martes, 30 de diciembre de 2025

EN MEDIO DEL SILENCIO

La Navidad envuelta en el silencio

Como dicen los lingüistas, Navidad y silencio es un oxímoron, una contradicción. A la Navidad parece irle mejor el bullicio, la alegría desbordante, el alborozo. Por eso, plantear una reflexión queriendo mezclar Navidad y silencio no parece la mejor opción.

Pero la cosa se complica cuando reconocemos, tras muchas Navidades vividas, que, con frecuencia, el ambiente festivo de las Navidades se queda en cosas muy superficiales (cantos, regalos, fiestas, etc.). Entonces brota la pregunta: ¿no será un camino para vivir de modo ahondado la encarnación recurrir a la vieja herramienta del silencio? ¿No se podrá entender y vivir mejor desde el silencio el “misterio abrupto” de la Navidad? ¿Puede tener recorrido plantear la Navidad como un itinerario de silencio?

Demasiado fácilmente decimos que el misterio de la encarnación es el silencio de Dios que habla en Jesús. Siendo esto así, ¿no será el silencio una buena propuesta para adentrarse en ese silencio de Dios? Y para escuchar al Dios que habla en el silencio ¿no será necesario bajar el nivel de ruido, de estímulos externos, de extroversión?

Quisiéramos plantear la Navidad de este año como un itinerario de silencio para ahondar más en la Navidad, para vivir con gozo la encarnación del Señor. No creemos estar fuera de onda con un planteamiento así. Para aceptarlo es preciso estar animado a adentrarse en los caminos de una fe adulta y cultivada. De lo contrario, esto no resultará. Que podamos entrar por las sendas de la Navidad desde la hermosa espiritualidad de un silencio habitado.

Fidel Aizpurúa, capuchino

domingo, 28 de diciembre de 2025

POR NUESTRAS FAMILIAS



Señor Jesús, ponemos en tus manos nuestras propias familias, con sus alegrías y también con sus dificultades. Enséñanos a amar como Tú amas, a dialogar sin miedo, a perdonar cuando cuesta y a cuidar unos de otros con gestos sencillos pero sinceros.

Que María nos enseñe a confiar en Dios incluso cuando no entendemos todo, y que José nos inspire a ser responsables, valientes y fieles en lo cotidiano. Ayúdanos, Señor, a ser jóvenes que construyan hogares llenos de respeto, fe y esperanza, donde tu presencia sea el centro y el amor sea siempre más fuerte que cualquier problema. Amén.

jueves, 25 de diciembre de 2025

FELIZ Y FRATERNA NAVIDAD

Tu venida, Señor, rompe nuestros esquemas.
Tu encarnación nos invita
a aceptar con responsabilidad y gozo
nuestra condición humana.

Este es el tiempo de Dios-con-nosotros
del calor en el corazón y en los hogares
y de la ternura desbordada.

Es también nuestro tiempo,
el tiempo de todos, sin excluídos,
pues todos somos hijos, hijas.

Si es así, Jesús,
ven a nuestras casas esta Navidad,
ven a nuestra familia,
ven a nuestra ciudad,
ven a nuestra parroquia,
ven a nuestros grupos,
ven a nuestro mundo...
Y ven, antes que nada,
a nuestro pobre corazón.

¡Feliz Navidad! Dios mismo nos ha anunciado la Buena Noticia del nacimiento de su Hijo, para que no lo dudemos. Acerquémonos a Belén y dejémonos llenar por el amor infinito y gratuito que Dios nos tiene.

martes, 23 de diciembre de 2025

NAVIDAD, ES NAVIDAD

Navidad, es Navidad,
toda la tierra se alegra y se entristece la mar…
deja el odio y ven conmigo porque llegó Navidad”.

Las palabras de esta canción de José Luis Perales nos introducen, un año más, en el espíritu navideño con el que deseamos vivir estas fechas al finalizar el año. Son las fiestas más tradicionales y familiares en todo el mundo, que en España continúan hasta el 6 de enero, día mágico de la Epifanía o de los Reyes Magos.

Aunque la sociedad nos vaya imponiendo cierta manera de vivir la Navidad o cuestionemos ciertas formas de celebrarla, también reconocemos que hay una serie de asuntos y momentos agradables que compartir en familia y con las personas más cercanas o más olvidadas. Desde finales de noviembre, es habitual que las ciudades iluminen cada noche sus calles con colores y motivos navideños y disfrutemos de ellas en nuestros paseos nocturnos. Para entonces, otra de las cosas que vamos compartiendo en este tiempo es la lotería de Navidad. Infinidad de parroquias, asociaciones, cofradías, etc, la utilizan como cauce de ayuda y solidaridad. Compartimos ilusiones y deseamos que nos toque “el gordo” o un buen premio para “tapar algún agujero”, para echar una mano o salir de algún apuro.

En Navidad compartimos también la mesa, en Nochebuena, en Nochevieja, en los días de fiesta con esas elaboradas comidas tradicionales llenas de sabor navideño. No siempre es fácil sentarnos a la misma mesa con los cercanos ni con los lejanos. Pero hacemos ese esfuerzo de encontrarnos, que nos hace más hermanos y más humanos y solidarios. Compartimos también las uvas a las doce de la noche, a ritmo de las campanadas que marca el reloj de la Puerta del Sol, con las que damos la bienvenida al nuevo año. Compartimos también regalos. Nos los traen distintos personajes autóctonos o de fuera, que entran por las ventanas, balcones y chimeneas de forma mágica. Aunque la tradición ha hecho de la noche de Reyes una noche especial. Noche de ilusión para grandes y pequeños.

Cada uno tenemos nuestra propia experiencia navideña. Pero está claro que el impacto del acontecimiento del nacimiento de Jesús, o de la Encarnación de nuestro Dios fue tan grande, que nunca se ha olvidado. Después de más de dos mil años todavía es recordado y celebrado, de una u otra forma, en todo el mundo. Esa es la magia de la Navidad, el espíritu de la Navidad que nadie ha conseguido todavía destruir: un aura bienhechora que es preciso conservar, pues nos hace más humanos.

Los cristianos celebramos la presencia de Dios en nosotros, entre nosotros y con nosotros. Celebramos su amor. Ha querido hacerse uno de nosotros y nos quiere. Esa es la Buena Noticia, su Evangelio. El papa León nos recuerda en su primer gran documento titulado “Dilexit Te” (Te he amado) “que el Evangelio sólo se anuncia bien cuando llega a tocar la carne de los últimos, y advirtiendo que el rigor doctrinal sin misericordia es una palabra vacía” (DT.48)

Benjamín Echeverría, capuchino