martes, 18 de octubre de 2022

CELEBRAR LA REGLA FRANCISCANA

Todos los miembros de la Familia Franciscana profesan una Regla que se convierte en forma de vida y que consiste en observar el Evangelio. La celebración de la Regla bulada nos recuerda que, para Francisco de Asís, el núcleo de la misma es el Evangelio, como afirma en su Testamento: «el Altísimo mismo me reveló que debería vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo hice que se escribiera en pocas palabras y sencillamente, y el señor Papa me lo confirmó» (Testamento 14-15). Su escucha orante de las palabras de Jesucristo lo hace exclamar junto a sus primeros hermanos: «“¡He aquí lo que anhelábamos! ¡He aquí lo que buscábamos!”. Y el bienaventurado Francisco agregó: “Esta será nuestra Regla”» (Anónimo de Perusa 11).

Ningún miembro de la Familia Franciscana profesa su propia Regla en privado, porque está llamado a vivir el Evangelio en fraternidad. Es importante recordar que Francisco compuso la Regla bulada durante un período de su vida en el que tuvo que afrontar numerosas tensiones y crisis a nivel fraterno, pero no renunció a la profecía de vivir como hermano de todos, y nos invita a hacer lo mismo. «Santo del amor fraterno » (Fratelli tutti 2), porque sus gestos y sus palabras pueden todavía, después de 800 años, iluminar el camino de una comunidad eclesial que busca convertirse en una Iglesia en salida, sinodal, a la escucha de todos, cercana a los más pequeños, portadora de una buena notica que tiene el poder de llenar de alegría y sentido la vida de quienes la acogen (cf. Evangelii gaudium 21).

Celebrar la Regla bulada como Familia Franciscana es una oportunidad para conocernos mejor, para promover la comunión y la confianza mutua entre nosotros, para redescubrir la importancia de soñar juntos y para abrir nuevos caminos que nos permitan ser una fraternidad abierta y en salida, constructora de una nueva cultura, la cultura del encuentro y de la amistad social, una fraternidad que desea llegar a Todos los miembros de la sociedad, «cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos» (Fratelli tutti 8).

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