Pero también hemos visto en muchas ocasiones cómo personas que han vivido así, con sesenta años se han quedado solas, sin nadie con quien compartir alegrías o penas, sin nadie que vele por ellas en los malos momentos. Y al contrario, personas que han dedicado su existencia a sus hijos o a otras personas, al final de su vida están rodeados de seres que los quieren. Se da una extraña paradoja: los que han entregado su vida, los que aparentemente la han perdido por otros, terminan siendo cuidados y sostenidos por los demás; en cambio los que han estado únicamente pendientes de su propia persona acaban en la soledad.
Parece que la vida nos enseña que la tierra del amparo se va cultivando día a día con las semillas del amor y la entrega; y al desierto de la soledad se llega con los vientos del egocentrismo. Es lo que decía Jorge Drexler en su conocida canción: "cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da". Más claramente lo expresó Jesús: "el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida por mí, la encontrará".
Javi morala, capuchino
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