y el río absoluto y la isla absoluta.
Maldito el que no comprende que un árbol es alguien
muy anterior y muy superior a un concejal.
Maldito el gobernante sin amor, sin ternura.
Maldito el poderoso despiadado.
Maldito el ignorante que ejerce su poder contra los indefensos y los débiles.
Que sepa que nosotros hablamos en nombre de los árboles,
en nombre de los pájaros y de los peces.
Maldito el que dice defender la tradición y el pasado,
cuando no es capaz de conservar los tesoros del tiempo
y no respeta la ancianidad de los árboles.
Maldito el que despoja a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos
de la serenidad de la naturaleza.
Maldito el que destruye la ternura de la savia.
El que tala, el que lleva la muerte al corazón de la vida.
Maldito el que clava su hacha en el corazón palpitante de lal ciudad.
Maldito el asesino de los álamos,
el que excluye la sombra de la faz de la tierra,
el que prohíbe con sus crueles decretos
la belleza del amanecer y del ocaso.
Maldito el enemigo de la primavera,
el que mata una a una las hojas de los árboles.
Maldito el que derriba la casa de los pájaros.
Juan A. González Iglesias
Este precioso poema es de Juan A. González Iglesias, rectifiquen por favor
ResponderEliminarGracias por la información y perdón por el error; un saludo
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