martes, 8 de marzo de 2011

MIÉRCOLES DE CENIZA

RENACER DE LAS PROPIAS CENIZAS, por Pedro Juan Díaz



1.- El miércoles de ceniza comenzamos la Cuaresma con este signo de conversión. Pero realmente las cenizas no son una imagen agradable, nos recuerdan cosas negativas, restos de un incendio que lo ha destruido todo, ruinas, desolación.
2.- También en nuestras vidas puede haber “cenizas”, no tanto físicas, cuanto interiores, restos de algo que nos ha “quemado” por dentro. La situación de crisis que estamos viviendo esta dejando a muchas personas “reducidas a cenizas”: los parados cada vez son más, los encarcelados no encuentran vías de rehabilitación, los extranjeros viven marginados, los débiles no son apoyados, las familias se rompen, los proyectos de vida se ven truncados, nuestros jóvenes no ven norte ni futuro. Además, las cenizas crean contaminación. Vivimos en un mundo insostenible por nuestro modo de vivir irrespetuoso con el medio ambiente. Y la contaminación hace crecer las enfermedades y reduce la calidad de vida de las personas que habitamos este planeta. La ceniza, hoy, nos recuerda nuestro pecado, nuestra insolidaridad, nuestro egoísmo e individualismo. Necesitamos la conversión, necesitamos cambiar, no volver a cometer los mismos errores. Necesitamos “renacer de nuestras propias cenizas”.

3.- Esa es precisamente la llamada que Dios nos hace en este tiempo de Cuaresma. Un tiempo que se repite todos los años como signo de purificación, de limpieza, de recuperación. Un tiempo en el que Dios nos ofrece salidas para sacar nuestras vidas de las “cenizas”. Sólo Él puede hacerlo, sólo si confiamos en Él, sólo si estamos dispuestos a hacer ese esfuerzo de conversión que nos pide este tiempo, y la misma vida que estamos viviendo.
4.- La Palabra de Dios, que siempre es guía para nuestro caminar creyente, nos dice que la conversión es algo que nace del corazón, que no sirve hacer gestos y cosas exteriores si no tienen eco en nuestro interior. “Rasgad los corazones, no las vestiduras”, dice el profeta Joel en la primera lectura. Por mucho que hagamos en este tiempo de Cuaresma, si no nos cambia interiormente, sino limpia las “cenizas” interiores de nuestra vida, no sirve de nada.
5.- El Evangelio nos habla de ayuno, de oración y de limosna. Eran las tres obras de piedad por excelencia para el pueblo judío, y al cumplirlas se aseguraban el estar bien con Dios. Pero Jesús viene a decir que, además de cuidar la relación con Dios, hay que preocuparse también de las necesidades de los hermanos. La solidaridad es la mejor manera para superar esta crisis, y en esto los cristianos tenemos que dar nuestro mejor ejemplo, como lo están haciendo las Caritas de tantas parroquias, como lo hace nuestra Iglesia, cerca de los pobres, al estilo de Jesús.
6.- No echemos en “saco roto” nada de esto, nos dice San Pablo. Tenemos una gran oportunidad para cambiar nuestros corazones y apostar por la solidaridad. La ceniza de este día se verá limpiada con el agua bautismal en la Vigilia Pascual. Comenzamos un camino de conversión, aprovechémoslo. El Señor nos invita a “renacer de nuestras cenizas”. Acojamos su invitación.
Tomado de www.betania.es

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