Las fuentes hagiográficas nos cuentan que Francisco de Asís, tras un intenso período de actividad apostólica, se retiró al monte Alverna para realizar una cuaresma de ayuno y oración, como era su costumbre. Precisamente en este contexto de silencio y oración, en el profundo deseo que animaba al Poverello a seguir a Cristo y a conformarse totalmente con Él, se hizo realidad el encuentro con el Crucificado, imprimiendo los signos del amor en su corazón y en su cuerpo.
Hemos elegido el lema de “Sanando heridas” como hilo conductor de esta campaña. Paradójicamente los estigmas son heridas capaces de sanar. La herida propia, aceptada, se convierte en ungüento para las de los otros. Sólo si nos acercamos a nuestras fragilidades con serenidad, podemos acompañar a los demás en sus incapacidades.
En la pestaña correspondiente encontrareis todo el material que hemos preparado. Un saludo de paz y bien.
La comisión de Pastoral Juvenil
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