tiempos, épocas, que adquieren una importancia decisiva en nuestras vidas. Son los tiempos, sean breves o más largos, en los cuales se han producido cambios radicales para nosotros. Habrán sido por acontecimientos gozosos o dolorosos, públicos o más privados, conocidos por otros o que han quedado en la intimidad de la persona; pero han supuesto un cambio en la dirección y en la lectura que hacemos de nuestra existencia. Lo que sucedió en ese tiempo pudo ser algo fortuito o algo planificado, pero el resultado siempre habrá superado lo esperado.

Esos acontecimientos hacen que ese tiempo fuera de mucha densidad, de una importancia decisiva para la lectura que hagamos de nuestra vida. Así podremos pasar de leerlo como azar a leerlo más como destino. Y si nos hemos abierto a la relación con Dios y a su amor hacia nosotros, podremos comenzar a entender nuestra vida como fruto de su providencia.

En una lectura creyente de nuestra vida, cada tiempo de estos habrá sido un tiempo de gracia, tiempo favorable; porque Dios ha estado presente. Eso sí, esto se percibe a toro pasado y generalmente con una buena dosis de paciencia y esperanza; no antes. También decir que su presencia habrá sido de modo muy diferente en cada caso.

Qué hermoso es poder abrirnos a la voluntad salvadora de Dios en nuestra historia, estemos viviendo el tiempo que estemos viviendo: tiempo de consolación o de desolación, tiempo de gozo o de sufrimiento. Porque el tiempo irá adquiriendo la fragancia del amor de Dios hacia nosotros.

Carta de Asís, noviembre 2025