martes, 9 de enero de 2018

QUE EL SEÑOR TE BENDIGA

Hemos comenzado un nuevo año, y con él, una vez más expresamos muchos buenos deseos y proyectos. “Año nuevo, vida nueva”, solemos decir, y es verdad. Volvemos nuestra mirada hacia el pasado y reconocemos que hemos vivido días y experiencias que nos muestran nuestras debilidades y limitaciones. Hay momentos en la vida en los que nos sentimos frágiles y débiles. Personas necesitadas de la cercanía y ayuda de otras. En otros momentos, en cambio, nos vemos fuertes y capaces de vencer cualquier problema que surge.

A lo largo de los días experimentamos la complejidad, la dificultad, pero también nuestros logros y satisfacciones porque acertamos con lo mejor de nosotros mismos. Como personas creyentes, ese acierto va unido a la cercanía de Dios en el día a día. De ahí que tengamos la sensación de acertar con lo que Dios quiere de nosotros. Todo esto es una confirmación de la complejidad que hay en nuestro ser, de la complejidad en las relaciones y del reconocimiento de que la vida no es fácil para nadie.

El inicio de un nuevo año, es el momento para reflexionar acerca de todas las metas alcanzadas en el año acabado o en el que acaba de empezar. Para muchas personas es un tiempo de nostalgia al ser conscientes de la velocidad a la que pasan los días. Para otras, es una oportunidad para celebrar y plantear nuevos objetivos. Éstos son días de mensajes de buenos deseos. Frases serias o divertidas nos sirven para desear salud, dinero y amor para los próximos 365 días.

Los comienzos del año son días de bendición. Días para desear el bien. De distintas formas pedimos a Dios que en este año crezcamos en santidad, felicidad, humanidad, fraternidad, en autenticidad… Que dejemos los miedos que nos paralizan y nos esforcemos por superar todos esos tropiezos y obstáculos que nos impiden continuar con paz y serenidad. Le pedimos que Él nos reconforte en los momentos difíciles y tristes, nos fortalezca en los momentos de abatimiento y nos ayude y consuele en cada instante de nuestra vida.

Al iniciar el año me gusta escuchar, en la celebración de la Eucaristía, la primera lectura del libro bíblico de los Números, que recoge las palabras de bendición al sacerdote Aarón y al pueblo (Nm 6, 22-27). Para nosotros es la bendición de san Francisco de Asís. Que estos mismos deseos y palabras os acompañen también a vosotros, a vuestras familias y a todas las personas que sentís cercanas: “El Señor te bendiga y te guarde. Te muestre su rostro y tenga misericordia de ti. Te mire benignamente y te conceda la paz. Que el Señor te bendiga”.
Benjamín Echeverría, capuchino

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