Ningún miembro de la Familia Franciscana profesa su propia Regla en privado, porque está llamado a vivir el Evangelio en fraternidad. Es importante recordar que Francisco compuso la Regla bulada durante un período de su vida en el que tuvo que afrontar numerosas tensiones y crisis a nivel fraterno, pero no renunció a la profecía de vivir como hermano de todos, y nos invita a hacer lo mismo. «Santo del amor fraterno » (Fratelli tutti 2), porque sus gestos y sus palabras pueden todavía, después de 800 años, iluminar el camino de una comunidad eclesial que busca convertirse en una Iglesia en salida, sinodal, a la escucha de todos, cercana a los más pequeños, portadora de una buena notica que tiene el poder de llenar de alegría y sentido la vida de quienes la acogen (cf. Evangelii gaudium 21).
Celebrar la Regla bulada como Familia Franciscana es una oportunidad para conocernos mejor, para promover la comunión y la confianza mutua entre nosotros, para redescubrir la importancia de soñar juntos y para abrir nuevos caminos que nos permitan ser una fraternidad abierta y en salida, constructora de una nueva cultura, la cultura del encuentro y de la amistad social, una fraternidad que desea llegar a Todos los miembros de la sociedad, «cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos» (Fratelli tutti 8).
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