miércoles, 23 de noviembre de 2022

MORIR EN PAZ

Pocas veces somos capaces de acercarnos al misterio de la muerte. En la mayoría de los casos es ella la que se nos acerca, sobre todo en el fallecimiento de alguien cercano; y al final a cada uno de nosotros. Es uno de los misterios más hondos y reales de toda nuestra vida.

Nadie sabe cómo afrontará este trance; tampoco uno elige la manera de morir, por mucho que nos preparemos. A algunas personas se les da terminar la vida sosegadamente; a otras, en cambio, les toca finalizar su andadura vital en medio del dolor, aunque no sea nada deseable. Ciertamente la medicina nos puede ayudar a morir con mayor dignidad, y es de agradecer.

Pero hay una paz a la hora de la muerte que va más allá del sosiego y de la turbación que podamos sentir en la última etapa de la vida. Es la paz de la persona que confía y sabe que está en buenas manos, que muere en abandono de fe. Y esta paz se vive tanto en medio de un final tranquilo como en medio de la angustia. Francisco de Asís se reconcilió con su muerte, antes de morir, llamándola “hermana muerte”. Así, la misma muerte está incorporada a la relación con Dios, porque ella, la muerte, no tiene la última palabra, sino Dios.

Hay mediaciones que a muchas personas les han ayudado, en diversos trances de la vida, a poder encajar lo amenazante y suavizar lo atroz. Uno de estos medios es la oración, el acto de ponernos en manos de otros que sabemos nos escuchan en nuestra situación última. Siguiendo una tradición muy enraizada en nuestro entorno, decimos desde lo más hondo y como nunca antes: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.”

Carta de Asís, noviembre 2022

Y entonces vio la luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir solo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.

Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.


José Luis Martín Descalzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario