martes, 21 de junio de 2022

¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE EL FUTURO?

El presente de los tiempos bíblicos fue duro. Por eso mismo no vertían sus preocupaciones en el futuro, sino en el día a día. Pero el interrogante del futuro, que siempre ha acompañado el transitar humano, aparece con frecuencia en las páginas bíblicas (así en las páginas de Daniel o de Zacarías: oráculos de “aquel día”).

En la época de Jesús había una preocupación popular por la venida del Mesías que coincidiría con los días finales del mundo. No se tenía el panorama evolutivo del cosmos que todos conocemos hoy por la ciencia moderna. Jesús mismo parece que heredó este pensamiento que pasó a ser una de las primeras preocupaciones de los cristianos (como se ve en 1 Tesalonicenses). No obstante, el pensamiento de Jesús sobre el futuro pasa por los modos del presente. No es uno que olvide el presente sino, como decimos modernamente, el futuro que tendremos pasa por el presente que tenemos, que construimos.
  • En las parábolas ecológicas que hemos visto (Mt 6,24-34) se repite varias veces: “no andéis preocupados”. Las excesivas preocupaciones no solamente bloquean la posibilidad de aceptar la propuesta de Jesús, sino que también malean y llenan de sinsabores el presente.
  • En Mt 10,23 y en Mc 13,30 se desvela el pensamiento de Jesús sobre un futuro inmediato en que el mundo llegará a su plenitud. Quizá sean textos que pertenecen a las primeras comunidades porque el actuar de Jesús no está marcado por ningún frenesí de esperanza inminente.
  • Es, sin duda, la comunidad cristiana la que ha elaborado una teoría sobre un futuro inmediato influenciada por el ambiente (Mt 24,29). Estando en situación difícil, han imaginado el futuro como una consumación, un cataclismo. No conocían las teorías del expansionismo del cosmos que conocemos nosotros. Pero ni aún así, el cristianismo primitivo ha logrado mantenerse en el marco de una indudable valoración de la historia, del presente: es necesario pasar por él para entender el proyecto de Jesús
Texto: Mt 25,31-40: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.” Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis».
  • Es la quinta de las instrucciones del evangelio de Mateo. La más importante: el reino alborea cuando modifica el presente a favor de los frágiles. No se trata de que triunfe una religión, sino de que las necesidades humanas, la cuota de dicha de cada cual, sea un logro.
  • Una fe que no influye el presente no es la que propone Jesús. La suya es una religión hecha para modificar la historia a favor del humilde. Si eso no se da, el reino no alborea.
  • Por eso, la propuesta de Jesús modifica el tiempo, no el cronológico, sino el humano: cuanto más nos apuntamos a la justicia, tanto antes llega la plenitud; cuanto menos trabajamos la justica, tanto se retrasa el día del reino.
  • La propuesta de Jesús quiere mejorar las relaciones humanas del presente a todos los niveles. Si esa propuesta no influye en este momento está siendo estéril.
Aplicación: El futuro queda hipotecado si no salimos de la conciencia aislada. Es muy posible que un análisis inmediato lleve a la conclusión de que en el actual devenir del mundo la conciencia aislada ocupa un centro que nadie es capaz de disputarle. Por eso mismo hay que tratar de construir un modelo ético que, al menos, aminore los efectos del imperio de la conciencia aislada.

Tiene razón el papa Francisco cuando dice: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien” (EG 3).

Para ello será necesario asomarse al interior del hecho social para sufrir un triple impacto: a) la percepción de la implicación creatural: por el hecho de ser criatura se crea una responsabilidad común con toda otra criatura; b) la activación del sentido de familia, ya que vivir con otros humanos nos hace iguales a ellos y crea lazos de familia básica de los que no sería ético renegar; c) llegar a percibir las situaciones ajenas de dolor como algo que es parte del propio dolor, ya que la respuesta al sufrimiento del otro da la talla de nuestra propia humanidad. Si no se cultiva este mundo de relaciones internas en el seno del hecho social, la deriva hacia la conciencia aislada será siempre un peligro que acecha.

Todo ello habría de llevar a la persona a sentir un temblor común por el futuro de la vida, ya que la conciencia aislada es, sin duda, el mayor enemigo de tal futuro. Por el contrario, sea cual sea, el futuro de lo que vive está mejor garantizado cuando uno se abre a la realidad de lo otro sintiéndose parte de un todo que no anula sino que es garantía de futuro para cada persona, para cada criatura.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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