El lugar que ocupamos en medio de todo esto lo decidimos nosotros en buena parte y tenemos la responsabilidad de que nuestra mirada sea la más justa posible. Ello nos pide una búsqueda y discernimiento de la realidad, una mirada crítica de la información, de las opiniones, de las palabras que escuchamos y decimos. La solidaridad con el mundo y los demás seres humanos requiere un espíritu de búsqueda de la verdad, un continuo seguir el rastro de la equidad y de la justicia. Esa búsqueda también la hacemos en nosotros mismos clarificando en lo posible nuestra manera de mirar, valorar y hacer. Somos conscientes de nuestras grandes limitaciones para ello, pero esta actitud vital nos acercará a las personas y las situaciones con mayor verdad, con una mayor disponibilidad para asumir la realidad en toda su complejidad y descubrir sus riquezas y miserias.
Dios nos empuja a ello para el bien y la justicia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Jesús supo mirar y ver lo que había en el corazón humano y lo que estaba en juego en medio de las circunstancias concretas que le tocó vivir. Francisco, en su seguimiento a Jesús, no dejó de estar abierto a la realidad en toda su complejidad y vivió el Evangelio en toda su plenitud en esa realidad.
Carta de Asís, mayo 2017
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