viernes, 19 de septiembre de 2014

CUIDARSE A SÍ MISMO

   En esta época está muy extendida entre nosotros la importancia del cuidarnos. Mensajes ciertamente necesarios en algunos casos, no hay que negarlo, como cuando alguien que se dedica al cuidado de otros necesita un descanso: “¿quién cuida al cuidador?”, “el que no descansa, cansa”, “aprender a dejarse cuidar”. Pero tampoco somos tan ciegos como para no darnos cuenta de que detrás de los mensajes del cuidarse muchas veces hay un grave riesgo de mirarnos únicamente a nuestro propio ombligo.
   Así, vemos cómo muchas veces el cuidado propio se convierte en la justificación de nuestra actitud egoísta ante la vida. Actuamos como si todo debiera girar en nuestro beneficio, de manera que el autocuidado se convierte en la razón de nuestros desvelos, actos y preocupaciones, en un objetivo que alcanzar. Casi sin darnos cuenta, esperamos de los otros que nos sirvan en nuestro empeño, porque “tenemos derecho”…
   “Vivir para disfrutar, para gozar, descansar y no matarnos ni trabajando ni pensando”; “cuidarnos a nosotros mismos, porque si no, ¿quién nos va a cuidar?”, se convierten en mensajes que aceptamos con facilidad; pero en realidad sólo agrandan nuestro egocentrismo.
   Debemos recordar y hacernos conscientes de que lo que realmente nos cuida es la relación con los demás. Lo que nos hace crecer, ser más nosotros mismos, lo que nos saca lo mejor y nos hace conectar con nuestro ser… nos viene dado. Nos viene a través de los otros, de los que nos aman y aprecian, de la mirada que es capaz de transformarnos.
   Lo paradójico está en que si para cuidarnos a nosotros mismos nos buscamos en el individualismo, nos hacemos menos personas, nos encerramos en nosotros; pero si nos olvidamos de nosotros mismos y buscamos el bien de los otros, recibimos el ciento por uno.
   ¿No es esto real en la maternidad y en la paternidad? ¿No es esto real en la relación de pareja? ¿No es esto real en tantas relaciones nuestras? A poco que fuéramos conscientes de nosotros mismos nos resonarían tantas palabras de Jesús, llenas de agradecimiento, de confianza, de invitación a salir de nosotros y amar…

Carta de Asís, septiembre 2014
 
 

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