jueves, 4 de mayo de 2017

RECOSER EL MUNDO

Me llamó la atención este título “Recoser un mundo que se rompe”, en una de las reflexiones o papeles que publica Cristianisme i Justicia. Me parece una buena imagen para acercarnos a tantas situaciones que vivimos los seres humanos y para ser conscientes de que esta es una de nuestras tareas.

Lo primero que me vino a la mente fue el recuerdo o la imagen de mi madre o de mi abuela cosiendo las camisas o los pantalones de “ir al campo”, la ropa de trabajo, desgastada por el uso o rota por algún “enganchón”. Recuerdo los comentarios de mi abuela, aficionada a coser y a los arreglos de ropa, diciendo que ahora no se aprovechan las cosas como antes o que las generaciones jóvenes no pierden el tiempo en esos arreglos.…

La nuestra no era una sociedad de usar y tirar. Nacimos y nos criamos en un modelo de vida y de sociedad en la que había que aprovechar todo, reutilizar, reciclar. Los años marcados por la crisis nos están obligando a mirar más las cosas y a recuperar esa práctica del reciclaje, por necesidad y por convencimiento. Dicha práctica no solo nos ha de llevar a centrarnos en las cosas, sino también a recuperar o reorientar las relaciones en nuestro mundo. Los medios de comunicación nos presentan una serie de situaciones problemáticas en nuestro mundo que están sin resolver. Unas son antiguas, otras van surgiendo, de tal manera que uno tiene la sensación de que el dolor va creciendo en nuestro entorno.

Ante situaciones dolorosas siempre nos encontramos con personas concretas e iniciativas solidarias con las personas que sufren. Ante todo drama humano aparecen pequeños o grandes héroes, conocidos o anónimos que curan, acogen y acompañan. De alguna manera son personas que realizan la labor de “recoser” o “zurzir” los desgarros que produce la vida para que esta siga adelante. Hacen una labor de reconstrucción y entendimiento, pues a menudo constatamos que gran parte de los problemas que surgen en nuestro mundo vienen de la incapacidad de dialogar entre las partes enfrentadas.

Recuerdo que alguien decía que vivir es como tejer un tapiz. Hace falta la sencillez de dos hilos que se cruzan, la urdimbre y la trama. Esos cruces, encuentros o nudos, van reflejando la belleza de esa obra de arte que es el tapiz, con su anverso y su reverso, con su cara y su cruz, su lado del derecho y del revés. Todo está siempre en nuestras manos: podemos tejer mejor o peor, pero es responsabilidad nuestra ir recreando la existencia junto a otras personas con quienes nos relacionamos. Estas también trabajan con nosotros en la misma obra, en el mismo mundo, en el mismo tapiz y hacen que todos podamos avanzar con confianza hacia el futuro.

Benjamín Echeverría, capuchino

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