«En estos momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia, nos hace bien apelar a la solidez que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común. La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas».
Somos porque hemos sido cuidados. Todos hemos sido cuidados por otras personas cuando hemos sido unos necesitados. Todos seremos cuidados cuando nuestras fragilidades marquen nuestra vida. Todos estamos llamados, de un modo u otro, a hacernos cargo de la fragilidad de otras personas, sean estas cercanas o lejanas, de las nuestros o no. El cuidado es una traducción concreta, cercana y eficaz de la solidaridad. Es la pregunta que Dios hace a Caín: “¿Dónde está tu hermano/a?” Es el encargo desde la vida y desde la fe hacia las fragilidades de los demás. Tenemos el encargo del cuidado.
Carta de Asís, septiembre 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario