Primera parada: Santuario Fonte Colombo, rodeado de naturaleza llegamos al Santuario un lugar lleno de paz y silencio, tras la introducción de Javier, visitamos la capilla de María Magdalena en ella vimos la tau roja que pintó Francisco, después recorrimos el Sacro Speco y el Santuario, llegamos a Asís, donde nos esperan las hermanas de la Casa Santa Elisabetta lugar donde nos alojamos.
Ya en Asís, recorremos sus callejuelas, rincones, plazas y como no la casa y almacén donde vivió Francisco conserva su estilo medieval donde se podía imaginar fácilmente a Francisco y Clara. Por la mañana celebramos la eucaristía que hemos preparado en una capilla de la Basílica de San Francisco, nos adentramos y vemos sus pinturas y frescos que decoran todo el edificio junto a su techo pintado como cielo, vemos sus reliquias y bajamos a la tumba de San Francisco, donde días después tras un paseo nocturno somos guiados a rezar las completas. A la tarde nos disponemos a visitar la Basílica de Santa Clara, momento de oración individual bajo la cruz de San Damián y la tumba de Santa Clara, tras visitar las reliquias nos dirigimos a visitar la catedral de San Rufino.
Al día siguiente tras visitar Gubbio llegamos al Monte Alverna, es impresionante poder sentir la presencia de San Francisco en sus montañas, cuevas y la Capilla donde recibió los estigmas de Cristo. Seguimos nuestro camino hacía el Santuario de le Celle di Cortona lugar donde se respira paz y tranquilidad, la entrada desde arriba es espectacular y visitamos la celda original de San Francisco.
Hermanados con nuestra camiseta roja, que preparamos para el viaje, nos dirigimos a celebrar junto con Javier la eucaristía preparada por nosotros en La Porciúncula dentro de la Basílica Santa María de los Ángeles, conmovidos con una profunda emoción nos hizo recordar la importancia de la comunidad y la sencillez de la fe, con el corazón lleno de gratitud y alegría seguimos nuestro camino a Rivotorto y San Damián donde rezamos las vísperas.
En Foliño, nos abre las puertas de la Iglesia de San Francisco el párroco que estaba en la puerta, pareciera que nos estaba esperando, comemos La porchetta típico plato en Peruggia y visitamos el museo, la catedral y viajamos en el tiempo paseando por los túneles de la Rocca Paolina.
De camino a Roma, visitamos Spoleto, y en el Santuario de Greccio, donde en una oración de Navidad repartimos regalos de nuestro amigo invisible. Y ya en Roma nos disponemos a la visita nocturna, cansados pero entusiasmados de la grandeza de la ciudad eterna.
Llegando al final de nuestro viaje, visitamos la Basílica de San Pedro, la magnitud, la sensación de estar en un lugar tan simbólico hacen que la visita sea inolvidable y para terminar visitamos La basílica de Santa María la Mayor y en ella la tumba humilde y sencilla del Papa Francisco, donde nos recuerda que “La verdadera riqueza no son los bienes de este mundo, la verdadera riqueza es ser amado por Dios y aprender a amar como Él.”
Agradecer a todos los que hicieron posible este viaje y a quienes me acompañaron en esta experiencia.
Ya en Asís, recorremos sus callejuelas, rincones, plazas y como no la casa y almacén donde vivió Francisco conserva su estilo medieval donde se podía imaginar fácilmente a Francisco y Clara. Por la mañana celebramos la eucaristía que hemos preparado en una capilla de la Basílica de San Francisco, nos adentramos y vemos sus pinturas y frescos que decoran todo el edificio junto a su techo pintado como cielo, vemos sus reliquias y bajamos a la tumba de San Francisco, donde días después tras un paseo nocturno somos guiados a rezar las completas. A la tarde nos disponemos a visitar la Basílica de Santa Clara, momento de oración individual bajo la cruz de San Damián y la tumba de Santa Clara, tras visitar las reliquias nos dirigimos a visitar la catedral de San Rufino.
Al día siguiente tras visitar Gubbio llegamos al Monte Alverna, es impresionante poder sentir la presencia de San Francisco en sus montañas, cuevas y la Capilla donde recibió los estigmas de Cristo. Seguimos nuestro camino hacía el Santuario de le Celle di Cortona lugar donde se respira paz y tranquilidad, la entrada desde arriba es espectacular y visitamos la celda original de San Francisco.
Hermanados con nuestra camiseta roja, que preparamos para el viaje, nos dirigimos a celebrar junto con Javier la eucaristía preparada por nosotros en La Porciúncula dentro de la Basílica Santa María de los Ángeles, conmovidos con una profunda emoción nos hizo recordar la importancia de la comunidad y la sencillez de la fe, con el corazón lleno de gratitud y alegría seguimos nuestro camino a Rivotorto y San Damián donde rezamos las vísperas.
En Foliño, nos abre las puertas de la Iglesia de San Francisco el párroco que estaba en la puerta, pareciera que nos estaba esperando, comemos La porchetta típico plato en Peruggia y visitamos el museo, la catedral y viajamos en el tiempo paseando por los túneles de la Rocca Paolina.
De camino a Roma, visitamos Spoleto, y en el Santuario de Greccio, donde en una oración de Navidad repartimos regalos de nuestro amigo invisible. Y ya en Roma nos disponemos a la visita nocturna, cansados pero entusiasmados de la grandeza de la ciudad eterna.
Llegando al final de nuestro viaje, visitamos la Basílica de San Pedro, la magnitud, la sensación de estar en un lugar tan simbólico hacen que la visita sea inolvidable y para terminar visitamos La basílica de Santa María la Mayor y en ella la tumba humilde y sencilla del Papa Francisco, donde nos recuerda que “La verdadera riqueza no son los bienes de este mundo, la verdadera riqueza es ser amado por Dios y aprender a amar como Él.”
Agradecer a todos los que hicieron posible este viaje y a quienes me acompañaron en esta experiencia.
M. Pilar López