martes, 15 de febrero de 2011

RECORDANDO EL LEMA DE ESTE CURSO



En el origen de los tiempos creó Dios los cielos y la tierra, el agua, el aire, y los llenó de vida. No fueron distintas creaciones, sino una sola; todo forma parte de un único proyecto, en el que toda la creación está al servicio de toda la creación, no por intereses o retos individuales de cada criatura sino por el bien y la felicidad de todos los que habitan un mismo mundo, un mismo proyecto.
El amor que une a todas las criaturas va más allá del respeto y la convivencia, del ‘vive y deja vivir’ o del repartirse la tierra con buenas palabras; un Amor que ha de mover al hombre a renunciar a su propio proyecto de ser, en favor del proyecto del Creador de que todos seamos lo que estamos llamados a ser; por nuestra naturaleza, por la voluntad de quien nos dio la vida.
Aunque esto sólo podrá ocurrir tras un largo camino que te permita obtener la sabiduría. Que un oso coma peces sin preguntar quién es su dueño forma parte del mismo proyecto en el que un árbol da frutos sin preguntar quién los comerá, incluso en el que un hombre quiere ser más que otros hombres, sus hermanos; ninguna criatura es culpable de ser como es, a lo sumo le podrá faltar un tramo de camino por recorrer.
Sin embargo, nosotros tenemos una gran tarea por hacer, un gran camino en el que avanzar hasta descubrir y aceptar que somos una pequeña parte de un enorme mundo, nacido de la mano de un Creador. Tarea difícil por cuanto cada criatura tiene su camino, su don, su valor, su búsqueda; porque el Creador se revela a sí mismo de muchas maneras, a unos por medio de la sabiduría, a otros por medio de la valentía, o del consejo, o de la paciencia… o del amor; pero a todos para un mismo fin: ‘nuestra unión total mediante un vinculo de hermanos’.
La auténtica sabiduría es saber respetar el camino de los demás y aceptar el propio, y de esa forma seguir dando Vida a esta creación que somos. Cuando las cosas ocurren hay que compartirlas si son buenas y hay que afrontarlas unidos si son malas, pero no vale perder el tiempo en vengar nuestras desilusiones; sólo el amor, la unión total en el camino, puede conducirnos a la sabiduría, a la aceptación e implicación en el proyecto de Dios.
Natalio Saludes, ofm    

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