martes, 10 de octubre de 2017

ABANDONARSE AL PELIGRO DEL AMOR

Perdonar es abrir sitio al vacío. Prescindir de la memoria y con ella de imágenes y palabras - ¿de qué se hace sino de memoria, ¡ay!, la poesía? Sueltos ya de las nimiedades sentimos ese vacío, ese como estar y no estar. Se ha perdido la oscura religación con el objeto de nuestro rencor, es la debilidad de abrirse. Riesgo y fragilidad del que perdona: se abre a la intemperie, no sabe qué esperar. El rencor es una forma imperfecta de amor, mueve, exalta, hiere, da muerte. Perdonar es un modo imperfecto de inmortalidad: sales del acto concreto, del hecho doloroso para quedar solo con tu tranquilidad, no tienes aún cercano al prójimo, simplemente has abierto el espacio para el amor. No hay grandeza en el perdón si éste queda en el puro sosiego, falta la locura mayor: amar al enemigo, sobre todo si sabemos que puede, fatalmente, volver a dañarnos. Abandonarse al peligro del amor, acto de ciegos, de tontos, de místicos.

Roberto Méndez Martínez

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