Ninguno de vosotros había estado en una tanda de Urbasa. Era un riesgo para todos, para los animadores porque no teníais referentes y para vosotros que os lanzabais a la piscina. Pero Urbasa nunca defrauda y las despedidas llenas de abrazos, emoción, lágrimas y muchísimas sonrisas demostraron que la Vida que se respira en Urbasa tiene algo de mágico, tiene algo de Dios.
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