sábado, 2 de octubre de 2010

CON FRANCISCO, SOMOS UNA FAMILIA (3ª parte)

No creas que esta manera de ser hermano es un estilo de vida desnaturalizado, que ya nada tiene que ver con tu familia biológica. No. A pesar de todo, Francisco seguía creyendo en el valor de toda familia. Por eso, decía que la madre de un hermano de comunidad es, automáticamente por así decirlo, madre de cualquier hermano. En la Leyenda de Perusa 93 se cuenta un sorprendente y entrañable episodio: una madre de dos hermanos, muy pobre, se acercó un día a un convento a pedir algo para comer. Francisco mandó que se le diera para venderlo el libro más valioso, quizá único, que había en la casa, ¡el Nuevo Testamento! Dijo Francisco: “Da a nuestra madre el Nuevo Testamento para que lo venda y remedie su necesidad. Agradará más al Señor ese Nuevo Testamento que el que leamos de él”. Hace falta visión de la jugada para reaccionar así.
No pensemos que en aquella manera de vivir familiarmente era todo coser y cantar. También había fallos, fracasos, alejamientos, oscuridades, perplejidades. Como en toda buena familia. Pero Francisco lo tenía claro. Por eso decía a un hermano superior de la comunidad cómo tenía que comportarse contra quien falla: “Que no haya hermano en el mundo que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de ti después de haber contemplado tus ojos sin haber obtenido tu misericordia”. Los franciscanos repetimos muchas veces estas frases porque fallamos mucho. Pero nos hacen bien y nos vuelven, una y otra vez, al camino de la fraternidad familiar. Por eso, aunque tengas fallos no pienses que eso es un obstáculo para hacer parte de la familia de Francisco. Serás acogido y, posiblemente, el fallo remitirá.
Continuará...

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