domingo, 19 de mayo de 2013

DOMINGO DE PENTECOSTÉS

   No es fácil hablar del Espíritu Santo. Es un tema fluido que rehuye el encasillamiento en nuestros esquemas mentales ordinarios. Sin embargo, eso mismo es un indicio de que nos acercamos a un tema divino. Hablar de Dios siempre supera nuestra capacidad de comprensión y de expresión. La inexactitud, la imprecisión, resultan inevitables. Es casi un buen síntoma. Si a esto se añade la falta de práctica, es decir, el relativo silencio creado en torno al Espíritu Santo, la dificultad se acentúa.
   El Espíritu es una realidad envolvente. Cubrió totalmente la vida de Jesús - "El Espíritu del Señor está sobre mí" (Lc 4,18) -; la vida de María -"La fuerza del Altísimo descenderá sobre ti" (Lc 1,35)-, y debe cubrir la vida de todo cristiano comunitaria e individualmente.


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