En muchos momentos a lo largo de la historia nos encontramos con personas que, dentro del Iglesia ejercen este servicio para que otros se puedan entender. El Papa actual, en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, La Alegría del Evangelio, afirma que “la Evangelización también implica un camino de diálogo”. La Iglesia tiene que dialogar con los Estados, con la sociedad y con los otros creyentes que no forman parte de la Iglesia Católica. Y, aunque la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones, acompaña las propuestas que mejor responden a la dignidad de la persona humana y al bien común. Así, desde los valores fundamentales de la existencia humana trasmite unas convicciones que luego pueden traducirse en acciones políticas.
Recuerdo al Papa Francisco en su reciente viaje apostólico a Marruecos. Decía que “Dios le ha permitido dar un paso más en el camino de diálogo y encuentro con los hermanos y hermanas musulmanes para ser servidor de la esperanza en el mundo de hoy”. Él es el Pontífice, el constructor de puentes, constructor también de esperanza. Como él mismo dijo, “servir a la esperanza, en un tiempo como el nuestro, significa, ante todo, construir puentes entre las civilizaciones”.
El viaje del Papa o peregrinación a Marruecos ha seguido las huellas de dos santos muy distanciados en el tiempo: Francisco de Asís y Juan Pablo II. Hace 800 años, San Francisco de Asís llevó el mensaje de paz y fraternidad al sultán al-Malik al-Kamil; en 1985, el Papa Wojtyla visitó al Rey Hassan II.
Puede resultar llamativo el acercamiento o estas visitas a los musulmanes, cuando estamos en un mundo en el que los medios de comunicación presentan sobre todo lo que nos separa de ellos o la incapacidad para reconciliar dos mundos distintos. Nuestra tradición creyente nos recuerda que con los musulmanes somos descendientes del mismo Padre, Abraham. De ahí esta visita o gesto de cercanía de parte del Papa Francisco. El Santo Padre nos recuerda que hay varias religiones y que algunas nacen de la cultura, pero siempre miran al cielo, miran a Dios. En esa tarea de mediación nos anima que no temamos la diferencia. Debemos temer si no trabajamos en fraternidad, para caminar juntos en la vida.
Benjamín Echeverría, capuchino
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